miércoles, 16 de octubre de 2013

Emociones tóxicas (VI): la envidia


Quien cede el paso ensancha el camino.

La envidia es algo muy destructivo. La persona envidiosa vive amargada porque no tolera que al otro le vaya bien. Nunca logran nada, porque usan el poder de las palabras para intentar destruir lo que envidian.

Stamateas hace una curiosa clasificación de los tipos de envidia que existen, o como él llama los tipos de lengua afilada:

1) El sádico-sarcástico. Te tira una bomba tranquilo, con una sonrisa, porque te tiene que humillar, aniquilar con las palabras.

2) El bala directa. Son las personas que te apuntan y disparan la bala en medio de los ojos, te quieren hacer sentir mal, culpable, para que, por lo menos, no disfrutes con lo que tienes.

3) El taladro quejica, la ametralladora. Te sueltan una palabra negativa detrás de otra.

4) El monótono dulce asesino. Es el que te descuartiza despacito: “Mira, quiero decirte algo que me ha molestado mucho”. Te va descuartizando, te habla lentamente.

5) El entrometido. Vive husmeando y metiéndose en la vida de todo el mundo. El entrometido oculta cosas y no quiere hablar de sí mismo.

6) El “yo no”. Cuando una persona te dice “yo no”, es porque quiere decir “yo sí”. Por ejemplo, “yo no me quiero meter, pero te digo algo”.

7) El “yo-yo”. Es el ególatra, el narcisista, el seductor. Necesita seducir para usar al otro, sacarle lo que necesita y descartarlo. Son mentirosos.

8) El silenciador. Es la persona que no está contigo ni contra ti. Te está observando y espera que te pase algo malo y, cuando te pase algo malo, te dirá: “¿Ves?, te lo dije”. No te dice nada cuando estás bien, pero está esperando que te pase algo malo. Hay gente pendiente de ti, no está ni a tu favor ni en tu contra, pero está esperando que te pase algo malo.

Estrategias para dejar atrás la envidia:

- Tendré fe en mí mismo. Es respetarnos, es saber que somos valiosos.

- Tengo que aprender a no meterme en la vida de nadie.

- Voy a descubrir y explotar mi singularidad. Tú no tienes que ser diferente de los demás, sino que tienes que ser único, porque tienes que ser quien eres tú. Ni mejor ni peor que tus padres, distinto. Cuando una persona quiere ser distinta de otra, se está comparando, pero cuando dice. “No quiero ser diferente, quiero ser quien soy”, esa en su singularidad.

- No hablaré mal de mi competencia.

- Expandiré mi arsenal de recursos. Tienes que ampliar tus propios recursos.

- Diseñaré mi propia estrategia.

El envidioso se obceca con alguien, por eso critica y deposita toda su energía en el odio en lugar de construir su propia vida.

Busca los consejos de la gente sabia y la sabiduría vendrá a ti.


(Del libro de Bernardo Stamateas)

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