viernes, 4 de octubre de 2013

La mayoría de edad de Miguel Ángel


Cumplía ayer su mayoría de edad mi hijo, Miguel Ángel. Cuántas posibilidades se abren ahora ante él, el acceso al mundo adulto, el fin de la adolescencia. Él, que sabe todo lo que hay que saber de la vida,en el fondo sigue siendo muy inocente. “Ya te podrás comprar tu tabaco”, le dije, bromeando. Esa, por supuesto, es la menor de sus nuevas expectativas al llegar a los 18 años.

Y la verdad es que a ratos parecía desaminado. Se compara con sus compañeros del colegio, que pudieron seguir con sus estudios en el instituto y que, pese al paso del tiempo, continúan teniendo una gran amistad. Los ve en Twitter siempre juntos, en fiestas, incluso en la playa, pasando sus vacaciones. Él, por sus circunstancias, nunca estuvo integrado con ellos, aunque los quiere. Su problema era no haber podido demostrarles su afecto. Y, claro, cuando tienes dificultad para empatizar con los demás, la gente no llega a simpatizar contigo ni te llega a conocer.

Es una lástima, porque Miguel Ángel es un chico muy dulce y bueno. Ayer no le apetecía hacer nada especial para celebrar su cumpleaños, pero no del todo en el fondo. De hecho, no me costó mucho convencerle para que fuéramos a un restaurante con su hermana a comer. Hacía tiempo que no nos dejábamos caer por allí, es un lugar al que solíamos acudir cada vez que había un motivo de convite en la familia.

Luego, por la tarde, tuvo su tarta y algo de merienda. Parecía a gusto, aunque pesa estos días sobre él el hecho de que su único amigo le haya dejado de llamar y de atender sus llamadas. Ya se lo dije, Lucas no es que sea malo pero es un poco “especial”, si se le cruza un cable o algo le cae mal, apaga y vámonos, es impredecible, hay que ir con mucho tiento con él. Es muy intransigente, si considera que una palabra, un gesto o una acción han sido inapropiados, no hay quien le convenza de lo contrario.

Pero también es culpa de Miguel Ángel, porque hay que saber cuidar a los que quieres. Él le dijo hace poco por teléfono que no quería quedar con él por su barrio si no era para ir a cenar a su casa y pasar la noche, algo que ha hecho muchas veces, pero porque le han invitado, no puedes invitarte a ti mismo ni imponer tu capricho como si fuera obligación del otro. “Si no me quedo en tu casa, tío, no voy contigo, porque con lo lejos que vives y para 3 horas que vamos a pasar no me merece la pena”. Luego se sorprende de que le abandonen.

Algo parecido le pasó con su anterior amigo, por su excesiva sinceridad. Un buen chaval, pero él y su grupo eran muy aficionados a porros, pastillas y alcohol. Miguel Ángel le quería hacer ver que aquello era malo y no le conducía a nada, pero suele molestar bastante que te digan cómo te tienes qué comportar o qué hacer con tu vida, aunque sea porque alguien se preocupe por ti. Al final te das cuenta de que no tienes gran cosa en común con esas personas, aunque en realidad están pasando el rato como el 90% de la gente joven hoy en día. Mis hijos no deben estar en la onda, porque a mi hija Ana le ha pasado lo mismo, ha dejado de salir con algunos de sus amigos de siempre por ese motivo.

Con la chica con la que salía, Miguel Ángel no se comportó mucho mejor. Cuando vio que tenían cada vez menos en común y comenzó a aburrirse, en lugar de hablarlo con ella y poner las cosas en claro, se encerró en sí mismo y se dedicó a ignorarla cada vez que venía a casa, se ponía a jugar con los videojuegos y pasaba de ella, y claro, terminaba rebotada. Lo que contradice el hecho de que luego sienta que le parten el corazón cuando una relación se termina. Si realmente quieres a alguien darás lo mejor de tí para conservar a esa persona.

Cuando le recordaba todas estas circunstancias, se lo decía de tal manera que le hacía reir. Es cómico verte a ti mismo a través de los ojos guasones de otra persona, contemplas tus propias acciones desde otra perspectiva. Pero él sabe que tengo razón. Lo que no sé es si hará algo por mejorar esa actitud suya tan particular.

“¿Tú qué piensas de mí?”, fue la curiosa pregunta que me hizo ayer a última hora. Se lo dije: “ Tú eres noble, bueno, dulce, muy inteligente, generoso de corazón, sentimental, capaz de sentimientos muy profundos, pero no eres capaz de valorarte. Tu autoestima está siempre baja, y si tú no te quieres difícilmente te van a querer los demás”. Está preocupado porque no ve posibilidad de hacer nuevas amistades en el centro de adultos al que ahora va para terminar la ESO. “No juzgues sólo por las apariencias”, le dije. “Aunque las personas tengan un aspecto que no te guste mucho, hasta que no hables con ellas no hagas juicios de valor. Eres capaz de relacionarte fácilmente cuando adquieres un poco de confianza. Habla con todo el mundo, y luego quédate con los que sean más afines a ti”. Ese es su principal problema, la fobia social. “Cuanto más tiempo pases sin relacionarte con los demás, más difícil será superarla”, le comenté. Él se da cuenta de todo ello, aún antes de que se lo haga notar, y es algo que le hace sufirir. “No te limites a mirar fotografías en el Twentti, charla con la gente. Es una red social, y para eso está, para relacionarse”. Creo que una de las cosas que más le interesa ahora es conocer a otra chica.

Tampoco parece que Miguel Ángel tenga ahora aspiraciones profesionales. Pasó mucho tiempo diciendo que quería ser militar, pero ahora ya no está convencido. Es como si no albergara ya ilusiones, se le ve escéptico, desencantado. Le ha fallado siempre la motivación, si alguna vez la ha tenido no ha sido muy duradera. Todo esto forma parte de su sintomatología: baja autoestima, desmotivación, poca empatía y gran dificultad para relacionarse. Leía ayer por casualidad que esas eran las características de los que han pasado por experiencias traumáticas, que en el caso de Miguel Ángel sabemos los que estamos en su entorno cuáles son. Pero ¿será capaz alguna vez de superarlas?.

Ahora, a sus 18 años, no se plantea siquiera sacarse el carnet de conducir, como hace la mayoría de la gente joven cuando llega a esa fase de su vida. Por no querer, no ha querido ni regalo de cumpleaños. Las cosas que le hacen falta no se pueden comprar con dinero. Pero, en realidad, él tampoco es como el resto de los chicos de su edad. Por qué tenemos que ser todos iguales, comportarnos de manera parecida, como ovejas en un rebaño. Ahora toca hacer esto, ahora toca hacer lo otro. Cuando sea más mayor ya no le atormentará ser diferente, tener criterio propio. Su personalidad estará lo suficientemente formada como para no querer parecerse a nada ni a nadie. Marcar tu propio estilo, eso es lo interesante.

Yo misma soy persona de pocos amigos, y lo que ahora me da un poco igual a la edad de Miguel Ángel, y antes, me hacía sufrir también. Todos somos de esa manera, yo, su padre, nuestras respectivas familias. Sólo su hermana y sus primos son extrovertidos. Cada uno debe seguir su propio impulso, no hay una forma de ser que sea mejor que otra. Cierto que se consiguen más cosas en este mundo siendo sociable, pero bueno, lo importante es sentirse bien con uno mismo. Creo que siendo honesto y teniendo buen corazón la vida te sonríe finalmente, y en ese sentido Miguel Ángel tiene todas las de ganar.

Por cierto, que la foto suya que he puesto más arriba también la puse en mi Facebook y tuvo un montón de "Me gusta" y muchos comentarios. Causó sensación, que si es muy guapo, que cumpla muchos más, que tenga salud, que Dios le bendiga... La gente es muy afectuosa, muy amable, me hizo mucha ilusión. Se lo dije a Miguel Ángel, y él bromeó diciendo que sí, que qué guapo es y lo bien hecho que está. Qué deprisa ha pasado el tiempo, si parece que hace nada que nació.

Mis afirmaciones, de todas formas, suelen ser acogidas con cierto escepticismo, pues al ser su madre mi objetividad está entredicho. "Eres capaz de cualquier cosa que te propongas", le dije ayer, una vez más. Lo somos todos en realidad.

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