miércoles, 5 de diciembre de 2012

Entrevista a Ang Lee


Con motivo del estreno de su última película, La vida de Pi, que no tardaré en ir a ver, leía hace poco una entrevista al director de cine Ang Lee muy interesante. Siempre quise saber un poco más acerca de este hombre singular, que se distingue del resto de sus compañeros de profesión por su particular manera de enfocar los temas que trata. No hay una película suya que se parezca a otra, su capacidad creativa es sumamente diversa, muy sorprendente, como un artista capaz de hacer obras con estilos tan diferentes que sería muy difícil saber nunca que pertenecen al mismo autor.

En la entrevista le preguntaban por sus motivaciones a la hora de elegir un tema determinado. “Busco proyectos que me emocionan: unas veces por la historia, como me pasó con Sentido y sensibilidad, y otras por su aspecto estético, como Tigre y dragón. En el caso de La vida de Pi me gustaba cómo el libro contemplaba la pérdida de la inocencia, las dudas internas (...) No quería hacer una película naif ni inocente, pero sí reflexionar sobre cómo sufrimos al crecer y forcejeamos con la vida”.

Durante el rodaje viajó a Taiwán y la India, sin su productor habitual. “Tuve que hacerme cargo de un proyecto muy grande y en 3D. Fue duro, pero no quería una película realista y palpable, sino imaginativa y fantástica. ¡Y uno no aprende nada sin dolor!”.

Ang Lee piensa que el 3D es bueno para el cine dramático. “Permite dar una profundidad especial a los rostros, es un lenguaje diferente”. Pero no cree que el 3D llegue a acaparar toda la producción cinematográfica. “El color eliminó al blanco y negro, el sonoro al mudo... Pero espero que el 3D no acabe con nada, sino que haya una coexistencia”.

Muchas de las películas que se hacen actualmente están basadas en libros de éxito, como esta última cinta del director, pero cree que no se puede llevar a la gran pantalla con absoluta fidelidad lo que se ha escrito en un relato. Cada faceta artística tiene su propia forma de expresión. “La literatura y el cine son distintos, por muy fiel que intentes ser. Y ni soy ni quiero ser un traductor de lenguajes”.

En la entrevista le preguntaron si siempre que leía un libro pensaba que podía convertirse en una película. “¡No, aunque me pasó con Sentido y sensibilidad! También con Brokeback Mountain, por ejemplo, porque lloraba en distintos fragmentos y quería transmitir esa emoción a los espectadores”.

Llama la atención la educación exquisita y la armonía que transmite Ang Lee, quizá por su origen oriental, algo que contrasta mucho con la personalidad de sus compañeros de profesión occidentales. “No suelo estar tan tranquilo como ahora... Todo acto humano implica un conflicto, y en el cine hay muchos conflictos. Pero soy una persona tímida, no me gusta estar muy expuesto ni recibir mucha atención, y sobre todo odio las comparaciones: que si las obras de otros cineastas, que si la carrera por el Oscar... No me gusta. Por eso rodar es una buena terapia: la gente me deja tranquilo. Casi descanso más cuando hago una película, porque puedo pedir que me dejen en paz. En todo caso, no me puedo imaginar una mejor forma de vivir que esta. El cine es, para mí, casi como una religión”.

Ang Lee dice que fue educado en el cristianismo por su madre. “Rezaba cuatro veces al día, iba a la iglesia... Así hasta los catorce años. Después, al crecer, me acerqué al taoísmo de mi entorno: el yin y el yang y ver que el camino de dios es un misterio que, probablemente, no se puede encontrar. Me gusta que las películas te ayuden a creer en algo, te enfoquen, te hagan sentir parte de una experiencia superior. Los filmes son una ilusión, pero nos hacen sentirnos reales, nos conectan con más gente. No sé si eso es algo religioso, pero a mí me llena de sensaciones”.

En la entrevista le preguntaron cómo ve el mundo real. “La naturaleza, siempre, toma su propio curso, y los humanos tendemos al consumo, al egoísmo, a poseer cada vez más y sin límites. Pero no tengo una buena respuesta, porque es todo demasiado complicado. Lo que sí me pregunto es por qué no hay mejores líderes en el mundo, por qué no son más listos y nos orientan mejor y, sobre todo, por qué no nos dan una esperanza real. Se ha perdido la inocencia, nos conformamos con sobrevivir y pensar en nosotros mismos”.

Nacido en Taiwan pero educado en EE.UU., Ang Lee sabe desenvolverse en ambos mundos sin que lleguen nunca a mezclarse. Es capaz de realizar películas con una temática muy polémica en su momento, como ocurrió hace 7 años con “Brokeback Mountain”, y otras de una delicadeza extrema, como “Sentido y sensibilidad”. 

En el cine de Ang Lee, con independencia del tema que trate, siempre me ha parecido que destaca sobre todo su enorme sensibilidad, exquisita. Cualquiera de sus trabajos merece todo nuestro interés.

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