
No veo que a los accidentes de avión, que son aún más truculentos, reciban tanta atención de los medios de comunicación. Nadie propone minutos de silencio en respeto a los fallecidos, ni días de luto. Las comparaciones son odiosas, pero esta es la cruda realidad.
Desde el accidente de Santiago nos hemos habituado a ciertos términos y conceptos que a la mayoría nos eran desconocidos. Los “vagones mula”, el 2º y el penúltimo, que son los que más pesan y los que se suelen llevar la peor parte en los siniestros; el "pedal del hombre muerto”, mecanismo que debe pisar el maquinista cada 55 segundos porque si no el tren se pararía, y es señal de que está atento a la conducción; los sistemas ERTMS, automático y muy seguro (ignoro por qué no se implanta en toda la red ferroviaria nacional), y ASFA, que funciona con señales luminosas y acústicas, y que no es tan preciso como el anterior, siendo sin embargo el más antiguo y extendido. También desconocía que una cámara vigilase en todo momento al maquinista, para comprobar que no se duerme y avisarle si así fuera.
Resulta siniestro ver cuán azarosa es la vida, cuán dispar la fortuna, pues reparte bendiciones o desgracias a diestro y siniestro sin contemplaciones. Unos consiguieron salvarse y salir casi indemnes del desastre, otros perecieron de manera cruenta o han sobrevivido con secuelas terribles. Vagones a los que apenas afectó el impacto, y otros que saltaron por los aires o se incendiaron. Por lo visto lo peor es que los asientos sean arrancados de sus anclajes y se empujen unos a otros como en un devastador efecto dominó. Es la suerte, o el azar, no sé bien cómo llamarlo, que permite que las truculencias te pillen en el lugar adecuado, la vida misma, y si no es así estás arreglado.

Supongo que si yo hubiera sido una de las accidentadas en un desastre de tal calibre me habría importando un pito la pinta que tuvieran mis auxiliadoras. Sólo habría escuchado el latido de su grande y generoso corazón latiendo junto al mío, si es que el mío aún hubiera podido seguir haciéndolo.
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