lunes, 30 de diciembre de 2013

Un mundo pequeño. Albert Casals


No creo que exista una persona más libre que Albert Casals. Todo lo que pasa por su cabeza lo lleva a la práctica, sin plantearse las dificultades que pueda entrañar. Si algo le resulta especialmente complicado, entonces desiste, simplemente. Para él lo imposible es llevar una existencia como la de la mayoría de la gente, haciendo todos los días lo mismo, no lo podría soportar. No comprende cómo se puede vivir así.

En Un mundo pequeño, largometraje dirigido por Marcel Barrena que, según he leído en Internet, “mezcla el autofilmado con un estilo visual próximo al documental”, Albert cuenta sus experiencias a lo largo de un viaje que le llevó desde su Barcelona natal hasta un faro perdido en los confines de Nueva Zelanda. En compañía de Anna, su novia desde hace un tiempo, recorre el mundo en busca de nuevas experiencias.

Durante la cinta se intercalan las peripecias de los viajeros con opiniones que sobre ellos tienen sus familiares y amigos, así como con películas caseras en las que se ve a Albert cuando era pequeño. Era muy rubio y tenía un gesto testarudo, caminando con normalidad. Luego cuando enferma de leucemia, con 5 años, que fue cuando murió su madre. También jugando con un hermano menor, o saliendo de casa con muletas para ir al colegio. Su padre dice que las abandonó pronto, porque no podía llevar los libros o correr al mismo ritmo que los demás chicos.

El médico que le operó habla de Albert con un afecto enorme. Recuerda lo duro que fue todo para él y los suyos, y su afán de superación cuando supo que ya no podría utilizar sus piernas. “Albert hace cosas que mucha gente no sería capaz de hacer ni con silla ni sin ella”, afirma categórico. En ciertos momentos a duras penas puede contener las lágrimas. Él ha sido más que un paciente, le conmueve y le admira profundamente.

Su padre, un hombre muy vivaz, rehízo su vida con otra mujer tras quedarse viudo. Se le ve en las películas caseras cogiendo a su hijo en brazos en la orilla del mar, con los pies metidos en el agua, señalando algún punto perdido en el horizonte. Fue un padre paciente y abnegado, que sonreía cada vez que estaba con Albert para no entristecerle, el dolor lo dejaba para cuando no le veía. Albert lo recuerda siempre animado, no tuvo sensación de trauma ni duelos en su infancia, sólo veía el lado positivo de las cosas y que había que seguir adelante, algo que le transmitió a él.

Los padres de Anna, su novia, son también muy libres. Dicen que nunca se les ocurrió prohibir a su hija esa relación ni ninguna otra cosa que quisiera hacer, porque aunque es joven ya tiene edad para decidir por sí misma. “A los hijos no se los puede retener, no puedes atarlos porque no son tuyos”. Estoy aboslutamente de acuerdo con ellos. Parecen contentos porque su hija está contenta, y eso es lo único que importa.

Las amigas de Anna son de otro parecer. Dicen que nunca harían lo que ella ha hecho, jamás estarían con un chico minusválido, y que no comprenden cómo ella sí. Una cuenta que, sin embargo, al verlos juntos, él tirándose desde la silla al césped donde estaba Anna y jugar como niños, tan felices, cree que realmente es posible.

Albert no se comporta como un minusválido convencional. Para él la silla de ruedas no tiene nada de particular, “es como llevar gafas o ropa distinta”. No ve el impedimento, lo que le hace diferente a los demás, porque si él es distinto lo es por otras razones, por su forma de ser, por su personalidad. Lo que demuestra que los obstáculos están la mayoría de las veces en nuestra mente.

Y especial es porque allá donde va la gente le ofrece lo que tiene. Viaja sin apenas dinero, pero su simpatía, calidez y candidez, además del dominio del inglés, por qué no, le hacen granjearse la amistad de seres de todas las razas, edades y sexos. Dice que las personas con traje y corbata son de las que menos puedes esperar, y en cambio de las personas más llanas y sencillas lo puedes esperar todo, aunque apenas te conozcan.

Igual pasan la noche en una modesta pensión, como en un cuarto de servicio de una estación de tren que les permiten utilizar, al raso si hace buen tiempo, o en un hotel estupendo porque se ha ganado la simpatía de otras personas que viajan por negocios y les han dado una de las habitaciones que habían reservado.

En la Muralla China Albert sube sentándose uno a uno en los peldaños y ascendiendo, pero para bajar ahorra tiempo y esfuerzos tirándose escaleras abajo de una forma en la que se supone que no se hace daño. Desde la cintura hasta los pies su cuerpo parece el de un muñeco de trapo y puede que no tenga mucha sensibilidad. Anna, que lo graba con la cámara, le grita espantada que no haga eso, y le medio regaña, pero él no hace mucho caso.

En otro momento del recorrido Albert se da un baño en un lago y se sienta en la hierba para tomar el sol. El aire parece muy limpio y hay una quietud en el aire como en pocos sitios puedes encontrar. Eso es disfrutar de la vida, sin más complicaciones.

Algún tiempo después Anna se siente enferma y no puede salir de la habitación de una de las pensiones en la que han recalado. Él se va a dar una vuelta por la ciudad porque se aburre, aunque sea de noche. Anna, a solas, le dice a la cámara que no se siente capaz de continuar el viaje, que desde hace un mes se encuentra mal, y llora al pensar que no está a la altura, pues Albert lleva muchos años recorriendo el mundo y está más entrenado.

Mientras ella regresa a su casa con la intención de reincorporarse en cuanto esté bien, Albert continúa su periplo en solitario, como ha hecho durante tanto tiempo antes de conocerla. Con un gran mapa en la mano, no hay frontera que se le resista. Se acuerda de su chica por algunos comentarios que hace mientras graba, pero sin sentimentalismos vanos. La tristeza o la nostalgia no tienen cabida en su corazón, son sentimientos inútiles que no llevan a ninguna parte, y que impiden gozar de la vida con plenitud.

Albert cuenta que ha viajado en barco más de una vez usando el recurso de la pena que produce en los demás un minusválido: hace como que se ha caído de la silla y con el revuelo de varias personas acudiendo a la vez para ayudarlo, se olvidan de pedir billetes y como si tal cosa. Es como si se riera de la actitud ajena ante su situación y además sacara partido de ella. En Albert no hay prejuicios, traumas ni complejos.

La Nochebuena la pasa en un tren. Está en un vagón con literas con otras personas. Les enfoca con su cámara y le saludan sonrientes. En Nochevieja se encuentra en casa de un tipo con pinta extraña, que le ha acogido. Creo que está en Praga. El piso es modesto, y Albert toma con su cámara los fuegos artificiales que se ven a lo lejos, mientras se refleja en los cristales de las ventanas la imagen de su anfitrión, con la cabeza rapada y el torso desnudo, mirando sonriente lo mismo que él.

Parece que tampoco existe para Albert la necesidad de pasar en familia estas fiestas que para los demás suelen ser de reunión con los seres queridos. Él no necesita seguir tradiciones, ni costumbres, ni normas socialmente aceptadas. Cuando quiere ver a los suyos lo hace, no como una rutina más que venga impuesta por la fecha en la que esté. Y siempre está acompañado, hace amigos allá por donde va, la soledad es un término que tampoco está en su vocabulario, algo que no está interiorizado en él. Como hace las cosas un poco al tuntún uno puede pensar que es porque es simple o atolondrado, pero en realidad es por su enorme espontaneidad, su naturalidad, la pureza de su mente y su corazón, la inocencia intacta. La aventura es improvisación. Se le ve ya grande, veinteañero como es, pero al mismo tiempo parece todavía un niño. Sin embargo, por todo lo que dice se aprecia que tiene muy claras las cosas de su vida.

En un momento dado, cuando Anna ya se ha reincorporado al viaje, Albert se siente enfermo. Tiene fiebre y se queda como adormecido. En la escena siguiente su novia se enfoca unos segundos, en ese afán de ambos por grabarlo todo, y dice desesperada que lo lleva corriendo a un hospital. Está muy asustada. Una vez allí, y aún convaleciente en la cama, Anna está hablando con él diciéndole la cara que se le había puesto cuando empezó a sufrir convulsiones y no podía respirar. Por lo visto algo le había producido un cuadro alérgico agudo. Tampoco la salud de Albert es lo fuerte que debería, posiblemente por secuelas de su enfermedad, aunque él parece no darse por enterado. “Eso le puede pasar a cualquiera, sales a la calle y te puede pasar cualquier cosa”, le resta importancia, pero cuando enfoca a Anna ella se ha retirado junto a una pared para llorar. Le dice que no llore, y ella que no la enfoque estando así.

Un viaje, como la vida misma, que es otro viaje, está lleno de alegrías y dificultades. Al final consiguen llegar a donde se habían propuesto, en los confines de Nueva Zelanda, y Albert se pone a hablar en inglés con alguien que encuentra por allí, diciéndole que es español, los sitios que ha recorrido y algunas de las peripecias vividas. Su interlocutor parece muy sorprendido y admirado, mirando su silla de ruedas, le parecerá increíble.

Como dice el director del largometraje, “el mundo está pasando una década gris y triste, pero el color de las cosas puede ser un estado mental”. Eso es lo que aprendemos de Albert y su mundo pequeño, porque cuando él lo recorre, con tanta facilidad, no nos parece ya tan grande como creíamos que era.

viernes, 27 de diciembre de 2013

De animales y plantas


Me enseñaba mi hijo hace poco en el portátil la foto de un Carlino con el pelo reluciente negro azabache, aún una cría en manos de su dueño. Está empeñado en que si alguna vez compramos un perro que sea uno así. Los gustos vienen impuestos por las modas, y en una época donde lo feo y lo extravagante se lleva tanto no es extraño que guste esta raza de ojos saltones y estrábicos, morro baboso y aplastado y cuerpo chato. Mi hija prefiere los labradores, que son realmente bonitos, aunque por el tamaño que alcanzan no son los más adecuados para tener en un piso.

Hasta hace poco se llevaba el pastor alemán y el yorkshire terrier, que al andar parecían pequeños felpudos limpiando el suelo, animales que caben incluso en un bolsillo, muy coquetos. De niña recuerdo que proliferaba el sheltie, que era la raza de Lassie, espectacular.

Miguel Ángel afirma categórico que no es una pena tener un perro en casa, que es una especie que está adaptada al ser humano y que, al contrario, no podría sobrevivir sin él. Como que desde que nacen están ya predestinados. Y no es la 1ª vez que oigo decir algo semejante.

Yo por supuesto me opuse a su idea. Ningún animal nace para ser utilizado por el hombre, lo que pasa es que hay ciertas especies que por sus características han podido ser usadas para fines domésticos. Un animal salvaje, fuerte, capaz de defenderse, no puede estar en el ámbito humano, sometido. Miguel Ángel cree que es porque son inestables, que cambian de humor constantemente, pero yo le dije que eso no era ser inestable sino salvaje, que aunque ahora sea una palabra que se suela utilizar en tono despectivo para referirse a alguien que se comporta sin control, en realidad ha sido siempre una cualidad de los que han nacido y son libres.

A fuerza de verlos entre nosotros nos llegamos a creer que un caballo ha nacido con un jinete encima del lomo, o que un gato o un perro forman parte de la decoración de una casa. Cierto es que si se han acostumbrado a ser cuidados por las personas, si luego se les permite ser libres no saben sobrevivir, pero no sería así si se les hubiera dado la oportunidad de nacer en libertad. Así les pasa a todos los animales nacidos en cautividad, algo que me ha parecido siempre injusto y horrible.

“¿Te gustaría que te pusieran una correa al cuello y te sacaran a la calle para decirte cuándo y dónde tienes que hacer tus necesidades?”, le pregunté a Miguel Ángel, pero él no dio opción a discusión posible, porque no considera comparable la vida de un ser humano con la de un animal. Incluso dijo hace poco que las plantas no sienten, sólo porque carecen de las células nerviosas que poseemos el resto de los seres vivos. Le pregunté que por qué entonces las flores se abren y cierran según la intensidad de la luz solar, o por qué se inclinan hacia una ventana buscando esa luz si las colocas en un sitio que normalmente está oscuro. Las células fotosensibles son también una forma de sensibilidad. Y qué decir de las plantas carnívoras, con esos mecanismos que se activan por contacto y a vertiginosa velocidad.

Les conté a él y a su hermana que yo sería feliz viviendo en una casa rodeada por un jardín. Sería como esas mujeres que, con una cestilla colgando del brazo, cortan flores cada mañana para adornar los rincones. Aunque seguramente renunciaría a este placer porque nadie debe quitar la vida a ningún ser vivo sólo por hacer su gusto, incluso aunque se trate de una planta. Que siga creciendo y formando parte de la Naturaleza, su verdadero ámbito, como es el de los animales, y el nuestro también.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Emociones tóxicas (XII): el llanto


Es preciso saber administrar nuestras lágrimas para que el llanto no se vuelva una respuesta inmediata ante la frustración y de esta manera pase a ser un estado tóxico donde nos volvamos vulnerables y víctimas de todo.

Utilizando el llanto poco a poco hemos ido perdiendo la capacidad resolutiva frente a las circunstancias y nos hemos enredado en la autocompasión.

Muchas personas hipersensibles en sus hogares han recibido un entrenamiento para “vivir sufriendo” a través de las advertencias de sus padres.

Con estas enseñanzas, luego la felicidad se les hace algo imposible.

Las personas que se sienten atadas a algo de lo que no pueden escapar utilizan conductas repetitivas, costumbres y hábitos que les han enseñado para responder a las situaciones difíciles.

Cada emoción es producto de un pensamiento anterior.

Lo importante en la vida no son los acontecimientos, sino los pensamientos que tienes respecto a lo que está pasando.

Según cómo me vea o sienta, será la imagen que llevaré a donde vaya. Tendrás reacciones emocionales diferentes si piensas de manera diferente.

No son los acontecimientos los que determinan mi estado, sino los pensamientos que yo tenga con respecto a esos acontecimientos.

En cada situación que se produce en tu vida no debes responder de la misma manera. Hay situaciones en las que tienes que buscar nuevas respuestas.

Mi futuro será como yo creo que será.

Cuando en medio del dolor comiences a pensar en las cosas positivas de la vida, harás que el dolor empequeñezca y la esperanza se agrande.

Lo que nos repetimos de forma constante, esas frases interiores que formulamos todos los días, es responsable de nuestros estados de ánimo.

Existen 3 clases de llantos inútiles o tóxicos:

1) Las “lágrimas de cocodrilo” o el llanto manipulador. Cuando se aprende a pedir el amor y no se recurre a la manipulación, la persona queda libre del llanto tóxico.

2) Las “lágrimas religiosas que santifican” o el don de llorar.

3) Las “lágrimas por todo” o llorar según dice la cultura. Todos los llantos de la cultura te dicen cuándo deberías llorar, aunque ese llanto no te sirva para nada.

Hay 3 clases de llantos útiles o positivos:

1) Por dolor.

2) Por los cambios trascendentes.

3) Por revelación o iluminación. Está provocado por el descubrimiento de una verdad que uno desconocía.

En mi dificultad aprenderé a priorizar. Porque cuando uno pasa por un momento difícil es entonces cuando te olvidas de todas las tonterías insignificantes y empiezas a priorizar.

En medio de las dificultades realizaré mis mejores conquistas. En medio de la crisis surgirá toda mi sabiduría.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Un poco de todo (XXI)


- Cuánto siento el fallecimiento de Nelson Mandela. Ha sido el nonagenario más sonriente que he visto nunca, y una de las personas con más ganas de vivir. Haber pasado tantísimos años en la cárcel para luego seguir y continuar una 2ª vida, aún mejor que la 1ª, es algo muy poco común.

No creo que fuera la prisión lo que le hizo cambiar, pues la mayoría de las veces el sistema penitenciario no suele rehabilitar al condenado, todo lo contrario. La transformación de Mandela debió ser paulatina, llena de luces y sombras, para terminar convirtiéndose en un luminoso despertar.

Pensé cuando le vi salir de la cárcel que no le quedaría mucho tiempo en este mundo, tan anciano y decrépito me pareció, pero afortunadamente no fue así. Él supo reorganizar los trozos que de su existencia quedaban, dejando a un lado lo que no era bueno, y emprender así un nuevo rumbo que le llevaría a donde nunca hubiera imaginado, o quizá sí. Él ha sido la muestra viviente de que se puede ser feliz a pesar de las tragedias del pasado.

En sus funerales ha reunido a decenas de líderes de todo el mundo, y ha conseguido que podamos ver inmortalizado el momento en que Obama y Raúl Castro se saludan dándose la mano, algo impensable durante décadas. Un éxito más, como señalan los periódicos, de Mandela, póstumo pero igualmente sorprendente y emocionante, como todo lo que hizo. Aunque su pasado y su vida privada, no exentos de polémica, han sido objeto de crítica, lo que realmente importa es su labor social y política, que fue, es extraordinaria.

- Ahora que mamá ya está en casa después de su recaída tras la operación, parece que podemos respirar más tranquilos. Verla en el hospital, y durante tantos días, me produjo una sensación extraña, como si ella no fuera mi madre si no una persona ajena a mí.

Nunca la habíamos visto en esa tesitura. Es como si la enfermedad y la vejez les pasara a otros. Parece que hacernos mayores significa convertirnos en otras personas.

Ella, que toda la vida ha eludido a la profesión médica por su temor cerval a las negligencias, ha visto confirmado aquello que tanto temía, cuando no detallaron en el informe de alta de su operación los efectos secundarios que podía tener, de manera que cuando se produjeron la pillaron por sorpresa y la asustaron.

La dureza de la cama en el hospital, de la que no se podía mover sin ayuda, y la ayuda llegaba tarde por la escasez de personal; lo incomible de las comidas, más que nada porque se las servían sin sal; las molestias de compartir habitación con una persona a la que le llegaron a hacer curas hasta de madrugada, entre lamentos y llantos; la indefensión en suma que sufrimos las personas cuando nos hacemos mayores, constituyen todo ello en sí un cuadro patético y desazonador para los que aún intentamos mirar el futuro con cierto optimismo.

Comer en la cama, que para mi madre ha sido siempre muy incómodo; ser aseada por extraños, con el pudor que ella tiene a mostrar su desnudez; hacer tus necesidades en una cuña y en una habitación llena de gente, sin la privacidad del cuarto de baño; tener que tomar muchos medicamentos cuando siempre los ha evitado; pinchazos constantes para hacer análisis y dos vías abiertas en sus manos, más de lo que le harían en toda una vida, son algunas de las nuevas experiencias por las que mi madre ha tenido que pasar al acabarse este año que por ser 13 podría pensarse que es de mala suerte.

Cierto que le ha llegado tarde, eso que lleva adelantado, pero ahora todo se le junta. Nuestras atenciones y cuidados, especialmente los de mi padre, la están recuperando ya en su casa, rodeada de todo lo que le es familiar. Su movilidad, que se ha ido reduciendo progresivamente en los últimos 5 años, es escasa, y dada su poca fuerza de voluntad y sus miedos, dudo que consiga grandes progresos en lo sucesivo.

Aunque se trate de un buen hospital, con excelentes instalaciones y equipo humano, no deja de ser un lugar, como las residencias de ancianos o las guarderías de los niños, en el que uno pierde un poco su dignidad. No sé por qué se trata a los mayores como si fueran tontos o hubieran perdido la chaveta, se les hace preguntas simplonas o se les habla alto como si la sordera se diera por descontada. Luego está el talante de cada cual, la forma como nos tomemos las cosas, pero el ánimo no es el mismo cuando ya se tiene una cierta edad y no te encuentras bien.

Estas Navidades son un poco atípicas para nosotros este año. Esperamos recuperar la tranquilidad y el sentido que siempre han tenido.

jueves, 19 de diciembre de 2013

La conexión planetaria


Veíamos hace poco las imágenes en televisión del terremoto de Filipinas, y poco tiempo después teníamos noticia también de un pequeño seísmo en Madrid. Es inquietante, una ciudad como la nuestra que se supone que no está en zona sísmica. A la hora de la sobremesa, y en las poblaciones del sur, a las afueras, dos movimientos con 10 minutos de diferencia.

¿Qué pasaría si ocurriera en zonas céntricas de la capital, aquellas en las que se erigen edificios oficiales?. El poder conmovido en sus cimientos. Aquí no estamos preparados como en Japón o San Francisco, en los que las estructuras se diseñan pensando en estas eventualidades. Aunque según las previsiones de los entendidos, son zonas que terminarán colapsando con el pasado del tiempo, la ciudad norteamericana casi seguro. Cómo es posible vivir en un sitio tan amenazado, es como tener una bomba de relojería bajo los pies.

He leído que en España se produce un gran terremoto cada 70 años. En el siglo XIX hubo un par de ellos bastante destructivos, pero la estadística no se ha cumplido después. Cuando los científicos hacen sus previsiones parece que estuvieran esperando un gran cataclismo, una catástrofe que acabe con todo. El ser humano tiene una vena suicida que se complace regodeándose en el propio exterminio, imaginando calamidades sin fin, como prueba el éxito que tiene el cine y la literatura de desastre mundial.

¿Es posible predecir el comportamiento del ecosistema con antelación? ¿Es cierto que los fenómenos naturales de grandes proporciones tienen un comportamiento cíclico? Otros, a menor escala, como las lluvias y los vientos, sí se repiten de manera inexorable con cada estación, los cambios en la temperatura según sea invierno o verano propician siempre los mismos fenómenos.

En nuestro planeta todos estamos conectados. Lo que sucede en una parte del mundo afecta a otra por muy distante que esté. El huracán que siembra la destrucción a gran escala, antes de extinguirse ha propiciado vientos que llegan muy lejos. El maremoto que ha tenido su epicentro a miles de kilómetros de la costa origina olas gigantes que arrasan ciudades distantes. La nube de ceniza de un volcán de Islandia llega a sitios remotos colapsando el tráfico aéreo y las telecomunicaciones. El terremoto de Filipinas al que hacía mención al principio tuvo esas dos pequeñas réplicas en el sur de Madrid antes señaladas.

Hay una conexión planetaria, a todos los niveles, por el aire, por debajo de la tierra… Y eso sólo en lo que a fenómenos naturales se refiere, pues los que tienen su origen en la acción del ser humano se dan por descontado. Hace unos días leía que se está recuperando el hielo del polo Ártico desde el año pasado, noticia tan esperanzadora como la de que se ha reducido un 33% el número de enfermos de SIDA en los últimos 12 años, porcentaje que en el caso de los niños llega a un 52%.

El planeta nos pertenece a todos, y todos somos responsables de su subsistencia.
Cuidemos nuestra casa, tiene que ser nuestro hogar por mucho tiempo.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

El real time de Bill Maher


Haciendo zapping, cómo no, me encontré hace unos días con un programa que suelo pasar por alto por ser un show norteamericano en versión original con subtítulos, algo que me fastidia doblemente, por un lado porque el formato me recuerda al horroroso Saturday night live, tan chabacano y con tan mal gusto siempre, la telebasura de allí, y por otro lado porque hablan muy deprisa y me cuesta seguir la subtitulación, y como lo emiten en horas nocturnas suelo estar cansada y no me apetece tomarme esa molestia.

Sin embargo decidí darle una oportunidad, a ver si me estaba equivocando y, efectivamente, así era. El Real time de Bill Maher es un programa que merece la pena ser visto. No conocía a este presentador, que también es actor, comentarista político y escritor, según he leído, y que goza de gran popularidad desde hace tiempo en su país.

En el episodio que cogí había invitado a un representante del partido republicano, a otro del demócrata, y al director de cine que siempre está hablando de la guerra Oliver Stone, que habló poco y rió mucho. Los políticos, por supuesto, aprovechaban para rebatirse e intentar ponerse en evidencia el uno al otro y ganarse al elector, aunque tuvieron que aguantar las críticas de Maher a la forma como en su país se afrontan ciertas cosas.

A pesar del tono guasón del presentador, escucharon verdades como puños a cerca del eterno afán imperialista norteamericano, entre otras muchas cosas que se comentaron. “¿Pero por qué les invadimos? ¿por qué no les dejamos en paz?”, dijo Maher en referencia a todos aquellos países que han sufrido y sufren la intromisión estadounidense en su territorio y en sus gobiernos. Me quito el sombrero ante esta autocrítica, es un placer oir a un norteamericano hacer un análisis realista y veraz sobre sí mismos, algo inédito para mí hasta ahora.

En otro episodio que vi al día siguiente había invitado a un representante negro de no sé qué iglesia, bajito y de esos que son serios pero tienen mucha guasa, a una comentarista política y escritora muy conocida allí, a un científico renombrado y a nada menos que el famoso y polémico Michael Moore, del que hizo un comentario sarcástico cuando lo presentó, aludiendo a su gordura y su sentido crítico al decir que era una bola demoledora. Todo lo que se dijo fue muy interesante, y muy cómico. Se puede hablar sobre todo de muchas maneras, pero si se hace con inteligencia y sentido del humor suenan mucho mejor y tienen una mayor acogida.

Michael Moore, de quien ya hablé hace tiempo en este blog, es muy ocurrente y hace pensar y reir a partes iguales, pero su manera de enfocar los asuntos es diferente de la de Maher, que casi no le dejaba hablar para que no le restara protagonismo. El presentador tiene su puntito egocéntrico, que se hace perdonar por lo agudo de sus afirmaciones y su forma hilarante de hacernos pasar un buen rato. Sus monólogos, que me recuerdan a los de Buenafuente aquí, aunque éste en comparación resulte un poco provinciano, son un torrente de ideas con las que nos ametralla y pone a prueba nuestra resistencia, pues no puedes parar de carcajearte. Es ingenioso, vivaz y con una mente que funciona a una velocidad vertiginosa.

En este capítulo se hablaba de la sanidad americana, tema sobre el que Michael Moore hizo su propio trabajo satírico en su momento, y de religión. Quedó claro que Maher es radicalmente ateo y anticlerical. Esto ya no me gustó tanto, porque se puede no creer en algo y sin embargo no hacer mofa de ello. Es el peligro de este tipo de programas satíricos, que extienden la crítica y la burla a todos los ámbitos sin respeto alguno, y hay que saber hasta dónde se puede llegar según de lo que se esté tratando.

Es, sin embargo, un espacio que no se debe uno perder si se quiere tener un punto de vista diferente sobre la actualidad, y con el incentivo de ver cómo se echan la culpa a sí mismos los americanos por una vez en la vida de muchas de las cosas que pasan en el mundo, en lugar de echar balones fuera, que es lo que suelen hacer.

martes, 17 de diciembre de 2013

Fotos que me gustan (XIX)


Palacio Real de Madrid














Salzburgo

Salzburgo

Salzburgo

Salzburgo





Marrakech



Hotel de Crillón, París

Volcán Lengai, Tanzania



lunes, 16 de diciembre de 2013

ElRubius


Nos enseñaba mi hijo a su hermana y a mí hace poco unos videos que hace ElRubius, un frikie más de los muchos que hay en Internet, sólo que éste goza de mucho éxito, con cientos de suscriptores y millones de visitas en Youtube. Y la verdad es que aunque los videos que hace son una frikada, como muchas de las cosas que proliferan en la red, te hace reir mucho.

En uno de ellos nos contaba con dibujos su vida, muy acelerado. Mientras hablaba, iba haciendo muñecos muy ocurrentes en grandes hojas de papel, a cámara rápida, con los que explicaba que nació en Noruega, de madre nativa y padre español. Que siendo pequeño se separaron, que su madre encontró otra pareja, también español (qué fijación), al que él solía llamar “el padrino”, y se vinieron todos a vivir aquí. La madre no encontraba trabajo y su relación tampoco fue bien, por lo que decidió separarse y volver con él a su país.

Le costó adaptarse a ambos ambientes, al de España la 1ª vez que vino, y al de Noruega cuando se marchó de nuevo allí. Se dibuja solo, abatido, sentado y con la cabeza puesta sobre su pupitre, en una clase llena de gente alejada y muchas veces riéndose de él. Sin embargo, en cuanto consiguió adaptarse, que le llevó un tiempo, hizo muchos amigos.

Al regresar a su país de origen, dejó aquí muchos, y su madre le permitía viajar de vez en cuando de vuelta para verlos. Se alojaba en casa de “el padrino”, con el que seguía teniendo buen rollo. Con el tiempo, su madre regresó a España y retomó esa relación.

ElRubius habla con mucha guasa de su época en el instituto en Noruega, poniendo fotos en las que aparece en grupos de amigos, todo el tiempo de fiesta. Dice que allí es costumbre, cuando va a terminar el curso, de pasarse todo el mes de mayo de juerga. Pone cara de colgado, primer plano, para mostrarnos la que se les pone a los noruegos cuando están borrachos.

Hace muchas alusiones a sus partes, dibujándolas con tamaños astronómicos, todo muy de guasa, y a las chicas noruegas, sobre todo durante ese mes de bacanal, en el que afirma que puedes “follar” con quien quieras, guapas o feas, aunque con estas últimas quizá haga falta beber un poco más de la cuenta.

Responde a las preguntas que le dejan en el chat. Tiene 23 años, habla inglés además de noruego y español, aunque se ve que se maneja bien en cualquier idioma, porque mantiene videoconferencias con internautas de todo el mundo, y lo mismo chapurrea alemán, que italiano o lo que haga falta. Hasta hace poco vivía con un amigo, al que conoció en la red con 16 años, que se dedica a lo mismo que él, Mangel, hasta que decidieron vivir cada uno por su cuenta. "Necesito mi espacio", decía en un video en el que nos enseñaba su nueva casa, recién instalado y con todo manga por hombro. Aunque luego se tiraba en el suelo de la cocina haciendo como que lloraba por echar de menos al compañero.

Lo cierto es que para tener 23 años es bastante infantil, sobre todo hablando de las mujeres y el sexo. A todas las chicas que encuentra en el chat le pide que le enseñen las “tetas”, según sus propias palabras, y lo escribe hasta en inglés por si no le entienden. Tan sólo una accedió a su petición, y porque era fan suya. ElRubius tuvo la delicadeza de poner extraños dibujos sobre ellas para que no se vieran cuando lo colgó en la red.

Según se iba conectando la gente, empezaba a reírse del que tuviera en pantalla en ese momento, haciendo comparaciones chistosas, canturreando, poniendo caras raras, muchos aspavientos, se tira al suelo, vuelve a aparecer… Es bastante cómico, aunque su humor se base muchas veces en borderías y alusiones machistas, pero bueno, se rie de todo y de todos, hasta de sí mismo. Sus interlocutores le miraban inexpresivos la mayoría, muchos porque no le entendían, y terminaban desconectando el chat. Al que era oriental le llamaba “Oppa gangnam”, parodiando el estribillo de la canción que ha hecho famosa el rapero coreano Psy; a un albano kosovar con aspecto de pocos amigos le decía “te voy a tratar bien porque si no me puedes matar”; a unos chicos sudamericanos que estaban en su habitación de madrugada les pidió que gritaran para despertar a sus padres, cosa que consiguió, pues apareció el padre en horrorosa ropa interior en el quicio de la puerta regañándoles; a dos chicos de su edad les dijo que parecían gays, y lo desmintieron sin enfadarse; a otro le pegó un chillido de loco porque estaba dormido en su cama, se medio despertó, se hurgó un poco en la nariz, le miró sin verle y se volvió a dormir sin hacerle caso.

La mayoría miraba el monitor con cara de tristeza y aburrimiento absoluto, gente de todas las nacionalidades. Internet aisla y cansa, porque el contacto humano o una buena lectura no pueden ser nunca sustituidos por una realidad virtual. Tan sólo un par de niños, uno de ellos un chino muy gordito, rieron con ganas con las tonterías de ElRubius. Él se desternilla todo el tiempo, se lo pasa muy bien consigo mismo.

Los videos están llenos de sonidos de todas clases, imágenes y frases sobreimpresas y fugaces, y todo tipo de gags. Se disfraza con accesorios hilarantes, se pone extraños peinados o coge a su gato y lo agita cerca de su cabeza para que se ponga furioso y le arañe, y hacer así como que le está atacando una fiera salvaje, pobre bicho. Tiene una vena teatral que explota con estas demostraciones, sin las que seguramente no tendría salida.

Cuando está acompañado de su amigo Mangel es igualmente hilarante, pues empiezan a cantar haciendo distintas voces o imitando instrumentos, cuando no poniendo caras peculiares, los dos a la vez, mirándose con extrañeza, y en la mayoría de las ocasiones ElRubius termina haciendo como que le está dando una paliza a Mangel.

En otro video se ve al noruego en la terraza de su casa, en medio de la que ha colocado una mesita con varios productos: vodka, limpiacristales, mayonesa, tabasco y champú… Él prueba todos ellos, le dan arcadas, escupe, y con la sobreactuación se va creciendo hasta que termina mezclando el tabasco con el limpiacristales y el vodka con el champú, hace como que da de comer a las ranuras de ventilación de una chimenea con una cuchara como si fuera una boca, y se llena él mismo los bordes de los labios con mayonesa como si tuviera espumarajos rabiosos, para acabar tendido en el suelo sacudido por convulsiones muy poco logradas.

En los comentarios que deja la gente muchos le dicen que es todo mentira, que el limpiacristales es una bebida energética de color azul, el vodka es agua, el champú leche condensada, el tabasco tomate, y tan sólo se le concede crédito a la mayonesa. Pero qué más da, se trata de hacernos reir.

En el último video que me enseñó mi hijo aparecía enseñando cómo funciona su recién adquirida Play Station 4, que acaba de salir al mercado. Se veían los monigotes con los que estaba jugando sobreimpresos en la pantalla, un juego de prueba que viene incluido con la máquina, según me dijo Miguel Ángel. Le rodeaban mientras estaba sentado en el sillón de su casa, y hacía como que les increpaba, mientras se incrementaba su número a su alrededor, y daba patadas a los que estaban más cerca como si le molestaran. Hacía como que le atacaban y él terminaba sentado en el suelo agotado. La verdad es que es mejor verlo que contarlo, es muy guasón, me parece que no ha abandonado todavía la edad del pavo, ni parece que la vaya a dejar, se lo pasa bien y además le es lucrativo.

Todos estos videos los hace para promocionar empresas y productos. Como tiene tantas visitas cualquier empresa que se quiera publicitar puede aprovechar este tirón, porque sabe que la van a ver muchos. En uno de los videos aparece con Mangel en el despacho que tienen en el sitio que los ha contratado. Es muy vivo y sabe promocionarse, y también que la buena suerte no siempre va a durar, porque esto es una moda como todo y hay que aprovechar lo que se le presente en cada momento, aunque él ya sabrá arreglárselas, de eso no cabe duda.

Al final, a través de sus trabajos, terminamos conociéndole, vemos que ElRubius es dulce y tierno, y al mismo tiempo picaro y malicioso, una curiosa mezcla bajo la que subyace una gran vulnerabilidad y sensibilidad. Se nota que tiene buen fondo, que es un buen chaval y que todas esas cosas las hace para divertir al personal, sin ganas de ofender a nadie. Se da un aire a Val Kilmer, aunque a mi hijo le recuerda a Jim Carrey por sus histriónicos gestos. Esperamos curiosos sus siguientes videos. Desde luego con él resulta muy difícil aburrirse.

viernes, 13 de diciembre de 2013

La vida en el espacio


Todas aquellas cosas que hacemos cotidianamente resultan harto complicadas cuando hay que realizarlas en el espacio. La vida de un astronauta puede verse complicada incluso en las tareas más sencillas.

A la hora de tomar el desayuno la tripulación repone fuerzas con galletas, cereales y huevos revueltos deshidratados y envasados al vacío, leche desecada y azúcar. Los desayunos están presentados en paquetes con una pajita, y para consumirlos se usa un grifo especial que añade agua proveniente de los transbordadores o del sistema de reciclaje de la estación. Servir el café en una taza resulta casi imposible, ya que el líquido forma gotas que quedan suspendidas. En el espacio las moléculas se mantienen unidas sin que ninguna fuerza pueda romper ese equilibrio.

Un grupo de científicos ha patentado una taza de café para gravedad cero. Tras sus investigaciones concluyeron que en condiciones de microgravedad los líquidos fluyen normalmente cuando circulan por un ángulo muy agudo, debido a la tensión superficial que se origina. Por ello, esa taza posee una esquina pronunciada en uno de sus lados.

La NASA invierte además en un prototipo de impresora 3D capaz de producir diferentes platos. Según la empresa que desarrolla el proyecto, “el sistema de impresión proporcionará comida caliente de manera rápida, con un alto nivel nutricional y sin generar desechos”.El menú de los astronautas incluye más de cien productos en su menú, hamburguesas incluídas.

En lo que a la higiene personal se refiere, la tripulación se asea con un agua enjabonada envasada en una bolsa de plástico duro con un dispensador. El líquido, que no requiere aclarado, flota, y hay que atrapar las partículas acuosas para frotarse con ellas o extenderlas con un pedazo de tela o un peine, si se trata de lavarse el pelo. De este modo, ahorran el 90% del agua que emplearían en La Tierra. Cada astronauta tiene asignados dos litros para su higiene diaria. La humedad y el líquido que quedan en el ambiente son succionados por el sistema de ventilación, que depura el aire y condensa los vapores para así reciclar el agua.

Para cortarse las uñas emplean un cortauñas ordinario, con un velcro y un aspirador que evitan que los pedazos se cuelen en la nariz y los ojos o los de sus compañeros.

El cepillo de dientes se moja con gotas de agua cuidadosamente extraídas de un envase especial.

Para escribir no usan lápices ni portaminas: su grafito produce un polvo que obstruiría los conductos. Además, este material es un gran conductor de la electricidad y muy inflamable, como la madera y la goma. En los 60, Paul C. Fisher diseñó y vendió a la NASA el Space Pen, un bolígrafo capaz de escribir a temperaturas de entre -10 grados y 204 grados centígrados, y en todas direcciones. Hoy cualquiera puede adquirir un Space Pen como los que aún utilizan en la Estación Espacial Internacional (EEI). Se fabrican en titanio y contienen unos cartuchos presurizados con nitrógeno rellenos de una tinta muy viscosa, lo que impide fugas.

El gas se expande poco a poco, ocupando el hueco que deja la tinta al consumirse y obligando a la que queda a ir hacia la punta, lo que asegura que la escritura sea siempre limpia, sin manchas ni borrones, incluso hasta el final de la vida del instrumento, cuya duración, por cierto, triplica la de los diseños convencionales.

Los cosmonautas cuentan con ordenadores portátiles con conexión a Internet y no sólo para trabajar, sino también para escribir e-mails y, desde 2010, tuits. Antes debían enviar sus tuits por correo electrónico a los técnicos de la Tierra para que estos los publicaran, pero hace 3 años les instalaron un software para hacerlo sin intermediarios. La estación dispone de más de 60 portátiles resistentes a la radiación y que no emiten gases nocivos. Incluyen un velcro para fijarlos a las superficies, potentes ventiladores (el aire caliente no asciende en el espacio) y un adaptador para la corriente continua de 28 V del sistema de la EEI.

Para hacer sus necesidades la EEI tiene dos aseos unisex. Para defecar, el astronauta usa un retrete, recubierto de un material suave y cómodo, que sella su trasero a la superficie. Además, debe asegurarse con correas y sujeciones. Un flujo de aire contínuo succiona las heces (sin gravedad no caen) y las introduce en una bolsa microperforada que retiene sólidos, líquidos y bacterias. Su contenido se liofiliza aplicándole vacío, lo que elimina el olor. Los desechos se transportan a la Tierra para analizarlos y eliminarlos.

En el caso de la orina, esta se deposita en un embudo unido a una manguera flexible que la chupa y conduce a una cámara giratoria. Allí, la acción de la fuerza centrífuga lanza el fluído a las paredes de esta estructura que rota a gran velocidad, introduciéndolo por unos orificios conectados con tuberías que mueren en el sistema de reciclaje.

El dispositivo para purificar la orina humana o de los animales de laboratorio es un destilador de vacío que gira sin cesar para crear su propio campo gravitatorio y separar así el agua de las impurezas. El producto se filtra repetidamente y se destruyen los contaminantes orgánicos y los microbios. La unidad depura el 93% de los líquidos y da un agua potabilizada.

Ahora se persigue el diseño de sistemas autosuficientes de reciclaje de aire y agua. Melissa (Micro-Ecological Life Support System Alternative) es un proyecto de la Agencia Espacial Europea y otras instituciones para crear un ecosistema artificial de microorganismos y plantas que regenere el aire y recicle los fluidos mediante los residuos orgánicos y el CO2, producidos por los propios tripulantes.

A la hora de irse a la cama dos cubículos acolchados sirven como dormitorios, con grandes ventanas al exterior. Están adaptados para que quepa una persona con su saco de dormir, que se fija a la pared. El resto de la tripulación duerme donde desee dentro de la cabina, siempre que se aseguren a algún punto. La ingravidez permite a los astronautas descansar en cualquier orientación.

Para conciliar el sueño, deben superar la cinetosis (desorientación y malestar temporales por la falta de gravedad) y su propia ansiedad y emociones, además de ignorar el ruido de los ventiladores y los aparatos de la instalación. Los habitáculos han de airearse bien, ya que el aire no asciende en un ambiente de microgravedad, y los astronautas podrían despertar en una burbuja formada por el dióxido de carbono que ellos mismos exhalan.

Las tuberías del sistema de ventilación de la estación, fabricadas de materiales anticorrosivos y antimicrobianos, como el titanio u el acero, conducen oxígeno y nitrógeno a presión desde los transbordadores hasta los tanques de almacenamiento, y de estos, a la cabina.

Además, otros conductos se encargan de transportar el aire de los habitáculos hasta unas depuradoras de CO2, para devolver al interior una corriente ya oxigenada, lo que garantiza que el gas no se acumule.

El dióxido de carbono se separa mediante un material denominado zeolita, una especie de tamiz químico. En ausencia de gravedad, los fluídos permanecen estáticos, por lo que el sistema incorpora decenas de bombas que aportan la presión necesaria para moverlos. La red de tubos extrae de distintos puntos muestras de aire que se analizan constantemente para mantener niveles adecuados de los distintos componentes.

Para hacerse revisiones médicas se analizan a diario la sangre, el orín y la saliva de los astronautas. Ellos mismos se toman las muestras, pese a que siempre hay al menos dos oficiales médicos.

La tripulación sabe poner inyecciones, suministrar oxígeno o usar un desfibrilador. La estación tiene todo tipo de fármacos y conexión permanente con un equipo médico de la NASA y las agencias espaciales rusa, europea y japonesa. Aunque cumplen 8 días de aislamiento previo al despegue para evitar contagios, la tripulación está muy expuesta a las enfermedades.

En la Tierra, un estornudo propulsa los gérmenes hasta 2 metros; pero sin gravedad, los microbios flotan hasta depositarse en una superficie sin que el sistema de ventilación los elimine. Por razones aún desconocidas, el sistema inmune decae en el espacio y los patógenos se fortalecen, y se ha demostrado que los fármacos pierden eficacia por la microgravedd y la radiación contínua.

En cuanto a hacer ejercicio, allí arriba actividades como correr o caminar no suponen ningún esfuerzo. Los astronautas mantienen el tono muscular corriendo sobre una cinta, y para conseguir la resistencia necesaria se colocan un arnés, parecido a los que llevan los windsurfistas, que se engancha a unas pesas situadas a cada lado de la máquina de ejercicio y que pueden sumar hasta 70 kg. a la masa del corredor, según el peso de este. El objetivo no es otro que simular el efecto de la fuerza de gravedad.

Tras un largo rato de ejercicio, las suelas de las zapatillas pueden alcanzar temperaturas muy elevadas, ya que en el espacio el calor no se propaga. Incluso es posible que huela a goma quemada.

La tripulación de la EEI usa también una especie de bicicleta estática similar a las convencionales y un dispositivo para ejercitar su resistencia: este artilugio se compone de cilindros de vacío que aplican una carga que puede rozar los 300 kg. a una barra o cable con la que se realizan ejercicios de fuerza. Es importante que los astronautas se entrenen una media de 2 horas al día para mantener su salud cardiovascular, su esqueleto, su resistencia y su tono muscular, y combatir la pérdida de densidad ósea y la atrofia muscular que sufre el cuerpo en microgravedad.

En abril de 2007 la astronauta Sunita Williams participó en el maratón de Boston desde la cinta mecánica del orbitador espacial, y 5 años después completó el ejercicio de triatlón en la EEI.

El tema de los viajes espaciales está lleno de curiosidades. Para un astronauta que orbita alrededor de la Tierra, la temperatura puede variar de forma brusca en cuestión de segundos, dependiendo de que se encuentre frente al Sol o protegido por la sombra de nuestro planeta. En este último caso, la temperatura puede llegar hasta -180º C. Ahora bien, si el astronauta se encuentra de cara al astro rey, el calor se hace insoportable, alcanzándose los 122 ºC. En el universo, la temperatura absoluta de la radiación cósmica de fondo es de -266,15 ºC.

O esta foto del astronauta Chris Hadfield, cuyos videos son seguidos con mucho interés en la red, en la que podemos ver que es imposible escurrir una toalla.

(Información tomada del reportaje La vida ahí arriba en el Muy Interesante de octubre de 2013, y otros sitios de Internet)

 
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