jueves, 18 de septiembre de 2008

Para Mercedes


El primer recuerdo que guardo de ti, Mercedes, fue una vez que, charlando con una compañera que tenía yo por entonces en mi despacho, te oí decir hablando sobre ti misma que eras como una niña, por tu forma de ser y de ver la vida. No sé si sabrás cuán afortunada eres en realidad: pocas personas no pierden por el camino con el transcurso de los años, entre avatares y decepciones, esa chispa de ingenuidad y fantasía que son sin duda tus señas de identidad.
Nada en ti deja indiferente, no eres como la mayoría: tu personal forma de vestir y tu amabilidad con todo el mundo, en un trabajo éste como el que tenemos en el que casi nadie concede el tiempo suficiente a las relaciones personales, son cosas que llaman la atención. Tú siempre te presentas a los demás sin artificios, sincera y natural, transparente.
Nosotras hemos conversado en contadas ocasiones, las suficientes para saber, Mercedes, que eres un ser humano lleno de metas y proyectos, tesonera con lo que te importa, alguien muy humano.
Tu enorme esfuerzo cuando, estando embarazada y faltándote muy poco para dar a luz, te presentaste una vez más a las oposiciones que por fin has conseguido superar, y que son la causa que hace que te tengamos ahora que despedir, es un ejemplo a seguir por todos por tu valor y tu dedicación. Sabes que, aunque tú le quitas importancia por tu sencillez, es un logro que muchos persiguen y pocos alcanzan. Y además encuentras tiempo para estudiar en la Universidad: no puedo más que quitarme el sombrero.
Cuando nos presentaste a tu hijo me pareció tan frágil y tan bonito, aferrado como estaba a ti y chupándote, en una mezcla de glotonería de amor y de comida, vi que era el regalo perfecto largo tiempo deseado que Dios te había hecho para colmar de felicidad tu existencia. Y cuando conocí a tu marido, sin duda un hombre bueno y un auténtico padrazo, otro niño más en tu casa, supe por qué conservas y mantienes tus ilusiones y tus ganas de vivir.
Aún dentro de tus zozobras, que te hacen dudar de los pasos que vas dando en la vida y darle vueltas a todo en tu cabeza, sigues un rumbo para nada equivocado que seguramente te conducirá a la realización de todos tus sueños. Has conseguido ahora la estabilidad laboral y sabrás ya a estas alturas que llevarás siempre a término todo lo que te propongas.
Si allá donde vayas sigues siendo como hasta ahora, ten por seguro que ningún mal te va a acechar: no cambies nunca, no tengas temor a lo incierto del futuro.
Seguro que en tu nuevo trabajo harás muchos amigos, y sabrán apreciarte en lo mucho que vales. Ellos van a tener la suerte de contar con tu buenhacer profesional y con tus valores humanos. Y de aquí nunca te irás del todo, porque de los sitios donde somos queridos no nos terminamos nunca de marchar completamente.
Guarda tus tesoros, los que tienes en tu hogar y los que albergas en tu corazón. Son al final lo único que realmente importa en la vida, aquello que nunca debes perder. Mucha suerte en todo lo que emprendas a partir de ahora. No vuelvas nunca la vista atrás: lo mejor está siempre por venir.

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