jueves, 31 de octubre de 2013

Un poco de todo (XVII)


- Me encontré hace unos días por la calle con un amigo de la época del instituto con el que tengo contacto de vez en cuando en Facebook. De repente he oído mi nombre, pues yo suelo ir siempre pensando en mis cosas y no me doy cuenta de quien pasa por mi lado, y me ha hecho una ilusión enorme. Javier sigue siendo tan cariñoso como siempre, y tan guapo con sus magníficos ojos azules.

Pero en general Facebook no deja de ser una mera ilusión, como todo lo virtual. Le pedí amistad a Nicole Kidman, una de mis actrices favoritas, y me ha aceptado, dándome las gracias por mis “Like” con un privado y en nombre de otra persona. Dudaba que fuera la propia Nicole la que se encargara de estas cosas, y ahora que me fijo mejor veo que su nombre está escrito como Nicol, y que en la información de su perfil aparece que trabaja en el staff de Zuckerberg. Será otra admiradora, que la pone a ella en FB por propia iniciativa, con sus fotos y tal, pero luego el nombre es ligeramente diferente, para que no haya problemas.

Luego me he fijado que, como todos los personajes conocidos, tiene su propia página en FB en la que sólo puedes escribir comentarios y poner “Me gusta”, pero no pedirles amistad. Son páginas impersonales, que seguramente lleven gente que trabaja para ellos. Tan cerca y tan lejos.

- Y para coincidencias, he visto por fin una foto de mi amigo Melchor en el Alfa y Omega del ABC. Siempre me fijo en si aparece en sus páginas, porque es un suplemento que trata de temas religiosos, y especialmente de todo lo que acontece en el Vaticano, que es donde está él. En la imagen aparecía en una carrera de relevos, que han llamado “los 100 metros de la fe”, compitiendo con dos atletas, creo que en la Plaza de Roma, porque se ve el Vaticano de fondo. Se le veía apurado para llegar. Y es que era perfecto en todo menos en el deporte. Él se apunta a lo que haga falta.

- Estoy alucinando todo el tiempo con lo de la “doctrina Parot”, rimbombante nombre para lo que en realidad es una miseria más del sistema judicial, denominación que además hace referencia al nombre de un terrorista, que de este modo pasa a la Historia casi como un héroe o alguien digno de mención. Amnistiar presos terroristas con delitos de sangre por “beneficios penitenciarios” (trabajo, estudios), que ya de por sí deberían darse con un canto en los dientes por disponer de semejantes prebendas con los delitos que tienen acumulados, y que encima les hace sumar puntos, gente que tiene condenas que no podrían cumplir ni aunque vivieran mil vidas, es demencial. Nos vamos a terminar preguntando por qué estaban allí, qué habían hecho de malo los pobrecitos para merecer semejante castigo. Parece que se quiere olvidar que los terroristas no son presos comunes, no pueden tener el mismo trato que los demás.

Si se dedican a poner en la calle a asesinos y gente peligrosa, en qué clase de sociedad vamos a vivir. Y encima interviene el Tribunal de Estrasburgo a su favor, al que yo tenía en otro concepto, pues tiene en cuenta sólo los derechos humanos de los criminales pero no de sus víctimas, que ya nada pueden reclamar. Qué sabrá ese tribunal de nuestra problemática, de todo lo que hay detrás del terrorismo en nuestro país. Y más con cárceles como las que tenemos, que son modélicas si las comparamos con las de otros países, no sé qué queja pueden tener.

Puedo imaginar lo que sentirá el familiar o amigo de una persona asesinada por ETA que se encontrara por la calle a uno de sus verdugos, haciendo su vida como si tal cosa. Al final nos obligan a tomar la justicia por nuestra mano, a falta de ella. Este tema será motivo de ira segura para Pérez Reverte, que en sus artículos siempre se está lamentando de esta España nuestra que cada vez más va a menos en todos los terrenos. Despotrica e insulta, y aunque pueda parecer desagradable en ocasiones, en realidad tiene mucha razón. A dónde vamos a llegar…


miércoles, 30 de octubre de 2013

Macaulay


Estaba buscando otra cosa y de repente leo: “Macaulay Culkin recuperado”. Precisamente me había venido a la memoria, hace pocos días, no sé por qué. Siempre que lo evoco siento tristeza, incertidumbre y temor. Tristeza por lo que ha sido su vida, incertidumbre porque se empeña en caminar por una cuerda floja, y temor porque no se sabe qué le puede suceder, con los excesos que comete y las malas compañías de las que a veces se rodea.

Ese Pete Doherty, que lleva años comportándose como un adolescente neurasténico, a pesar de que ya tiene sus años, no es el amigo ideal que digamos para alguien con la sensibilidad y los desequilibrios emocionales de Macaulay. La verdad es que circulan todo tipo de barbaridades sobre el actor en Internet, y ya no se sabe qué creer. Las imágenes no son tampoco muy halagüeñas, con el pelo teñido de colores y disfrazado de forma extravagante. Me horrorizan especialmente unas en las que se le ve con un maillot y unas alzas, como un transformista. Todo por llamar la atención, para que no lo olviden. Es como si clamara“¡Eh! ¡Que estoy aquí!”.

Se dice que es drogadicto. Su aspecto tan desmejorado a principios de este año no hacía presagiar nada bueno. Estaba en los huesos y con un gesto extraño, como suele tener en los últimos tiempos, mezcla de orgullo y melancolía, como si no quisiera que nadie le compadeciese y se protegiera de la crítica ajena, pero al mismo tiempo dejando traslucir esa parte de sí mismo que es presa de la desolación porque no encuentra su lugar en el mundo, no consigue estar en paz. Los medios de comunicación se han cebado siempre con él, lo ridiculizan hasta el extremo. Es repugnante.

Cuántos artistas han seguido su camino, y más cuando han sido niños prodigio. Si la niñez no se desarrolla en condiciones normales, el resto de la vida suele ir en picado. Aunque nos deleiten con su precoz talento, no deja de ser una explotación infantil. Se les exprime para sacarles todo su jugo y cuando llegan a adultos y pierden ese encanto y esa ingenuidad propia de los niños, se les desecha como si ya no sirvieran para nada.

Con Macaulay ha sido un proceso especialmente sangrante. Siendo aún menor de edad demandó a sus padres, que durante su divorcio se habían estado repartiendo los despojos de la fortuna de su hijo, sin contar con éste, como buitres que se pelean por la carroña. De los muchos vástagos que tuvo esta pareja, hippy en su juventud, Macaulay fue el que peor parado salió, cuando parecía todo lo contrario, al ser el “elegido” para la gloria, el más guapo y talentoso de todos ellos, la gallina de los huevos de oro. Es desolador cuando todo a tu alrededor se derrumba, cuando tu entorno más cercano resulta ser frío y extraño, y ya no puedes confiar en nadie.

Fue a él y no al resto de sus numerosos hermanos al que no dejaron tener una infancia normal. Uno de ellos también hizo sus pinitos en el cine, pero sin consecuencias. La sombra de Macaulay era muy alargada, y el parecido muy lejano, no resistió la comparación. Realmente es distinto al resto de su familia, no parece que pertenezca a ella. Ningún actor de éxito tiene una existencia normal, da igual cual sea su edad. La fortuna ganada hace que puedas permitirte el lujo y el desenfreno. Conoces a figuras míticas que jamás habría pensado conocer, como Michael Jackson, con el que mantuvo de niño una gran amistad, otro ser sin infancia, y al que defendió ya de adulto cuando pesaron sobre el cantante aquellas terribles acusaciones.

Todo es como un sueño. O como una pesadilla si te dejas atrapar en ese torbellino. Qué pasa cuando no te reciclas, cuando ya no estás de moda y ya nadie te contrata. Pocos son los que superan la barrera de la edad. Y luego está esa fama que tienen los actores de inestables. Si sumamos todo eso, resulta un cocktail explosivo.

En la noticia de un Macaulay Culkin recuperado se ven fotos de él con dos amigos en un estudio de pintura. Se dice que ha reformado su apartamento para convertirlo en un taller con el que desarrollar su nueva faceta artística. Y ha organizado una exposición. Es la 1ª vez que aparece con un rostro sereno, hecho ya un hombre a sus 33 años. Incluso parece que se han reducido sus “morritos”, esos labios rojos y carnosos que fueron siempre su seña de identidad, y tiene ahora un aspecto más corriente, y más saludable.

En su última aparición pública estaba irreconocible, con un look diferente, el pelo largo y la complexión fuerte, imitando a Kurt Cobain, que aparece también en sus cuadros. Puede que ahora se haya obsesionado con él, lo cual no deja de ser inquietante. Aunque no es el único, a mí también me pasó cuando lo descubrí, es un ser magnético. Macaulay es camaleónico, como buen actor, o quizá por esto esté actuando sólamente, interpretando un papel más, poniéndose en la piel de otra persona, y además alguien a quien admiras.

Ojalá que tenga éxito en este nuevo rumbo que ha tomado, y que le dure mucho tiempo, pues es eso lo que necesitaba, una ocupación, una actividad con la que pueda tener el reconocimiento del público como solía tener antes, una ilusión que de sentido a su vida, independientemente del dinero que pueda reportarle, y del que no creo que Macaulay ande escaso. No le hace falta, él busca otra cosa.

Los hay que dejan atrás épocas que consideran quemadas, superadas, se resignan a que haya acabado lo bueno que tuvieron. Otros no, no quieren superar nada porque aquello que tenían es la esencia de su ser, es el verdadero motor de sus vidas, y no quieren o no saben hacer otra cosa. Quitarles eso es aniquilarlos.

Lo de Macaulay ha sido una lenta agonía, un deterioro progresivo y constante de su persona. A mí me conmueve no sólo por lo adorable que fue de niño, sino también porque es horrible contemplar la autodestrucción de cualquier ser humano, y más cuando nos ha dado lo mejor de sí mientras pudo, y porque comprobamos lo cruel que puede llegar a ser el destino. Afortunadamente, hoy comienza una nueva etapa, un nuevo sueño. Le deseamos lo mejor.

martes, 29 de octubre de 2013

Fotos que me gustan (XVII)




Edensor, Inglaterra

Edensor, Inglaterra




Antártida













Islas Banda, Indonesia



Suecia

Catedral de Ntra.Sra.de Las Lajas, Colombia





arte en el hielo de Jim Denevana

lunes, 28 de octubre de 2013

Las cosas de Lorz


Ya he hablado de Lorza girl en más de una ocasión, el blog que sigo desde hace mucho tiempo. Es una fuente constante de humor sarcástico y de agudeza visual, y una inspiración que me mueve a escribir yo también sobre algunos de los temas que trata, en los que alguna vez había pensado pero en los que no había encontrado motivación suficiente para tratarlos aquí hasta que ella los ha puesto en palabras, con su peculiar forma de ver las cosas.

Hace unos días me desternillaba con su post La pelandrusca, en la que hablaba de un error en el que ella estaba acerca de un episodio del pasado de su familia, cuando su abuelo se fue a Francia sin dejar ni una nota, y pensaron todos que le había pasado algo malo. Al cabo de un tiempo mandó una carta a la abuela diciendo que se había asentado en Gerona, que le perdonara y se fuera junto a él.

Lorz había creído siempre que su abuelo se había ido con una “pelandrusca”, curiosa palabra que me parece muy antigua y que me produce hilaridad, cuando en realidad se había jugado la casa a las cartas. Lorz creyendo que se había ido del pueblo por ser un golfo, cuando en realidad lo había sido pero de otra manera. El relato empieza de forma equívoca:

Sicilia, 1957. Una joven de enormes pechos...

No, espera, eso no era.
Es cierto que en todas las familias hay sucesos de los que se prefiere no hablar, hechos lamentables que permanecen silenciados aunque nunca olvidados. Que Lorz hable de ellos con tanta naturalidad y humor es algo que me encanta, y me hace reir.

Unos días después publica La plancha y el planchazo y he vuelto a desternillarme. Resulta que está desbordada con las tareas de la casa, su trabajo y el cuidado de su hija, que es muy pequeña, y ha pensado darle ropa para planchar a una vecina que le han dicho que está en paro. Así el favor es mutuo, ella se desocupa un poco y la vecina obtiene algo de dinero. A las vecinas las llama por motes, según su aspecto, porque no sabe sus nombres.

Cuando llama a su puerta empieza el descojone:

-Hola -le dije-, soy Lorz, del 4º.

-¿La que ha inundado todos los pisos de la otra escalera?

-¡No han sido todos, sólo los pares!

-...
La aludida se muestra muy ofendida cuando se entera de que han dicho que está en paro. Lorz responde con palabras escuetas, casi monosílabos, de lo intimidada que está, y cuando escribe sus respuestas lo hace con letras muy pequeñas. Son recursos que tiene siempre, y que me encantan, para darle realismo y jocosidad a sus historias. Como cambiar de color las letras, según quién esté hablando en sus diálogos. A las palabrotas les pone asteriscos sustituyendo algunas letras para que se entienda lo que dice sin escribirlo por completo. Estoy por copiar sus tics tipográficos, esa manera como sabe ella utilizar todo lo que tiene a mano en la escritura para llevarse al lector a su terreno, lo haría si no fuera porque no tengo una escritura tan espontánea como ella, yo soy más seria. O pone videos frikies que aparentemente no tienen nada que ver con lo que está contando, pero que vienen al pelo y te mondas. Tiene esa habilidad para tocar la fibra sensible, para meter el dedo en el ojo y que no te quedes indiferente.

En fin, que aunque Lorza girl ha visto disminuido mucho el nº de comentarios que le hacían cada vez que publicaba un post, quizá porque el hecho de casarse y tener una hija hace que sea menos interesante las cosas que cuenta, como si hubiera perdido chispa, inmersa en obligaciones que antes no tenía, a mí sin embargo me parece que conserva esa forma de contarlo todo tan peculiar e hilarante, a medio camino entre la ingenuidad y el descaro, una chica joven e inteligente que tiene la suerte de contemplar la cotidianeidad con sentido del humor, haciendo gracioso hasta lo que puede parecer rutina y aburrimiento.


viernes, 25 de octubre de 2013

Emociones tóxicas (VII): el miedo


El miedo funciona como un círculo, porque se alimenta a sí mismo.

Cuando frente a una situación imaginamos exageradamente lo peor, habremos entrado en el circuito del miedo.

Aliméntate de pensamientos sanos, positivos, de esperanza, de alegría. Deshazte de todo mal recuerdo del pasado y decídete a vivir el presente de tal manera que seas capaz de crear buenos recuerdos para el futuro.

Necesitamos aprender a ser felices aunque no tengamos todo lo que pensamos que necesitamos.

Hay miedos tóxicos frente a los cuales solemos reaccionar con algunas de estas conductas:

1) Recordar con todo lujo de detalles.

2) Borrar o bloquear el momento traumático. Un mecanismo psicológico que se llama disociación, por el cual la persona exterioriza la emoción, pero al mismo tiempo la reprime. El terapeuta Walter Riso afirma que la mente es egocéntrica y busca sobrevivir a cualquier coste, incluso si el precio es mantenerse en la más absurda irracionalidad.

3) Elaborar imágenes repetitivas.

4) Experimentar sentimientos de hipervigilancia. Por ejemplo, si te roban empiezas a mirar a todos lados pensando que en cualquier momento puede volver a pasarte.

5) Predecir un futuro oscuro. Cuando este pensamiento está instalado, la persona sufrirá un estado de indefensión, de baja estima y de soledad muy grande, y serán los recuerdos los que ahora gobiernen su mente.

La fobia es una llamada de atención que la persona hace frente a emociones no sanadas, no resueltas, que viene arrastrando desde mucho tiempo atrás. Rasgos predominantes de una persona que padece fobia:

1) Muy autoexigentes.

2) Con un alto nivel de estrés.

3) Excesivamente responsables.

4) Con una gran capacidad de liderazgo.

5) Ansiosas en gran medida.

6) Hiperactivas.

7) Han tenidos padres sobreprotectores.

8) Han recibido el mensaje de que el mundo es peligroso.

Las situaciones dolorosas y traumáticas nos hacen claudicar y abandonar, sin presentar pelea. La cuestión es decidirse a levantarse y abandonar el dolor de esa circunstancia.

El desafío consiste en enfrentarse a los miedos. Llega al fondo de tus emociones. La libertad siempre empieza por una decisión.

Estrategias para romper el círculo del miedo irracional:

- Aprendamos a eliminar los miedos tóxicos y a reemplazarlos por emociones verdaderas.

- Confiemos en nosotros mismos. Evaluar las capacidades de uno mismo y sus circunstancias.

- Reconozcamos que tenemos miedo. No le tengamos miedo al miedo.

Miedo significa que estás avanzando, porque es el compañero de los conquistadores. El miedo indica que estás haciendo algo nuevo, que estás saliendo de tu comodidad. Cada desafío nos introducirá en aquellos lugares que nunca hemos pisado, nos hará hablar y hacer lo que nunca hemos dicho o hecho. Avanzar no significa no tener miedo, sino ir hacia lo nuevo a pesar de los temores que podamos sentir y saber que con o sin miedo seguiremos adelante. Para vencer el miedo el primer paso es aprender a reconocerlo, expresarlo en palabras y hablar de todo aquello que nos despierta temor.

- Aprendamos a mirar al miedo a los ojos. Cuando miras a tu miedo a la cara, éste empieza a encogerse. Si huyes de ellos, te acompañarán de por vida.

- Generemos pensamientos de acción, de previsión. Es decir, si me sucede lo que estoy pensando que puede pasar, puedo hacer esto.

- Afirmemos nuestra estima. En todos los miedos en el fondo hay un temor a ser abandonado. Recuerda en qué situaciones de tu infancia tuviste por 1ª vez este temor y perdona a quienes te hicieron sentir de ese modo. El amor es el bien más preciado que todos buscamos y el 1º que puede dártelo eres tú mismo. Por amor a ti, abandona ese recuerdo triste.

- Decidamos compartir nuestra vida.


(Del libro de Bernardo Stamateas)

jueves, 24 de octubre de 2013

Un poco de todo (XXVI)


- Qué grata sorpresa me llevé con Elijah Wood, invitado en El Hormiguero. Siempre me había dado un poco de repelús, por su peculiar aspecto, tan menudo, con esos ojos enormes, redondos y tan azules y esa pinta repelente y eternamente infantil que tiene. Un actor que hasta la fecha me parecía que tenía pocos registros, siempre con la misma cara. Pero me equivocaba: cierto que por el personaje que más se le recuerda es por el Frodo de El señor de los anillos, pero nada que ver con la realidad. Elijah es ya un hombre de 32 años que carece de complejos, que es sumamente extrovertido, simpático y cálido, y con una preparación musical que le desconocía, pues toca el piano en la última película (española) que ha presentado, y posee en su casa un raro instrumento que tiene una suave melodía, que imitó perfectamente durante el programa.

Un tipo inteligente y muy cercano, muy vivaz, que aprende muy rápido y que se adapta fácilmente a todo.

- Ahora que a la alcaldesa se le ha ocurrido su penúltima perogrullada, la de reformar la Puerta del Sol, cuando hace poco que ya fue remodelada, mientras se recortan presupuestos de otras cosas muy necesarias en nombre de la crisis (parece que hay liquidez para lo que se quiere), se me ocurre que efectivamente podría mejorarse mucho, aunque supondría por supuesto gastar de nuevo un montón de dinero del que no creo que esté muy sobrado las arcas del Ayuntamiento. Ya en su momento a mí no me gustó cómo quedó.

Le pondría bancos y árboles, como tenía hace décadas. Mi madre dice que ahora parece la Plaza Roja de Moscú, grande, cansada de atravesar, monótona. En verano te achicharras sin una sombra. En invierno te congelas y resulta inhóspita, como un árido desierto en el que no se puede encontrar refugio alguno. No me extraña que las iniciativas “indignadas” prosperen sólo cuando llega el buen tiempo, en un lugar expedito, por lo vacío, para todo tipo de manifestaciones permanentes y acampantes o efímeras y transeúntes.

También le pondría urinarios públicos, como había cuando yo era niña. Aunque hoy en día quizá serían lugares poco recomendables, por más necesarios que resulten, pues la mendicidad, la drogadicción y la delincuencia en general harían de esos sitios sus cubículos. Los recuerdo muy bien: tenían siempre una persona al cargo, una mujer ataviada con uniforme, que te daba papel higiénico a cambio de alguna propinilla, y estaba siempre atenta a cualquier cosa que hiciera falta y a que se mantuviera la limpieza. Son figuras, igual que los guardas de los parques y los serenos (de estos últimos no me acuerdo) que han terminado por desaparecer.

Bandera gay
- Cuánta confusión hay sembrada entre la gente joven en nuestro país. Ayer, que había huelga de estudiantes, pude ver a un grupo de chicos, conocidos de mi hija, a la salida del instituto, cubierto uno de ellos con una bandera republicana, mientras una de las chicas tocaba un tambor que me pareció a los que usaban en la guerra hace siglos para imprimir ritmo a los soldados en la marcha hacia la batalla. Qué sabrán estos chavales de lo que es una república. Están confundidos por cientos de informaciones sesgadas e incompletas. Lo habrán tomado como símbolo de libertad o de revolución. Por cierto, que de lejos me pareció una bandera gay, por lo multicolor.

Bandera republicana
Una huelga esta, en fin, en la que me parece que abundan más los elementos subversivos, de los que van a cualquier manifestación para armar bronca, que verdaderos estudiantes. Ayer estaban en la Puerta del Sol, precisamente, unos cuantos tipejos de esos que nada tienen que ver con el tema, dando saltos y cantando a voz en cuello como hacen los hinchas de fútbol, con el mismo tono. Hay mucha gentuza ociosa, una vergüenza por la imagen que damos al turismo, y un incordio para los que aquí vivimos, que vemos cortadas cada dos por tres las líneas de autobús por culpa de ociosos aburridos y marginales.

miércoles, 23 de octubre de 2013

El comportamiento de las olas


El accidentado final que tuvo el viaje de Kon Tiki, sobre el que hablé un par de posts antes, me movió a buscar información acerca del comportamiento de las olas, sobre el que existen muchas creencias infundadas. La información más interesante la encontré en una revista digital, Yorokobu, en la que uno de sus articulistas, Daniel Civantos, escribió un artículo muy ameno y bastante didáctico, con un lenguaje muy sencillo, que explica muchas cosas que desconocíamos y que paso a reproducir. Esta revista se nutre con aportaciones de los cibernautas.

Aunque la mayoría de las olas tienen un origen caótico, una vez que se forman tienden a establecerse en grupos de viaje. Las olas agitadas, irregulares, que se generan en las regiones de tormenta del océano y que viajan en la misma dirección llegan a un tipo de compromiso sobre la marcha, juntándose y envolviéndose con su espuma unas a otras hasta que se organizan en paquetes más o menos estables y predecibles.

Resulta que, cuanto más de estos grupos de ondas viajan desde su fuente, es más probable que se caiga en una secuencia relativamente predecible, por lo general con una longitud de onda definida (o la distancia entre dos crestas consecutivas).

Por eso lo más probable es que ese oleaje largo y laminado codiciado por los surfistas que llega a la costa haya nacido en una tormenta de mar lejana, en un titipuchal de olas de longitudes de onda corta que se produjeron en el centro de la tempestad.

Pero, como dependen del viento, algunas series pueden llegar cada 15 minutos con sólo una o dos olas, y otras series llegan cada 5 minutos con 10 olas en cada una. Por supuesto, siempre teniendo en cuenta otros aspectos, como pueden ser la barometría o el fondo del mar en la costa.

Y entonces, ¿por qué la cultura popular dice que llegan en series de siete? Al limitar el enfoque sobre los trenes de olas inusualmente coherentes los seres humanos tendemos a simplificar las cosas y a sacar medias.

Según afirma Fabrice Verón, uno de los mayores expertos en la física de las olas, el director del departamento de ingeniería oceánica de la Universidad de Delaware (EEUU), las olas que se pueden observar en un día de buen tiempo en la playa suelen llegar en promedio en grupos de 12 a 16 olas.

En estas series, como tantas veces ocurre en la física de grupos, la ola más alta tiende a situarse en el centro del grupo o punto de máxima amplitud, para luego volver a disminuir y empezar la serie de nuevo. La primera ola del grupo es muy pequeña, la siguiente es más grande y así sucesivamente hasta que se llega a la más grande en el centro de la serie. Entonces, si hay 14 olas de media en una serie, la séptima ola es la más grande.

A continuación, se hacen más pequeñas de nuevo, como en una especie de descanso. Ahí radicaría la posible base para el dicho popular sobre que las olas vienen en series de 7, al discriminar las olas que van disminuyendo y sólo fijarnos en las que van creciendo.
El comportamiento de las olas, como el del resto de fenómenos naturales, es predecible sólo hasta un cierto punto. Intentamos elaborar teorías que los expliquen, en un intento de dominar aquello que nos sobrepasa, pero es en vano. De momento seguiremos a merced de esas fuerzas descomunales, y lo único que podemos hacer es prepararnos para soportar su virulencia y continuar investigando con el fin de idear la tecnología necesaria que un día nos permita afrontarlos sin sufrir daño.

martes, 22 de octubre de 2013

Exploradores que emularon a los antepasados


Ha habido quienes han diseñado y construido naves como las de los antepasados y han viajado con ellas sólo para comprender mejor cómo vivían. De Thor Heyerdahl y su expedición del Kon Tiki hablé en el post anterior, aunque además habría que mencionar su expedición de Aku Aku, con la que se propuso desentrañar los misterios de las figuras de la isla de Pascua, elaborando una teoría según la cual en su construcción no sólo intervinieron los nativos polinesios sino una cultura más desarrollada que se estableció allí procedente de Perú. También afirmaba que algunas de las plantas que crecían en la zona provenían de Sudamérica.

Pero también hay otros intrépidos aventureros, como Tim Severin y Jonathan Raban, que hicieron su contribución al conocimiento de la forma de vida de las gentes de siglos pasados.

Tim Severin es un explorador, historiador y escritor inglés conocido por relatar los legendarios viajes de figuras históricas, lo que le ha hecho merecedor de varios premios. Como relata Javier Reverte "saltó a la fama cuando, en 1980, realizó con una embarcación fabricada de pieles de buey la travesía de Irlanda a Norteamérica, siguiendo las trazas de un mítico viaje de las leyendas gaélicas, el viaje de San Brendan". Desde ese momento y hasta el día de hoy ha emulado con éxito el itinerario de los viajes por mar de los grandes aventureros, que luego describió en libros como El viaje de Jason: en busca del Vellocino de Oro, Tras la pista de Marco Polo, El viaje de Ulises, En busca de Moby Dick, o Buscando a Robinson Crusoe, entre otros. Asimismo es autor de una serie de novelas históricas sobre vikingos y piratas. "Arqueólogo de espumas" ha sido llamado en alguna ocasión.

Los viajes épicos de Simbad El Marino, personaje mítico de Las mil y una noches, pudieron haber tenido lugar, pues Severin ha navegado a través de una de aquellas rutas comerciales de la porcelana, las sedas y las especias, a lo largo de 10.000 kilómetros, en una réplica de las embarcaciones utilizadas por los marineros de aquellos tiempos. En su construcción se emplearon los mismos materiales y las mismas técnicas que en el tiempo de los antiguos capitanes navales de Omán. Se trataba de un velero mercante árabe del siglo VIII hecho con tablas de madera unidas con cuerda fabricada a mano, a partir de corteza de coco, y pintado con aceite de pescado y azúcar. Para la navegación no se utilizaron ni motores ni los modernos instrumentos que se llevan a bordo. La tripulación incluía a ocho marineros omaníes.

Según he podido leer "el viaje de este último sitio a Sumatra y de ahí a Cantón tuvo las mismas dificultades que en el siglo VIII. De la calma de un mes sin viento con temperaturas ecuatoriales despiadadas y escasez de comida y agua, se pasó a un violento tifón que destrozó las velas".

Por su parte, Jonathan Raban es un escritor inglés muy galardonado, que mezcla en sus novelas las peripecias reales con sus propias impresiones y experiencias vitales, usando un lenguaje ingenioso, divertido, a veces implacable, y siendo capaz de conectar al momento con cualquier ser humano que se cruce en su camino. Así en su libro El mar y sus significados: viaje a Juneau, Jonathan Raban partió solo, en su barco, desde su hogar en Seattle hasta el Panhandle de Alaska. Según he leído, “quería resolver los enigmas del mar adentrándose en el arte y la mitología de los indios norteamericanos y leyendo los diarios de los que, como el capitán Vancouver en 1792, atravesó el estrecho Pasaje Interior. Una travesía por unas aguas más peligrosas de lo que había previsto”.

Son unos cuantos los que quisieron emular a los antepasados y vivir las mismas dificultades que ellos encontraron en sus viajes por mar, en unos tiempos en los que la vida era más sencilla y no había tantos adelantos. El relato de sus experiencias continúa sorprendiéndonos hoy en día, y aún surgen aventureros que, en otros ámbitos de la Naturaleza, conquistan lo que parecía inalcanzable y nos hacen experimentar con ellos sensaciones que sin la televisión y las nuevas tecnologías nunca podrían habérsenos hecho tan reales.

 
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