jueves, 24 de octubre de 2013

Un poco de todo (XXVI)


- Qué grata sorpresa me llevé con Elijah Wood, invitado en El Hormiguero. Siempre me había dado un poco de repelús, por su peculiar aspecto, tan menudo, con esos ojos enormes, redondos y tan azules y esa pinta repelente y eternamente infantil que tiene. Un actor que hasta la fecha me parecía que tenía pocos registros, siempre con la misma cara. Pero me equivocaba: cierto que por el personaje que más se le recuerda es por el Frodo de El señor de los anillos, pero nada que ver con la realidad. Elijah es ya un hombre de 32 años que carece de complejos, que es sumamente extrovertido, simpático y cálido, y con una preparación musical que le desconocía, pues toca el piano en la última película (española) que ha presentado, y posee en su casa un raro instrumento que tiene una suave melodía, que imitó perfectamente durante el programa.

Un tipo inteligente y muy cercano, muy vivaz, que aprende muy rápido y que se adapta fácilmente a todo.

- Ahora que a la alcaldesa se le ha ocurrido su penúltima perogrullada, la de reformar la Puerta del Sol, cuando hace poco que ya fue remodelada, mientras se recortan presupuestos de otras cosas muy necesarias en nombre de la crisis (parece que hay liquidez para lo que se quiere), se me ocurre que efectivamente podría mejorarse mucho, aunque supondría por supuesto gastar de nuevo un montón de dinero del que no creo que esté muy sobrado las arcas del Ayuntamiento. Ya en su momento a mí no me gustó cómo quedó.

Le pondría bancos y árboles, como tenía hace décadas. Mi madre dice que ahora parece la Plaza Roja de Moscú, grande, cansada de atravesar, monótona. En verano te achicharras sin una sombra. En invierno te congelas y resulta inhóspita, como un árido desierto en el que no se puede encontrar refugio alguno. No me extraña que las iniciativas “indignadas” prosperen sólo cuando llega el buen tiempo, en un lugar expedito, por lo vacío, para todo tipo de manifestaciones permanentes y acampantes o efímeras y transeúntes.

También le pondría urinarios públicos, como había cuando yo era niña. Aunque hoy en día quizá serían lugares poco recomendables, por más necesarios que resulten, pues la mendicidad, la drogadicción y la delincuencia en general harían de esos sitios sus cubículos. Los recuerdo muy bien: tenían siempre una persona al cargo, una mujer ataviada con uniforme, que te daba papel higiénico a cambio de alguna propinilla, y estaba siempre atenta a cualquier cosa que hiciera falta y a que se mantuviera la limpieza. Son figuras, igual que los guardas de los parques y los serenos (de estos últimos no me acuerdo) que han terminado por desaparecer.

Bandera gay
- Cuánta confusión hay sembrada entre la gente joven en nuestro país. Ayer, que había huelga de estudiantes, pude ver a un grupo de chicos, conocidos de mi hija, a la salida del instituto, cubierto uno de ellos con una bandera republicana, mientras una de las chicas tocaba un tambor que me pareció a los que usaban en la guerra hace siglos para imprimir ritmo a los soldados en la marcha hacia la batalla. Qué sabrán estos chavales de lo que es una república. Están confundidos por cientos de informaciones sesgadas e incompletas. Lo habrán tomado como símbolo de libertad o de revolución. Por cierto, que de lejos me pareció una bandera gay, por lo multicolor.

Bandera republicana
Una huelga esta, en fin, en la que me parece que abundan más los elementos subversivos, de los que van a cualquier manifestación para armar bronca, que verdaderos estudiantes. Ayer estaban en la Puerta del Sol, precisamente, unos cuantos tipejos de esos que nada tienen que ver con el tema, dando saltos y cantando a voz en cuello como hacen los hinchas de fútbol, con el mismo tono. Hay mucha gentuza ociosa, una vergüenza por la imagen que damos al turismo, y un incordio para los que aquí vivimos, que vemos cortadas cada dos por tres las líneas de autobús por culpa de ociosos aburridos y marginales.

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