lunes, 31 de enero de 2011

Agujeros negros


Los agujeros negros son un tema que me ha interesado siempre muchísimo, quizá porque me parece un fenómeno inquietante y sumamente peligroso, y cuanto leía sobre ello me arrojaba poca luz, no conseguía comprender su origen y su funcionamiento hasta que vi un documental en televisión que me dejó anonadada. Las explicaciones eran tan comprensibles y las imágenes tan espectaculares que era como si la Astronomía no tuviera secretos para los que somos curiosos pero legos en la materia.

Una estrella de grandes dimensiones comienza a quedarse poco a poco sin energía. Su corazón es un núcleo de fusión constante que se va apagando con el paso del tiempo, de forma que cuando esta energía desaparece sólo queda la gravedad. Ésta, sin nada que le impida ejercer su fuerza, domina a la estrella por completo y la hace comprimirse hasta el punto de que su masa resulta tan densa que termina estallando.

Unos brotes de rayos gamma salen por los lados y cruzan el Universo cada uno en dirección opuesta. Su poder es tan grande que materialmente fríen todo lo que encuentran a su paso. Si llegaran a nuestro Sistema Solar lo evaporaría al instante. Estos brotes son un claro indicio de que ha nacido un agujero negro.

En el documental hacían una recreación increíble. El borde del agujero se llama horizonte de sucesos. En él el tiempo se detiene y la gravedad es infinita, el espacio queda dividido en dos. Se ve cómo un satélite llega a él y parece que no se moviera apenas, porque el reloj se ralentiza hasta el punto de que es casi como si se hubiera parado. No es un lugar físico.

Singularidad es el centro del agujero negro, el punto de gravedad más extrema, algo de dimensiones muy reducidas.

Cualquier objeto que caiga dentro de él es alargado en su masa hasta el extremo, y termina siendo destruido.

Algunos agujeros negros miden sólo 30 kms. de diámetro, pero existen otros, los supermasivos, que tienen el mismo tamaño que todo nuestro Sistema Solar, y uno de ellos está en el corazón del Universo. Su tamaño aumenta porque van engullendo a otros de menores dimensiones. Absorbe todo lo que se pone a su alcance, incluso la luz. Si contempláramos desde el interior del agujero cómo llega ésta allí, se ve cómo va desapareciendo su espectro de colores hasta llegar al negro. Son como gigantescos monstruos devoradores.

Hace tiempo se creía que había pocos agujeros negros, entre otras cosas porque no se ven con los telescopios convencionales. Actualmente se sabe que su número es incontable. Se ha intentado verlos con rayos infrarrojos, pero lo que se aprecia es una especial concentración de estrellas, como las que están en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que además se mueven a millones de kms. por hora, lo que indica la presencia de un agujero negro supermasivo.

Si un agujero negro de estas dimensiones se aproximara a nuestro Sistema Solar, antes de absorberlo alteraría primero los sistemas de traslación de los planetas, que viéndose fuera de sus órbitas chocarían unos con otros. La recreación del documental es magnífica.

Las galaxias primitivas se formaron a partir de los gases originados con el Big Ban, hace 14 mil millones de años. Los cuásares desprenden parte de ese gas, a altísimas temperaturas. Son los objetos celestes más brillantes del Universo. Tienen de ancho lo que nuestro Sistema Solar, y atraviesan la galaxia de lado a lado. El agujero negro no se ve, pero sí las ondas radioeléctricas que generan los gases que los rodean.

Con un telescopio tan grande como la Tierra sí se podrían ver. Si se conectaran los telescopios de nuestro planeta, tendríamos una red virtual gigantesca lo suficientemente potente para verlos. 

Se ha hablado de que son puertas a otros Universos.

Llegará el día en que la tecnología permita estudiarlos al detalle, y entonces nuestras mentes se abrirán a otras concepciones del mundo como nunca lo han hecho antes.

viernes, 28 de enero de 2011

Avatar

Le cogí una cierta manía al director de cine James Cameron porque se ha prodigado demasiado durante un tiempo, o porque quizá sus films son tan intensos y largos que terminan saturando. Sin duda hay que reconocerle su genialidad, el hecho de estar a la vanguardia de todos los avances tecnológicos que se producen en cada momento, que nos dejan anonadados, y su maestría a la hora de desarrollar las historias que cuenta.

Por eso cuando estrenaron su último trabajo, Avatar, me negué a ir a verlo, sobre todo porque pensé que era una película de animación, sólo que muy sofisticada, con seres extraños y argumentos inextricables y carentes de interés. Me indignó el haber tenido que esperar tanto para poder disfrutar de otra de sus creaciones, y luego terminar presentando semejante castaña, engendro o como quiera que se le llame. No sé cuántos años de su vida dicen que ha invertido en hacer este film. Pensé que hay artistas que terminan perdiendo la cabeza en su busca por alcanzar la obra maestra que nadie más pueda superar.

Pero ahora que la he visto en televisión, sin 3D ni nada por el estilo, una vez más me ha sorprendido. James Cameron y su equipo han creado un mundo distinto a todo lo conocido y nos han hecho adentrarnos en él con el realismo al que ya nos tiene acostumbrados. Durante todo el metraje de la película te olvidas de tu propio entorno para vivir esa fantasía que, al menos a mí me ha parecido, es hermosa y al mismo tiempo distinta e inquietante.

El protagonista tiene una misión ineludible que cumplir, pero su pensamiento cambiará radicalmente al conocer a los seres que pueblan esa dimensión alternativa. Orgullosos, fuertes, indómitos, espectaculares en su apariencia, unidos a la tierra y a la Naturaleza que los rodea por unas raíces que van más allá de lo humanamente entendible, el visitante se unirá a su causa hasta el punto de terminar convirtiéndose en uno de ellos para salvar la vida. Me fascina la manera como lo adiestran en su forma de luchar y de relacionarse con ese entorno tan peculiar. Cuesta creer que un ser humano pueda adaptarse a semejante existencia.

Ellos son seres aparentemente salvajes, pero guardan en su interior una dulzura, una sensibilidad y una delicadeza fuera de lo común, algo con lo que el protagonista no tarda mucho en conectar.

Es tan bello el universo que se nos presenta, una especie de selva azul cobalto que se vuelve fosforescente por la noche (me encanta), que no sería difícil pensar que eso pueda ser realmente el paraíso, si no fuera por los monstruos que habitan en ella y que de vez en cuando amenazan a sus habitantes.

Ignoro si la clave de la película es simplemente un mensaje ecologista, pues el fin último parece que es evitar la destrucción de ese mundo maravilloso, como ocurre en nuestro mundo, y se nos presenta como una realidad tan inminente, angustiosa, siniestra y violenta que provoca como un gran pesar en el que lo contempla.


Abandonar su cuerpo humano para entrar en el cuerpo de uno de ellos acaba pareciéndonos lo más natural, aunque es inevitable sentir una pizca de melancolía por ese hombre que ha dejado atrás su identidad y lo ha dado absolutamente todo a cambio de unos ideales.

Avatar es una película extraña, singular, un film de culto como he leído por ahí. La tecnología con la que ha sido hecha está influyendo otros ámbitos distintos del cinematográfico.

Cualquier trabajo de James Cameron es una experiencia en sí misma, e ignoro qué nos deparará en el futuro con su enorme creatividad, pero desde luego nunca nos va a dejar indiferentes.

jueves, 27 de enero de 2011

Pintura hiperrealista (XXI): Adam Stennett

Originario de Alaska, este pintor hiperrealista está afincado en Nueva York.
Trabaja a partir de fotografías, y observando el movimiento con videos.
Pinta capa sobre capa, concentrándose en las luces y las sombras.
Aisla los detalles porque piensa que las cosas pequeñas tienen un significado especial, siempre quieren decirnos algo.

Es espectacular la perfección de su pincel, como queda reflejada en las fotografías.

miércoles, 26 de enero de 2011

Grandes arquitectos contemporáneos (IV): Zaha Hadid

Sunrise Tower Kuala Lumpur, Malaysia 2009

Zaha Hadid nació en Irak, pero la mayor parte de su vida la ha pasado en Londres. Se licenció en Matemáticas antes de estudiar arquitectura.
Su estilo se inspira en la corriente deconstructivista, escuela que nació a finales de los 80, y que se caracteriza por la fragmentación, el proceso de diseño no lineal y la geometría no euclídea (formas no rectilíneas).
Rem Koolhaas, al que ya dediqué un post, fue profesor suyo.
Es la primera mujer que ha recibido el premio Pritzker, uno de los más importantes en el ámbito de la Arquitectura.

martes, 25 de enero de 2011

La tía de Rubén


Leyendo el libro que Keith Richards ha escrito sobre su vida, hay algunos pasajes que dedica a explicar determinadas técnicas musicales que los que somos profanos intentamos comprender, pero que se nos escapan. Me da mucha rabia, porque son muy interesantes y posiblemente sean la clave del sonido Rolling Stone y de su éxito. También la forma como se recrea en esos detalles da una idea de lo mucho que disfruta haciendo música. La única vez que me acerqué un poco en serio al mundo de la música fue en la época en que mi hermana y yo seguimos un pequeño curso de solfeo a domicilio, aunque gustarte la música y aprender solfeo son cosas distintas.

Tendría yo 11 ó 12 años. La tía de Rubén, un compañero del colegio que me gustaba mucho por aquel entonces, entabló amistad con mi madre cuando nos iban a recoger al colegio y de vernos por el barrio. Ella (no recuerdo su nombre, tantos años han pasado) tenía la carrera de piano, y Rubén estaba aprendiendo a tocar el acordeón.

Eran todos una familia de cubanos que habían escapado de la dictadura castrista. La gente de allí es tan dulce que es un placer tratar con ellos, y la música forma parte de su educación. Los chicos aprenden desde muy pequeños a tocar algún instrumento.

Mi madre se puso de acuerdo con ella para que viniera a casa una vez por semana a darnos a mi hermana y a mí clases de solfeo, a cambio de un dinerito. Para ella, que ya por entonces era sexagenaria, supuso tener una ocupación que le gustaba y un pequeño extra para sus ingresos habituales.

En casa teníamos (siguen teniendo mis padres) un órgano electrónico Hammond. Me encantaba ver sus manos sobre el teclado, aunque no parecían las de una pianista, sus dedos no eran esbeltos, pero sí muy firmes, duros, adiestrados como estaban en el duro ejercicio que supone un instrumento como el piano.

Las clases duraban una hora más o menos. Las corcheas, semicorcheas, fusas y semifusas desfilaban por un pequeño cuaderno de pentagramas que nos compramos al efecto, y ella nos hacía seguir el compás con la mano, los tiempos de 4 x 4, los de 2 x 2… Nos ponía deberes para que practicáramos cuando no estaba ella, y era bastante inflexible con las clases, notaba enseguida si no habíamos repasado y eso no le gustaba, quería que nos lo tomáramos muy en serio, era como si su propia estima le fuera en ello. Pero su actitud cambiaba en cuanto terminábamos, y volvía a ser tan agradable como siempre. En ella se mezclaban por igual la delicadeza y la disciplina.

Fue muy poco tiempo el que estuvimos con el solfeo, sólo durante aquel curso, y no llegamos a trasladar las notas de las partituras al órgano, tarea que requiere mucho más tiempo. Además hay que reconocer que el solfeo en sí mismo es un auténtico peñazo. Pensaba que era un fastidio tener que aprender eso para poder tocar el piano, con lo que a mí me hubiera gustado saber. Qué carrera tan dura es, cuántos años se necesitan para poder dominar el instrumento, cuántas horas de estudio y de práctica. Y como no lo volví a coger nunca después, la verdad es que ya no me acuerdo de casi nada de lo que me enseñaron.

Lo mejor de las visitas de la tía de Rubén eran su conversación y su presencia, tan cálida y cercana. Tenía, como cubana, una forma tan dulce de decir las cosas, con tanta educación y mesura. Nunca la oí hablar mal de nadie, se recreaba nada más que en las cosas bonitas de la vida. Cuando llegaba el buen tiempo se ponía vestidos de flores, porque decía que en su tierra les encantaba la naturaleza, la luz y los colores.

Mi madre le servía una taza de café y, mientras ella tomaba otra, charlaban un poco de todo, entre risas. Me fijaba en su manera peculiar de beberlo, poniendo la mano hueca debajo de la taza por si caía alguna gota. Algunas veces interpretaba alguna cosa en el órgano, y yo no me cansaba de escucharla. Me admiraba su maestría, lo bien que sonaba todo lo que tocaba.

En una ocasión le acompañó Rubén y su hermano pequeño. Éste se quedó dormido a la hora de la siesta en mi cama, y él se vino con mi hermana y conmigo al cuarto de estar a ver un episodio de una serie de televisión que ya no recuerdo ahora y que nos gustaba mucho. Rubén tenía unos ojos negros enormes, el pelo con unas ondas suaves muy bonitas, unas manos preciosas, y el color de su piel mulata me parecía canela.


Cuando acabó aquel curso ya no vino más. Creo que se marchó a EE.UU., como el resto de su familia tiempo después, pero siempre me quedará en el recuerdo las clases de música que ella nos daba y su imagen, la cadencia de su acento cuando hablaba y su aspecto, distinta a las figuras que poblaban mi entorno por aquel entonces.

lunes, 24 de enero de 2011

Un poco de todo (X)

- Gracias mil por la llegada de dos nuevos seguidores, Yumypets, que tiene una tienda de animales y que decidió unirse a mi blog con la entrada que hice de Mr. Magorium y su tienda mágica. Seguro que la suya es también una tienda muy especial. Mi otro seguidor no sé cómo se llama pero he visto que pinta unos óleos maravillosos. Gracias mil.

- Qué tiene Darjeeling que es el punto de encuentro en el que convergen seres y experiencias tan distintos. Cuando vi Viaje a Darjeeling, película rocambolesca y original como pocas, me quedé prendada de ese recorrido por la India en tren que hicieron sus protagonistas, en realidad un peregrinaje espiritual de tres hermanos, separados durante mucho tiempo por las circunstancias y vueltos a unir por la muerte de su padre. Tierna y surrealista, la experiencia que en el film se cuenta entronca en mi mente con otro peregrinaje interior que hizo en su momento la madre Teresa de Calcuta, y sobre el que leí en su momento. Ella también se subió a ese tren de Darjeeling que recorre el país de punta a punta, y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad. En ese recorrido a través de la explosiva riqueza cultural y la amplia gama de miserias y pobreza a las que puede llegar el ser humano, la madre Teresa descubrió lo que llevaba en lo más profundo de su corazón sin ella saberlo, aquello a lo que habría de dedicarse el resto de su vida: el cuidado de los más necesitados. Fue una llamada, como una iluminación. Y fue mientras viajaba en el Darjeeling Limited, el ferrocarril himalayo que posee una de las pocas máquinas de vapor que todavía están en uso en la India.
Hay viajes que van más allá, que son algo más que seguir una ruta trazada en el espacio o el tiempo. El camino de Darjeeling es uno de ellos.

- Desde hace tiempo estuve guardando en mi casa la ropa que han ido usando mis hijos desde que nacieron, a la espera de que mi hermana y mi cuñado nos dieran la feliz noticia de que por fin iban a ser padres. Pero como aún no ha sido así y ya no me quedaba sitio en casa, decidí sacar todo lo que tenía y que ellos hicieran una selección.

A poco de casarse ya les pasé muchas cosas de recién nacido, pero aún quedaba todo lo demás. Necesitaba el sitio porque ya no sabía dónde meterlo todo y, curiosamente, no me dio tanta lástima deshacerme de todas esas prendas como pensé que iba a suceder.

Viendo el tamaño de las ropas, me costaba creer que mis hijos hubieran cabido alguna vez en algo tan pequeño, y me asombraba comprobar lo deprisa que pasa el tiempo. Me parecía que no hace tanto que aún la llevaban.

Con cada prenda que sacaban me acordaba de una determinada etapa de sus vidas, nuestras vidas, aunque mis recuerdos no son demasiado nítidos. Son más emociones que imágenes concretas las que me asaltaban. Lo que sí me apenó es tener que tirar todo lo que no quisieron llevarse.

Mi hermana me preguntaba si no me quería quedar con alguna cosa de recuerdo, y la verdad es que en ese momento le dije que no. Pero luego sí me he quedado con otras cosas que no eran de vestir: un babero, una almohada de cuna con su funda, pequeños peluches blandos, alguna mochila de mi hija adornada con el hada de Peter Pan …

Y el caso es que no sé para qué, todo eso lo único que sirve es para ocupar otra vez sitio y ya no va a tener utilidad. Pero siempre he sido así. De niña llegué a guardar hasta un plato donde comía todos los días y que iban a tirar porque se había roto. No tengo remedio.

viernes, 21 de enero de 2011

El último samurai

Es El último samurai una película melancólica y bella, a lo largo de la cual podemos apreciar el enorme contraste entre la mentalidad occidental y la oriental, entre la forma de pensar de un norteamericano y la de un japonés.

Cuando un oficial veterano de la guerra de Secesión es hecho prisionero por el Ejército nipón y se le asigna la misión de adiestrar a sus soldados en las tácticas militares de su país, formaremos parte del viaje interior de un hombre que llega física y anímicamente destrozado a un país lejano y exótico cuyas costumbres extraña y cuya mentalidad no entiende, un combatiente que no sólo no tiene miedo a la muerte si no que incluso desea morir.

El oficial americano es un hombre alcoholizado, atormentado por el recuerdo de las atrocidades acaecidas en batallas pasadas. Él, que se le ha encomendado la tarea de enseñar, es a su vez enseñado. Observando a los samurais, una facción de combatientes con unas características distintas del resto, encontrará incomprensible su manera de ver la vida y sus hábitos, para luego terminar aprendiendo absolutamente todo de ellos, tanto lo relativo a la lucha como a la propia existencia.

Durante la película seguimos el curso de los pensamientos del protagonista con su voz en off, que nos va recreando con palabras las imágenes que aparecen ante nuestros ojos. “Jamás he visto tanta disciplina”.Todos son muy educados, pero tras tanta reverencia y tanta sonrisa detecto un acopio de emociones secretas”. “En todo lo que hacen, por pequeño y cotidiano que sea, buscan la perfección”.

Los samurais le dan auténticas palizas cuando quieren enseñarle su forma de combatir. Él quiere prever cuál va a ser el siguiente movimiento de su oponente, pero es un error. “Cuando se lucha no se piensa”. Está acostumbrado a otro tipo de lucha, menos rápida, que permite calcular la reacción del enemigo aunque sea por unos breves momentos. Pero en este tipo de enfrentamiento hay que dejarse llevar por el instinto, atacar sin esperar respuesta, no dar tregua. La destreza y la pericia llegan con la práctica constante. Pensé que esta forma de luchar se puede aplicar al resto de las cosas de la vida: a veces hay que iniciar la acción sin darle más vueltas, ante cualquier problema que se nos plantee hay que actuar con firmeza, sin dudar, con el sentimiento. El cerebro ya procesará todo después.

Por eso en la lucha, tal y como la conciben los samurais, lo importante es tener la cabeza despejada y el corazón limpio. “Buscar la quietud de la mente, dedicarse a un cúmulo de normas morales”. Los valores, que le dan sentido a todo y cimentan nuestra existencia, nos procuran paz espiritual.

El oficial se aloja en la casa de la mujer cuyo marido mató él en combate. Se extraña de que no le guarde rencor, que sólo haya dolor en ella. “Él cumplió con su deber y tú cumpliste con el tuyo”, es todo lo que tiene que decir al respecto. El japonés vive en armonía consigo mismo, acepta con resignación las cosas que suceden en la vida sin oponerse a ellas, sobre todo cuando están más allá de lo que uno pueda hacer.

“Es aquí donde he podido conciliar un sueño tranquilo por primera vez en muchos años”, comenta la voz en off del protagonista. “Es un lugar lleno de espiritualidad, y aunque no sé si llegaré alguna vez a comprender, es innegable su poder”. La fortaleza reside en la disciplina y la templanza, y no en la violencia o el rencor.

Las conversaciones que tiene con Kasumoto, el jefe de los samurais, y la estricta disciplina impuesta por la mujer que lo aloja, que le restringe el consumo de alcohol por completo, van transformando su mente y su cuerpo hasta hacer de él un hombre nuevo.

Viéndolos practicar la lucha, se piensa en una especie de danza, un baile en el que los contendientes se mueven y giran muy deprisa uno en torno del otro, lanzando golpes certeros. Me pregunto cómo se puede atinar tanto sin calcular.

Para un samurai, perder una batalla es caer en el deshonor, por lo que es frecuente ver a un guerrero quitarse la vida. Ayudar a morir en estos casos es un honor.

El oficial americano luchará en el campo de batalla contra su propio ejército, al lado de los samurais, pero antes de partir tiene una charla con uno de los hijos de la mujer que lo hospeda, con el que mantiene una relación especial. El niño le pregunta si no tiene miedo. “Yo siempre he tenido miedo”, le responde. El pequeño llora temiendo que no regrese, y le entrega la espada que había sido de su padre mientras vivió. A la mujer le dedica unas palabras de agradecimiento. “Nunca olvidaré lo amable que has sido conmigo”.

El combate es desigual. El enemigo usa fusiles y cañones, mientras ellos sólo tienen espadas y flechas. El oficial americano nunca habría imaginado que lucharía como un samurai.

El resultado es una matanza terrible. Sólo en el último momento el enemigo se da cuenta de la masacre cometida contra los samurais, que siguen luchando hasta el último momento con todas sus fuerzas. Hay imágenes magníficas y tremendas, hechas a cámara lenta, del galope del ejército samurai a través del campo en un día pleno de sol y de cómo van cayendo todos, uno por uno. Cuando uno de los suboficiales ordena dejar de disparar los cañones, en contra de la opinión del oficial al mando, todos se quedan mirando con gesto desolado y vacío el panorama que ofrece el campo de batalla, y todos se van quitando la gorra y se arrodillan, hundiendo la cabeza contra el suelo, en señal de respeto ante Kasumoto, que se acaba de quitar la vida. 

“Si me consideráis vuestro enemigo, con gusto me quitaré la vida”, le dice el oficial americano al emperador cuando le entrega a éste la espada de Kasumoto, que recoge lleno de orgullo y emoción.

Hermosa y trágica historia la de esta película que pasó un poco desapercibida cuando la estrenaron en su momento, pero que saca a colación conceptos como el honor, que parecen un tanto olvidados hoy en día. También la necesidad de vivir en paz con uno mismo, en una sociedad como la nuestra, más pendiente de los valores externos que de mirar hacia nuestro interior.

jueves, 20 de enero de 2011

Fotógrafos (I): Saul Leiter



Saul Leiter es un fotógrafo y pintor norteamericano cuyo innovador trabajo en los años 40-50 supuso una revolución en el mundo de la fotografía.

Judío, estudió para ser rabino, pero a los 23 años decidió salir de la escuela de Teología y trasladarse a Nueva York para ser artista.

Al principio quería ser pintor, pero más tarde entró en contacto con el mundo de la fotografía de la mano de grandes figuras del momento como el pintor Pousette-Dart y el fotógrafo Eugene W. Smith, que le animaron a que se dedicase a ello. Tras ver una exposición de Henri Cartier Bresson, decide tomar ese rumbo y comienza a recorrer Nueva York haciendo fotos en blanco y negro.

Con otros fotógrafos funda la Escuela de Nueva York de fotógrafos.

Trabajó también para revistas de moda.
 
Saul Leiter mezcló sus dos grandes pasiones en muchas ocasiones, pues algunas de sus fotografías están pintadas. Aplica capas de acuarela y de gouache, un tipo de acuarela que usa  pigmentos blancos que la hacen más espesa y más opaca que la acuarela convencional.

De las fotos que he escogido, las dos primeras fueron tomadas en París. La otra en EE.UU.

miércoles, 19 de enero de 2011

Citas varias (V)



- “La almohada es una blanda gelatina confidente” (La cruz invertida, de Marcos Aguinis).

- “Practicaba yo ante aquellas afirmaciones, una nueva forma de sonreir sin mover los labios, que inventé” (id.).

- “Los juegos siempre se toman en serio, de lo contrario aburren” (id.).

- “Los recuerdos de los ancianos constituyeron el único vehículo para la transmisión de las primeras historias de la Humanidad..., para que todos nosotros sepamos quiénes somos” (Raíces, de Alex Haley).

- “Los tecnicismos nos pierden, el afán de estar enterados perturba a los que hablan alto para que los demás se enteren de que, en efecto, son tontos” (Historia de una taberna, de Antonio Díaz Cañabate ).

- “En las mañanas del domingo siempre hay sol en Madrid, aunque esté nublado y llueva a cántaros, porque el sol los madrileños lo llevamos dentro y lo lucimos cuando hace falta y lo derrochamos a nuestro antojo” (id.).

- “Un pisotón es siempre una tragedia sin palabras y, si las hay, son insultos proporcionados al tamaño del juanete y a la violencia de la caricia” (id.).

- “¿Qué es de la mañana que hospedó la rosa entre cristales?” (Gabriel de Bocángel, poeta).

- “Por la abierta ventana de mi cuarto entraba el chillido de los pájaros (…). Por el rectángulo del patio los veía danzar, voltear, subir, bajar (…). ¡Quién fuera pájaro!, he deseado muchos días del mes de mayo. Este deseo de convertirse en animales es frecuente entre los estudiantes desesperados por la proximidad de los examenes” (id.).

- “Los pájaros chillan en el patio para acallar los descompuestos berridos de las cocineas de la vecindad. Sería curioso saber lo que piensan ellos de mí cuando me ven estudiar en mi habitación” (id.).

- “La sirena de la fábrica es algo así como el ruido de la lluvia en la noche invernal, bien cubiertos por cuatro mantas. ¡Pobres los que no tengan cama esta noche!, piensan los espíritus sensibles que siempre quedan. Cuando la oímos en la cama, sin dormir todavía, la seguridad de nuestro bienestar se acrecienta, pero también los remordimientos” (id.). 

- “Si yo adopto en todos los ámbitos actitudes de adaptado, es por no llorar de rabia”.
- “Hay manos terriblemente elocuentes (…). La mano puede ser en su expresividad más veraz que la mirada".

martes, 18 de enero de 2011

Un rebelde con causa

Es curioso cómo cambia la perspectiva con la que se ven las cosas a medida que pasa el tiempo. James Dean, que ha sido siempre un ídolo para la juventud de muchas generaciones, puede ser visto hoy en día como un ser anacrónico. No hay más que oir a mi hija, cuando pasaron por televisión una de las películas que protagonizó, Al este del Edén. Me preguntó si era subnormal, si le pasaba algo raro. Me hizo reir mucho su ocurrencia, me parecía casi una broma tratándose de todo un símbolo, alguien que ha influido en la vida de mucha gente  desde ya ni recuerdo, mitomanías aparte.

Pero si lo observas desapasionadamente, sin ese halo seductor y enigmático que le rodeaba, sí que resulta un ser extraño. Esa forma torva de mirar, los cambios bruscos en la posición del cuerpo mientras interactúa con los demás, el no mirar directa y abiertamente a la cara de sus interlocutores más que por unos instantes, el situarse casi de espaldas cuando le están hablando, todo eso le hace asemejarse a un enfermo mental, alguien de reacciones imprevisibles que parece no estar muy bien de los nervios.

Mi hija no supo interpretarlo. Ella ignora que aquellas poses, en realidad muy estudiadas, eran su sello de identidad, aquello que le distinguió de otros actores de su tiempo y le hizo saltar a la fama. Quería parecer rebelde sin causa, como el título de otra de sus películas, representaba el movimiento juvenil de ruptura con la rigidez de las normas socialmente establecidas. Las barreras generacionales se acrecentaban con él. Era la imagen del incomprendido, del inadaptado, del hombre joven y guapo que parece tener toda la vida por delante y que sin embargo no es capaz de ser feliz. Cuando oculta sus ojos a los demás o se da la vuelta, es como si quisiera ocultar sus sentimientos en lo más profundo de su alma, crear un círculo invisible y protector a su alrededor que preserve su depapeurada sensibilidad de las asechanzas ajenas, a las que parece estar expuesto constantemente. James Dean desplegaba un magnetismo personal y una intensidad como pocos actores han logrado.

Puede que sobreactuara un poco, o nos lo parece a la vista del estilo interpretativo que impera en la actualidad, pero en su momento, con tan sólo tres películas como protagonista, fue suficiente para que se convirtiera en un mito que ha trascendido costumbres, modas y generaciones. Pero en muchas escenas, la pasión y el desgarro con que las hizo era el punto imprescindible y único que se necesitaba para que quedaran rotundas, acabadas, grabadas ya para siempre en la memoria colectiva. No en vano era seguidor del método Strasberg, como otros muchos artistas, por el que la emoción se expresaba con todo el cuerpo.
También dicen que lo único que hizo fue interpretarse a sí mismo, pues tuvo una infancia triste marcada por la temprana muerte de su madre y la ausencia de su padre (que lo dejó al cuidado de unos tíos), con el que guardaba un extraordinario parecido físico y con el que nunca se llevó bien. Cuando en Al este del Edén perseguía obsesivamente ser objeto del amor de su progenitor, cuando le suplicaba, le imploraba en vano, no hacía más que exorcizar sus propios demonios. Puede que la profesión de actor se convierta en muchos casos en una terapia. La escena en la que coge por las solapas a su padre, desgarrado por el dolor, el gesto desfigurado, bañado en llanto, mientras le suplica comprensión y afecto, es una improvisación del actor, que se dejó llevar por el dramatismo del momento.

La película tiene resonancias bíblicas: los nombres de sus protagonistas, frases memorables como “Yo no soy el guardián de mi hermano”, y el hecho de estar todos al este del Edén, que es como estamos muchos.

Dicen que James Dean era un tipo solitario. No quiso acudir al estreno de la película, pero se sentó en el patio de butacas, entre los espectadores, para verla días después. Quizá no deseaba ser tratado como una estrella, pues cuando se está muy alto se pierde la noción de la realidad: quería estar cerca de la gente y sentir el pulso del público en directo. O quizá fuera porque era un gran tímido.

Se ha especulado mucho sobre su tendencia sexual, los amores que tuvo y su vida en general. Y sobre su muerte, a la que parece que convocó al decir aquella famosa frase que se le ha atribuido: “Hay que vivir rápido, morir joven y hacer un bonito cadáver”. Una desaparición fortuita (el accidente no fue culpa suya), inesperada, apabullante, que causó una gran conmoción y que le hizo pasar definitivamente a la eterna memoria del imaginario colectivo.

Yo siempre he creído que James Dean fue un rebelde con causa, un ser torturado, atormentado y en el fondo desvalido rebelde con causa.

lunes, 17 de enero de 2011

James Blunt

Nadie diría al ver a James Blunt que tiene un pasado militar, un hombre que parece tan pacífico y armonioso, pero es este contraste el que lo hace tan interesante y tan lleno de sentido.

Su padre era coronel piloto de helicópteros del Ejército británico, y su familia tiene una larga historia dedicada al servicio militar, muchas generaciones atrás.

Era casi inevitable que James Blunt estuviera vinculado a este mundo en algún momento de su vida. Incluso su educación universitaria fue patrocinada por las Fuerzas Armadas, lo que le obligaba a servir en la milicia un mínimo de cuatro años.

James Blunt sirvió en la unidad de reconocimiento blindado de la OTAN desplegada en Kosovo. Su misión consistía en garantizar el avance seguro de las 30.000 unidades de paz en la zona.

Llevó su guitarra al conflicto sujetándola con una correa en la parte exterior de su tanque. En ese tiempo compuso su canción No bravery.

Por aquel entonces tomó contacto con la organización Médicos sin Fronteras, a la que desde entonces apoya.

Fue campeón de esquí en el Ejército. Abandonó el servicio tras seis años.

Se inició en la música ya en su infancia, aprendiendo violín y piano, y con la guitarra empezó a componer con 14 años.

Poco a poco se fue dando a conocer, junto con su grupo, tocando en festivales. Los directivos de la primera discográfica con la que firmó un contrato pusieron como objeción que tenía un acento “posh” (pijo), porque pensaban que podria ser una barrera en su lanzamiento musical en Inglaterra, en donde hay marcadas diferencias sociales.

Su primer álbum pasó bastante desapercibido, pero con el segundo comenzaron a llegar los premios. Este lo compuso en su casa de Ibiza, donde vive.

Sacó su tercer álbum el año pasado.

Además de a la música, está dedicado a causas humanitarias y ambientales.

Si escuchamos las letras de James Blunt, vemos que tratan del amor, de la vida, del mundo, la guerra, y hay una cierta melancolía, una desesperanza que quizá se va atemperando conforme va sacando nuevos discos. Profundamente sentimental, romántico, su estilo es una mezcla de dulzura, suavidad  e intensidad, con una música que llena los espacios con plenitud, potente, con un magnífico sonido de guitarras y batería, todo muy acústico.

Cuando habla de la guerra utiliza algunos videos que filmó mientras estaba en el Ejército. Se ven imágenes tomadas desde el tanque con el que recorría Kosovo, y algunas que se grabó a sí mismo. Se le ve muy joven, con el pelo corto.

Algunos de sus video clips causaron sensación, como el que hizo para la canción You're beatiful, donde se tiraba por un precipicio ligerísimo de ropa, con los brazos en cruz, mientras caia una copiosa nevada.

Hay canciones como High que cuando las escucho se me pone la carne de gallina. Muchas de sus melodías han sido utilizadas para anuncios publicitarios y películas.

Pero lo mejor de James Blunt es su enorme naturalidad y sencillez. Da igual los años que pasen, él se mantiene fiel a sí mismo, con los pies en el suelo. La fama no se le ha subido a la cabeza. Controla cada momento de su vida con todos sus sentidos. Cuando se le ve actuar, parece que todo en él fluye espontáneamente, sin esfuerzo. Su cabeza está llena de historias que contar, de música, de creatividad.

James Blunt, un cantante cuya voz destaca por sí misma por encima de otras muchas, sin pretensiones ni alardes.

viernes, 14 de enero de 2011

Pintura hiperrealista (XX): David A. Martín Cea




David A. Cea Martín es un pintor vallisoletano, autodidacta, dedicado también a la poesía. Ha expuesto durante más de treinta años por toda España y Europa.
En 2005 fundó una escuela-estudio.

jueves, 13 de enero de 2011

Grandes arquitectos contemporáneos (III): Norman Foster



Hearts Tower
 
Este arquitecto británico empezó con un estilo "high tech" (alta tecnología), que se desarrolló en los años 70 y que se caracteriza por la innovación y el avance tecnologico.
Su estudio tiene oficinas en cinco grandes capitales y ostenta algunos de los principales premios de arquitectura que existen. 


Torre Rusia

Es Sir desde 1990, y lord desde 1999. El año pasado renunció a su escaño en la Cámara de los Lores para evitar, en cumplimiento de una nueva ley, fijar su residencia fiscal en el Reino Unido.

Su estilo no se ajusta a unos patrones esteticos rigidos, sus diseños son variados y siempre sorprendentes.

Interior

Torre Swiss


miércoles, 12 de enero de 2011

Antes de un desfile

El otro día vi un reportaje en televisión en el que, cámara al hombro, se plasmaban todos los avatares que hay detrás de un desfile de alta costura, de Jean Paul Gaultier en particular. Es impresionante la actividad que llega a desplegarse, la cantidad de personas que participan, cada una con una misión.

El día antes del acontecimiento todavía está todo a medio hacer. En el enorme taller de costura las modelos se hacen pruebas para comprobar que todo está perfecto. Hay mil retoques que llevar a cabo, vestidos que se deben componer enteros.

Hay dos turnos de costureras, ya que la ley francesa prohíbe a los trabajadores, con excepción de los directivos, trabajar 24 horas seguidas. Las del turno de día dan instrucciones a las que llegan para el turno de noche. No les gusta dejar el trabajo sin acabar en manos de otras personas, pero es lo que hay. Al día siguiente retomarán sus labores, no sin desconfianza, para ver cómo han quedado.

A una modelo que lleva un vestido de noche plateado, hecho con un tejido metálico que en su conjunto pesa 6 kgs., le tienen que alargar el bajo porque es más alta de lo previsto.

En otra zona, una costurera cose en solitario lentejuelas. Han intentando ayudarla las demás, bordadoras, botoneras, pero es un material muy difícil: la mayoría se parten cuando las vas a enhebrar. Hay un montón de ellas partidas en el suelo en torno a ella.

El vestido hecho con piel de cocodrilo ha habido que montarlo por piezas. Es un material bastante rígido, va mezclado con ganchillo, y hay que unirlo escama a escama. Al final, por sus dimensiones, sólo ha quedado bien en una modelo, una chica oriental con menos complexión que las demás.

Gaultier está en el taller observando cómo quedan los vestidos en las modelos. Es un hombre grande, maduro, jovial, dinámico, que lanza expresiones muy francesas con su voz tonante. Disfruta enormemente con todo aquello, y disimula sus nervios y procura relajar el ambiente con sus ocurrencias. Si algo no le gusta se pone serio de repente y lo desecha al momento, no admite discusión posible, ante la consternación de la costurera de turno. Hay vestidos que, por el escaso tiempo del que disponen, se caen del desfile porque ya no pueden ser acabados. Se ve cómo se llevan uno azul precioso.

Algunos vestidos van llegando a la botonera, una mujer asiática que de repente es víctima de un ataque de risa histérico que no puede contener. Es buena señal que estén en esta fase, porque quiere decir que están casi listos.

La jefa de las costureras dice que no se va a poner nerviosa. Madura, muy delgada, modestamente vestida, lleva muchos años dedicada a lo mismo y ya sabe lo que pasa. “Hacemos lo que podemos, más no podemos hacer”. Su aparente tranquilidad es una mezcla de resignación y realismo, porque no se pueden pedir imposibles.

Se realizan ensayos en la pasarela. Gaultier se permite hacer algunos comentarios a media voz poco elogiosos para algunas de sus modelos, como que a una no le cabe el vestido porque ha cogido peso, u otra a la que no cree capaz de cerrar el desfile y está pensando en sustituirla, algo que una ayudante le quita de la cabeza de forma muy elocuente.

A algunas modelos les preguntan por su opinión acerca del modisto. Todas tienen palabras de admiración para él, menos una, que habla con una ironía sutil de la época en que Madonna comenzaba su carrera y él aparecía en un video dándole de latigazos a la cantante, quizá queriendo hacer un símil con la forma como las trata a ellas en los desfiles.

El diseñador, a pesar de los nervios, encuentra un momento para subir con el cámara a la azotea del edificio y enseñarle el atardecer parisino. Desde allí se ven algunos de los principales monumentos de la ciudad, la torre Eiffel incluida. Gaultier los va señalando, orgulloso. Nadie mejor que un francés para saber disfrutar del encanto y el glamour de París.

Y van transcurriendo las horas de intenso trabajo hasta que por fin, una hora antes de que comience el desfile, van llegando los invitados. Hay compradoras habituales, clientas ricas algunas de las cuales han pedido que sus rostros aparezcan distorsionados en el reportaje. Ninguna quiere sentarse en primera fila por temor a los secuestros. También se ve a una diseñadora famosa, a un actor de Hollywood, a la cantante Kylie Minogue…Hay champán para los asistentes.

Gaultier jalea a las modelos para que terminen de vestirse. Está detrás de las bambalinas en el momento que van a salir a la pasarela, para darles los últimos retoques.

La ganchillera observa medio llorosa desde un lugar apartado reservado al personal cómo desfila el vestido de piel de cocodrilo que tanto trabajo le ha costado terminar. “Todo va demasiado rápido, todo dura muy poco”, se lamenta emocionada, feliz.

El desfile se cierra con una especie de traje de novia. En la cara de la modelo, sobre el velo blanco, se proyecta el rostro de una estrella de cine antigua y famosa, imagen que luego se va desplazando hasta el fondo del escenario. Sobre su vestido también se proyectan unas luces brillantes. La modelo desfila ayudada por un técnico, que camina en la parte inferior de la pasarela a su lado dándole la mano, pues está cegada por el foco de la proyección y puede caerse. El resultado causa sensación. El resto de las modelos lanza exclamaciones de asombro y admiración junto a Gaultier, que lo observa todo sonriente.

Tras el aplauso general, el modisto se deja llevar por el subidón de adrenalina del momento. Corre el champán para las modelos y el equipo técnico. Gaultier va de aquí para allá como poseído. En un plano pasa deprisa junto a la cámara comiéndose un bombón helado. Los famosos se le acercan para felicitarle y charlar con él. Kylie Minogue le dice que le ha traído turrón (influencia de su novio español).

También en el taller hay brindis y se reparten algunas rosas. La jefa de costureras es vitoreada y aplaudida, y ella, como es su costumbre, se esconde detrás de algunas compañeras, pues su modestia le impide recibir los elogios sin sentir pudor.

Asombra ver que haya tanta improvisación antes de un desfile, es como si se hubiera dejado todo para el último momento. Pero el mundo de la moda es así, precipitado, caprichoso, intensamente creativo, efímero.

miércoles, 5 de enero de 2011

Mr. Magorium y su tienda mágica

La tienda mágica de Mr. Magorium parece pequeña cuando se la ve desde la calle, una casa de dos pisos adosada a un gigantesco edificio de oficinas, pero cuando se entra en ella nos sorprende por lo grande que es.

En su sótano vive un hombre enorme, con la cabeza rapada y grandes bigotes, cuyo aspecto recuerda al de los forzudos de los circos. Él se encarga de escribir la vida de Mr. Magorium, que abarca muchos tomos porque tiene ya más de doscientos años. También busca cualquier libro de cuentos que le pidan, por raro que sea.

Al cargo de la tienda está Molly Mahoney, siempre tocando en un piano imaginario una melodía que está componiendo y que le ronda la cabeza constantemente. Esa mañana abre una puerta que tiene una combinación como de una caja fuerte, y dependiendo de cuál utilices se abre a una habitación u otra. Ella pone la de la casa de Mr. Magorium, pues va a ver si ya se ha despertado y vestido. Como es tan despistado, se había acostado con un traje de vestir y al levantarse se había puesto el pijama.

Pero esa mañana iba a ser un poco distinta de las demás. Mr. Magorium entrega a Molly el cubo de Congrif, una especie de gran dado de madera, con el que según él podrá hacer realidad todo lo que se proponga. El deterioro de su último par de zapatos marca el momento en que Mr. Magorium debe abandonar este mundo, y le quiere dejar la tienda a Molly. Decide contratar a un contable mutante para poner en orden su contabilidad. Cuando éste llegue le hará extrañas preguntas para comprobar si es apto, pero sólo cuando le contesta “Todo es posible” le admitirá. En su despacho se acumulan montañas de papeles que nunca ha mirado. Jamás ha comprobado una factura ni hecho la declaración de la renta.

Mientras, la tienda parece que funciona con vida propia. Los niños juegan con los juguetes, acompañados de Mr. Magorium. El catálogo donde elegirlos es un libro gigantesco cuyos nombres están ordenados alfabéticamente, y cuando lo abres por la hoja del que buscas surge éste de la nada en medio de una nube.

Las pequeñas pelotas de goma están constantemente intentando escaparse en la bolsa de algún cliente que ha comprado otros juguetes.

La tienda empieza a resentirse por la decisión de Mr. Magorium: una de las paredes comienza a llenarse de humedad y a deformarse. Cuando él la acaricia mientras le da explicaciones para intentar que comprenda, recupera su aspecto original.

Unos niños abren la puerta con la combinación que señala “pelotas”, y se encuentran con un espacio enorme en el que cientos de ellas de todos los tamaños y colores están dando saltos por todas partes. Uno de los chicos tira de un cordón suspendido en mitad de la sala, se abre una gran cortina y aparece una de baloncesto de proporciones descomunales. Él la roza apenas con un dedo, lo suficiente para que comience a moverse, pero aunque huya asustado termina aplastándolo contra la puerta. Mr Magorium, que montaba en patinete al otro lado, abre y le dice: “¿A que es fantástica?. Es una pelota que nunca puede esquivarse”.

Hay un niño que se pasa la mayor parte del tiempo en la tienda. Parece un poco extraño, todos le miran como si fuera un bicho raro porque no se comporta como el resto, y él se siente mal y no se ve capaz de pedirle a nadie que juegue con él. Su madre le dice que tiene que hacer amistades, y a él no se le ocurre otra cosa que intentar entablar conversación con el contable mutante, escribiéndole notas que le enseña a través del cristal del despacho en el que trabaja. Se presentan escribiendo sus nombres, le pregunta si quiere jugar pero él está muy ocupado. “¿Cuándo acabas de trabajar?”. “Nunca dejo de trabajar”. El niño dibuja una cara triste (tendría que ver esto mi ex marido).

La tienda empieza a comportarse de forma extraña. A cada combinación que se elige en la puerta sale otra cosa distinta de la que debería ser al abrirla. El gran libro ya no hace aparecer el juguete que se le pide si no cosas distintas, incluso animales vivos. Los colores de los niños que están pintando desaparecen y se vuelven negros. Los juguetes funcionan sin control. Los libros de cuentos contienen textos desordenados sin ningún sentido. De uno de ellos, cuyo relato transcurre en el mar, surge un pulpo de goma mojado que se planta sobre la cabeza de una señora que lo había abierto para verlo.

Mr. Magorium convoca una reunión de urgencia para decidir qué hacer. En algunos de los asientos hay muñecos sentados. Cuando Molly y el mutante empiezan a discutir, pone orden con un martillo de plástico de los que les suena un pito cuando se golpea con ellos.

Molly lo lleva a un hospital pretextando locura, para evitar que se vaya. “El único ataque que he tenido en mi vida es de genialidad”, le dice al médico.

El niño le pone un aparato en el techo de la habitación para que al apagar la luz se llene todo de estrellas, y así pueda relajarse a la hora de dormir. Luego le enseña al asombrado mutante la enorme colección de sombreros que tiene en su casa. Cada día se pone uno.

Cuando Mr. Magorium se va a Molly le cuesta mucho afrontar la situación, pero el mutante, que al principio era escéptico y que ha terminado comprendiendo lo mágico que es todo en aquella tienda, le dice: “Puedes hacer realidad todo cuanto te propongas, está en ti”. La tienda vuelve a revivir.
El personaje de Mr. Magorium es un ser especial y poco común, con un sentido del humor blanco y chispeante, una mezcla de afabilidad, una educación exquisita y un ingenio rápido y divertido. “¿Va a desafiarme al hula-hoop?”. “Me espera una partida de canicas y debo calentar los pulgares”. “Debemos resolver la cuestión que planteamos la semana pasada”, le dicen en una ocasión. “¿Te refieres a por qué el papel tiene que ganar a la tijera?”. "¿Quién viene a visitar a un enfermo casi sin asegurar?".

Mr. Magorium inventa sus propios juguetes. Es un hombre lleno de imaginación, el alma de la tienda mágica, un lugar maravilloso que a muchos nos gustaría que existiera en realidad, con su enorme, dorada y brillante caja registradora y todos sus rincones llenos de cosas preciosas y divertidas.

La película está llena de pequeños detalles que es difícil reproducir aquí. Otro film típico de esta época navideña que es un dulce regalo para los sentidos.
 
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