viernes, 28 de diciembre de 2012

Frases para recordar


- Jamás esperes mucho de aquellos que prometen demasiado. Es mejor estar sorprendido que decepcionado.

- No importa la lentitud con la que vayas, siempre y cuando no te detengas.

- No se hace un mundo diferente con gente indiferente.

- El peligro del pasado es que los hombres fueran esclavos. El del futuro es que los hombres se conviertan en robots.

- La paciencia es la fortaleza del débil, la impaciencia la debilidad del fuerte.

- Admira a quien lo intenta, aunque fracase.

- Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

- Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos. Es la mente la que hace al hombre libre o esclavo.

- No basta sólo con arrepentirse del mal que se ha causado, sino también del bien que se ha dejado de hacer.

- Sólo hay dos cosas que podemos perder: el tiempo y la vida. La 2ª es inevitable, la 1ª imperdonable.

- Todavía no he encontrado a nadie que se criticara a sí mismo con el mismo empeño con el que critica a otros.

- A veces lo que más duele no es el golpe, sino quién te lo da.

- Quien te quiera por el bien que le haces, cuando le hayas dado todo, te odiará por ello.

- Si tratas de gustar a los demás siendo alguien que no eres, nunca sabrás si eres tú quien les gusta.

- Si quieres aprender a volar como el águila, no vivas rodeado de pavos.

- De vez en cuando es necesario sacudir el “árbol de la amistad” para derribar la fruta podrida.

- Grandes son aquellos que a pesar de ser juzgados por ser quienes son, no cambian para complacer a nadie.

- ¿Cómo hacer enemigos? Sé inteligente, sincero, honesto y feliz. Ayuda a cuantos puedas, ámalos, prospera… y verás. 

- Vale más que te rechacen por ser sincero a que te acepten por ser un hipócrita.

- La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.

- El verdadero huérfano es el que no ha conocido educación.



viernes, 21 de diciembre de 2012

El fin del mundo que no fue


Estaba esperando yo el tan anunciado fin del mundo esta mañana, más que nada por no tener que madrugar y dar rienda suelta a la rutina de siempre, pues llegados al viernes se acumula el cansancio de toda la semana. Miré por la ventana y vi el cielo nublado como estos días atrás, y la oscuridad, que me sienta tan mal en los días de invierno: parece que te acuestas de noche y aún es de noche cuando te levantas.

Con las redes sociales estamos llegando a una situación casi de paxorismo colectivo. Cualquier demanda, noticia o elucubración se propaga como un incendio por el bosque de los mortales. El ser humano, tan proclive a la superstición y el fanatismo, se deja llevar fácilmente por la creencia ciega en todo tipo de desastres inminentes que pondrán fin a nuestra especie. Tanto morbo resulta ya preocupante: a qué persona en su sano juicio se le ocurriría recrearse masoquistamente en su propia extinción.

Y todo porque La Tierra pasa por el Cinturón de Fotones una vez cada 10 u 11 mil años, período en el que se supone que reinará la oscuridad. De momento sigue nublado, como días atrás, no sé si por la boina de contaminación o por una borrasca que se cierne sobre nosotros. O porque se nos aproxima el cometa Elenin (me gustaría saber quién es el que elige los nombres a los objetos astrales y a los fenómenos huracanados), que a gran velocidad ha llegado hasta nosotros, desintegrándose poco a poco en el intento, y por lo visto las suspicacias provienen del hecho de que hoy se alinee con nosotros y el Sol.

En fin, que no nos faltan amenazas. Pero nada comparado con lo que vi en un reportaje que puso ayer mi hijo en televisión, en el que se hablaba de 3 mundos que ya hemos vivido y un 4º mundo, que es el que ahora se supone que nos sobreviene. El 1º mundo acabó con fuego (enorme meteoro que generó un cataclismo al chocar con nuestro planeta), el 2º con hielo (el periodo glacial), y el 3º con agua (el diluvio). Ahora se barajaban muchas posibilidades para dar el pepinazo: que nos tragara un agujero negro, que volviera a chocar con nosotros otro meteoro, que nos fría una llamarada solar o que reviente la propia Tierra por un brusco cambio de los polos magnéticos.

Casi prefiero que el fin del mundo se produzca como preconizaban en el Antiguo Testamento, la llegada de cuatro jinetes apocalípticos resulta menos aterradora en comparación con todas las catástrofes anteriormente mencionadas. Pero nadie se acuerda de ellos, prefieren hablar de invasiones extraterrestres, y señalan unas extrañas figuras y dibujos aparecidos en unos relieves mayas que tenían formas que recordaban a los astronautas o a seres de otros mundos.

Los mayas hablaban de la llegada de sus dioses, que no sé cuáles serían, bastante feos y amenazadores todos ellos, y aunque respeto enormemente las tradiciones y culturas antiguas, me cuesta tenerles respeto habida cuenta de que, aunque fueron muy sabios, también fueron extraordinariamente sanguinarios, lo cual aminora a mis ojos su capacidad de raciocinio y de prever el futuro.

Porque quién puede saber lo que nos va a pasar el día de mañana salvo Dios. Jugamos a ser dioses, a dominar el mundo, a pronosticar hechos que aún no han tenido lugar. Por qué las profecías son siempre funestas, puestos a adivinar lo que nos sucederá ya podrían decir cosas buenas para variar. Aunque a lo mejor a la gente le impresiona o le interesan más los desastres.

Hoy está claro que no va a ser el día, o quizá sí que aún no ha acabado. Esta mañana, al ir al trabajo, apenas había público en el autobús, ni tampoco atascos de tráfico. Pensé que mucha gente se habría tomado ya las vacaciones de Navidad, o quizá fuera el efecto de la enésima huelga de transportes con que se nos castiga, pero luego pensé que pudiera ser que muchos hubieran decidido refugiarse en sus casas a la espera de un peligro casi seguro, tal es la sugestión. Me cuesta creer que en el siglo XXI podamos ser todavía tan ignorantes e infantiles, pero debe ser así.

Creo que lo vamos a dejar para otro día.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Un poco de todo (XVIII)


- El autor de un blog que sigo escribió hace poco un post en el que hablaba de un gato callejero que se había refugiado en el inmueble donde él vive, encontrando sobre el felpudo de un vecino el lugar ideal para descansar de las inclemencias del tiempo y de la vida, pues la suya, aunque gatuna, es una existencia tan merecida de dignidad como la de cualquier otro mortal.

Se lamentaba el blogero de su falta de iniciativa para acoger en su casa al desdichado animal pues, como vive solo, su independencia constituye para él un lujo y a la vez un pequeño pesar ocasional, según su estado de ánimo. Hacerse cargo de alguien, aunque sea un gato, trastoca costumbres y concita responsabilidades añadidas que uno no tiene por qué asumir. Y sin embargo, le quedaba una cierta mala conciencia por el auxilio no prestado.

En cuanto lo leí me vino a la cabeza la imagen de un mendigo que, cuando iba yo a sacar dinero de un cajero automático de mi barrio, yacía de medio lado y de espaldas a la puerta sobre un cartón, buscando el calor del habitáculo acristalado que la entidad tiene en la entrada. No se movió en absoluto mientras estuve allí, no sé si porque estaba dormido o simplemente aletargado en su miseria. Pensé, como el autor del post, en cómo sería llevarlo a casa, acogerlo, prestarle mi ayuda. Y terminé elucubrando la misma conclusión, que ya bastante tengo con lo mío.

Solemos preferir instalarnos en la seguridad de nuestro confort, que en mi caso está hecho de pequeñas cosas, pues no necesito mucho para vivir. Pero quizá esta comodidad nuestra no lo sea tanto en realidad. Quién está satisfecho por completo con su vida, quién no aspira a cambiar algunas cosas, o muchas, a intentar que todo sea un poco mejor. Y quizá sea ésta una buena forma de llevar a cabo esta inquietud, no en vano nos dijeron hace siglos que diéramos de comer al hambriento, de beber al sediento, que diéramos posada al peregrino.

No hace falta decir lo que sentí al intentar ponerme en su lugar siquiera un instante. Sin familia, sin hogar, sin alimento ni apenas abrigo, acosado por la soledad, el pánico, las enfermedades, el hambre y la sed, y todos los peligros que acechan en una gran ciudad a los que están desvalidos. Qué habrá en los albergues para que haya tantos que no quieren ir allí. Como si no tuvieran suficiente con llevar su propia carga, encima se les maltrata y desprecia.

Todos podemos quedar en un momento dado en una situación de indefensión y pérdida de cosas fundamentales para una existencia digna. Nuestro temor, y nuestro egoísmo, nos impiden llevar a efecto lo que un día nos dijeron. Quizá seamos nosotros los mendigos.

- Me han mandado por correo electrónico una petición de firma para evitar que se vuelva a repetir lo de Madrid Arena, con una carta de una de las madres de las víctimas en la que pide que se endurezca la legislación en materia de espectáculos. He firmado enseguida, por supuesto.

Se me ponía la piel de gallina hace unos días pensando en cómo lo tienen que estar pasando los familiares de estas pobres chicas, y más ahora en Navidad. Qué vida ésta, cuánto infortunio y cuánta injusticia sin castigo. Cada vez es más difícil dejarse envolver por el espíritu de la Pascua, creo que habría que hacer un vacío mental, una especie de amnesia, para que esto fuera posible.

martes, 18 de diciembre de 2012

Frases con humor


- O vivimos todos juntos como hermanos, o pereceremos todos juntos como idiotas (Martin Luther King)

- El cine ayuda a soñar, la televisión a dormir.

- Mi complejo de superioridad es mejor que el tuyo.

- La Infantería italiana nunca retrocede, da media vuelta y sigue avanzando.

- La superstición trae mala suerte.

- No te preocupes, el peor día de tu vida sólo dura 24 horas.

- Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones.

- El perro es el mejor amigo del hombre, yo me encargo de las mujeres (El Gato)

- Si a un hombre le das un pez comerá hoy, si le enseñas a pescar comerá toda su vida, y si le enseñas a vender pescado al por mayor se hará millonario (antiguo proverbio japonés muy mejorado)

- Aprendí que “saber ganar la vida” no es lo mismo que “saber vivir”.

- El alcohol es malo pero el agua es aún peor: ¡Te mata si no bebes!.

- Es mucho más fácil perdonar al enemigo una vez que nos hemos desquitado.

- La sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido.

- El mundo está dividido en dos clases de personas: las que creen que el mundo está dividido en dos clases de personas y las que no.

- Si buscas una aguja no busques en un pajar, busca en un costurero.

- Cuando el filósofo señala la luna, el tonto se fija en el dedo.

- Lo más frustrante de ser viejo es que ya sabes todas las preguntas, pero nadie te pregunta.

- Las cosas por su nombre: matar a una persona por defender un ideal no es defender un ideal, es matar a una persona.

- No todo es dinero en la vida, también están los cheques.

- Siete honrados servidores me enseñaron cuanto sé, ellos son: qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué.

- Para ser exitoso no tienes que hacer cosas extraordinarias, haz cosas ordinarias extraordinariamente bien.

- Vive el presente pero vívelo bien, de tal manera que el futuro sea una esperanza y el pasado una lección.

- Mi idea del trabajo doméstico es barrer la habitación con una mirada.

- El eco tiene siempre la última palabra.

- La vida es una pura contradicción: “separado” se escribe todo junto, y “todo junto” se escribe separado.

- Para tener un buen matrimonio tienes que enamorarte muchas veces de tu mujer.

- Es mucho más fácil obtener perdón que permiso.

- Para cada acción hay un programa gubernamental igual y opuesto.

- Si tu aspecto es como el de la foto del pasaporte, probablemente necesitas un viaje.

- El dolor que mejor se soporta es el dolor ajeno.

- Las ventajas del nudismo saltan a la vista.

- Sólo el que ha comido alguna vez ajo puede darnos una palabra de aliento.

- Morir es como dormir, pero sin levantarse a hacer pis. 

- Me gustan los reincidentes porque no cambian de idea.

- En la vida todos tenemos un secreto inconfesable, un arrepentimiento irreversible, un sueño inalcanzable y un amor inolvidable.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Fotos que me gustan (XI)



Pekín




Acantilados en Asturias



Mont Sanqingshan (China)





Monte Saint Helens. Erupción 1980










viernes, 14 de diciembre de 2012

El ayer y el hoy de El Corte Inglés


El antes y el después de El Corte Inglés

Es increíble la distribución de personal tan desafortunada que tienen actualmente en El Corte Inglés. En departamentos como deportes tienen una sola empleada para toda una marca. O en la zona de libros de divulgación, biografías y oposiciones, como se supone que no hay tanta demanda comparado con la planta de bestsellers, tienen sólo dos personas atendiendo toda la planta. En cambio, en sitios como el de los pijamas tienen a cuatro empleadas que apenas trabajan y acosan a los posibles compradores en cuanto asoman la nariz por allí, aburridas de no hacer nada y ansiosas por llevarse la comisión.

El Corte Inglés, que siempre ha sido parangón del resto del mundillo comercial, ha bajado el listón sobremanera en los últimos tiempos. Ni la calidad de la confección es la misma, ni las ofertas son en realidad tales, pues siempre tienen un gran margen de beneficio (aunque disponen, eso sí, de buenos publicistas que crean campañas con mucho gancho), ni te atienden como antaño debido a esa redistribución errónea del personal a la que aludía. Las pocas empleadas que hay en sitios en los que tendrían que haber puesto más están sobrecargadas de trabajo y llevan a cabo sus cometidos malhumoradas.

También es cierto que hay un tipo de vendedora, que se desarrolla y prolifera en grandes almacenes, y que responde al perfil de mujer de mediana edad, muy pintada y cubierta de quincalla, que se mueve con parsimonia chulesca de aquí me las den todas, con la de años que llevo en esto, y que no son solícitas ni eficientes, hasta el punto de que aunque se declarara un incendio ellas se tomarían su tiempo para dirigirse a la salida. Quizá si se les pone un fajo de billetes a la vista sí se tomarían la molestia de meter el turbo para cogerlo antes que nadie. Si trabajaran en un puesto de verduras en el mercado central no se notaría la diferencia.

Hace poco fui con mi hija a la zona de la ropa de bebés, porque tenía ella que hacer un regalo, y me decepcionó enormemente lo que ví. Recuerdo cuando iba tanto por allí para comprarle la ropa a mis hijos de pequeños. Había una confección estupenda, un poco cara quizá, pero se correspondía con la calidad que ofrecían, y era una ropa muy bonita, hecha con mucho gusto. Ahora parece una tienda de saldos, llena de pijamas horrendos, con poca ropa de vestir, y si quieres algo un poco mejor hay que comprarlo de marca, y además de ser carísima tampoco tiene mucha variedad. Antes no hacía falta recurrir a las marcas si no querías, tenías lo que quisieras.

Será que El Corte Inglés también se adapta a los tiempos que corren, hechos de restos y basura varia. Del antiguo esplendor no queda más que las apariencias, el oropel de la fachada. En cuanto rebuscas un poco te das cuenta de la cruda realidad.

Un compañero del trabajo dice que esta entidad es como el termómetro con el que se mide la economía nacional: para saber cómo va sólo tenemos que fijarnos en cómo les va a ellos. Es alucinante el poder que ostentan los monopolios.

Sin embargo parece que el emporio no sólo sobrevive a la crisis, contra viento y marea, sino que extiende sus tentáculos por todas partes, como una epidemia imparable que contagia a todo lo que encuentra a su paso. Que haya tanto dinero e influencia en unas pocas manos resulta muy inquietante.

Mal que bien seguimos acudiendo allí, atendiendo al recuerdo de tiempos pasados, con la esperanza de encontrar algo del esplendor perdido, aunque sea en algún pequeño detalle, hartos también de la proliferación de los comercios regentados por los chinos, todos iguales y de calidad ínfima.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Carta de Lincoln


Escribió Abraham Lincoln en cierta ocasión una carta a un profesor de su hijo, en la que le exhortaba a que enseñara a su vástago materias que no fueran estrictamente académicas, sino que apuntara más allá, al mundo y a la vida en general. Vale igualmente para los docentes de hoy en día, es un texto que no ha perdido vigencia y que merece la pena leer.

Querido profesor:

Mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces. Enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada egoísta hay una persona generosa.

Enséñele también que por cada enemigo hay un amigo, y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.

Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento.

Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Que crea en sí mismo y en sus capacidades aunque se quede solo, y tenga que lidiar contra todos.

Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otras las hacen, que sea amante de los valores.

Que aprenda a oir a todos pero que, a la hora de la verdad, decida por sí mismo. Enséñele a sonreir y a mantener el humor cuando esté triste, y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que sólo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solo. Incúlquele valor y coraje, pero también paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho, pero haga todo aquello que pueda.

Abraham Lincoln. 1830

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Maravillas de la Naturaleza


Hay lugares en el mundo que llaman poderosamente la atención por su rareza y su belleza, logradas sin la intervención del ser humano. Son sitios que nos cautivan por lo peligrosos, inabarcables e incomprensibles que pueden llegar a parecernos. He aquí algunos de ellos.

El ojo del Sáhara, en Mauritania, es una de las panorámicas más codiciadas de los astronautas cuando viajan al espacio. Tiene un diámetro de 50 km., y aunque en un principio se pensaba que había sido consecuencia del impacto de un meteorito, los estudios más recientes han demostrado que en realidad se trata de un pliegue en la corteza terrestre producto de la erosión de millones de años.

Fly Geiser, en el Black Rock Desert, Nevada. Se encuentra en el terreno privado de un ranchero al que, como no le gustan mucho las visitas, ha levantado vallas impidiendo el paso. Muchas organizaciones han intentado comprar el terreno para poder llevar a cabo la conservación del Geiser, pero sin resultados.

Los 7 gigantes de los Urales. Sobre Man Pupu Nyor, la colina de los dioses, hay muchas leyendas acerca de cómo surgieron estos gigantes de la estepa rusa. En aquel lugar, hace 200 millones de años, se alzaba una montaña, pero con el paso del tiempo, la acción del agua y los vientos, tan sólo han quedado hoy en día estos montículos rocosos.
















El Glaciar de Jostedalsbreen es el mayor glaciar de la Europa Occidental. Está en Noruega y abarca 480 km cuadrados. Se cree que dentro de 2 décadas posiblemente haya reducido considerablemente su tamaño debido al deshielo.









El Monte Erebus, en la Antártida. Es el volcán situado más al sur del planeta, uniendo hielo y fuego en una paisaje lleno de fumarolas heladas.

 










El Abismo Challenger es el lugar más profundo de la Tierra, situado a 11 km. bajo el nivel del mar en la fosa de Las Marianas. La última expedición que ha bajado a esas profundidades la llevó a cabo el director de cine James Cameron.

     

martes, 11 de diciembre de 2012

Preparados para el fin del mundo


Los malos augurios que presagian un apocalipsis inminente no cesan de circular por ahí, en forma de e-mails llenos de sombrías conjeturas mayas o con programas como el que le gustan a mi hijo, Preparados para el fin del mundo, sobre el que no puedo resistirme a hablar, o a rechiflarme, según se mire.

Esta serie, rodada en la América más profunda, nos muestra los preparativos de diversas familias ante una posible hecatombe mundial de proporciones inimaginables, que no sólo creen factible sino muy próxima. Aparecen granjeros aquejados de obesidad mórbida, posiblemente consumidores de comida basura, armados hasta los dientes. Los pueblos de EE.UU. son por lo que se ve un auténtico campo de minas, un arsenal gigantesco donde si te atreves a internarte eres recibido a tiros o a algo peor, como si el salvaje Oeste nunca se hubiera extinguido del todo. Las leyes que tienen allí sobre armas permiten que todo el mundo, desde su más tierna infancia, se acostumbre a usarlas.

En su psicosis por autodefenderse y sobrevivir, consideran enemigo a cualquier extraño que aparezca por las inmediaciones de sus casas. Me maravilla lo grandes que son y los terrenos tan amplios que las rodean. Son gente que vive muy bien pero que no creo que sepan disfrutarlo, a juzgar por el stress que tienen, siempre inquietos, a la espera de un peligro inminente.

Estas personas dedican mucho tiempo y dinero a construir búnkers para refugio y almacenamiento de armas y comida. Se ve a las orondas señoras repasando los cientos de botes de cristal con alimentos que ellas mismas han preparado (tomate, frutas…) listos para ser usados en caso de emergencia, y enseñando en su cocina el inocente bote donde guardan los guisantes, en el que han escondido un revólver metido en un plástico.

Los matrimonios ven consolidada su unión haciendo cosas juntos en sus ratos libres, tales como prácticas de tiro, lanzamiento de granadas, colocación de trampas, supervisión de equipos de supervivencia… Un señor hace simulacros en los que obliga a sus hijos, ante la mirada deprimida de su mujer, a colocarse máscaras antigas y a bajar a un sótano, en el que les da comida deshidratada para que se vayan acostumbrando, para repugnancia de los chavales.
Otro matrimonio vive en una zona aislada y bastante desértica al haber decidido renunciar a una tranquila jubilación para atrincherarse en un lugar más seguro, lejos del mundanal ruido. Su caravana está situada cerca de un acuífero que no siempre tiene agua y, armados con fusiles, se enfrentan de vez en cuando a unos vecinos que aparecen por allí, con aspecto aún más amenazador que ellos, para hacer ensayos bélicos. Parecen divertirse así.

Todos hablan de posibles invasiones extranjeras ante las que hay que estar preparados, lo cual es muy comprensible teniendo en cuenta que los norteamericanos no han hecho otra cosa durante décadas que dedicarse a invadir al resto del mundo. Es como si esperaran una venganza. Los hay también que hablan de desastres naturales, al vivir en zonas de huracanes.

A mí me parece que ninguno se ha leído la Biblia, quizá porque no piensan en el fin del mundo desde un punto de vista religioso, aunque la frase lo contiene en sí misma, fin del mundo. Se habla de los cuatro jinetes siniestros que sobrevolarán la Tierra como emisarios de un Dios justiciero que pondrá a su derecha o a su izquierda a todos según lo que merezcan. El hecho de que los buenos vayan a la derecha es mera casualidad, no pensemos en cuestiones políticas.

Puede que no quieran verlo así, porque si lo enfocaran de ese modo se darían cuenta de lo absurdo que es prepararse para tal acontecimiento. De nada les va a servir los botes de tomate y mermelada, de nada los fusiles de asalto (mi hijo flipa con el arsenal que tiene esta gente, a él que le gustan tanto las armas), porque el apocalipsis es el fin de todo, el acabóse, no hay dónde esconderse. Es como Hacienda cuando vas a hacer la declaración de la renta, estás indefenso y no hay posibilidad de huida.  

Como suele pasar, previendo el futuro nos olvidamos del presente, que es lo único tangible que tenemos. Que no se nos vaya la pinza con tantos oscuros augurios, centrémonos en el aquí y el ahora, pues nadie tiene poder suficiente para adivinar el porvenir. Seamos más modestos y realistas y dejémonos de sinsentidos. Bastante tiene nuestro día a día como para añadirle preocupaciones imaginarias.

lunes, 10 de diciembre de 2012

El amor en el cine más reciente


El amor es el eterno tema que, da igual desde qué punto de vista sea tratado, siempre despierta emociones ilimitadas. Dos películas que he visto hace poco y que me han encantado tratan el asunto de forma muy diferente pero con la misma intensidad.

Una es la última versión de Jane Eyre, de Fukunaga. En mi memoria conservo grabada la versión anterior, de los años 70, que marcó un hito en mi iconografía sentimental. Aquella historia y aquella banda sonora formaron parte de mí desde la 1ª vez que la vi. Pero la nueva versión también me gusta. Primerísimos planos de rostros desnudos, sin maquillaje, como esculpidos en roca. La durísima vida en los páramos en invierno. Las casas de piedra, los ropajes sin apenas adornos tan ceñidos a los cuerpos que son como una 2ª piel. El contraste con el estallido de la primavera, la belleza de los árboles en flor y la hierba fresca.

Los sentimientos permanecen reprimidos recortados contra un paisaje desolado, una mansión sombría, o la frialdad de algunos de los protagonistas. Los violines con sus notas furiosas en las escenas más dramáticas son el contrapunto preciso y bello a los atormentados sentimientos. La atracción de polos aparentemente opuestos es el detonante de una historia de amor desgarrada y hermosa. Los deseos más ocultos y profundos salen a la luz con la esperanza de ser satisfechos. Un torrente de emociones desbordadas pasa por encima de los protagonistas y está a punto de hacerles sucumbir. Lo que podría ser sencillo se hace difícil, pero por ello es también más anhelado. El amor, que abre una herida en el corazón cuando no puede ser satisfecho, y que es un bálsamo para los pesares cuando alcanza su culminación. Un final casi feliz permite que gocemos de su triunfo por encima de los obstáculos y de un destino que se preveía inexorable, oscuro y gris.

La otra película que me ha cautivado es El diario de Noa. Una bellísima historia de amor recordada por sus protagonistas en el ocaso de su vida a través de un diario, el diario de vida, felicidad y pasión de una pareja que empezó queriéndose de forma turbulenta (dos fuertes personalidades encontradas) y que logró consolidar su relación a lo largo de los años para vivir un paraíso en la tierra. Bien poco hace falta para que esto sea posible, tan sólo la oportunidad del azar que pone en el camino a dos personas que son capaces de sentir una gran pasión. El suyo es el relato de uno de esos amores eternos, de los que ya quedan pocos, de los que duran toda la vida.

Me encantó en esta película la forma como el protagonista mostró sus sentimientos, esa fuerza enorme que salía de él y que conseguía controlar a duras penas, su perseverancia a pesar de las dudas de ella. Me gustó también la mezcla de energía y fragilidad de la protagonista, su deslumbrante alegría y naturalidad ante la vida. Es el retrato de dos personas que, como se suele decir, están hechas la una para la otra, como si fueran dos mitades de un mismo molde que encajaran perfectamente.

Siempre me ha atraído poderosamente la figura masculina que es absorbente pero que deja un espacio para el desarrollo personal de la pareja, que es protector pero no paternalista, que es perseverante frente a la adversidad, que es constante pese al paso del tiempo, que es capaz de sentimientos de gran calado y autenticidad. No se trata de encontrar explicaciones al por qué se siente tal o cual cosa, ni de hallar sentido práctico ni finalidad a lo sentido. Las conveniencias están fuera de lugar, y el análisis psicológico. Sentir más y pensar menos.

Hay muchas maneras de amar, como el cine más reciente nos muestra, pero todas conducen al mismo lugar: la consecución de la felicidad, del desarrollo como personas, el sentirnos completos. Sucede con todas las formas de amor, y especialmente con el amor pasional.
 

 
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