lunes, 30 de abril de 2012

Efectos especiales de cine


El mundo de los efectos especiales por ordenador es un mundo fascinante que no ha hecho sino crecer y desarrollarse a lo largo de los años. Desde aquellas famosas imágenes de la luna, en los tiempos del cine mudo, representada por la cara de un actor con abundante y pastoso maquillaje, sobre la que había aterrizado un supuesto cohete en uno de sus cráteres, que en realidad era uno de sus ojos, han pasado muchas cosas, y las técnicas han ido evolucionando de forma vertiginosa y sofisticada. Hoy en día no hay nada prácticamente que no se pueda lograr en el cine.

El mago de Oz fue pionera dentro del cine sonoro cuando afrontó el reto de visualizar en la pantalla un huracán. La primera idea que se tuvo fue emplear los indicadores de viento existentes en los aeropuertos. Se construyó un enorme tubo de muselina de las mismas características. Luego se realizó una reproducción a escala del cercado y la granja que aparecen en la película.

La base del tornado desaparecía por una ranura del decorado, cubierta de goma, por donde se conectaba a un caballete (una estructura metálica móvil similar a las utilizadas en los almacenes para levantar pesos), que iba a su vez prendida de un pequeño coche. Este efecto, combinado con aire comprimido, humo y polvo, fue filmado a través de dos pantallas de cristal cubiertas de nubes de algodón gris que simulaban el cielo tormentoso.

Todo lo que ve la protagonista desde la ventana de su casa, atrapada en el interior del tornado, se logró mediante sobreimpresiones. El tubo de muselina fue filmado por una cámara giratoria.

Algunos de los cuarenta operarios a punto estuvieron de intoxicarse con la preparación de algunos efectos, por ejemplo, al verter resina caliente en mercurio frío.

Así y todo, en los trucajes menores el ingenio primó sobre la improvisación: se empleó látex para construir los árboles parlantes, y un sistema de polvo de talco y aire comprimido fue la chimenea del Hombre de Lata.

En contraste con todas aquellas técnicas tan básicas que utilizaban materiales corrientes y mucha imaginación, en los años 70 se produjo el despegue meteórico de los efectos especiales. George Lucas fue un pionero de los efectos especiales cuando, mientras preparaba el rodaje de Star Wars, fundó Industrial Light & Magic en 1975. Aquella película marcó un hito en la historia de los films de ciencia ficción, género en el que los trucajes visuales han sido cruciales. La 1ª película que se hizo de la serie tenía unas 500 tomas con efectos especiales. Para realizar las maquetas de las naves espaciales, los técnicos adquirieron numerosas maquetas de aeromodelismo, y las fueron ensamblando hasta completar unos imaginativos diseños que hoy son ya legendarios. Todos estamos aún alucinados con aquellas naves flotando en el espacio sideral negro e inmenso, o con la fosforescencia de las espadas láser que los protagonistas usaban en sus luchas. Muchas de estas cosas están ya más que superadas, pero en su momento fueron una novedad acogida con sorpresa y entusiasmo por el gran público.

George Lucas abrió después un departamento de sonido, otro de videojuegos y un estudio digital, que posteriormente conformó Pixar, el famoso estudio de animación por ordenador.

Willow fue uno de los primeros largometrajes en utilizar detallados gráficos por ordenador para representar personajes, concretamente en los efectos especiales de transformación, como cuando Willow usa la varita mágica para acabar con el troll o cuando un tablón de madera de un puente se convierte en piedra. Fue esta una película fantástica, increíble y tierna, que dejó en el espectador una huella imborrable, y nos inició en el mundo de los mágicos seres de los bosques.

En E.T. Spielberg, el maestro de los efectos especiales por excelencia, que ya tenía en su haber películas como Encuentros en la 3ª fase, un hito en la historia del cine, marcó toda una época con el personaje que hizo construir, y con escenas como las de la bicicleta voladora con enorme luna de fondo.

Con Jurasic Park Spielberg quería hacer los dinosaurios a tamaño real, pero se dio cuenta de que era tremendamente caro. Convocó a los creadores de efectos especiales más importantes de Hollywood, cuatro empresas que pasaron un año investigando todo cuanto se conocía sobre el tema, con el asesoramiento permanente de dos de los paleontólogos más prestigiosos del país. Terminado el rodaje, empezó el trabajo de los técnicos que debían añadir los planos con imágenes infográficas (imágenes que tratan de imitar el mundo tridimensional mediante el cálculo del comportamiento de la luz, los volúmenes, la atmósfera, las sombras, las texturas, el movimiento, etc.), pero sus ordenadores iban más lentos de lo que Spielberg esperaba. Se necesitarían varios meses y treinta millones de dólares. La mitad del presupuesto se fue en efectos especiales.

Pero la revolución de los trucos visuales en el cine vino con Forrest Gump. Me llamaron la atención la forma como eliminaron las piernas del actor que encarnaba al teniente Dan. Se le pusieron unos calcetines altos azules a la altura a la que luego aparecen cortadas. Cuando está sobre la borda del barco se hizo un hueco para que pasara las piernas con naturalidad antes de tirarse al agua. También fue increíble la inclusión del protagonista en escenas rodadas hace años con personajes famosos.

Piratas del Caribe no sería nada sin los efectos especiales. El montaje digital de una imagen sobre otra, tomando como base el cuerpo real de los actores, hasta transformarlos en seres casi monstruosos, es de un realismo extraordinario. 

Terminator 2, Jumanji, Twister, Superman, Origen, 2012, Harry Potter, son incontables las películas cuyos efectos especiales nos han sorprendido y admirado a lo largo de décadas. Cada vez se utilizan más, hasta el punto de que el cine actual hace recaer todo el peso de las historias en estos prodigios visuales antes que en la contundencia de sus argumentos. No sabemos lo que está aún por venir, con los vertiginosos avances que se producen cada poco tiempo en composición óptica, montaje fotográfico por ordenador y simulación digital, pero lo imaginamos plagado de suculentas invenciones que romperán todos los moldes hasta ahora conocidos.

viernes, 27 de abril de 2012

Un poco de todo (XLIII)


- Vivimos tiempos convulsos. Parece que ya nada está en su sitio. Cambios políticos, sociales, económicos, a una velocidad vertiginosa. Tengo la sensación de que nos hubiéramos montado en una gigantesca montaña rusa en la que no paramos de subir y bajar, de girar una y otra vez en constantes espirales de sinrazón colectiva.

Ser testigos del panorama nacional que nos aqueja, donde personajes de opereta parecen no tomarse nada en serio, incapaces de controlar sus histrionismos, es algo que desalienta. Nos hemos perdido el respeto unos a otros. Todo se ha trastocado. Ahora los reyes piden disculpas por haberse ido de safari, las Vegas quieren invadir nuestra relativa calma de ciudad aún castiza, la Bolsa ha retrocedido a niveles de hace 9 años, y el interés general es captado casi exclusivamente por el fútbol.

Ya no hay buenos ejemplos, ni gente de la que se pueda uno fiar. Priva la cultura del timo más descarado, del trueque de favores, de tonto el último. Como en la época del Lazarillo de Tormes, la picaresca sigue estando a la orden del día. He leído por ahí que es timorato hablar de una crisis de valores. Yo hablaría más bien de una desaparición de valores, de una ausencia casi absoluta de referencias éticas que nos orienten en el marasmo en el que flotamos.

¿Quién sobrevivirá a este naufragio? ¿Qué quedará después de este tifón que está sacudiendo al mundo entero? Cuando la amenaza climática, las armas de destrucción masiva y la crisis total se ciernen sobre nosotros, con las voces de los visionarios de fondo atizando leña al fuego, parece que sólo queda resignarse. Tan sólo nos alienta un poco de dulzura y esperanza en las sonrisas de los niños, en sus manitas tendidas a nosotros en busca de atención y protección, cuántos tesoros aún no mancillados. Sería imperdonable perder eso también.

- Y es que realmente se le vio al Rey muy solo en la puerta de la habitación del hospital, pidiendo perdón por asuntos públicos y privados diría yo. Parecía un niño pequeño compungido y arrepentido por alguna travesura cometida, y nadie de su familia para acompañarle.

Y lo de Las Vegas en Madrid es un tema cada vez más polémico. He leído que haría falta cambiar las leyes referidas a horarios comerciales, enjuiciamiento civil, juego, extranjería, y prevención de blanqueo de capitales. Además una ley que garantice exclusividad y ventajas fiscales durante 10 años, y que se permita a menores y ludópatas reconocidos entrar en los casinos, en cuyo interior se podría fumar.

Prostitución, mafias, son lacras que hacen olvidar el dinero que va a circular si se llevara a efecto y la cantidad de puestos de trabajo que se generarían. Hagan juego señores, las apuestas están abiertas.

miércoles, 25 de abril de 2012

Fotógrafos (XII): Jackie Rueda














Esta fotógrafa venezolana estudió Periodismo, en la especialidad de Audiovisual, pues desde muy joven supo que quería dedicarse al mundo de la fotografía, cuando su padre la compró una cámara siendo adolescente.

Años más tarde se trasladó a Canadá con su familia, y allí decidió dedicarse profesionalmente a esto. Creó un blog, Casi en serio, que recibió un premio de fotografía. Montó un estudio en su casa, abrió una tienda, Etsy, e hizo una página web. Debido a su extraordinaria capacidad para transmitir sus conocimientos, empezó a dar cursos y talleres en su L'Atelier, por los que han pasado figuras muy conocidas.

Su grupo en Flickr, La vuelta al mundo, que se inició hace dos años, es lugar de encuentro de alumnos y fotógrafos que se van sumando en número creciente.

En esta serie que he escogido se puede apreciar la calidad y delicadeza de su trabajo. En la mayoría de sus fotos llama la atención el uso que hace de los tonos pastel. Al mirar estas imágenes se tiene una sensación de bienestar. Me parecen muy apropiadas para esta primavera que nos invade.

martes, 24 de abril de 2012

Las memorias de Diane Keaton (II)


La actriz describe sus relaciones amorosas con hombres que, la verdad, nunca dejarían indiferentes a ninguna mujer, entre ellos Warren Beatty, de quien he leído en más de una ocasión críticas no precisamente buenas sobre su persona, procedentes de amantes despechadas, cómo no, que son legión en su caso, pero Diane le trata con suma delicadeza y afecto. “Warren abría todas las puertas con su detector de tonterías cargado a tope. Siempre buscaba lo que se escondía detrás de la fachada, y fue la única persona lo bastante curiosa para preguntarme si mis gafas de Annie hall estaban graduadas. Me pilló. Mientras Woody animaba mis proyectos artísticos con comentarios como “P.D: Han llegado tus fotos. ¡Cada vez mejores! ¡En serio!”, Warren miraba de soslayo uno de mis collages y decía: “Eres una estrella de cine. Eso era lo que querías. Lo has conseguido. Acéptalo. ¿Adónde te va a llevar todo esto?”. Era lo que me gustaba de él: decía lo que pensaba. Y pensaba teniendo en cuenta muchas variables.

Si comparo la relación de mi madre y mi padre con la que mantuve con Warren, es indudable que lo que este ofrecía era mucho más seductor que lo que jamás habría podido brindar mi padre. Le confesé que me aterraba volar, y un día me sorprendió cuando me disponía a embarcar hacia Nueva Cork, me cogió de la mano, subió conmigo al avión, se sentó sin soltarme la mano y siguió así hasta que aterrizamos. Una vez a salvo en tierra, me besó, dio media vuelta y regresó a Los Ángeles. El día de San Valentín me compró una sauna seca para un cuarto de baño y una sauna húmeda para el otro. Era pródigo en gestos magnánimos. Y me llenó la cabeza de ideas alocadas: que si yo tenía un potencial enorme; que podía ser directora, política y una de las actrices más respetadas del mundo si lo deseaba. Yo me reía y le decía que estaba loco. Pero me encantaba, y me encantaba él, sobre todo su disparatada generosidad”.

Los collages a los que se refiere son unas extrañas composiciones que Diane solía hacer con recortes de fotos de miembros de su familia, trozos de partes del cuerpo humano, publicidad de revistas sobre la que pegaba frases con mensajes, todo en un revuelo aparentemente sin sentido cuyo significado, como el de cualquier obra abstracta, sólo su autora conoce. Hay fotos de ellos en el libro.

Diane se refiere a Warren en su experiencia como protagonista de Reds, film que él dirigió. “Ni siquiera ahora puedo decir que sienta mi interpretación en la película como mía. Era más bien una reacción a Warren (…) al efecto que producía Warren Beatty.

Hizo falta el trágico reencuentro de John Reed y Louise Bryant (los personajes protagonistas) en la estación para que sintiera cierto orgullo encarnando un personaje tan provocador. Warren tuvo que esperar unos sesenta y cinco penosísimos primeros planos antes de que yo fuera capaz de derribar el muro de rebeldía que había construido y dejar a un lado mi aversión por una mujer a la que necesitaba querer para poder interpretarla. Rodar la escena fue una experiencia que no había previsto. Gracias a la tenacidad de Warren, de repente y contra todo pronóstico, el amor surgió a raudales…”

Siguen las referencias a su madre. “Fueron los esfuerzos de mi madre, sus conflictos y su amor los que favorecieron las pocas habilidades que tengo para PENSAR. Apoyó decisiones que crearon experiencias que ensancharon mi vida”.

Describe, finalmente, cómo se fue de este mundo, en un pasaje que a mí me conmovió profundamente. “Estábamos mi madre y yo solas por última vez. Miré su rostro (…) Qué ironía que la hermosa cara de mi madre hubiera imposibilitado que la gente percibiera la frágil alma que se ocultaba detrás. Me acerqué más. (…)Me pregunté qué habría visto antes de que sus ojos se cerraran. Tal vez el paisaje de rostros inclinados que tanto había amado había sido una intromisión; todas esas cabezas que se movía con perplejidad. Mamá ¿qué oyes en la tierra sin palabras? (…) Si el sonido es lo último que desaparece, espero que nuestro coro te serene. Es nuestra nana de pesadumbre. ¿Nos oyes arrullarte?”.

El apartado que dedica al rodaje de Cuando menos te lo esperas, casi al final del libro, deja un gusto divertido y dulce en la boca. Comedia deliciosa en la que compartió protagonismo con el increíble Jack Nicholson. Según cuenta, su interpretación no se alejó mucho de lo que por su propio estado vital de ese momento sentía. Sin embargo Diane ya debería saber a estas alturas que los hombres, cuantos más años cumplen, más jóvenes les gustan las mujeres.

No he querido comentar muchos pasajes de estas memorias porque abordan temas muy personales y especialmente delicados que es mejor leer personalmente: el abandono de su padre, los problemas de bulimia en su juventud... El libro no es muy extenso, pero sí tiene profundas resonancias espirituales. Los recuerdos y pensamientos de Diane Keaton, una mujer que ha cultivado una imagen frívola y divertida, tienen en realidad mucho calado, y nos muestran a una mujer quizá atormentada por hechos del pasado y atribulada por las mismas dudas existenciales que han aquejado siempre a su amigo Woody Allen. 

Ahora parece atravesar Diane una etapa feliz con la crianza de sus hijos adoptivos. Algunas cosas llegan un poco tarde a la vida de algunas personas, pero llegan al fin, y para bien.

lunes, 23 de abril de 2012

Las memorias de Diane Keaton (I)


La imagen que tenemos de Diane Keaton es la de una mujer libre, independiente, enamoradiza y bastante dispersa que, por su cálida y particular forma de relacionarse con los demás, ha conseguido conocer a lo largo de su vida a las personas más interesantes que se puedan imaginar y llegar a un lugar que ni ella misma hubiera nunca sospechado.

Cuando hojeamos sus memorias, la 1ª y constante referencia que encontramos en ellas es a su madre. Ella está presente en todos los momentos de su existencia, incluso ahora que ya no está en este mundo. La existencia de ella marcó la suya propia de manera determinante, y aunque no estaba de acuerdo con su forma de vivir y algunas cosas que decía y pensaba, Diane le guardó el respeto y adoración propios de una hija, aún cuando le hubiera gustado que las cosas fueran de manera diferente. Para Diane su progenitora fue siempre un ejemplo y un refugio.

“Sin embargo ¿se me puede reconocer a mí como la persona que era cuando se estrenó “Annie hall, hace casi treinta y cinco años? Recuerdo que la gente se me acercaba por la calle para decirme: “No cambies, no cambies nunca”. Incluso mi madre me dijo una vez: “ No envejezcas, Diane”. Esas palabras no me gustaron entonces y tampoco me gustan ahora. El agotador esfuerzo que significa controlar el tiempo modificando sus efectos no aporta felicidad. Aquí tengo una palabra para ustedes: felicidad. ¿Por qué la felicidad era algo a lo que yo creía que tenía derecho? ¿Qué es la felicidad, al fin y al cabo? Insensibilidad. Eso dijo Tennesse Williams”.

Diane vuelve adelante y atrás en el tiempo a lo largo de sus memorias, un poco caóticamente, como es ella. Recuerda la determinación de su madre a lo largo de su vida, tanto cuando ésta ya se estaba acabando como cuando ella era niña. “La última palabra de mi madre fue “no”. No a los constantes pinchazos. No a las invasiones no solicitadas. No a “Dorothy, la cena”. No a “hora de las pastillas, abra la boca”. No a “vamos a darle una vuelta”. No a “¡No! (…) Recuerdo que, incluso cuando yo era niña, mi madre se retiraba a cualquier habitación vacía con un anhelo que dejaba en segundo plano su absoluto amor por nosotros. Una vez allí, dejaba a un lado el papel de madre abnegada y amante esposa y se refugiaba en sus pensamientos”.

También habla Diane Keaton con ilusión y nostalgia de sus primeras lecciones de interpretación, y especialmente de un profesor que la marcó extraordinariamente. “Nos enseñó a mantenernos en la verdad del momento. Nada de preguntas. Convirtió la observación y la escucha en un paso previo a la expresión. Era un hombre sencillo y directo. Prescindiendo de todo adorno, nos dio la libertad de cartografiar el complejo territorio del comportamiento humano sin abandonar la seguridad de su dirección. De este modo, jugar con fuego resultaba divertido. Me encantaba explorar el momento compartido siempre y cuando él estuviera observando. Había una regla fundamental: “Responde primero a tu compañero y piensa después”. Si se infringía esa regla, empezaba a soltar frases lapidarias. “No existe eso que se llama nada, “En el teatro, el silencio es ausencia de palabras, pero nunca ausencia de significado” (…) Por encima de todo, me enseñó a apreciar el lado oscuro de la naturaleza humana. Siempre había tenido facilidad para percibirlo, pero nunca el coraje suficiente para adentrarme en un territorio tan peligroso y esclarecedor”.

La 1ª vez que su madre la vio en el cine, con ocasión del estreno de Sueños de un seductor, ya a las órdenes de Woody Allen, con quien aún sigue manteniendo una gran amistad, se quedó muy sorprendida. Anotó en su diario: “Ver a Diane ha sido toda una experiencia. No sé cómo explicar el efecto que causa en la gente. (…) Es independiente. A veces es muy sencilla y otras parece tan sabia…”. Su madre escribía un diario que sólo tiempo después de que ella hubiera muerto se atrevió a leer, temiendo hallar en él cosas inesperadas y poco gratificantes, como así fue.

Diane habla de la belleza de su madre, incluso ya en la vejez, e intercala fotos de familia en las que aparece con sus hermanos y padres, y en las que se puede apreciar que no guarda parecido con ningún miembro de su familia, lo que la hizo sentirse un poco ajena a ellos, como el patito feo. Sus hermanos sí se parecían mucho a su madre.

viernes, 20 de abril de 2012

La nueva interfaz de mi blog


Llevaba tiempo viendo un nuevo enlace entre los muchos que tiene mi blog, cada vez que me metía para trapichear en los entresijos de este mundo particular mío, que ya es de todos vosotros también. “Prueba la interfaz actualizada de blogger”. Como siempre tengo miedo de tocar algo que no conozco y desconfigurar el blog, hasta hace poco no me había decidido a hacerlo.

Fue como abrir la caja de Pandora. Apareció ante mis ojos un nuevo diseño interno del blog, con nuevos enlaces a través de los que puedo acceder a datos numéricos. Cuando me meto en Visión general, aparecen unos gráficos, referidos a la última semana, en los que hay dos parámetros, hasta 400 y hasta 800 páginas vistas, en torno a los cuales suben y bajan los picos de interés.

En Estadísticas se pueden ver las páginas vistas en el día de la fecha, las vistas el día anterior (740 leo), las vistas en el último mes (16.936), y las páginas vistas a lo largo de todo el tiempo que hace que empecé a escribir en el blog, ¡256.564!. Mentiría si dijera que estos datos no me causan asombro y regocijo. Sé que mucha gente pasará por aquí sin detenerse, buscando otra cosa, sin leer ni mirar apenas nada de lo que he publicado, y aún así contará como visitante, pero no deja de ser muy halagador comprobar cuántas personas se interesan por lo que escribo. ¡Y yo que creía que me leían cuatro gatos!. Antes tenía un contador de visitas, pero no sé qué debí hacer que lo desactivé y ya no supe cómo volver a activarlo. Por eso, como ha pasado tanto tiempo sin tener datos, me he sorprendido tanto.

Luego hay un apartado llamado Fuentes de tráfico, donde aparecen las rutas que utiliza la gente para llegar a mí, todas de Google. La más utilizada es Google search. También todos los sitios web a través de los que acceden a mi blog (google.es aparece 977 veces), y las palabras clave de búsqueda con el nº de veces que han sido utilizadas.

En la pestaña Público hay unos porcentajes con las páginas vistas por los navegadores. Chrome se lleva la palma de la mano, con el 53%, Internet Explorer el 22%, Firefox 16%, y 7 páginas más con porcentajes descendentes. También páginas vistas por sistemas operativos: Windows el 90%, Macintosh el 5%, y luego Linux, Android, iPhone, iPad, BlackBerry, iPod y Nokia con un 1% cada uno. Además aparece un mapamundi con las zonas del mundo donde soy leída. En diferentes tonos de verde me indican la intensidad con la que me siguen. España por supuesto es el color más fuerte, después México, Colombia y Argentina, y en tonos más suaves Chile, Perú, Venezuela, EE.UU, algunos sitios de Canadá. y ¡Alaska!. En el resto del mundo no existo.

En la pestaña Entradas he podido ver el nº de visitas que cada post ha tenido, y he vuelto a sorprenderme. El 1º que dediqué a Londres, recibió la friolera de 12.814 visitantes. Curiosamente, aquellos temas que más me interesaban a mí y con los que disfruté más escribiendo no son los que más demanda el público lector. Así tenemos posts como Guarderías, con 7.244 visitas, Agujeros negros, con 6.254, la serie Citas que dediqué a la libertad 6.642, En el vientre materno 5.118, La vida como un cuento 4.537, Periódicos antiguos 3.959, Criss Angel 3.486, James Blunt 3.298, Fumar o no fumar 3.044, El sexto sentido 3.028, la serie Arte urbano con Julian Beever 2.718, la serie Ilustradores con Leyendecker 2.408, Thelma y Louise 2.106.

Las series de pintura hiperrealista y grandes arquitectos contemporáneos también tienen una gran acogida. Entre los hiperrealistas Anna Kostenko con 9.369 visitas, Rob Hefferan 5.526, Paul S. Brown 4.144 y Adam Stennett 2.339. Entre los arquitectos Norman Foster con 5.620, Rem Kolhaas 1.982, Zara Hadid 1.219.

La serie Un poco de todo tiene sorprendente acogida, dependiendo de los temas que trate, en determinados momentos, como uno del 14 de mayo del año pasado, con 1.258 visitantes, y otros con varios cientos de visitas. O la dedicada a recetas, con 986 al que dediqué a la merluza con gambas, o 752 a los canelones (curioso). Y la que empecé referida a la astronomía, 629.

Además el nº de visitas no es inmutable, sino que aumenta, pues a lo largo del tiempo mi blog puede ser visitado por tantas personas tengan curiosidad por cualquiera de los temas que ahí traté en su momento.

Los asuntos más intimistas rara vez son muy leídos. Todos los posts tienen muchas visitas, algunos mil y algo, salvo alguna excepción, pero no sé por qué sólo a partir del 10 de agosto de 2009. Antes de esa fecha apenas tenía lectores. Supongo que cuanto más crece un blog, más conocido se va haciendo y en más sitios te leen. Yo seguiré escribiendo sobre todo aquello que despierte mi interés y que crea que puede gustar a los demás, las cifras son importantes pero no van a condicionar mis gustos ni la necesidad que yo tenga en cada momento de hablar de ciertas cosas. Seguidores oficiales sólo tengo 37, pero veo que son muchos más los que se asoman a este cuaderno de bitácora particular con el que intento expresarme cada día.

Muchas gracias a todos por vuestro interés y vuestra acogida. Me siento abrumada, reconfortada, ilusionada, reconocida por todos vosotros.

jueves, 19 de abril de 2012

Paulo Coelho, el olvido y la superación


Hace poco me mandaban un e-mail con algunas reflexiones de Paulo Coelho, con ese particular estilo suyo tan zen. Sus palabras suelen ser curativas, balsámicas. En esta ocasión hablaba sobre la necesidad de pasar página en el devenir de la vida, de dejar atrás el pasado, y en particular las experiencias negativas.

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido de todo lo demás. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlos. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van cerrando.

¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó tu relación? ¿Ya no vives más en esa casa? ¿Debes irte de viaje? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente “revolcándote” en los porqués, en rebobinar el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.

El desgaste va a ser infinito, porque en la vida tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados a ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas o con momentos de la vida, y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse.

No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces, es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, y vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.

El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El encender tu “televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte y amargarte.

La vida va hacia adelante, nunca hacia atrás. Si andas por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran? ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?) ¿Necesidad de aclaraciones? ¿Palabras que no se dijeron? ¿Silencios que lo invadieron?

Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese trabajo.


Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprenderte de lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir, porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente, se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad.

Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.

Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará a seguir para adelante con tranquilidad.

¡Esa es la vida!

miércoles, 18 de abril de 2012

Ilustradores (VI): Amanda Cass





Ilustradora australiana, dedicada a la fotografía, el arte digital y la pintura.

Esta serie de ilustraciones están inspiradas en el amor. La protagonista es una chica despreocupada que ama la vida y la libertad, y que ve amor en todo lo que hace y donde quiera que va. Inocencia, ingenuidad, delicadeza, frescura. Color intenso. Ingenio e imaginación.

Amanda ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su obra.

martes, 17 de abril de 2012

Un poco de todo (XLII)


- Siempre me han chocado esas imágenes, tan corrientes en el mundo asiático, de bodas multitudinarias en las que montones de novios deciden casarse en tropel, como si pasar por ciertos trances en compañía se hicieran más llevaderos. Parece que, entre tanta gente que está haciendo lo mismo que tú, los nervios se disipan y se le quita importancia al momento.

Pero no deja de chirriarme esa forma de pasar por el altar. En Occidente estamos acostumbrados a que una boda sea una ocasión única, quizá no tan irrepetible como antaño, pero desde luego especial, en la que los contrayentes son los absolutos protagonistas de un acontecimiento decisivo en sus vidas, un momento romántico que recordar para la posteridad.

Estas bodas múltiples me recuerdan a las bendiciones multitudinarias que concede el Papa desde el balcón, urbi et orbe, en las que todos quedan perdonados de sus pecados sin necesidad de confesión individual, al menos por el tiempo que pase hasta que vuelvan a pecar, que será un rato después.
También me recuerdan, quizá un poco macabramente, a la bendición del sacerdote a la multitud que está a punto de perecer, en una guerra o un accidente, y para la que tampoco hay tiempo de acudir a la confesión. Como una extremaunción masiva.

Ya los bautizos dejaron hace tiempo de ser momentos únicos de un solo bebé para convertirse en un acontecimiento en el que muchos niños a la vez reciben las aguas bautismales. Las comuniones sí han sido siempre festejos llenos de muchos niños a la vez, pero con las bodas me sigue pareciendo extraño, como si fuera una fábrica de churros, o unos grandes almacenes que ofertaran la ganga del momento. He leído por ahí que el motivo de estas bodas colectivas es porque son gratuitas. Pero la ocasíón, sin duda, pierde solemnidad, ya no parece tan especial.
- Hace tiempo vi un programa en Digital + que me llamó mucho la atención. Se llama El cocinero global, y en el episodio que televisaban en ese momento un tal Fred viaja por diversas poblaciones de Senegal y se mezcla con la gente del lugar, para aprender a hacer platos típicos de allí, elaborados a base de pescado, verduras y arroz. Después él cocina una receta suya, también exótica, mango con caramelo y arroz, que tiene mucho éxito, a juzgar por la rapidez con que lo devoran todos.

En alguna ocasión Fred se ve obligado a comer algo que no le gusta, como ocurrió con un plato, un mejunje hecho a base de mijo cocido. En la mayoría de los poblados hay pocos medios de subsistencia, y sin embargo se ve a la gente contenta, bailan mientras están cocinando y cuando están comiendo tocan palmas y se mueven rítmicamente. La comida es una fiesta, un momento para reunirse y celebrar.

Fred visita también la ciudad. En ella no hay aceras ni asfalto, las casas se construyen sobre la arena. En una tienda se vende carne a la brasa con mostaza, algo que gusta mucho allí.

En todas partes se pone a hablar con los que se va encontrando, y al final consigue que lo inviten a una reunión gastronómica. Como es en un lugar algo lejano, tiene que viajar en un autobús, atestado de gente. Hay 80 personas al menos reunidas para comer, meditar y conversar. Las mujeres se ocupan en exclusiva de cocinar. Fred les hace preguntas, y ellas se ríen y le toman el pelo. Utilizan grandes trozos de pescado que sumergen en una salsa roja, en la que cuecen arroz, y lo acompañan con verduras.

Hay un gran contraste entre el intenso colorido de las vestimentas y turbantes de las mujeres y la comida que están preparando. En África todo es color.

Hasta en el tren con el que viaja a los poblados echa la cámara un vistazo al sitio donde se preparan los alimentos, un cuchitril con una cocina de gas y cacerolas desportilladas.

Están muy de moda los programas presentados por aventureros un poco locos que pretenden enseñarnos los rincones más recónditos de la Tierra, pero no había visto nunca uno en el que se centraran especialmente en su cultura culinaria. A pesar de la pobreza del país, las gentes de Senegal resultaron ser hospitalarias, ofrecían lo poco o mucho que tenían. Descubrir sus costumbres fue una aventura y un auténtico placer.

lunes, 16 de abril de 2012

El más allá según Anne Germain


A raíz de ver a la médium Anne Germain en el programa de Jordi González, Más allá de la vida, del que había oído mucho hablar pero que no había visto hasta ahora, debo confesar que me sentí muy impresionada y conmovida por la forma como tuvo lugar.

Solemos ser escépticos con este tipo de cosas, ya que ha habido a lo largo de la historia un sinnúmero de timadores que han pretendido hacerse pasar por lo que no eran, jugando con los sentimientos de la gente, y enriqueciéndose a costa de las esperanzas y las ilusiones de los demás, que acuden a ellos intentando hacer realidad el sueño tan común al ser humano de, si no ver, por lo menos poder volver a hablar con los seres queridos que ya no están.

Siempre invitan al programa a gente famosa. En esa ocasión vi a María del Monte, con cuyo padre contactaba la médium, aportando detalles que según la aludida sólo sabía ella. Me angustian mucho los esfuerzos que hace la gente por intentar mantener la compostura y no ponerse a llorar desaforadamente cuando oyen las cosas que se les dicen.

Después vi a Julián Contreras, cuya famosa madre “habló” a través de Anne Germain, y le hizo soltar alguna lagrimilla. La médium era traducida en todo momento por el presentador, aunque Julián sabe hablar perfectamente inglés. Es un chico que me ha caído siempre muy bien, es muy buena persona, y muy educado y estiloso. Le faltó tiempo para saludar a Anne Germain con un besamanos. Confesó que tenía sus dudas al acceder venir al programa, no tanto por ser escéptico respecto a lo trascendental como por temor a que lo que le pudiera pasar allí le dejara “tocado”, porque como él mismo dijo después, “luego tengo que vivir con ello”. La médium lloraba durante su intervención, pues cuando transmite los mensajes de ciertas personas difuntas siente algún tipo de angustia o dolor que aquellas también parecen sentir.

Esta mujer llama mucho la atención. Viéndola, se diría que es la típica señora madura inglesa, blanca, rubia, con ojos muy azules, entrada en carnes, muy suave y dulce. Me la imagino cortando roast beef en el comedor de su casa en compañía de su marido, en alguna barriada londinense. Hablar con ella da mucha paz aunque no se dedicara a la vida ultraterrena. Es evidente que se trata de una persona muy espiritual y muy sensible. Lamentaría mucho que lo suyo fuera un fiasco, como otras veces ha ocurrido.

En Internet se ven muchas cosas en contra de ella. Hay mucha incredulidad respecto a este tema, y más en un mundo tan materialista como el que vivimos, donde es difícil concebir una vida más allá de la que aquí tenemos. Se asegura que hay cámaras y micrófonos hasta en el último rincón del plató, para captar cualquier comentario que se haga entre el público, que luego le servirá a la médium para sus intervenciones con los asistentes. También se afirma que éstos tienen que rellenar previamente un exhaustivo cuestionario en el que se les pregunta cosas de su familia, fallecimientos recientes, etc. Al ser personas anónimas, no habría otra manera de saber algo de sus vidas como ocurre con los famosos.

Anne Germain no habló en ningún momento de Dios, pero sí curiosamente de ángeles. Los seres queridos que sólo ella podía ver y oir aparecían con alas, sólo las mujeres (madres, abuelas). Todos parecían estar contentos y en paz, y transmitían mensajes de tranquilidad, “estamos bien, no os preocupéis”. La médium nos hace imaginar un mundo en el más allá etéreo y caótico, en el que tropeles de almas deambulan sin cesar, acercándose y alejándose según sean requeridas, y da a entender que permanecen cerca de nosotros siempre, que no nos abandonan jamás.

Durante las interpelaciones se mencionan retratos que se caen con frecuencia, voces que susurran al oído sin llegar a entenderse lo que dicen, suaves corrientes de aire que hacen erizar la piel.

Lo que yo me preguntaba mientras tanto es en qué idioma le hablarán esos espìritus, porque la médium habla en inglés y los fallecidos eran españoles. A lo mejor no se trata de un lenguaje convencional, sino de sentimientos que le son transmitidos y que ella traduce en palabras.

¿Será cierto que existen personas con un don especial, una especial sensibilidad para conectar con seres del otro mundo? Debe haberlas, sin duda, pero ignoro si Anne Germain será una de ellas.

viernes, 13 de abril de 2012

Las fotos de papá (II)






Estas son unas imágenes que mi padre tomó hace poco en el entorno del Palacio Real, en una soleada mañana. Vemos La Almudena, la plaza de Oriente y el Palacio desde varios ángulos diferentes. La verdad que como está cerca de casa, es un paseo que apetece dar de vez en cuando, porque son lugares muy bonitos.

jueves, 12 de abril de 2012

Mis dos Anas


A veces sucede que, a lo largo de la vida, conoces a personas que, aunque no sean miembros de tu familia, las llegas a querer tanto o más que si lo fueran. Y así me viene pasando desde hace años con dos vecinas que vivían justo debajo de mi casa y que, por circunstancias, se tuvieron que ir a vivir a otro lugar.

Las dos se llaman Ana como mi hija. Son madre e hija las dos. Pocas personas he visto tan unidas y tan buenas. Vinieron a vivir allí poco tiempo después de llegar yo. Pronto supe de sus desdichas, maltratadas por el marido de una, padre de la otra. Recuerdo un día en que se me había caído un calcetín en sus cuerdas de tender ropa (me pasaba mucho por aquel entonces), y cuando bajé, enseguida me hicieron pasar para que lo recogiera.

Me enseñó la Ana madre su casa, recién reformada como la mía, decorada con un gusto primoroso. Pero estando en la cocina la pobrecita se echó a llorar, llena de temblores. Mientras un guiso borbotaba en el fuego y se asaba alguna exquisitez en el horno (una tarta de manzana me miraba desde una de las encimeras, ella es una gran cocinera), me contó los sinsabores de su matrimonio. Parece norma general que los malos hombres estén siempre con mujeres muy buenas, sino quién les iban a aguantar, cómo iban a poder hacer y deshacer a su antojo y tan mezquinamente.

Ana parecía al borde de una crisis de nervios. Los años que llevaba aguantando malos tratos le estaban pasando factura. Vivía atemorizada, atormentada por un chiflado y un bestia que pasaba por cuerdo a ojos de los demás. Yo no sabía cómo ayudarla, qué podía hacer para aliviar sus pesares, aunque con aquella conversación ella ya se desahogaba, pues no con todo el mundo se tiene la oportunidad de descargar ciertas tribulaciones tan personales.

No recuerdo cuántos años estuvieron viviendo allí, pero cuando supe que se iban me pareció que habían estado poco tiempo, tan a gusto me sentía con su cercanía, y lo lamenté mucho. Pero para ellas fue lo mejor. Ana hija se había comprado un piso en otro barrio y juntas se fueron a vivir en amor y compañía.

La mayor de las Anas nos quería mucho a mí y a mi familia. Siempre que nos veía se emocionaba enormemente. Se le saltaban las lágrimas y se ponía a temblar como una hoja. Ella es uno de los seres más sensibles que he tenido la fortuna de conocer nunca. Aunque era una mujer sin casi instrucción, y parecía que su cojera la relegaba al lugar de los seres desvalidos y minusválidos, ella no se arredraba, y su inteligencia y su extrema bondad de corazón le hacían ver más allá de lo que aprecian los ojos, allí donde otros no ven nada. Afectuosa en extremo, nos cogía de las manos mientras conversábamos, en la medida que su timidez y su enorme educación le permitían. Debido a las penosas circunstancias de su vida, necesitaba del amor de los demás mucho más que cualquier otra persona.

No le faltaban prendas a la hora de ensalzar las cualidades de los demás. Una de las últimas veces que la vi me dijo, en un momento dado, mirándome de arriba abajo y como arrebatada: “Pilar, tú eres una mujer de los pies a la cabeza”. Siempre me han abrumado estas muestras de reconocimiento ajeno, y a ella le agradeceré eternamente las cosas tan bonitas que me dijo mientras nos tratamos, porque aunque son inmerecidas, viniendo de su boca adquieren para mí un valor trascendental.

Ana madre estaba curtida en el dolor del absurdo que supone el maltrato indiscriminado y sistemático sin origen concreto. Su sensibilidad y sus sentidos se rebelaban contra todo aquello. Del fondo de su alma y de su conciencia sacaba fuerzas para resistir, amparada en sus certezas morales y en la hondura de sus buenos sentimientos, que ni siquiera las adversidades habían conseguido destruir.

Tras su marcha me he encontrado alguna vez con Ana hija. Siempre que la veo le pregunto por su madre. Ella está más tranquila, y sólo la molestan los achaques propios de la edad. Ella es tan extraordinaria como su madre. Ha pasado mucho para lo joven que es, pero es precisamente la juventud lo que permite que se superen más fácilmente las malas experiencias. Habla con dulzura y suavidad, es muy trabajadora, inteligente y buena como su progenitora. Todo lo analiza y todo lo comprende, a cada cosa le da el valor que merece, todo lo ve con meridiana claridad. Siempre le doy recuerdos para su madre, a la que echo mucho de menos.

Ya es imposible que ellas vuelvan a ser mis vecinas, pero igualmente las he de llevar en mi corazón para siempre, como llevo a todos aquellos que han aportado algo bueno a mi vida.

 
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