miércoles, 5 de enero de 2011

Mr. Magorium y su tienda mágica

La tienda mágica de Mr. Magorium parece pequeña cuando se la ve desde la calle, una casa de dos pisos adosada a un gigantesco edificio de oficinas, pero cuando se entra en ella nos sorprende por lo grande que es.

En su sótano vive un hombre enorme, con la cabeza rapada y grandes bigotes, cuyo aspecto recuerda al de los forzudos de los circos. Él se encarga de escribir la vida de Mr. Magorium, que abarca muchos tomos porque tiene ya más de doscientos años. También busca cualquier libro de cuentos que le pidan, por raro que sea.

Al cargo de la tienda está Molly Mahoney, siempre tocando en un piano imaginario una melodía que está componiendo y que le ronda la cabeza constantemente. Esa mañana abre una puerta que tiene una combinación como de una caja fuerte, y dependiendo de cuál utilices se abre a una habitación u otra. Ella pone la de la casa de Mr. Magorium, pues va a ver si ya se ha despertado y vestido. Como es tan despistado, se había acostado con un traje de vestir y al levantarse se había puesto el pijama.

Pero esa mañana iba a ser un poco distinta de las demás. Mr. Magorium entrega a Molly el cubo de Congrif, una especie de gran dado de madera, con el que según él podrá hacer realidad todo lo que se proponga. El deterioro de su último par de zapatos marca el momento en que Mr. Magorium debe abandonar este mundo, y le quiere dejar la tienda a Molly. Decide contratar a un contable mutante para poner en orden su contabilidad. Cuando éste llegue le hará extrañas preguntas para comprobar si es apto, pero sólo cuando le contesta “Todo es posible” le admitirá. En su despacho se acumulan montañas de papeles que nunca ha mirado. Jamás ha comprobado una factura ni hecho la declaración de la renta.

Mientras, la tienda parece que funciona con vida propia. Los niños juegan con los juguetes, acompañados de Mr. Magorium. El catálogo donde elegirlos es un libro gigantesco cuyos nombres están ordenados alfabéticamente, y cuando lo abres por la hoja del que buscas surge éste de la nada en medio de una nube.

Las pequeñas pelotas de goma están constantemente intentando escaparse en la bolsa de algún cliente que ha comprado otros juguetes.

La tienda empieza a resentirse por la decisión de Mr. Magorium: una de las paredes comienza a llenarse de humedad y a deformarse. Cuando él la acaricia mientras le da explicaciones para intentar que comprenda, recupera su aspecto original.

Unos niños abren la puerta con la combinación que señala “pelotas”, y se encuentran con un espacio enorme en el que cientos de ellas de todos los tamaños y colores están dando saltos por todas partes. Uno de los chicos tira de un cordón suspendido en mitad de la sala, se abre una gran cortina y aparece una de baloncesto de proporciones descomunales. Él la roza apenas con un dedo, lo suficiente para que comience a moverse, pero aunque huya asustado termina aplastándolo contra la puerta. Mr Magorium, que montaba en patinete al otro lado, abre y le dice: “¿A que es fantástica?. Es una pelota que nunca puede esquivarse”.

Hay un niño que se pasa la mayor parte del tiempo en la tienda. Parece un poco extraño, todos le miran como si fuera un bicho raro porque no se comporta como el resto, y él se siente mal y no se ve capaz de pedirle a nadie que juegue con él. Su madre le dice que tiene que hacer amistades, y a él no se le ocurre otra cosa que intentar entablar conversación con el contable mutante, escribiéndole notas que le enseña a través del cristal del despacho en el que trabaja. Se presentan escribiendo sus nombres, le pregunta si quiere jugar pero él está muy ocupado. “¿Cuándo acabas de trabajar?”. “Nunca dejo de trabajar”. El niño dibuja una cara triste (tendría que ver esto mi ex marido).

La tienda empieza a comportarse de forma extraña. A cada combinación que se elige en la puerta sale otra cosa distinta de la que debería ser al abrirla. El gran libro ya no hace aparecer el juguete que se le pide si no cosas distintas, incluso animales vivos. Los colores de los niños que están pintando desaparecen y se vuelven negros. Los juguetes funcionan sin control. Los libros de cuentos contienen textos desordenados sin ningún sentido. De uno de ellos, cuyo relato transcurre en el mar, surge un pulpo de goma mojado que se planta sobre la cabeza de una señora que lo había abierto para verlo.

Mr. Magorium convoca una reunión de urgencia para decidir qué hacer. En algunos de los asientos hay muñecos sentados. Cuando Molly y el mutante empiezan a discutir, pone orden con un martillo de plástico de los que les suena un pito cuando se golpea con ellos.

Molly lo lleva a un hospital pretextando locura, para evitar que se vaya. “El único ataque que he tenido en mi vida es de genialidad”, le dice al médico.

El niño le pone un aparato en el techo de la habitación para que al apagar la luz se llene todo de estrellas, y así pueda relajarse a la hora de dormir. Luego le enseña al asombrado mutante la enorme colección de sombreros que tiene en su casa. Cada día se pone uno.

Cuando Mr. Magorium se va a Molly le cuesta mucho afrontar la situación, pero el mutante, que al principio era escéptico y que ha terminado comprendiendo lo mágico que es todo en aquella tienda, le dice: “Puedes hacer realidad todo cuanto te propongas, está en ti”. La tienda vuelve a revivir.
El personaje de Mr. Magorium es un ser especial y poco común, con un sentido del humor blanco y chispeante, una mezcla de afabilidad, una educación exquisita y un ingenio rápido y divertido. “¿Va a desafiarme al hula-hoop?”. “Me espera una partida de canicas y debo calentar los pulgares”. “Debemos resolver la cuestión que planteamos la semana pasada”, le dicen en una ocasión. “¿Te refieres a por qué el papel tiene que ganar a la tijera?”. "¿Quién viene a visitar a un enfermo casi sin asegurar?".

Mr. Magorium inventa sus propios juguetes. Es un hombre lleno de imaginación, el alma de la tienda mágica, un lugar maravilloso que a muchos nos gustaría que existiera en realidad, con su enorme, dorada y brillante caja registradora y todos sus rincones llenos de cosas preciosas y divertidas.

La película está llena de pequeños detalles que es difícil reproducir aquí. Otro film típico de esta época navideña que es un dulce regalo para los sentidos.

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