viernes, 29 de junio de 2007

Mi querida tía Carmen

Mi querida tía Carmen:
he recibido tus versos
y he podido comprobar
la verdad que encierran ellos.
Pero te digo una cosa
y es .... que en mi corta experiencia
nacemos para sufrir
y aunque tratemos de vivir
deseamos disfrazar
los defectos que encontramos
sin pararnos a pensar
que es una larga escalera
y hay que llegar al final.
Tú sabes que huérfana quedé
y siendo la mayor de mis hermanos
sentí tan enorme responsabilidad
que todo me parecía poco ....
por consolar a mamá.
Como tú también soñaba
paseando en Aranjuez
con príncipes, cortesanos
y con éste y ..... con aquel.
Conocí a tu sobrino,
le quise desde el primer día,
era su bondad tan grande
y como no era egoísta
seguí y seguí .... soñando
que un maravilloso día
él me hiciera su mujer
y juntos vivir la vida.
Le di dos hijas preciosas
y en justa compensación
él ve en mí todo su apoyo
y nos da su protección.
Así que mis sueños se lograron,
hoy vivimos felices, ya lo ves,
esperamos conseguir un día ... el cielo
y poder así estar juntos otra vez.
De modo que ya ves querida tía
que siguiendo la senda del camino
queremos que te unas a nosotros,
que nunca sientas penas ni tristezas
y sepas que siempre contamos contigo.
Estos versos se los dedicó mi madre a una tía de mi padre que escribía poesía. La referencia a Aranjuez data del tiempo que pasaron ambas en el internado de huérfanas de militar que allí había, aunque en distintas épocas dada la diferencia de edad que había entre ellas.

jueves, 28 de junio de 2007

Misiones humanitarias

Ya me estoy cansando de ver cada dos por tres en la prensa las noticias de los voluntarios del ejército que van en misiones humanitarias a los países en guerra y allí dejan su vida. Ya me hartan las imágenes en la televisión en las que se ven sus féretros descendiendo de un avión para ser portados a hombros por sus compañeros con honores militares.
No hay misiones de paz en sitios donde existen guerras. El sólo hecho de ver un uniforme, aunque lleve detrás la bandera blanca, es objetivo casi seguro del ataque de cualquier enemigo.
Las misiones humanitarias las hacen los civiles, los misioneros, la gente que no lleva armas, ni convoyes, ni uniformes, los voluntarios que no representan a ningún país y que sí entregan sin condiciones sus esfuerzos desinteresados por el bien de los demás, cuando no su vida. De vez en cuando también son noticia porque son secuestrados o masacrados, pero ellos forman parte del lugar donde están, corren la misma suerte que las personas a las que ayudan.
Lo que me revienta es la repercusión casi circense que tienen estos hechos: un militar herido o muerto por la explosión de una bomba al paso del vehículo en el que iba. ¿Qué esperaba?. ¿Estar inmerso en una guerra y llevar una pantalla protectora alrededor que le haga inmune a todo peligro?. Los héroes se hacen de otra manera, no buscan el riesgo si no que éste se cruza en su camino y reaccionan con valentía ante él, sin pensárselo dos veces.
No pertenecen a ninguna organización, no representan a ninguna nación, sólo a sí mismos, anónimamente.
Mientras hayan guerras no tiene sentido hablar de humanitarismo ni de paz. La guerra acaba con todo eso, y ya se encargan los gobernantes de los países poderosos de que siga siendo así.
Y ahora, querido lector, que estoy a solas contigo, dime si alguna vez se terminarán las guerras, si la paz se instalará definitivamente entre nosotros, porque otros muchos males que nos oprimen se acabarían también con ella.
Que las generaciones futuras sepan lo que significa la palabra "guerra" sólo por lo que lean en el diccionario cuando la busquen, el único sitio al que al final debería quedar relegada.

viernes, 22 de junio de 2007

Tía Carmen

Tía Carmen, te agradezco
que hayas pensado en mí
y me hayas este regalo hecho
que sin duda no merezco.
Es la obra de tu vida,
vida muy larga y fecunda,
poeta por excelencia y,
siendo la vida absurda
¡le das a tu obra vida!
sin mentira ni calumnia.
Tu poesía es sincera,
unas veces es cruel,
otras un amanecer
con un sol de primavera.
Y es que a fuerza de vivir
y conversar con las gentes
eres una gran psicóloga
muy locuaz e impaciente.
Para mí eres premio Nobel
de enseñanza y de ternura,
eres como un cascabel
y al mismo tiempo un miura
que se sabe defender,
o Agustina de Aragón
a la par que Doña Inés.
Estos versos se los dedicó mi madre a una tía de mi padre cuando ésta le regaló uno de los libros de poemas que había publicado. Escribía poesía y relatos cortos, y además de publicar varios libros, ganó algún que otro concurso literario. Me decidí a estudiar Periodismo por consejo suyo, y siempre me animó en mi gusto por la escritura

jueves, 21 de junio de 2007

Graduación



Hoy es el último día de clase para mis hijos, pero para mi hijo mayor es el último día en el colegio, pues el próximo curso ya va al instituto.


A él parece no darle pena dejar el lugar en el que tantas horas ha pasado en los últimos años, al contrario, está deseando cambiar de panorama, se ha ilusionado tanto con el hecho de que ya va siendo mayor y se le van a abrir nuevos horizontes, que incluso este año se ha aplicado más que nunca con los estudios y ha sacado las mejores notas de toda su trayectoria escolar.


Aún lo recuerdo, tan pequeño con sólo tres años, el primer día que lo llevé al cole, con su babi, tan serio. Nunca había estado con otros niños encerrado en un sitio, sólo había jugado con más niños cuando íbamos al parque. Y nunca se había separado de mí.


Cuando lo dejé en aquella clase, con una profesora a la que le faltaba un mes para jubilarse y que tenía de todo menos paciencia y dulzura, se abalanzó hacia la puerta en pos de mí, llorando. Otros niños, histéricos, quisieron hacer lo mismo y como la profesora se lo impedía, se subían por encima de ella como los animalitos enjaulados en un zoológico. A Miguel Ángel lo agarró por un brazo y a mí me dijo que cerrara la puerta y que me marchara ya.


Algunas madres pululaban por allí medio llorosas. Qué peso más grande sentí en el corazón, qué angustia en la garganta. Me sequé algunas lágrimas que afloraron a mis ojos, me mordí los labios, y me fuí al trabajo, que por entonces estaba no muy lejos de allí.


A la hora del descanso, regresé al colegio para ver cómo se desenvolvía Miguel Ángel en el recreo. Como el patio está en una hondonada, yo lo observaba tras unas rejas que hay en un lugar alto y distante de donde él estaba. No se dió cuenta de que yo estaba allí. Permanecía sentado en una especie de bordillo, con la vista perdida en el infinito. De vez en cuando miraba a su alrededor como si buscara a algo o a alguien, y se ponía aún más triste. Se preguntaría por qué estaba allí, por qué le habían abandonado en ese lugar, qué habría hecho de malo para merecer eso.


Me pareció que, aunque estaba rodeado de niños, era la viva imagen de la desolación y la soledad, un náufrago perdido en una isla que no sabe muy bien qué es lo siguiente que tiene que hacer.


A Miguel Ángel, por su timidez, le costó mucho adaptarse al colegio. Los demás años, cuando empezaba un nuevo curso y lo dejaba el primer día en clase, seguía poniendo mala cara y me miraba marcharme con una mezcla de angustia y pesadumbre, pero ya no decía nada.


Con el tiempo se hizo con varios amigos, aunque Carlos es el mejor de todos. La primera foto que se hicieron juntos, disfrazados un día de carnaval cuando tenían cinco añitos (mi hija aparece también, era su primer año en el colegio), preside la estantería principal de la librería del salón de mi casa.


Ahora pasarán todos los compañeros al instituto, menos unos pocos, que se irán a otro distinto.


Me emocionó mucho cuando hace poco, en la fiesta de fin de curso, les hice una foto a los dos con el birrete de graduados y el diploma que les dan cuando están en el último año del colegio. Y no hace tanto que no levantaban ni dos palmos del suelo.


Y ahora, querido lector, que estoy a solas contigo, pienso que su "graduación" en el colegio está siendo más feliz de lo que lo fue la mía, y espero que su paso por el instituto, el mismo en el que yo cursé el bachiller superior en su momento, sea también feliz y productivo. En mi caso fue la época de mi vida en que más aprendí, más incluso que en la etapa universitaria.


Sólo espero que, haga lo que haga y esté donde esté, disfrute mucho de todo y le vaya bonito.

miércoles, 20 de junio de 2007

España

España tiene que estar unida
como siempre quiso estar
en defensa de sus tierras
codiciadas con afán
por vecinos extranjeros
que la quieren conquistar.
Envidiaron nuestro sol
y envidiaron nuestra paz
pero nunca consiguieron
podérnosla arrebatar,
porque estábamos unidos
para el bien y para el mal
como en santo matrimonio
que fue siempre .... lo legal.
Yo quiero una España limpia,
con gente trabajadora
que cada vez sea más culta
y que no sea una copia
de países que aprobando
el desmán y hasta la holganza
los convierte en animales,
dejando de ser personas.
Este poema lo dedicó mi madre a nuestro país, a lo que querría que éste llegara a ser

martes, 19 de junio de 2007

Paris Hilton


Había hecho el propósito, cuando decidí escribir sobre ella, de defenestrarla. Pero creo que no va a ser del todo así.



Paris Hilton, que tiene nombre de ciudad glamourosa y apellido de hotel, representa con ese gentilicio un mundo que a la mayoría nos resulta lejano, distinto y casi como de fantasía.



Una chica que desde niña está acostumbrada a pisar suelos de mármol, a comer con cubiertos de plata, a tener grifos de oro en los cuartos de baño, a dormir entre sábanas de seda, parece sacada de un cuento de hadas.



Por eso choca comprobar que, tras esa nube de encanto y de lujo que parece rodearla, se esconda al final una caricatura de mujer, una muñeca de plástico semi anoréxica que parece ser el modelo a seguir por muchas chicas de hoy en día. Es evidente que la elegancia y la distinción no vienen dadas por el hecho de tener dinero, sino por la educación que te dan y la actitud ante la vida, y Paris Hilton ha hecho gala en muchas ocasiones de mal gusto y de horterez.



Paris no es sino el reflejo de esta sociedad que nos ha tocado vivir, estresada, artificial, carente de valores, sólo que ella ha pretendido atraer sobre sí todos los vicios que nos acechan, y exponerlos a la luz pública sin pudor: alcohol, drogas, sexo exacerbado, silicona ....



Quizá se trate de una niña sin hogar, pues según se cuenta nunca ha vivido en una casa al uso sino que se ha criado junto con sus hermanos en las habitaciones de uno de los hoteles que su famoso abuelo creó y con los que hizo la fortuna familiar.



Pero independientemente del lugar donde creciera, habría que saber qué clase de atención recibió. Se supone que la gente adinerada no se ocupa personalmente del cuidado de sus hijos, sino que los dejan en manos de un ejército de personas contratadas al efecto.



Y ahí está la raíz de todos los males: Paris necesita llamar la atención para que alguien la haga caso, y no se le ocurre otra cosa a esa cabecita bonita y descerebrada que hacerlo sacando a relucir lo peor que podemos llevar dentro de nosotros mismos.



¿Está Paris enfadada con el mundo?. ¿Han sido demasiados brillantes los recibidos y poco el amor fraterno?. ¿Qué tiene, pues, más valor al fin y al cabo?. ¿Con qué es con lo que no podemos vivir, qué es aquello de lo que no podemos prescindir?.



¿Habría sido Paris más feliz habiendo nacido en una cabaña perdida entre montañas con un padre leñador y una madre dedicada exclusivamente a cuidar de su casa y su familia, unos padres modestos, buenos y cariñosos?.



Pobre Paris, ahora tendría callos en las manos en lugar de en el corazón, de tanto trabajar en las rudas tareas domésticas, su pelo no estaría peinado permanentemente por los más exclusivos peluqueros, ni tendría ropa de alta costura, ni miles de zapatos de tacón. ¿Qué tendría Paris?. ¿Amor incondicional?. ¿La preocupación de su familia cuando le surgiera algún problema?. ¿El apoyo de sus seres queridos, su ternura, sus valores?. Son cosas que echamos de menos a veces incluso los que no hemos nacido en tan altas esferas.



Lo que le falta a Paris Hilton son ganas de vivir, y por eso pone en peligro su vida, siempre en la cuerda floja, siempre en el límite, como tantas personas que no encuentran sentido a su existencia, y se aburren, y están vacías, y ese vacío es como un pozo sin fondo que no se llena jamás.



Da igual las riquezas de que disfruten (aunque un diamantito de vez en cuando no viene mal a nadie), porque la riqueza está en lo que se da pero no se ve, en lo que se recibe y no deja más huella aparente que la que queda en el alma.



Todo lo ha intentado Paris para ver cuál podría ser su profesión, a qué se podría dedicar (más que nada por lo del aburrimiento): modelo, actriz de cine y televisión (porno incluido), cantante (por lo menos no desafina, aunque habría que verla en un concierto en directo).



Como todo le cansa (la repercusión mediática está garantizada, el borreguismo de la prensa que parece estar al servicio de este tipo de personajes y les siguen a todas partes), ha decidido hacer lo posible para ingresar en prisión, uno de los pocos lugares que le faltaba por visitar. ¡Mira qué original por su parte!. ¡Pobre víctima del stablishment, que ni papá con todo su dinero puede sacarla de ese atolladero!. ¿O es otro de sus montajes para que se hable de ella?. Pues qué masoquismo. Dicen que casi no come desde que se encuentra entre rejas. ¿Está quizá acostumbrada sólo a los deliciosos platos que le cocina su chef exclusivo?. ¿O es la continuación acrecentada de su más que evidente anorexia?. Pobrecita, la castigan sólo porque la tienen rabia por todos los escándalos que ha dado. "Me lo merezco, debo seguir aquí", ha declarado recientemente entre pucheros. Unos azotitos a la niña, que ha sido mala. Vamos, no se lo cree ni ella.



Me pregunto qué es lo próximo que se le ocurrirá a Paris cuando salga de la cárcel. No creo que sea donar parte de su fortuna a causas benéficas, pero espero que tampoco sea dejar su vida en cualquier curva de cualquier carretera por conducir ebria o drogada. Sería otra campanada más para acaparar los titulares, pero ella ya no se enteraría, y además no merece la pena acabar así siendo tan joven, sea uno quien sea.



Y ahora, querido lector, que estoy a solas contigo, me pregunto si algún día se le quitará a Paris esa inexpresión de la cara, esos ojos sin vida, esa media sonrisa con la que suele aparecer como si se estuviera riendo de los que la miramos.



Paris, tía: estudia, trabaja en algo constructivo y de paso da trabajo a los demás, tú que puedes. Enamórate de alguien que no sea tan rico ni tan vacío como tú. Ten hijos y edúcalos de forma distinta a como te educaron a tí, que estás a medio desarrollar como persona, tienes tu vida a medio hacer aunque parezca que quieres comerte el mundo en dos días.



Hazme caso, encima que has conseguido que incluso yo hable de tí.



Aún estás a tiempo, antes de que sea más tarde.

viernes, 15 de junio de 2007

Poeta predilecto

Siento no ser tu poeta preferido,
aquel que con retórica y metáfora
transforma los aconteceres triviales
en góticas palabras.
Ricardo, el poeta nace, no se hace;
el verso no es sólo ajustarse a una métrica:
es dar vida a unos hijos queridos
sin mayor consecuencia.
El verso nace de una nostalgia.
El verso nace de una tristeza.
El verso nace de una falta de amor.
El verso nace del mundo que te rodea.
Unas veces con ventura,
otras veces con pereza .....
y otras veces ¡qué se yo ....!
como nacen los hijos en la tierra.
Pero todos se quieren por igual,
no se deben hacer más diferencias,
tanto si son versos infantiles
o como nace el agua de una peña:
brotan, manan y se manifiestan.
Lo importante es que tengan un mensaje
de cariño, de ternura, de experiencias
y que a tu alrededor no haya sólo cosas que no oyen
si no personas que sepan escucharte
con paciencia.
No te pido ser poeta predilecto,
pero sí creo merecer que me comprendas,
como yo no te he exigido nunca a tí
que hagas obras maestras:
Fernando de Lesseps,
sin ir más lejos,
¡Vaya joya en los anales
de la tierra!.
Estos versos se los escribió mi madre a su hermano cuando en una ocasión desmereció éste su talento poético

miércoles, 13 de junio de 2007

Mi salvador

Hay personas que estamos en este mundo porque tenemos un ángel de la guarda que nos protege, transfigurado en un jefe de estación en mi caso.
Rondaba yo los 9 ó 10 años, y estaba sentada una tarde de un fin de semana cualquiera en el borde del andén de la estación de tren de El Escorial, con los pies colgando sobre la gravilla de las vías. Hacía tiempo mientras esperaba a que llegara el que me tocaba coger de regreso a Madrid, después de pasar el día en el campo. Mi familia, sentada en un banco allí cerca, charlaba animadamente, abstraidos en sus cosas.
Mi ensimismamiento siempre ha sido proverbial, pues soy capaz de pasar mucho tiempo de cuerpo presente (entiéndaseme), pero de espíritu ausente. Cuando estoy en estos trances, no veo ni oigo nada de lo que sucede a mi alrededor, y suelo quedarme con la vista fija en un punto indeterminado de mi entorno.
Y así fue que no me dí cuenta de que un tren se acercaba a gran velocidad por mi derecha, uno de esos que no paran en la estación y que vienen pitando desde lejos.
No sé cómo, por un momento, regresé de mi viaje extrasensorial para ver, frente amí, cómo el jefe de estación saltaba a las vías mirándome con una mezcla de susto y determinación. Lo recuerdo como si hubiera sucedido a cámara lenta. Instintivamente miré a mi derecha, quizá presintiendo, y sin ser plenamente consciente de ello, de que el peligro venía de esa dirección.
Todo pasó a la velocidad del rayo: en dos o tres zancadas este hombre se recorrió, con la agilidad de un gamo, la distancia que separaba un andén del otro, me cogió con una de sus manos por debajo de mi axila derecha y me alzó, dando un gran salto hasta alcanzar el andén en el que me hallaba, izándome como si yo fuera una pluma, y depositándome de pie sobre el suelo. Justo en ese preciso intante, en cuestión de segundos, pasó la locomotora con todos sus vagones pitando sin parar, mientras mi familia se llevaba un susto mayúsculo. Mi salvador les increpó muy comedido por el descuido, y sin más preámbulos desandó el camino que acababa de hacer, ya sin prisas pero con igual decisión.
Yo, en mi ingenuidad de niña, pensé con gran inquietud que si no fuera por aquel hombre, me hubiera quedado sin piernas. Hoy, lógicamente, sé que la máquina me habría arrastrado en su trayectoria y me habría hecho picadillo.
Muchas veces he pensado qué habrá sido de aquella persona, tan buena y tan valiente, un héroe anónimo de los muchos que hay, que arriesgó su vida para salvar la mía, cuando su única misión era ordenar las salidas de los trenes que llegaban a la estación. Si por entonces tenía cuarenta y tantos años (no recuerdo su cara con precisión, es una imagen borrosa), y han pasado 30, estará más que jubilado. Quisiera poder agradecérselo personalmente, aunque no se acuerde de este percance que, aunque fugaz, no fue menos importante para mí. Pequeños acontecimientos que suceden a veces en la vida que hacen que nuestro destino sea uno u otro bien distinto.
A mí me ha tocado más de una vez ayudar a salir de algún trance a otras personas, cuando voy a la playa y hay gente que se adentra en el mar sin saber casi nadar. Aunque se aferran a mí desesperados presos del pánico, creo que no me he sentido nunca realmente en peligro y he hecho lo posible para que saliéramos todos airosos de la situación. Siempre pienso que el favor tan grande que un día me hicieron tengo casi la obligación moral de devolverlo cada vez que se presenta la ocasión, porque estoy agradecida.
Y ahora, querido lector, que estoy a solas contigo, se me ocurre que los regalos más espléndidos y menos materiales que podemos recibir vienen muchas veces de la mano de desconocidos y no de los que están en tu entorno. En mi caso, le debo la vida a Dios, a la madre que me trajo al mundo, y a un jefe de estación, mi salvador.
 
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