viernes, 30 de marzo de 2012

Un poco de todo (XL)


- Qué chorrada lo de que los países de Europa estén preocupados por nuestra situación y siguieran con sumo interés el desarrollo de la huelga de ayer. A mí lo que me preocupa es que sigamos siendo una nación en la que cada vez que hay que arrimar el hombro nos dediquemos a dejar de trabajar y a provocar más pérdidas y caos.

El día de huelga es probablemente el único en el que los sindicalistas hacen algo, aunque sea lo que suelen hacer siempre, colapsar, molestar, amedrentar. Vaya una democracia de mierda la nuestra cuando los piquetes huelguistas pitan y gritan a los que van a trabajar. Nosotros no les pitamos y gritamos a ellos por estar un día de paseo por ahí o armando bulla. Vaya una dictadura la del sindicalismo. Más les valdría no hacer tantos alardes, sobre todo ahora que están saliendo a la luz todos los trapos sucios de sus dirigentes, el dinero, regalos y viajes de los que disfrutan. En otros países se financian con las cuotas de sus afiliados. Aquí no, tenemos que pagarlo todos. Pero les da igual, le echan cara a la vida, como han hecho siempre, la palabra vergüenza no existe en su vocabulario salvo para hablar de los demás.

- Me parece increíble que el presidente de Ecuador haya venido a nuestro país para intentar negociar la cancelación de la deuda hipotecaria que los inmigrantes de aquellas tierras han contraído aquí. Nadie obliga a las personas a meterse en una espiral de gasto que no pueden mantener. Todos procuramos no vivir por encima de nuestras posibilidades, y cuando nos vemos en apuros no he visto nunca antes que ningún presidente de gobierno acuda en nuestra ayuda. Me parece incluso ridículo, ya somos mayorcitos para saber hasta dónde podemos llegar.

Este señor afirma que la culpa es de las leyes que tenemos en España, que van contra los derechos humanos y quiere denunciarlas a diestro y siniestro. Si las de su país son tan buenas, me pregunto por qué tanta gente de allí se vino para acá.

Y desde luego hay un agravio comparativo: si la condición de inmigrante sirve para conseguir un trato de favor, encuentro que se va contra la Constitución, pues no se garantiza la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

Yo no tengo vivienda propia, podría hipotecarme para comprar una, pero esa es una carga que de momento no pienso soportar, y eso que tengo un trabajo estable. Cuánto más si se tiene una ocupación precaria. Este consumismo que nos invade propicia estos desequilibrios.

- El otro día hablaba con una amiga por teléfono y me contaba que en Denver, donde vive su hija, la jubilación no se produce por edad, como aquí, sino por años de servicios. A partir de una determinada cantidad de años de trabajo realizado puedes marcharte. Le dije que me voy a ir a vivir a Denver yo también, porque hice en enero 27 años de servicios prestados a esta dichosa Administración pública, y ya tengo muchas ganas de irme a mi casa, levantarme cuando me apetezca y hacer lo que me venga en gana sin tener que pelearme con la burocracia, aguantar jefes ni verme obligada a cumplir horarios de ninguna clase. Pensar que tengo que esperar a mediar la sesentena, o más si continúan alargando la edad de jubilación, me desespera. 

Deberíamos podernos ir cuando ya llevemos tiempo suficiente de trabajo y aún nos encontramos medianamente bien de salud. Dedicaría mis esfuerzos a cosas de más utilidad que a las que ahora me dedico. Sería libre, dentro de los límites que la realidad de cada cual impone al deseo de libertad. Y además, qué caramba, que estoy muy cansada. Tengo artrosis, hipertensión, colesterol, sobrepeso, anemia, anomalías cardíacas y presbicia. Cuando ya no tenga que trabajar voy a poder cuidarme tanto que voy a parecer una estrella de Hollywood, pero si tengo que esperar mucho más igual acabo como Stephen Hawking. Además contribuiría a disminuir las tasas de paro, no tengo ningún inconveniente en que las nuevas generaciones ocupen mi lugar, que es lo suyo y vienen pegando fuerte.


jueves, 29 de marzo de 2012

El modelo alemán


Hay ciertos programas, como Sálvame, de los que sólo tengo noticias cuando me mandan un correo electrónico con un video en el que destaca alguna cosa interesante que en él ha aparecido. Ante la oferta que ofrece Digital + hay muchos canales que no suelo ver, la Sexta entre ellos.

Jordi Évole, su presentador, no es alguien que me guste precisamente. Lo recuerdo en el programa de Buenafuente, donde se dio a conocer y en el que hacía de espectador pinchauvas, siempre dispuesto con sus ácidos comentarios a cuestionarlo todo y a reirse de todo. En realidad ha seguido haciendo lo mismo con el resto de sus trabajos para televisión. No dudo de que sea un hombre inteligente, pero lo veo morboso y tendencioso, con el colmillo retorcido, muy poco natural: nunca sabes lo que va a decir o a hacer, y parece que nunca puedes esperar nada bueno de él, porque todas sus temáticas son desasosegantes, y se nota que se regodea con la incertidumbre que genera. Quizá esa aparente lucidez suya debiera encauzarla hacia propósitos más constructivos.

Hace tiempo veía un e-mail en el que en este programa se presentaba la fórmula mágica para hacerse rico sin moverse de casa, nada más que con tu ordenador y unas cuantas nociones a cerca del funcionamiento de los mercados. Yo no me enteré de nada, porque de economía no sé mucho, pero Jordi Évole tiene la particularidad de hacer que las cosas que parecen complicadas o inalcanzables parezcan sencillas.

En el correo que ahora me ocupa, aparecía hablando Antonio Brettschneider, un sociólogo alemán de origen español, que pretendía abrirnos los ojos sobre nuestra situación actual, comparándola con la de su país, modelo que al parecer nuestros gobernantes quieren emular.

Según sus propias palabras, en Alemania se han pasado de 5 millones de parados a 2 en 8 años. El sociólogo está con Jordi Évole en el andén de una estación de tren, y están contemplando un cartel publicitario. “Ahora somos más trabajadores que nunca en Alemania. Gracias Alemania”. Pero el sociólogo se pregunta qué clase de trabajo es, y afirma que esa es la versión oficial del gobierno alemán.

Antonio Brettschneider cree que nuestro gobierno se está acercando al modelo de Alemania cada vez más, y que sólo hay que ver las medidas introducidas en nuestra reforma laboral:

1) Aumento de la edad de jubilación.

2) Modificación de la Constitución para poner unas limitaciones a la deuda. Nuestra Constitución era intocable hasta ahora.

En 2007 empezaron las reformas en Alemania. En 2003 tenían un 11-12% de paro, que era mucho. Como medida se pensó que el trabajo tenía que ser más barato y flexible. El sociólogo cree que es una excusa para ganar más dinero, y que todo esto tiene como consecuencia que haya más empleos mal pagados, menos protegidos y de peor calidad. En algunas empresas del sector industrial se ha subido de las 35 horas de trabajo semanales a las 37-38.

Una empresa como Nokia tenía allí una fábrica grande con 2000 personas, y se terminó trasladando a Rumanía. Otras muchas grandes empresas se marcharon para establecer sus sedes en otros países. Hay que ofrecerles algo a las empresas que vienen del extranjero para que no se vayan: trabajar más y cobrar lo mismo, o trabajar lo mismo y cobrar menos.

En Alemania no se tiene el concepto de huelga general, allí no está permitido. Hay una cierta resignación. Es como si se fuera copiando cada vez más el estilo americano, anglosajón, en el que prima una sociedad más individualista donde cada uno se busca la vida.

El milagro alemán, según Brettschneider, consiste en crear puestos precarios pero en gran cantidad: hay más gente trabajando, pero en peores ocupaciones. Afirma que España seguirá su ejemplo, con más contratos basura, más trabajos remunerados con menos de 1000 €, más desigualdad y menos seguridad.

En Alemania el paro se cobraba antes durante 24-36 meses; ahora sólo durante 12. Pero después hay una serie de subsidios: te pagan el alquiler del piso (tiene que tener no más de 40 metros cuadrados, para una persona) y la calefacción, y te dan 365 € en metálico. Tienes que demostrar para ello que careces de recursos. Si tienes un coche, si quieres cobrar debes venderlo. Si tienes un piso en propiedad lo mismo. Si tu pareja tiene trabajo se supone que paga por ti, por lo que no hay derecho a la prestación.

Brettschneider cuenta un caso que él conoce, en el que un controlador de la oficina de empleo pilló a un hombre que cobraba el subsidio de desempleo mendigando por la calle. Se fijó en lo que le habían dado, calculó lo que ganaría a la hora, y se lo descontó del subsidio. Los alemanes son muy exactos, muy lógicos, muy estrictos.

Alemania ha empezado a exportar coches y máquinas, y España es receptora de muchas de estos productos. El sociólogo reconoce que su país ha sido siempre muy imperialista.

Jordi Évole se sorprende de que aún no haya habido una revolución social, pero Brettschneider afirma que es lo que les ha hecho creer el gobierno, que no había más remedio, y si esa consigna se repite una y otra vez la gente empieza a creerlo. La alternativa que se le planteó a la sociedad es elegir entre tener más paro o más desigualdad, y eligieron lo 2º.

No parece muy contento el sociólogo con la situación de su país, pero Évole podría haber recogido la opinión de otras personas con opiniones diferentes. Se dice todo el tiempo que esta o aquella medida es mala, pero no se aporta ninguna otra solución. A nadie nos gusta apretarnos el cinturón, pero si no hay más remedio habrá que hacerlo, de donde no hay no se puede sacar. En Alemania hay una cierta prosperidad, y eso en tiempos de crisis es muy sorprendente. Aquél ha sido siempre un país rico, porque la gente trabaja mucho y bien, y es muy disciplinada. Yo no hablaría de resignación en su caso, sino de abnegación.

No sé si es cierto que el gobierno español va a seguir el modelo alemán, pero si conseguimos estar a su nivel, muy por delante del resto de Europa, yo sí que lo consideraría un milagro.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Las cartas de Juan Ignacio (III)


Esta carta la escribió Juan Ignacio a los pocos meses de la 2ª. Era agosto y nosotras estábamos de vacaciones. Su letra más pequeña y ordenada que en las anteriores, y su contenido más extenso aunque, como se puede apreciar, sigue escribiendo de noche. Ya se acabó la mili y se le ve mucho más relajado:

Muy buenas noches. Son ahora mismo en Madrid (en Benidorm no sé, porque no estoy allí), las tres menos cuarto de la madrugada. Viendo que no me duermo y que no se me ocurre nada que hacer, he echado mano, en último término y como último recurso, de papel y boli para escribirte. El que te escriba precisamente a esta hora no se debe, como ya estarás pensando (mal), a que haya estado de juerga. Error: no es mi costumbre. Ni mucho menos se debe tampoco a que sufra insomnio, como suelen otros desgraciados, vete tú a saber por qué. No es ni más ni menos que yo, como todos los dichosos veranos, he adquirido la costumbre de dormir de día y faenar de noche. Por supuesto, no es algo matemático y que cumplo a rajatabla, pero algo de eso sí hay, sobre todo para las cartas, que suelo escribir sólo de noche (curioso, ¿no?).

Después de esta introducción gilipollas-estúpida, paso ya a criticarte con todo rigor. Cacho morrosa, ¿cómo tienes tanta jeta como para contarme lo que me cuentas en tu carta sobre la vida que llevas, eh? ¿No puedes tener un poco de compasión con la gente que este verano no va a ver la playa? ¿O acaso quieres ponerme los dientes largos de envidia?. Pues no hija, no, por ahí no me pillas: del suelo, donde ya los tengo de puro crecidos, no pueden pasar, así que… llegas tarde.

Me alegro de que hayas tenido (y ojalá todavía la tengas) fiebre. A eso es a lo que conduce el vicio y la depravación. Además, así te ves obligada a hacer un alto en tu desenfrenada locura de juerga tras juerga, y tienes una oportunidad para reflexionar profundamente y meditar y acordarte de los que no van a tener como tú la oportunidad de ver siquiera el mar. Conste que no me dejo llevar en ningún momento por la pasión. Todo te lo digo por tu propio bien. El hecho de que esté encerrado en Madrid derritiéndome de calor, y a la vez helado por el aburrimiento, no influye para nada. Que conste.

Es verdad. El típico (supongo) vacío que te entra en verano ha hecho ya mella en mí, y mucha. Intento combatir esta voraz desazón con métodos también típicos: hasta tú los conoces, y ya es decir. Leo, juego al ajedrez conmigo mismo, aunque pierdo siempre, y las tardes no tengo más remedio que ocuparlas, de forma bastante parecida a como hacen otros (¡que se fastidien!) estudiando mis tres cates tres. Acompaña negativamente a todo esto el que mi hermana haya saqueado el lote de discos prestados que teníamos en casa, para prestárselos a su vez a una amiguita suya (se podrían dedicar a jugar a las casitas y no a robar discos ajenos). De esta forma, ni siquiera dispongo de un par de discos un poquito (muy poquito) IN y he de conformarme con los cuatro o cinco discos, totalmente OUT, que ya teníamos en casa.

Como podrás comprobar, soy un tipo totalmente limitado, sin ideas. Además y respondiendo a lo que me pedías en tu carta, la gente no da ni la más pequeña señal de vida. No sé nada de Ricky ni de Miguel Ángel. Eugenio está descartado, en Alicante o Palencia, aunque tampoco escribe. Pero, desde luego, Ricardo, al principio del verano, prometióme un futuro de ensueño: “Sí, iremos al cine, saldremos, entraremos, y me gustaría hacer una acampada…” Todo de lo cual passo ampliamente; aunque no debería ni molestarme en passar, puesto que parece que él se me ha adelantado en hacerlo (¡uf, respiro!).

Por su lado, Miguel Ángel va a dar un importante paso adelante en su formación militar. Irá al CIR creo que en septiembre, pero tú ya lo sabes, porque lo dijo el último día que la Panda se reunió (¡qué bien lo pasé ese día…! ¡creo que nunca he disfrutado tanto! Claro, que sobre esa última salida se podría escribir una novela… ¡mejor!, ¡una tragicomedia!). Pues bien, como siempre, hasta que no me decida yo a llamarle, no le oiré abrir el pico.

Irma se va de España, ¿no? Tiene pinta de ser un paso grave, ¿no te parece? Bueno, pues lo mismo que le ha costado contarlo, por lo menos a mí, le costará despedirse. La oiremos hacerlo desde el avión, el día que se vaya.

¿Susana? Susana está, la muy carota, disfrutando como una enana (que es) en la playa sin acordarse para nada de los amigos por mucho que intente disimular diciendo lo contrario. ¡En fin, así va la vida! Aquí el único bueno soy yo, que no critico nunca a nadie, y siempre a disposición del que sea cuando me llaman, y que soy el primero en animar las salidas… ¡Se quejarán…! Desde luego…¡ingratos!.

¿Sabes que he intentado, como me pedías en tu carta, darle a Madrid recuerdos de tux partex?. Y me ha dicho que lo deje, que no me moleste, que no quiere recuerdos de las partex de aquellos que pueden abandonar impíamente a su propia madre, que tan bien se ha portado con ellos, cuando peor lo pasa. Lo siento: aunque es lógico, y debes comprender que es que parece que os habéis puesto todos de acuerdo para huir así, de repente, y todos a la vez, justo ahora que a Madrid le entran los sudores. Espero que cambie de opinión, y Tú procura volver rápidamente y pedirle perdón, a ver si lo convences. Tranquila que yo también procuraré ablandarlo.

Si no me falla la memoria (y si me falla, envíame dinero para repararla, que yo estoy sin blanca), es el santo o el cumpleaños o algo así de algún-a de ustedes; me parece, ¿no? Bueno, si Tú te acuerdas, reparte felicitaciones y algún que otro achuchón a quien debas. Más que nada, para hacerme publicidad, ¿sabes? Y que no se te olvide decir que es de mi parte, ¿eh…?

Termino. ¡Ah! Bueno, que no se me olvide decirte que no te esfuerces demasiado porque en tu estado actual de debilidad mental te supondrá un enorme trabajo (¡pobrecita…!) el escribirme, aunque desde luego me produce una satisfacción, leve, muy pequeña, pero satisfacción al fin y al cabo, el leer el par de líneas que tienes por costumbre enviarme. (Que conste: LEVE satisfacción, ¿eh?). Nada más, será hasta cuando quieras (sinceramente, espero que pronto). Que lo sigas pasando bien. Mientras, un abrazo [¡humm….!].

JUAN


Irma era también amiga mía, y de ella conservo un montón de correspondencia precisamente del tiempo en que regresó a su país, Ecuador, como señala Juan Ignacio. Fue decisión de sus padres, pero no pasó mucho tiempo cuando la vimos por aquí de vuelta, y para no marcharse ya nunca más.

Ella era la nota exótica en el instituto, pues por aquel entonces no había casi inmigración. Irma era muy bella y dulce, con un sentido del humor muy jacarandoso, buena persona. Coincidimos en la facultad, aunque ella estudió Imagen y Sonido. 

Me hace gracia cómo Juan Ignacio utiliza cualquier cosa para aderezar su sentido del humor, hasta la gramática y la ortografía. Cuando subraya palabras o las pone en mayúsculas, o cuando dice “tú”, refiriéndose a Susana, escribiéndolo con mayúscula inicial, un poco porque es importante para él y otro poco por guasa.

martes, 27 de marzo de 2012

La verdad sobre la guerra de Afganistán (II)

Gloria Serna reflexiona sobre un enemigo que obliga a sus mujeres a esconderse bajo el burka, que pesa 7 kg. En el reportaje se intercalan imágenes de una mujer afgana acusada de adulterio, arrodillada en el suelo junto a un agujero totalmente cubierta, mientras es lapidada. Cuando cae en él inconsciente, se le da el tiro de gracia.

También se ven las imágenes de unas niñas que intentaron ir a la escuela y unasfueron gaseadas y otras rociadas con ácido. No se les permite recibir instrucción.

“Lo que llevas se lo das”, dice Rubén cuando recuerda la miseria de los poblados. “Ellos no tienen la culpa”.

Durante una tormenta de arena en un segundo se hace de noche. Los soldados se lo toman en broma porque no saben lo peligrosas que son.

Nunca ven si han matado, no les está permitido acercarse a comprobarlo. Durante los combates se producen diálogos poco acordes con la situación que están viviendo.“¿Cuándo se come? ¿Alguien trajo crema solar?”. Como no ponen cara al enemigo no tienen conciencia de lucha, parece casi un juego. Recuerda un poco a la guerra de Gila.

Subidos a la torreta de un equipo blindado, las órdenes de un vehículo a otro se dan a gritos.

Defensa no permite a los periodistas viajar con los convoyes. Sólo se ven, en las imágenes oficiales, visitas de autoridades y misiones humanitarias.

Hay una frase, pronunciada por uno de los soldados, que me impacta. “La puta bandera delata nuestra posición”. Se oye fuego de mortero. La concepción de la patria, la bandera y el honor que teníamos tradicionalmente ha cambiado, aunque se mantengan los símbolos. A nadie se le habría ocurrido decir semejante cosa de la bandera antaño, una falta de respeto semejante era impensable.

En la base los soldados juegan a darse golpes con sus sacos de ropa sucia y unas esterillas para protegerse el cuerpo. Es ciertamente ésta la única lucha en la que verán a su enemigo cara a cara. Se organizan carreras a 10 grados bajo cero. En Navidad improvisan discotecas en los comedores de la base. En los tiempos muertos bailan al son de algún equipo de música.

Sólo en España y Noruega hay mujeres disparando en 1ª línea de combate.

Una de las misiones del Ejército español es formar a agentes de la policía afganos. Sus equipos son de menor calidad. Tampoco son de fiar, pueden ser infiltrados.

Si alguno de los atacantes muere, los afganos asaltan y queman la base para protestar. Los soldados españoles no entienden por qué, puesto que han hecho trabajos para ellos. Las bases cercanas no pueden defenderlos porque hay orden tajante de no actuar nunca contra la población civil.

Según se van acercando a la zona norte la actitud de la población cambia. Allí hay mayoría talibán y ni los niños se les acercan.

En otro video que me enseña Miguel Ángel se ve cómo los talibanes construyen sus bombas caseras. Uno de ellos declara abiertamente que hay muchos más países de los que la gente cree que están apoyando su causa. Otro, un kamikaze que lleva las bombas atadas al cuerpo, con las que se va a inmolar, dice que no tiene nada que perder, puesto que su mujer y sus hijos han muerto. En otras imágenes se ve a uno “arrepentido”, con cara de conmiseración, que está haciendo negociaciones para salir de la organización talibán.

Rubén, finalmente, dice que aún no ha cobrado la pensión después de 2 años. Sin embargo afirma rotundo: “Yo volvería”. Algo que me resulta incomprensible después de lo que le pasó. Quizá sea un auténtico soldado, de los de antes, que a pesar de las heridas sufridas y las penalidades, llevan en la sangre el espíritu de combate, que les es imprescindible para vivir.

La forma de hacer la guerra ha ido cambiando con los años. Aún recuerdo sobrecogida la guerra de Irak, que fue la 1ª vez que un conflicto armado era retransmitido por radio y televisión, como si de un reality show se tratara. Las imágenes de los enfrentamientos, siempre de noche, eran estremecedoras. No sé cuántas bombas cayeron sobre la ciudad ni cuántos misiles se dispararon. La oscuridad se iluminaba con constantes resplandores. Aún no me explico cómo pudo quedar piedra sobre piedra y algún ser vivo. El ensañamiento fue brutal.

La guerra de Afganistán es una de las guerras más anodinas que se hayan visto. Un enemigo al que no puede verse, una tropa como la española que no tiene bajas en combate pero sí cuando circula por las carreteras, una década intentando engañar a la opinión pública con una versión edulcorada y falsa de lo que allí está pasando. ¿Por qué no decir la verdad?.

Lejos quedan las dos guerras mundiales, en las que los soldados se dejaban la piel en míseras trincheras, o más recientemente la guerra de Vietnam, tan denostada, que fue una guerra llena de sangrientas emboscadas, en la que los ataques a la población civil fueron terrible moneda de cambio. con terribles secuelas psicológicas para los soldados.

No es lo mismo una guerra de trincheras, que una en la selva, o en el desierto, como la que ahora nos ocupa. Y sin embargo hay chicos, como Rubén, que volverían al campo de batalla sin pensarlo.

lunes, 26 de marzo de 2012

La verdad sobre la guerra de Afganistán (I)


Mi hijo siempre está a vueltas con que quiere entrar en el Ejército e ir a la guerra de Afganistán. Le gusta meterse en YouTube para echar un vistazo a todo lo que sobre el tema pueda decirse, y encontró unas imágenes muy inquietantes y esclarecedoras sobre lo que allí ocurre. En algunas la periodista Gloria Serna narraba, tomando como base los videos grabados por miembros del Ejército español, la verdad sobre una guerra sobre la que no se nos ha hablado con franqueza. Sus palabras y lo que allí se podía ver impresionaban enormemente.

Son sólo unos chavales, veinteañeros que han cambiado los videojuegos de guerra por la realidad.

Durante cuatro meses viven en plena Edad Media, en pleno desierto, tragando arena.

Las condiciones de los soldados recuerdan a la 1ª G.M.

A 60 grados durante el día, 15 grados bajo cero por la noche, metidos bajo tierra. El fuego cruzado de una misión de paz: eso es Afganistán. Arriesgan su vida desactivando minas.

Han decidido grabar con videocámaras lo que está pasando, pero son imágenes prohibidas, porque si los descubrieran los expulsarían del Ejército.

1.500 hombres y mujeres, voluntarios. 3.400 € al mes durante 6 meses. Algunos no tienen más que 18 años y 4 meses de formación.

En Perejil, en 2002, alguien grabó el asalto desde un helicóptero de los boinas verdes españoles cómo hacían prisioneros a los 8 marroquies que la ocupaban, les ponían unas bolsas de tela blanca en la cabeza y les esposaban las manos detrás de la espalda. En lo más alto de la isla, que sólo tiene 500 m., los soldados plantaban eufóricos la bandera española. Pero a los altos mandos y al gobierno, tras ver el video, no les gustó lo que se veía y lo prohibieron. Las cámaras han permanecido cerradas hasta ahora, con la guerra de Afganistán.

Los guerrilleros talibanes van armados hasta los dientes. Para ellos no existen las misiones de paz.

Los soldados, en la trinchera, experimentan un subidón de adrenalina durante el combate. Se dan las órdenes a gritos entre ellos por el ruido de las ametralladoras.

El enemigo es invisible, son un punto negro en la llanura desértica. Los soldados españoles sólo pueden repeler ataques, no iniciarlos.

En enero de 2002 los soldados, respaldados por Naciones Unidas, no saben a lo que van. Los que iban al principio tenían más edad que los de ahora. Cada vez son más jóvenes.

Los soldados recorren los 80 km. de carretera que hay en Afganistán, una y otra vez, lo que les lleva en buenas condiciones unas 8 horas. Ellos tienen el destacamento en un tramo sin asfaltar.

Los artificieros ponen cargas explosivas en las minas que encuentran a lo largo de esta carretera para detonarlas.

Rubén cuenta sus vivencias en esta guerra. Él era un soldado que fue enviado de vuelta en 2007, con 19 años, recién ingresado en el Ejército, sin una pierna y con una mano destrozada. Los compañeros que iban con él, que tenían 20 años, murieron. Iban en un convoy que saltó por los aires al paso de una bomba de fabricación casera, hecha con una olla.

En el comedor se cantan unos himnos y se brinda por los caídos, todos puestos en pie. Es un ritual para seguir sintiéndose fuertes. El vehículo en el que iban, un BMR, fue diseñado en los 60 para otro tipo de guerra, no está preparado para la de Afganistán. Tienen agujeros en las ruedas y el fuego de las bombas-trampa se mete bajo el vehículo.

Paran muchas veces a lo largo de la carretera para inspeccionar, lo que les cansa y les hace bajar la guardia. Es fácil que desde las colinas cercanas les venga algún tiro.

Los vehículos se estropean cada dos por tres. Hay que contratar a civiles afganos y grúas para el mantenimiento.

Pueden pasar 15 días sin ducharse. Se les ha llevado en ocasiones agua para que lo hagan y se les ha producido infecciones. Utilizan toallitas húmedas para asearse.

Las necesidades se hacen en unas letrinas contruídas haciendo un agujero en el suelo y colocando una tapa de váter encima.

La comida son las raciones de emergencia, lentejas con chorizo sobre todo. Los suministros son lanzados con paracaídas desde un avión cada 3 días.

El agua llega transportada en helicópteros. Todos corren en formación hacia ellos, llevando grandes bidones, que llenarán con agua, 2 litros al día por persona. La marcha es penosa porque ya sólo el equipamiento pesa 30 kg. En las trincheras, mientras combaten, los soldados sujetan con una mano el fusil y con la otra una botella de agua. A veces se llegan a los 64 grados.

Todos sabemos que esta guerra se inició para capturar a Bin Laden. Gloria Serna comenta que a Bin Laden lo cazaron en Pakistán, sin embargo en Afganistán llevamos 10 años.

Por la noche los soldados disparan a ciegas. Sólo los oficiales llevan un equipo de visión nocturna, que marca con punteros láser los lugares desde donde les están atacando y lanzan bengalas para intentar verlos.

Los soldados están tumbados en el suelo en la oscuridad. Sólo oyen las balas. En la retaguardia un suboficial protesta airado porque los vehículos que les han proporcionado los altos mandos no reúnen las suficientes condiciones de seguridad. Le indigna que se escatimen medios y se juegue con las vidas de los soldados.

Pasan toda la noche en vela, combatiendo.

viernes, 23 de marzo de 2012

Un poco de todo (XXXIX)


- Doy la bienvenida a una nueva y joven seguidora, Itchelita.

- He aquí una de las caricaturas de mi compañero de trabajo Ricardo, que todas las Navidades suele felicitar las fiestas a familiares y amigos retratándose a sí mismo y a su pareja en las situaciones más imposibles que se puedan imaginar. La última fue una animación para la que  utilizó un programa que da movimiento a sus dibujos. Él es muy modesto y le avergüenza muchísimo recibir el reconocimiento ajeno (ya se sabe, aquello de no nos gusta, pero en el fondo nos gusta). A mí me parece fantástico. El suyo es un derroche de humor, talento y creatividad.

- Y entre mis últimas lecturas, recomiendo En el país de la nube blanca, de Sarah Lark, una historia que recuerda a aquellos culebrones norteamericanos de hace años, pero muy bien escrito. El libro es voluminoso pero interesante, y sus personajes dejan una impronta en el corazón y en el recuerdo. También es carne de celuloide.

- Me está encantando la saga del Capitán Alatriste. Le cogí un poco de manía a la historia por toda la batería publicitaria que se desplegó para dar a conocer el libro y el film, que resultó excesiva. No me gustó la elección de Vigo Mortesen para el papel protagonista, porque lo encuentro inexpresivo y me horroriza su voz.

Pensé equivocadamente que sería una sucesión de batallitas históricas a las que nos tiene tan acostumbrados Pérez-Reverte en su sección del XL Semanal. Las guerras del pasado me interesan un ratito, sé que son una parte importante de la Historia, pero a mí me aburren soberanamente, llámenme inculta, pero es así.


Pero Alatriste no va de eso. Las peripecias de este personaje y las figuras históricas con las que se codeó enganchan de una manera sorprendente. La forma de escribir de Pérez-Reverte siempre me ha gustado mucho, pero aquí además me seduce. Tierno y cruel en la caracterización de los protagonistas de sus novelas, apasionado, magnífico en la descripción de un ambiente y de una época tan lejanas en el tiempo, con un estilo dinámico en el desarrollo de la historia y un lenguaje cuidado, culto incluso cuando pretende ser popular, respetando de forma magistral los usos de la época, este escritor y periodista  cautiva con las peripecias de su famoso personaje, divididas en pequeños libros, para no resultar demasiado largo, y es lo suficientemente interesante como para terminar uno y desear empezar enseguida el siguiente.

jueves, 22 de marzo de 2012

Fotocomposición (I): Adele Enersen






















Esta fotógrafa finlandesa, publicista de profesión, estuvo tomando imágenes de su hija Mila durante sus primeros meses de vida mientras dormía. El mundo que recreó en torno a ella aparece reflejado en su blog y la acogida que recibió fue extraordinaria.

La mayoría de los escenarios que compone son un derroche de su imaginación, y otros han sido sugerencias de amigos en Internet. La habilidad y el gusto con el que los lleva a cabo llaman poderosamente la atención.

Adele dice estar preparando un libro de historias infantiles, y estas fotos servirán para ilustrarlo.


miércoles, 21 de marzo de 2012

Las memorias de la duquesa de Alba


Me ha parecido muy curioso el libro que ha escrito la duquesa de Alba con sus memorias. Y muy escueto, teniendo en cuenta los muchos años que ha vivido, la cantidad de gente importante que ha conocido y las muchas anécdotas que sin duda podría contar.

Han sido los hombres los que parece que han marcado las distintas etapas de su existencia. 1º la figura de su padre, al que adoraba; luego sus tres maridos. Del 1º de ellos habla con respeto y veneración, pero es del 2º del que más cosas cariñosas cuenta, un espíritu afín al suyo, peculiar, extravagante. Del 3º, del que tiene ahora, habla con afecto, y la verdad es que me conmovió mucho cuando describió los años de soledad, depresión y decadencia física que padeció hasta que encontró a este último amor. Ella dice que la vida no resulta tan difícil si hay amor, que sin amor no se puede vivir.

Siempre se piensa que una persona, por el hecho de tener muchos años, y sobre todo si es mujer, ha dejado atrás cierto tipo de sentimientos y experiencias. Puede que para muchos sea así, pero para esta mujer, un espíritu inquieto y sensible, no lo es en absoluto. En realidad parece que aún alberga las mismas ilusiones y ganas de vivir que se tienen en la juventud, y muchas de sus apreciaciones son como las de una niña, enfadada e incomprendida unas veces, exultante de amor y felicidad otras. Hay cosas de su forma de ser y de pensar con las que me he sentido identificada, nunca lo hubiera pensado.

No sé si no se ha querido explayar mucho para no cansar a los lectores, o porque es ella la que está muy cansada teniendo en cuenta sus años. O simplemente porque no quiere entrar en detalles, pero me hubiera gustado que hablara más, no tanto de su vida privada, que no lo va a dejar de ser sólo porque escriba su biografía, como de personajes históricos que ha conocido, cosas que no aparecen en los libros de Historia.

Lo que estas memorias ponen al descubierto es algo que en realidad todos sabíamos ya, y es que el hecho de nacer en una posición acomodada no te exime de las mismas desgracias que acontecen al común de los mortales. La duquesa de Alba fue una niña sin madre, educada con sumo rigor en rígidos colegios, que se sintió muy sola en muchas ocasiones al ser hija única, que ha enterrado a dos maridos, con hijos vivos y muertos, acosada en la vejez por esa prensa despiadada y sórdida que nos asola, pero que también ha sabido disfrutar como todo el mundo de las cosas buenas de la vida.

Sentimental, dinámica, inteligente y sensible, habla de sus encuentros con figuras de rango y abolengo y de las joyas de su familia como la cosa más natural, con una cierta altivez a veces, como teniendo siempre en cuenta que es una aristócrata al fin y al cabo, actitud que se contradice radicalmente con su forma campechana de ser y de comportarse normalmente.

Lo que ella valora más que nada en el mundo es el tiempo que se la dedica y el cariño con el que se haga, y en ese sentido casi menciona con igual frecuencia y casi con más afecto al personal de su servicio que a su propia familia.

Aunque recuerda muchos momentos dichosos, hay como una cierta tristeza en sus memorias, como un desamparo por todo lo que quedó atrás y que ha perdido. Parece que es alguien que necesita el aprecio de los demás, su calor y su compañía, que valora la amistad en grado sumo, y que goza de una memoria prodigiosa en la que ha seleccionado sus recuerdos, a su manera tan peculiar como si los tuviera grabados a fuego en su cabeza.

No hubiera comprado un libro semejante nunca, ya que parece que hoy en día cualquiera con un poco de fama puede lanzar lo que se le ocurra en el mundillo editorial, pero el caso de la duquesa de Alba trasciende el ámbito de las cosas que me interesan, por ser como es, tan distinta y tan inesperada.

En su libro de memorias habla la voz de una hija, la de una esposa, la de una madre.

martes, 20 de marzo de 2012

Las cartas de Juan Ignacio (II)


En el espacio de un año, Juan Ignacio no volvió a escribir más cartas a mi hermana, hasta que de nuevo llegó la fecha del cumpleaños de ella. De nuevo la felicita desde Cáceres, mientras hacía la mili (qué largas parecían las milis). Esta vez Susana sí que cumplía 18 añitos.

La verdad es que se le ve muy aburrido de tanto servicio militar. Al fin y al cabo para qué servía este trance, para viajar a otros sitios de España, conocer gente, aprender a pegar cuatro tiros y hacer todo lo que en casa las madres de antes no dejaban hacer a sus hijos varones por considerarlo poco viril: limpiar váteres, pelar montañas de patatas, hacer camas, etc. Menos mal que ya no existe este trámite inútil.

Muy buenas noches!

Aquí estoy de nuevo pero esta vez con mucha mayor tranquilidad para intentar hablar como personas, porque si no recuerdo mal, mi carta-felicitación de la última vez no fue precisamente un prodigio, sino más bien un churro. Pero hoy estoy en la biblioteca del CIR (sí, no te sorprendas, el CIR tiene algo que se parece a una biblioteca) y todo va a ser distinto.

Antes que nada: “zankyú veri mucho” por tu carta. Me vino de perilla en un momento bueno y malo a la vez. Resulta que ayer lunes, que fue cuando me dieron tu carta, me tocaba cocina. Eso significa, cuando te lo anuncian, incertidumbre profunda y temor de muerte; y mientras lo estás “disfrutando” currele a tope si no consigues escaquearte. Y esto último fue lo que me pasó a mí durante todo el día, excepto cuando leí tu carta, es decir, cuando me dieron permiso para ir a votar por correo. Fueron dos placeres unidos que me hicieron olvidar, como si las estuviera remojando en Coca-cola, las penas del día.

No creas que tuve que hacer nada especial, ni siquiera salir del CIR para votar por correo: tenemos estafeta propia. Pero supuso unos minutos de descanso que me permitieron pasear los ojos por tu carta. Eso me dio ánimos, porque, cuando te enteras de que alguien se lo pasa bien y es feliz, se te esponja también el plumaje.

Siento que te llegara tan puntual mi felicitación, pero bueno, supongo que no se notaría demasiado, y además, sobre todo, lo pasaste muy bien y tuviste a mucha gente contigo, que es lo importante.

Me alegra saber que aumenta el exclusivo y (como tú misma dices) “selecto” círculo de las personas que frecuentas. Pero, eso sí, he de advertirte, aunque le corresponde a tu madre: “cuídate mucho, Susanita, de las malas compañías”. Aunque sé también que es inútil decírtelo porque no hace falta. O eso espero…
Bueno, en cuanto a las cosas que pasan por aquí, es todo muy sencillo. Simplemente nos dedicamos (nos consagramos incluso) a la jura del domingo que viene. Así que estamos repasando movimientos para la jura, aprendiendo la canción para la jura, ensayando con toda la agrupación (unos dos mil reclutillas) para la jura, patatín patatán… para la jura, sxchfrrsebxns…..para la jura y qué sé yo ¡para la jura!.

Esto hace que estemos todo el día con la jura en la cabeza y que esta apenas ya semana que falta para el domingo se vaya convirtiendo en mes, camino de llegar a ser año. Pero bueno, todo sea por volver a casita y poder dormir cómodamente, y demás.

Aunque lo malo del volver es que el día veintidós tengo un examen, este viernes (aunque da igual) otro y qué sé yo qué más cosas. Vamos, que también tiene sus ventajas estar aquí.

Bien, “sacabó”. “Yastá”. Lo tendremos que dejar para Madrid (¡aaaayy, Madrid, cómo te echo de menos!). Dentro de un par de día acabo aquí y me voy y nos vemos y charlaremos. Repito: nomás. ¡Ah, sí!. Llegará después del día doce, así que espero que hayas votado bien, en el buen sentido de la palabra. Un abrazo.

JUAN


P.D. Espero que Eugenio no te acribillara demasiado sobre qué ibas a votar.


Este amigo al que hace alusión al final, Eugenio, que también fue muy amigo mío, estudiaba Ciencias Políticas y estaba muy obsesionado siempre con el tema de las creencias y las ideologías. Solía hacernos reir diciendo que en la habitación que compartía con su hermano, éste tenía como libro de cabecera la Biblia, y él el manifiesto de Carlos Marx.

El voto al que se refería era el de las elecciones generales de 1986. Susana votaba por vez 1ª, recién cumplida la mayoría de edad.

viernes, 16 de marzo de 2012

Unos padres artistas


Mis padres se han dedicado, en diversos momentos de su vida, a la pintura, mi padre al carboncillo y mi madre al óleo. Ellos son unos artistas que, como tantos otros artistas anónimos, son desconocidos y desarrollan su arte para su disfrute particular, sin ánimo de lucro.


Catedral de Burgo de Osma




Iglesia de S. Andrés


Iglesia de S. Lorenzo

Roma
La iglesia de S. Lorenzo fue donde se casaron mis padres.
Mi madre pintaba al óleo, con mucho color.




El cuadro de los payasos estuvo siempre en nuestro dormitorio. Ella igual copiaba a Velázquez que a Dalí. En las fotos no se aprecia con nitidez la belleza de sus creaciones.

También pintaba rostros de mujer sobre azulejos blancos.


 
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