
A Rafaella hacía mucho que no la veía en televisión. Está como siempre, incombustible. Qué mujer más simpática, más activa y más temperamental, tiene una personalidad arrolladora. Mantiene su figura intacta, y su eterna sonrisa. Italiana hasta la médula, intrascendental y muy trascendental al mismo tiempo, tremendamente humana. De las pocas artistas que han seguido trabajando sin descanso pese al paso de los años y las crisis. La admiro, me encanta.
Hace unos pocos años presentaba un programa en televisión con un sentido del humor y una educación exquisita. Es muy divertida. Como por entonces comenzaba la telebasura, mucha gente que participaba con ella abundaba en temas bajunos y lenguaje soez. Ella enseguida cortaba todo conato de vulgaridad de forma impecable. Me daba vergüenza ajena, qué pensaría que somos los españoles. No creo que nos juzgue a todos igual.
A Bob Sinclair no lo había visto nunca y lo imaginaba de otra manera, más joven y vestido informalmente, con algún chándal de marca, como suelen aparecer los DJ. Lo que sí que no sabía, con ese nombre, es que es francés. Y un hombre muy estiloso y atractivo, muy educado. A veces nos imaginamos a los de su profesión como pinchadiscos veinteañeros a la última en su look y en todo. Bob Sinclair es conocido mundialmente, y su trabajo goza de mucho reconocimiento. Fue a él por lo visto al que se le ocurrió usar la música de Rafaella para hacer sus particulares mezclas. Ella cantó en directo esas nuevas versiones de sus canciones, encantada de seguir en el candelero una vez más.
En el poco rato que vi a Bob Sinclair me pareció un hombre con una personalidad potente. Es alguien capaz de crear tendencias.

A mí el revival me gusta pero un ratito, prefiero la música actual, no toda, la que ponen en Máxima FM, house, disco. Son ritmos que me hacen vibrar, que me transforman y me transportan y me llegan a lo más hondo. Es imposible no bailar con ellos, no dejarse llevar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario