martes, 20 de marzo de 2012

Las cartas de Juan Ignacio (II)


En el espacio de un año, Juan Ignacio no volvió a escribir más cartas a mi hermana, hasta que de nuevo llegó la fecha del cumpleaños de ella. De nuevo la felicita desde Cáceres, mientras hacía la mili (qué largas parecían las milis). Esta vez Susana sí que cumplía 18 añitos.

La verdad es que se le ve muy aburrido de tanto servicio militar. Al fin y al cabo para qué servía este trance, para viajar a otros sitios de España, conocer gente, aprender a pegar cuatro tiros y hacer todo lo que en casa las madres de antes no dejaban hacer a sus hijos varones por considerarlo poco viril: limpiar váteres, pelar montañas de patatas, hacer camas, etc. Menos mal que ya no existe este trámite inútil.

Muy buenas noches!

Aquí estoy de nuevo pero esta vez con mucha mayor tranquilidad para intentar hablar como personas, porque si no recuerdo mal, mi carta-felicitación de la última vez no fue precisamente un prodigio, sino más bien un churro. Pero hoy estoy en la biblioteca del CIR (sí, no te sorprendas, el CIR tiene algo que se parece a una biblioteca) y todo va a ser distinto.

Antes que nada: “zankyú veri mucho” por tu carta. Me vino de perilla en un momento bueno y malo a la vez. Resulta que ayer lunes, que fue cuando me dieron tu carta, me tocaba cocina. Eso significa, cuando te lo anuncian, incertidumbre profunda y temor de muerte; y mientras lo estás “disfrutando” currele a tope si no consigues escaquearte. Y esto último fue lo que me pasó a mí durante todo el día, excepto cuando leí tu carta, es decir, cuando me dieron permiso para ir a votar por correo. Fueron dos placeres unidos que me hicieron olvidar, como si las estuviera remojando en Coca-cola, las penas del día.

No creas que tuve que hacer nada especial, ni siquiera salir del CIR para votar por correo: tenemos estafeta propia. Pero supuso unos minutos de descanso que me permitieron pasear los ojos por tu carta. Eso me dio ánimos, porque, cuando te enteras de que alguien se lo pasa bien y es feliz, se te esponja también el plumaje.

Siento que te llegara tan puntual mi felicitación, pero bueno, supongo que no se notaría demasiado, y además, sobre todo, lo pasaste muy bien y tuviste a mucha gente contigo, que es lo importante.

Me alegra saber que aumenta el exclusivo y (como tú misma dices) “selecto” círculo de las personas que frecuentas. Pero, eso sí, he de advertirte, aunque le corresponde a tu madre: “cuídate mucho, Susanita, de las malas compañías”. Aunque sé también que es inútil decírtelo porque no hace falta. O eso espero…
Bueno, en cuanto a las cosas que pasan por aquí, es todo muy sencillo. Simplemente nos dedicamos (nos consagramos incluso) a la jura del domingo que viene. Así que estamos repasando movimientos para la jura, aprendiendo la canción para la jura, ensayando con toda la agrupación (unos dos mil reclutillas) para la jura, patatín patatán… para la jura, sxchfrrsebxns…..para la jura y qué sé yo ¡para la jura!.

Esto hace que estemos todo el día con la jura en la cabeza y que esta apenas ya semana que falta para el domingo se vaya convirtiendo en mes, camino de llegar a ser año. Pero bueno, todo sea por volver a casita y poder dormir cómodamente, y demás.

Aunque lo malo del volver es que el día veintidós tengo un examen, este viernes (aunque da igual) otro y qué sé yo qué más cosas. Vamos, que también tiene sus ventajas estar aquí.

Bien, “sacabó”. “Yastá”. Lo tendremos que dejar para Madrid (¡aaaayy, Madrid, cómo te echo de menos!). Dentro de un par de día acabo aquí y me voy y nos vemos y charlaremos. Repito: nomás. ¡Ah, sí!. Llegará después del día doce, así que espero que hayas votado bien, en el buen sentido de la palabra. Un abrazo.

JUAN


P.D. Espero que Eugenio no te acribillara demasiado sobre qué ibas a votar.


Este amigo al que hace alusión al final, Eugenio, que también fue muy amigo mío, estudiaba Ciencias Políticas y estaba muy obsesionado siempre con el tema de las creencias y las ideologías. Solía hacernos reir diciendo que en la habitación que compartía con su hermano, éste tenía como libro de cabecera la Biblia, y él el manifiesto de Carlos Marx.

El voto al que se refería era el de las elecciones generales de 1986. Susana votaba por vez 1ª, recién cumplida la mayoría de edad.

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