jueves, 30 de octubre de 2008

Sectas


Hablar de sectas es adentrarse en un mundo oscuro y siniestro, regido por absurdas y férreas normas impuestas por los que las fundan para asegurarse de que nadie pueda salirse de su organización.
Sus líderes suelen ser personas con inteligencia y carisma suficiente como para atraerse a toda clase de gente, en una comedura de coco constante que deja a sus fieles sin voluntad y sin capacidad de discernimiento ni criterio propio.
Es cierto que aquellos que tengan una personalidad más débil o algún tipo de necesidad son más proclives a caer en las garras de estas extrañas asociaciones.
Son frecuentes los casos de sectas pseudoreligiosas que han mezclado el culto a extrañas divinidades o simplemente iconos, con prácticas de índole sexual. Hay un componente profundamente misógino y fanático en este tipo de clanes, pues la mujer se transforma prácticamente en una esclava del sexo, a merced del líder, que convierte así su obra en una suerte de harén occidental.
Es curioso que los cabecillas de una secta nunca sean mujeres, siempre son hombres, individuos a los que suelen adornar todos los vicios imaginables, la lujuria y la avaricia los primeros.
Cuántos se han enriquecido liderando a estos grupos de infelices a los que, con métodos dignos del mismísimo Freud, se les ha privado de libre albedrío.
Cuántos no se han dejado llevar por una locura colectiva al hacérseles creer que la vida fuera del grupo está amenazada, y que cuando esto suceda el suicidio es la única salida posible. Siempre me han horrorizado las noticias de gente que se quita la vida en masa, tan típicas de sitios como EEUU.
Una vez ví un reportaje de unas chicas, aquí en España, que habían regresado a sus hogares después de haber estado en una secta. Sus mentes no eran capaces de pensar en otra cosa que volver allí, no podían llevar una vida normal porque habían perdido el apetito, el sueño y hasta las ganas de vivir, se encontraban en estado casi catatónico, depresivo. Se demostró además que algunas se habían infringido castigos físicos mientras estuvieron a merced de la secta, algo parecido a lo que hacían los religiosos en conventos y monasterios cuando se flagelaban la espalda, para hacer penitencia. Una aberración.
Hoy en día hay organizaciones que oficialmente no se consideran sectas, pero que tienen todas sus características. Los del Opus Dei, por mucho poder y encumbramiento que puedan tener, son la mayor secta conocida hoy en día. Tuve en el instituto a una compañera que pertenecía a este grupo y que intentó introducirme, como tienen obligación de hacer todos sus integrantes. Me enseñó un par de sitios donde se reunían. Eras casas en edificios antiguos, de las que tienen muchas habitaciones y largos pasillos. En unas se había montado salas de estudio, otras servían para practicar con la guitarra y otras, las más siniestras, tenían bancos parecidos a los de las iglesias donde los acólitos se sentaban con la cabeza baja, iluminados únicamente por la luz de un flexo que un sacerdote tenía sobre su mesa, el cual les echaba unos aburridos e interminables sermones con voz monocorde, instándoles a que confesaran públicamente sus pecados.
Esta compañera no podía llevar pantalones ni ver televisión. Había hecho voto de castidad y la idea que tenía del sexo era tan infantil que daba casi pena. En una conversación que tuvimos sobre este tema me decía lo mismo que el Opus les inculca a todos: sólo se podía practicar sexo en el matrimonio y para traer hijos al mundo con los que extender el pueblo de Dios. Mis afirmaciones la llenaron de dudas e inquietud, y sus débiles convicciones se tambaleaban con facilidad. Siempre me decía que tenía que consultar lo que yo le decía.
Así pasaba que en el cursillo prematrimonial que nos dieron a mi ex marido y a mí los del Opus, lo 1º que hicieron fue separar a hombres y mujeres, algo absurdo si se supone que lo que tienen que hacer es prepararnos para una vida en común, y de este modo nos aleccionaban sin posibilidad de contrastar opiniones con nuestra pareja, con un aluvión de información más propia de la Edad Media que del mundo en el que vivimos. Nos hablaba un sacerdote que tenía un puesto importante dentro de la Iglesia, y decía cosas sobre sexo casi pornográficas. En realidad no sé por qué estos cursillos los tienen que dar sacerdotes, puesto que por sus votos no pueden poner en práctica nada de lo que afirman (sólo el que sea viudo tendrá alguna idea).
Para la ocasión nos trajeron a una adepta, una señora madura con una docena de hijos, muy risueña ella, para ponérnosla como ejemplo a seguir. Nos dijeron que cuando estuviéramos casadas si no teníamos ganas de tener relaciones carnales algún día debíamos aguantarnos, porque formaba parte de los deberes conyugales y estábamos supeditadas además a las necesidades del hombre. Y para facilitar la cuestión la vaselina aplicada en nuestras partes venía como anillo al dedo. Y si estábamos en avanzado estado de gestación y no podíamos hacerlo como siempre, nos tenían que dar por atrás. Si la mujer no se sometía al marido en todos los sentidos estaba socavando los cimientos del matrimonio y, por tanto, cometiendo un grave pecado.
Yo alucinaba en colores. Menos mal que mis creencias son mucho más sencillas y naturales que todo eso y fue lo que me permitió no dejarme confundir.
Hay mucha gente morbosa en este tipo de organizaciones, algo que suelen generar todas esas normas que se alejan de una vida sana y natural.
Pero los que más curiosidad me han despertado siempre son los Testigos de Jehová. Los recuerdo hace algunos años cuando venían en masa a mi barrio y hacían bautismos colectivos en el estadio. Instalaban piscinas donde sumergían a sus adeptos, vestidos para la ocasión con túnicas blancas, a semejanza de lo que hacían los primeros cristianos, cogiéndolos por la nuca como si fueran conejos y metiéndolos bajo el agua lo justo para que no se ahogaran.
Aunque venían a cientos no hacían mucho ruido y eran extremadamente pulcros, al contrario del público que atrae hasta allí los partidos de fútbol o los conciertos. Ellas llevaban pamelas y vestidos largos hasta el tobillo. Ellos traje chaqueta y corbata, y al ser verano se permitían despojarse de la 1ª para quedarse con la camisa de manga corta. Los niños iban como los mayores por pequeños que fuesen. La idea que los fundamentaba era la familia y la convivencia en grandes grupos, y en este sentido su forma de vivir me pareció que era como la de los gitanos, sólo que mejor vestidos y más educados. Iban cargados con neveras portátiles donde llevaban el avituallamiento, y muchos con maletas. Se tiraban un día entero y luego se marchaban como si nadie hubiera pasado por allí.
Recuerdo que en una de esas ocasiones había cogido yo el autobús con mis hijos, que eran muy pequeños, para ir al centro. Era fin de semana, y mientras viajaba con toda aquella multitud tan extravagante, en un momento dado uno de ellos, un señor mayor, me dejó el asiento, viéndome con niños, mientras se ponía a hablar con los que estaban cerca y me hacían partícipe de su conversación con una amabilidad excesiva, exagerada tratándose de alguien a quien no conocían. Aunque me pareció que aquel comportamiento seguía unos patrones de conducta en absoluto naturales, me sentí acompañada y acogida, tan sola como me encontraba siempre con mis hijos a cuestas. Por un instante se me pasó por la cabeza la idea de que quizá no fuera tan malo pertenecer a esa organización, resultaba reconfortante, pero enseguida me dí cuenta del agobio que supondría para mí seguir unas normas estrictas (algo que he aborrecido toda mi vida) y aceptar algunos preceptos que alterarían mis creencias cristianas.
Estas sectas suelen aprovechar la necesidad de las personas para hacerse con sus posesiones y con sus vidas. Así le ocurrió a una tía mía muy mayor que vivía sola, por poco la dejan en la ruina. Son como parásitos. Es siniestro y detestable.
Supongo que todos, de una u otra forma, pertenecemos a un grupo, ya sea social, religioso, político o deportivo, la tendencia natural del ser humano es a asociarse. El catolicismo también tiene sus propias reglas y mandamientos muy estrictos, pero al contrario que en una secta, uno se siente libre de seguir o no determinados preceptos, aunque se tenga siempre la sensación de estar haciendo algo malo cuando no se cumplen. Es inevitable, las creencias están arraigadas en lo más profundo de nuestra mente y nuestro corazón desde la niñez, condicionan nuestra conducta y nuestras emociones.
Guardémonos de todas esas asociaciones con exigencias irracionales y pesadas obligaciones, aunque la contraprestación que tengan pueda parecer atractiva. A la larga nada bueno llevan consigo.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Hablando con propiedad


Hay que ver lo rico que es el lenguaje, da igual del idioma que se trate, sobre todo en lo que a palabras malsonantes se refiere. No es lo mismo decirle a alguien a bocajarro que es un cabrón, que soltar la palabrita durante una conversación con un amigo. Cambia no sólo el significado sino hasta la entonación. Amistosamente se pueden decir las mayores barbaridades sin que con ello se entienda que está ofendiendo a alguien, términos que en otros momentos se considerarían insultos.
Y así puedes decir “de puta madre” para expresar lo estupendo que es algo y no para poner en duda el honor de la progenitora de cada cual, que puede ser o no que se dedique a esa profesión.
Lo mismo pasa con “jodío”, que nada tiene que ver con judío, Dios nos libre, ni tampoco con el acto de fusión carnal, sino más bien con un estado de fastidio o maltrechez general.
Si algo te importa un “carajo”, no aludimos al café con licor que la gente mayor y más en los pueblos gusta de tomar en el bar para empezar el día, ni tampoco a un escupitinajo de esos que se echan por la calle. Más bien es que algo te importa muy poco, igual que si algo “me la suda”, con lo que la transpiración excesiva indica también indiferencia, o “me la trae floja”, con lo que la sujeción de ya nos imaginamos qué es vital para el grado de importancia que le concedemos a algo.
El término “a tomar por el culo” tiene implicaciones de dudosa y escatológica índole y siempre, no sé por qué, aludimos a nuestros genitales, masculinos o femeninos, cada vez que montamos en cólera. A alguno le he oído decir “ponga un coño en su vida”, para quitarle importancia a lo malsonante de la palabra.
Pasarse algo “por el arco de triunfo” es lo mismo que “por el forro del carnet de identidad”, aunque ignoro si ambas cosas se encuentran en el mismo sitio.
La nariz es un punto importante a la hora de enfadarse: me toca las narices, se me hinchan las narices. No es sólo una, siempre son varias.
La escatología da mucho de sí en esto de la ira: siempre nos cagamos en algo, nunca nos orinamos, o mandamos a alguien a la mierda, palabra que me gusta usar y que me parece muy liberadora.
También se utilizan los animales para ofender a la gente, especialmente al pobre cerdo, con lo provechoso que es. Los reptiles no se quedan atrás: es corriente decirle a una mujer mala que es una víbora. Las aves son para los que les falta el valor (eres un gallina), y el ganado vacuno para las gordas.
Si la vida te va muy mal, es perra, y si una mujer va con muchos hombres es una zorra. Si es parlanchina es una cotorra o un loro.
Si eres una mala persona eres como una hiena, y si eres implacable en los negocios como un tiburón. Peludo como un oso, fiero como un león, con buena memoria como los elefantes, o estar como una cabra. Dócil como un carnero o una oveja, poco listo como un burro o un asno. Revoltoso e inquieto como un potrillo.
Se habla de los moscones que rondan a una mujer, y de mariquitas. Se puede ser patoso y estar en la “edad del pavo”. Astuto como un zorro, ligero como una liebre, prolífica como una coneja. Hay a quienes les gusta mariposear.
La mujer grácil es una gacela, y hay quien está hecho un toro o un mulo.
Un sitio puede oler a choto o a tigre. Se puede ser sibilino como una serpiente.
Hay quien esconde la cabeza como los avestruces, y muchos a la vez pueden parecer una manada de búfalos.
Se puede cantar como un ruiseñor y tener lágrimas de cocodrilo. Hay quien da saltos como un mono y tiene vista de lince. Está el que es un buitre y el que parece un mirlo blanco. Los hay que fueron felices y comieron perdices, y quienes cortan el bacalao.
Cogerse una merluza, infiltrarse como un topo, pasar más hambre que el perro de un afilador. Ser un “aguililla”, lento como una tortuga, memoria de pez, la mujer araña.
Pequeño como un piojo o una pulga, aprovechado como una sabandija. Más molesto que una garrapata, ser como una gatita, o un gallito, una ballena, una foca o una morsa. Bruto como un cabestro.
Ahorrador como una hormiguita o despilfarrador como una cigarra. Ser como un pulpo, un gusano, un zángano, una lapa. Hay quienes son como una manada de lobos o como la plaga de la langosta, y ruidosos como una chicharra.
Se puede ir para atrás como los cangrejos, ser como una perra en celo o como un erizo. Hay quien tiene cara de besugo.
El reino vegetal no se queda atrás: colorado como un tomate, con cara de acelga, más fresco que una lechuga, tener mala uva, más capas que una cebolla, gordo como un saco de patatas. Te pueden mandar a freir espárragos, y estar a remojo como los garbanzos.
Puede que no seas trigo limpio, y un sitio puede oler a rosas. Te pueden dar caña y puedes criar malvas.
Ser fuerte como un roble, importar todo un pimiento, un rábano, un pepino, una higa y un comino. Llamamos al pan pan y al vino vino. Los hay que son como las malas hierbas, y quien tiene piel de melocotón. Las cosas suceden a veces de uvas a peras.
Nos gusta poner la guinda al pastel, y te pueden poner de hoja de perejil. Le ponemos sal y pimienta a la vida, y a veces damos calabazas.
Hay quienes están a partir un piñón y quien está como una pasa o mete los dátiles en cualquier sitio. Le damos vueltas al coco, y nos ponemos los laureles del triunfo.
A parte la fauna y la flora, cuando queremos llamar tonto a alguien hay una amplia gama de posibilidades: tontolculo, tontolhaba, tontolpijo, tontolapera. Por no decir cara culo. Pérez Reverte ha tratado tan peculiar tema hace poco en uno de sus artículos, desentrañando significados y hasta una escala de importancia que desconocía hasta entonces.
Si nos vamos por ahí fuera, palabras que aquí significan una cosa en otros lugares pueden ser otra . Alguien me dijo una vez que en Italia ir al casino no era ir a una casa de juegos sino a una de putas. Y en Francia llamar “cerdo” a alguien es peor que si te acordaras de su madre. Luego están los “hijos de la Gran Bretaña”.
En el curso al que fui hace poco, un profesor especializado en lingüística nos contó una anécdota muy curiosa: en una ocasión que estaba en Taiwán dando unas conferencias, le advirtieron que tuviera cuidado al pedir la cuenta cuando fuera a un restaurante, porque la palabra que en ese país se usaba para ese concepto si se decía en un tono medio-bajo era que querías que te cobraran, pero en un tono un poco más alto era que querías que te sodomizaran. El pobre hombre se pasó la semana que estuvo allí hablando todo lo bajito que podía.
También nos dijo que había una tribu africana que para decir “agujero” empleaba 7 u 8 términos diferentes, dependiendo de si se hallaba en el suelo o en otro sitio, y según el tamaño que tuviera. Incluso el lenguaje tribal puede ser tan rico o más que las lenguas oficialmente establecidas y conocidas.
Todo importa, lo que digas, dónde lo digas y en qué tono lo digas. Hablar con propiedad es difícil, incluso cuando de palabras malsonantes se trate.

viernes, 24 de octubre de 2008

Señor Presidente




Se suele decir que cada país tiene el gobernante que se merece, y esto me parece a mí un poco cruel, sobre todo en los tiempos que nos ha tocado vivir. Que Zapatero sea nuestro presidente y además elegido por 2ª vez consecutiva, no deja de sorprenderme a la vista del escaso carisma y diría casi nula competencia que ha demostrado. Sus meteduras de pata cada vez que hace alguna declaración pública son constantes, y no por ello se inmuta, como hacen todos los tontos, que no se paran a medir el alcance de sus palabras y sus actos, y que además no le dan la misma importancia que el resto de la gente, ya que su escala de valores es muy “sui géneris”, distinta a la que tiene casi todo el mundo, y sacada no sabemos muy bien de dónde.
Aznar, tan cabal y tan eficaz en general a lo largo de su mandato, hizo lo que se suele llamar “sacar los pies del tiesto”, algo así como creerse más listo que nadie, en poder de la verdad absoluta, y meterse en donde no le llaman. Ambición, o ganas de notoriedad. Esto y su apariencia tan ortopédica, la verdad, no contribuyó a que ganase adeptos precisamente.
Aunque aquí no estamos como en EEUU, donde la imagen es tan importante para todo. Allí los presidentes van siempre impecables, y rara vez cometen deslices en sus declaraciones públicas, aunque sí abundan en lo privado: supongo que habrá americanos que sean capaces de mantener la fidelidad conyugal, pero esos no llegan nunca a presidente.
Desde la facción masculina del clan Kennedy, que se pasó por la piedra a todo lo que llevara faldas, instigada por el propio patriarca, que lo consideraba una demostración de hombría, algo casi obligado, y consentido a regañadientes por las mujeres de la familia, hasta Clinton, que cometió el error de llevarse el placer al trabajo (desde entonces mamada y becaria son casi sinónimos). Y encima su mujer escribe luego un libro, que le ha reportado pingües beneficios, contando cómo se siente con esos cuernos que su marido le ha regalado, algo que la mayoría de la gente suele llevar con discreción, además de suponer por lo general el fin de cualquier pareja, sobre todo por lo reincidente que fue Clinton.
A parte los líos de faldas, en América tienen los otros escándalos igual de suculentos o más si cabe y que son bien conocidos: con Nixon y Kissinger la prensa ha vivido sus momentos más brillantes. Da gusto ser periodista en países como ese: destapar casos de corrupción presidenciales y obligar a los políticos a pasar por el banquillo de los acusados. No hay nada como un buen ajusticiamiento público para sentirnos mejores que nuestros propios gobernantes, qué se habrán creido, encima que los elegimos y mira lo que hacen con nuestro dinero, nuestros destinos y con el poder que hemos depositado en sus manos. Habráse visto.
¿Dejarán ahora que un hombre negro rija sus vidas en los próximos años?. Y si lo hacen, ¿pasará mucho tiempo antes de que lo asesinen?. No hace falta ser de otra raza para que deseen eliminarte: ser guapo, exitoso y adinerado también es un motivo.
En esta ocasión los candidatos a la presidencia norteamericana no podían ser más originales: además de un hombre negro, había también una mujer (la cornuda de la que hablábamos antes) y un anciano ricachón (esto es quizá más corriente). ¿Las minorías al poder, los sectores normalmente discriminados en la cumbre?. Es difícil de creer.
Y mientras, en otros países del mundo “civilizado” se cuecen sus propias habas: el reciente escándalo provocado por la azarosa vida sentimental del presidente francés, o las críticas al gobierno de Putin, que lejos de amedrentarse exhibe un aire de suficiencia y prepotencia insoportables. Rusia tampoco ha estado falta en el pasado de gobernantes que dejaban mucho que desear: Kruschev, con sus zapatazos encima de la mesa cuando estaba en el hemiciclo cada vez que algo no le gustaba, o Yeltsin, aficionado al buen comer y sobre todo a la bebida, que se ponía morado cada vez que visitaba España. Pocos presidentes pueden compararse a Gorbachov, con su talante abierto y civilizado, su educación y su “glasnot”.
Pero si hubo un gobernante que siempre me sacó de quicio fue sin duda Tony Blair, con esa cara de niño bueno con eterna sonrisa y aspecto de sabelotodo, y no digamos su mujer, a medio camino entre una gallina clueca y una coneja paridora, con ese aire de palurda satisfecha venida a más, y que se cree un ejemplo para el resto del mundo.
Y en Japón no dejan de dimitir. Parece mentira que unas cuantas pequeñas islas sean tan difíciles de gobernar. Si en el resto del mundo se hiciera como allí cada vez que el buen nombre de un presidente es puesto en entredicho, se sucederían interminablemente los gobernantes de cada país, pues raro es el que no tenga algo que reprochársele.
El caso más vergonzoso para mí creo que es el de Italia. Cómo puede ser que un hombre al que no le falta ninguno de los vicios conocidos, y demostrados públicamente, se le siga manteniendo en el poder. Se va a terminar convirtiendo en un país de opereta, el hazmerreír del resto del mundo. Menos mal que por lo menos no exhiben a la “Cicciolina” y su osito de peluche, como tuvieron una época que hacían sin parar. El colmo del mal gusto y la degradación, una auténtica tomadura de pelo.
De todas maneras ya no hay conspiraciones como las que se producían en la Roma antigüa, cuando se rodeaba al emperador de improviso para cargárselo a puñaladas o con una copa de vino envenenada durante una comida, ni tampoco las intrigas de la corte de los faraones, áspid incluída, ni las confabulaciones de las cortes francesas, donde a la mínima de cambio rodaban cabezas. Ahora es más difícil quitarse de en medio a un gobernante molesto o inepto, o quizá menos interesante la forma como se hace.
Será cierto lo de que en realidad los gobiernos del mundo entero están en manos de organizaciones de espionaje, verdaderas redes pseudomafiosas que son las que deciden quiénes deben vivir y quiénes desaparecer.
Pues Zapatero les debe caer simpático, porque ahí sigue, con el beneplácito del ganado electoral, que se deja llevar en masa con poco criterio y mucha ignorancia. Lavados de cerebro son las campañas que se hacen en nuestro país, sobre todo para la gente joven que desconoce la Historia y sólo sabe lo que le cuentan, de forma tergiversada y tendenciosa.
Cómo me gustaría vivir en uno de esos países del norte de Europa, que tienen presidenta, normalmente una mujer trabajadora y cabal. Aquí seguimos en el culo del mundo, ni siquiera nuestros casos de corrupción tienen la importancia y la repercusión internacional que existen en otros países.
Y es que parece que los buenos gobiernos no son noticia. A ver si España es conocida por ahí fuera alguna vez por ostentar una democracia auténtica y no este paripé ridículo y desangelado que se montan con ella los que gobiernan, que la han convertido en una sombra de lo que podía haber sido.
Tenemos los gobernantes que nos merecemos, al final va a ser verdad.
Un señor presidente tiene que ser precisamente eso, todo un señor, además de presidente.

martes, 21 de octubre de 2008

Sal y pimienta (IV)




- P: ¿Procuro cultivarme todos los días un poco?.
R: Sí, todos los días me planto en una maceta y me riego un rato. Por eso soy un poco capulla también.

- P: ¿Qué debería ser yo?.
R: Una especie protegida. Un producto con denominación de origen, no sé si comestible o no.

- P: ¿Qué soy?
R: Una especie a punto de extinguirse, un bicho raro.

- P: En caso de incendio, ¿qué salvaría de mi casa?.
R: Las fotos. La memoria me falla.

- P: ¿Qué tienen algunos hombres en las venas en lugar de sangre?.
R: Horchata de chufa.

- P: ¿Y en los testículos, ahora que dicen que la mitad de los españoles tienen semen de baja calidad?.
R: Gelatina Royal.

- P: ¿Cuándo fue la primera vez que oí la palabra “polvo” para hablar de sexo?.
R: En el instituto a una amiga que solía hablar de los hombres como si fueran comida.

- P: ¿Y la tía más reprimida que he visto nunca?.
R: Una compañera del instituto que era del Opus y había hecho voto de castidad. Me confesó que a veces sentía el impulso de asaltar a los chicos por la espalda.

- P: ¿Cuál fue la compañera de clase más tonta que he tenido?.
R: Una que se quedó embarazada el último año del instituto. Menuda pinta con el bombo en clase.

- P: ¿Por qué le dije que no a un chico del instituto que fue el primero que me pidió salir?.
R: Porque cambiaba de novia como quien se cambia de zapatos. Qué pena, porque de cuerpo estaba cañón.

- P: ¿Estuve a punto de ser víctima de un matrimonio arreglado?.
R: Una amiga de mi madre que le gustaba yo para su hijo mayor, compañero del instituto. Muy soso el pobre, aunque buen chico. Ella habría sido una suegra estupenda.

- P: ¿Mi primer amor de todos, el más remoto?.
R: Mi primo Carlos. Le dolía la cara de lo guapo que era.

- P: ¿Y el segundo?.
R: Rubén, un compañero mulato del colegio. Muy guapo y exótico, un cubano dulce y sensual. Fue el 1º que me miró y me tocó con amor.

- P: ¿Y el segundo que me miró con amor?.
R: Alguien del que ya he hablado otras veces, el que más he querido yo.

- P: ¿Y el 1º que me propuso matrimonio?.
R: Un compañero del colegio, con 10 años, que dibujaba muy bien y diseñaba el interior de una especie de hormigueros adaptados a las personas donde decía que viviríamos los dos. En realidad era un poco guarrete. Me guardó siempre rencor porque le rechacé, y fue a buscarme al instituto ya de mayor para verme, pero no le hice caso. Tenía su puntito violento. Debo tener imán para esta clase de tíos.

- P: ¿Y el 1º que me besó en la boca?.
R: Un chico del colegio, cuando yo tenía 8 años, que me pilló a traición. Había hecho una apuesta con unos compañeros de clase, que se rieron mucho. Era muy guapo y bastante mayor, el eterno repetidor. Su familia era medio gitana. Con los años se metió en las drogas. Se ve que también tengo imán para los cerditos infelices.

- P: ¿Algún hombre bastante más joven que yo se ha fijado en mí?.
R: Un sobrino de mi ex marido, que se coló bastante por mí el pobre. Y también un chico en el parque de atracciones, cuando estaba con mis hijos, que era uno de los encargados de uno de los juegos; ese fue a saco, pero con mucha educación, y era un encanto.

- P: ¿Qué haría con todos los viejos verdes que dicen porquerías a las mujeres por la calle?.
R: Les administraría bromuro por prescripción facultativa, o algo más fuerte.

miércoles, 15 de octubre de 2008

En honor a la verdad (IV)

- Leyendo un libro que trata sobre un profesor que está dando clase el último año antes de jubilarse, me doy cuenta de las zozobras del que enseña, del temor que puede inspirar un primer día de clase, hasta que se conoce a los alumnos y la impresión que se pueda causar en ellos. Da igual la cantidad de años que se viva dedicado a una profesión como esa. En realidad es como el miedo escénico de los actores, o de cualquier persona que se dedique a hablar en público: en el caso de un profesor, cada clase que da es como una representación teatral, una puesta en escena sobre un tema, un monólogo de esos que se llevan tanto ahora, y el auditorio escucha, ríe, se emociona y hasta aplaude llegado el caso. Un buen profesor hace que cada una de sus clases sea una representación única, inolvidable. Transmitir no sólo el conocimiento si no la propia experiencia, el sentimiento. Que maestro y alumno salgan de cada una de esas clases con la satisfacción de haber participado de una comunicación distinta a todas las demás, sabia, de una corriente de energía hecha a base de palabras que quedan en el aire y que cada cual aprehende y deposita en su corazón y en su mente. Defenestremos al profesor que pega, que humilla, que sentado a su mesa para no cansarse demasiado se limita a leer el texto del libro en voz alta sin más explicación. Como en todas las profesiones, hay quien hace bien y mal su trabajo. “Un bello oficio, si se pone un poco de pasión”, dice el protagonista del libro.

- Ayer me quedé de una pieza cuando, estando en la cola de una de las cajas del supermercado de El Corte Inglés, el señor que estaba delante de mí, un tipo maduro muy elegante, pagó la lata de aceitunas negras que se llevaba con un billete de 500 €. En la mayoría de los supermercados no admiten billetes a partir de 200 €, y menos imagino que para pagar un único artículo de tan poco coste. Este hombre soltó allí mismo en un momento casi la mitad de mi sueldo de un mes. Los hay que no tienen medida de las proporciones, o quizá sea que cada uno tiene su propio rasero, para todo en la vida.

- No deja de sorprenderme la rápida recuperación de Ingrid Betancourt tras un secuestro de seis años como el que ha padecido. La mayoría de las personas que son liberadas tras un largo cautiverio suelen padecer después desequilibrios psíquicos y secuelas físicas de difícil curación. Me imagino que debe ser una mujer con un mundo interior insondable, impermeable a las amenazas que vienen del exterior. Dice ser una persona de mucha fe. También la religión, más que ninguna otra cosa, fortalece al que sufre. Inasequible al desaliento, aunque ya casi al final parecía que iba a tocar fondo. Me admira.

lunes, 13 de octubre de 2008

De amor y de cine




- P:¿Cuál es una de las escenas más sugestivas que recuerdo haber visto en el cine?.
R: Cuando Robert Redford le lava la cabeza a Meryl Streep en “Memorias de África”. Hay que ver qué modo de usar la jofaina en plena sabana.

- P:¿Y una de las más sensuales?.
R: Cuando Ralph Fiennes se come literalmente a Kristin Scott Thomas contra una pared, a contraluz, en “El paciente inglés”. Ese hombre sí que sabe lo que se hace.

- P:¿La única película en la que no pude reprimir las lágrimas cuando la estaba viendo en el cine?.
R: “La decisión de Sophie”, en la escena en la que Meryl Streep tiene que decidir a quién entregar a los nazis, si a su hijo o a su hija, pues la obligan a renunciar a uno de ellos. En situaciones límite una madre puede descubrir que quiere a un hijo más que a otro. Absolutamente devastador.

- P:¿Cuál es la película que mejor retrata mi visión del amor?.
R: “Titanic”, el protagonista masculino, idealista, vital, ilusionado, generoso, sensible y con una capacidad de entrega sin límites.

- P:¿Y la película que dio la visión más atormentada del amor?.
R: En “Duelo al sol”, cuando Gregory Peck y Jennifer Jones se quieren tanto que terminan matándose a tiros el uno al otro. Esa rara paradoja que es hacerse daño mutuamente aún amándose con locura.

- P:¿Cuál fue la pareja que dio una visión más cotidiana y conmovedora del amor?.
R: Katharine Hepburn y Spencer Tracy en “La costilla de Adán”. Muy divertida.

- P:¿Y la visión más desolada del amor nunca consumado y por el que se puede incluso llegar a perder la razón?.
R: La de Natalie Wood en “Esplendor en la hierba”.

- P:¿Y el amor entre una mujer madura y un hombre joven?.
R: En “Té y simpatía”. Con qué delicadeza se trató el tema.

- P:¿Y el amor homosexual desde un punto de vista hilarante?.
R: En “Jaula de grillos”. Una crítica a los convencionalismos y la hipocresía social.

- P:¿Y el amor homosexual de un hombre maduro por un adolescente?.
R: En “Muerte en Venecia”, sobre los últimos días de la vida del compositor Gustav Mahler. Conmovedor.

- P:¿Cuál fue la película que mejor retrataba el amor entre personas muy distintas?.
R: “La reina de África”, con Katharine Hepburn y un insólito Humphrey Bogart. Tierno y patético, casi cómico.
- P:¿ Y la que mejor retrataba el amor en el matrimonio en los momentos más duros?.
R: "Babel", cuando Brad Pitt cuida de su mujer, Cate Blanchett, que está malherida. La escena en que le baja las bragas por debajo de la falda y la ayuda a incorporarse para que pueda orinar sobre un recipiente. Es una imagen que puede dar asco pero a mí me resulta muy bonita.

viernes, 10 de octubre de 2008

Carta a la abuela Pilar

Querida abuela Pilar:

No sabes cuánto te echo de menos, sobre todo ahora que se acerca el día de nuestro Santo. Me consume la nostalgia de aquel tiempo en el que tú estabas entre nosotros, tu presencia serena dominándolo todo, protagonista discreta y al mismo tiempo indiscutible de cualquier reunión familiar.
Tengo siempre presente tu mirada, que nos envolvía y lo envolvía todo, tus palabras, prudentes y sabias, tu sonrisa, sugerente y cálida, tus manos reposando en tu regazo una sobre otra rotundas y llenas de paz, como cuando se ha concluido un trabajo del que se está satisfecho. Tu elegancia cuando te movías, tu enorme belleza a pesar de los años, tu inteligencia, tu honestidad, tu coraje, el respeto y la educación con el que trataste siempre a todo el mundo, todo ello hace de ti un ejemplo a seguir.
Dicen que de madres fuertes nacen hijos débiles, porque las madres omnipresentes se encargan de todo y no dejan que sus hijos tengan que luchar cuando surgen avatares en la vida.
Yo, como nieta tuya que soy, creo que tengo ambas cosas, un poco de tu fuerza y un poco de la debilidad de tus hijos.
En tus ratos de soledad, que fueron muchos, te acordabas del abuelo, un hombre tan maravilloso que sólo su recuerdo bastó para llenar el resto de tu vida. Ahora que yo también tengo esos ratos me acuerdo mucho de ti y de todos los que os habéis tenido que marchar. Es ahora cuando los afectos más se consideran, y más en falta se echan cuando ves que ya no están. Pienso que, si no fuera por mis hijos (cuánto me hubiera gustado que los hubieras conocido y te hubieran conocido, te habrían encantado), que me atan a este mundo, no me importaría irme dondequiera que tú estés, porque a tu lado todo era distinto, especial. Creo, abuela, que tenemos y al mismo tiempo nos faltan las mismas cosas.
Perdóname si alguna vez te decepcioné o te descuidé. Cuando se es joven vivimos y valoramos todo más superficialmente, nos detenemos menos en lo que nos rodea.
En noviembre hará 19 años que te marchaste, y aún me parece que fue ayer. Te fuiste demasiado pronto, nos sigues haciendo mucha falta a todos.
Dios te bendiga abuela, y ruégale a Él por nosotros.
Un beso y un abrazo muy grande de tu nieta, que te quiere y que no te olvida.

Pilar

jueves, 9 de octubre de 2008

Dulce pájaro de juventud


Mirar a Paul Newman ha sido para mí siempre como contemplar una estatua, una obra de arte bella y perfecta que hubiese sido tocada por la mano de Dios para que se reencarnarse en ser humano. Aunque él fue mucho más que alguien a medio camino entre lo mortal y lo inmortal, alguien a quien observar con admiración.
Ni el más horrible de los sufrimientos, ni la mayor de las carcajadas, ni el más terrible acceso de ira pudo nunca descomponer la armonía de su rostro. Todo él emanaba una atractiva y dulce virilidad que no le abandonó en los muchos años que estuvo dedicado al mundo del cine.
En los personajes que interpretó puso siempre un toque de fuerza y al mismo tiempo de vulnerabilidad que le hacía ser conmovedor y digno de admiración a la vez. Es en el drama donde me gustó más, porque llevaba hasta sus últimas consecuencias todo un torrente de emociones que te arrastraban con él sin remisión: su desgracia parecía ser la nuestra, su alegría también.
Daba igual que fuera boxeador, vaquero, jugador, convicto, piloto, mantenido, fracasado, atormentado…, cualquier cosa podía ser. Sus ganas de vivir, su energía creativa y la forma como disfrutaba con todo lo que hacía se transmitía en todos los poros de su piel.
Era memorable su manera de estar, su apostura, de pie y de perfil frente a la cámara, la mirada baja, el rostro meditabundo, el rictus de su boca perfecta (sus “morritos”, como los llamo yo), el azul acerado de sus ojos, la finura de sus músculos, nunca excesivos en un cuerpo que fue siempre delgado y fuerte.
Las dos películas de las muchas que interpretó que más me gustaron siempre son “La leyenda del indomable” y “La gata sobre el tejado de zinc”. En la primera le recuerdo en la cárcel, comiendo docenas de huevos duros en un esfuerzo sobrehumano que le permitió ganar una apuesta. Testarudo hasta el límite. Cuánto lo admiré entonces. Lástima que la historia acabara tan mal. En la segunda estaba magnífico en aquella habitación tan blanca y luminosa, llena de espejos y dorados. Me encantaba cómo hundía la cara en el salto de cama que su mujer tenía colgado detrás de la puerta del cuarto de baño, en un único momento de soledad. Qué forma tan elocuente de consumirse por una pasión desgraciada debido al perpetuo conflicto en el que vivía con su pareja, en un solo gesto captamos la dimensión de su sufrimiento, de su frustración, sin palabras, sólo con gestos.
Paul Newman fue una persona versátil, genuina en sí misma, que tan pronto pilotaba un coche de carreras hasta edad bien avanzada, como inventaba una salsa y la comercializaba enlatada, destinando los beneficios de este negocio a causas benéficas.
Fue el creador e impulsor de un centro para la rehabilitación de drogadictos, y participó en diversas obras de caridad, como la organización de campamentos de verano para niños con enfermedades graves que subvencionaban varias entidades privadas.
La muerte de su hijo mayor, fruto de su primer matrimonio, por culpa de las drogas, le sumió en una profunda depresión de la que nunca se llegó a recuperar del todo. De hecho, era un tema que no se podía mencionar en ninguna entrevista que se le hiciese.
Su largo matrimonio con la también espléndida actriz Joanne Woodward sólo ha podido verse roto por la muerte de Paul. Pocas parejas hoy en día se pueden ver, y más en Hollywood, que duren tantos años, contra viento y marea. Juntos encajaban a la perfección, funcionaban como un preciso mecanismo de relojería. Fueron una pareja con un pensamiento muy libre y que vivió muy feliz.
A Paul Newman no pareció importarle envejecer, pues nunca dejó de ser terriblemente atractivo a pesar del paso del tiempo. Su estilo interpretativo siguió siendo el mismo de siempre, aunque le faltase el vigor de la juventud y se le viera en sus últimas películas bastante decrépito. Él pensaba, muy acertadamente, que su éxito frente a las cámaras se debía a su talento como actor y no sólo a su legendaria belleza. Mientras otros intérpretes sucumbían a la arruga y dejaba de contratárseles, él nunca dejó de estar en activo casi hasta el final de sus días, porque siempre tuvo algo que ofrecer, y el público nunca se cansó de verlo en la gran pantalla.
Como director nos ha dejado algunas películas muy interesantes y originales, con temas de los que hacen meditar.
Cuando murió, aparecían escenas de algunos de sus films más conocidos en el telediario en el que estaban dando la noticia. Yo estaba viéndolo en un restaurante con mis hijos, y todo el mundo dejó casi de hablar y de comer para mirarle, comparándolo con Robert Redford, otro guapo con el que solía trabajar a menudo. La gente decía que les gustaba mucho más Paul Newman, que era el más atractivo de los dos. Entre ellos no hubo nunca ninguna rivalidad, antes al contrario fueron grandes amigos; simplemente tenían buena química juntos en el cine, y en su momento fue un filón que los directores de Hollywood supieron explotar.
Paul, humanidad, belleza, delicada virilidad, sensibilidad, desgarrador cuando el papel lo requería, violento si lo exigía el guión, atractivo y seductor siempre. Una imagen ya imborrable e inconfundible para la historia del cine. Al final perdió su dulce pájaro de juventud, como se titulaba una de sus memorables películas, y con él se le fue también la vida, pero después de haberla vivido con absoluta plenitud.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Sal y pimienta (III)




- P: ¿Es cierto que los hombres a los que les gusta la jardinería suelen ser un poquito capullos?.
R: Sí, los que he conocido con esa afición les pasa.

- P: ¿Y a los que les gusta cocinar son unos cocinillas?.
R: No, eso no, qué va, que a nosotras nos viene muy bien.

- P: ¿Me tendría que guardar de los Idus de marzo?
R: Puede.

- P: ¿Qué me producía más satisfacción de mis tiempos de estudiante?.
R: Rellenar un montón de folios en un examen, era como parir, se quedaba una muy a gusto después.

- P: ¿Dónde me han salido a mí siempre los callos?.
R: En el dedo corazón de la mano derecha, de tanto escribir.

- P: ¿Es lo mismo un paquete de medidas que las medidas de un paquete?.
R: Evidentemente no.

- P: ¿Deberían comercializar coches que también flotaran y navegaran, como en las películas de James Bond?.
R: Desde luego que sí, sobre todo para circular por los túneles de la M-30 los días de lluvia.

- P: ¿Qué facultad me gustaría tener?.
R: La de hipnotizar. Es la única forma de que todo el mundo haga lo que dices sin rechistar y sin darse cuenta siquiera.

- P: ¿Es cierto que tuve una tía que vivió hasta los 95 años alimentándose casi exclusivamente de miel?.
R: Así es.

- P: ¿Y de qué querría alimentarme yo casi exclusivamente para llegar a esa edad?.
R: De sobaos pasiegos. El chocolate lo vamos a dejar porque dicen que es afrodisiaco y a esa edad no me va a convenir nada.

- P: ¿Qué anacronismos he leído o escuchado últimamente?.
R: Crecimiento cero, daños colaterales, bombardeos selectivos, handicapar.

- P: ¿Creo recomendable la castración en violadores?.
R: Por supuesto, y en la plaza pública, como en tiempos hacían los franceses con las ejecuciones.

- P: ¿Y los trabajos forzados para los terroristas?.
R: También. Y con grilletes.

- P: ¿Debería la justicia no oficial de los presos dar el mismo trato a los terroristas de ETA que da a los violadores?.
R: Naturalmente, no sé por qué hacen distinción.

- P: ¿Por qué Bush no ha mandado a nadie de su familia a la guerra de Irak?.
R: Porque en casa del herrero cuchillo de palo.

- P: ¿Por qué prefería el hijo pequeño de lady Di ir a la guerra antes que quedarse en su país?.
R: Porque es preferible el bombardeo del campo de batalla al que tiene que aguantar en su vida cotidiana. Y porque a lo mejor le gustan los videojuegos.

- P: ¿Por qué hay tanta gente que necesita descargar adrenalina con emociones fuertes y violentas?.
R: Porque hay mucho salvaje suelto.

- P: ¿Qué le dijo el óvulo a los espermatozoides?.
R: Muchos son los llamados y pocos los elegidos.

- P: ¿Debo dejar que los niños se acerquen a mí?.
R: Sí, los que tengan entre 17 y 43 años. El margen es amplio.

- P: ¿Qué me gustaría que me hicieran alguna vez que nunca me han hecho?.
R: Que me cacheen, un hombre claro. No estaría de más ser sospechosa de algo y que despejaran las dudas.

- P: ¿Qué dos cosas soy desde hace ya un montón de años?.
R: Una junta letras y una calienta braguetas, y no necesariamente por ese orden.

- P: ¿Qué es amar?.
R: Es abandonarse al otro y que el otro se abandone a ti.

- P: ¿A cómo está el precio del amor?.
R: No tiene precio, su valor es incalculable.

- P: ¿Y a cómo está el precio del sexo?.
R: Para informarse hay que ir a los sitios adecuados y ver las tarifas vigentes.

- P: ¿Por qué hay tanta oferta sexual y tan poco amorosa?.
R: Porque lo carnal es más fácil de conseguir que lo espiritual. El alma no entiende de precios ni de ofertas.

- P: ¿Qué tienda me ha llamado más la atención últimamente?.
R: Una que han abierto por el centro, que antes era una cafetería especializada en donuts, y que ahora venden artículos de sexo: videos, preservativos, artilugios diversos, y hay unos maniquíes en el escaparate vestidos con prendas de cuero.

- P: ¿Y qué tiendas me desagradan más?.
R: Las que se dedican a la santería y la brujería, son anacrónicas y siniestras. Y las que venden animales.

- P: Se abre el telón y aparezco yo atada. ¿Cómo se llama la película?.
R: Liberad a Willy.

- P: Se abre el telón y aparezco yo de cintura para abajo. ¿Cómo se llama la película?.
R: La zona muerta.

- P: ¿Y si aparece Aznar?.
R: Bienvenido Mr. Marshall.

- P: ¿Y si aparece Zapatero?.
R: Peter Pan y el País de Nunca Jamás.

- P: ¿Y si aparece el departamento en el que trabajo?.
R: El silencio de los corderos. O mejor, Elegidos para la gloria.

- P: ¿Y si aparece el Ministerio de Justicia?.
R: Fort Apache.

martes, 7 de octubre de 2008

Los oidos de Dios


Yo creo que nadie se había puesto nunca antes en el papel de nuestro Creador como se ha hecho en la película “Como Dios”, en la que se ve que su existencia no tiene que ser nada fácil. Sólo con la cantidad de voces distintas que llegan hasta Él diciendo cada una una cosa diferente ya tendría suficiente para volverse loco.
La idea del protagonista, cuando por fin recibe los atributos de Dios y, por tanto, su trabajo, es muy original: como no sabía cómo recoger todas las peticiones que le llegaban constantemente (prueba a meterlas en cientos de archivadores, a anotarlas en miles de post-it), decide procesarlo todo a través de un ordenador. Pero cansado de tener que contestar a tantos mensajes, no se le ocurre otra cosa que decirle a todo que sí. No sabe que no todas las peticiones son viables ni razonables, y que además muchos no saben lo que realmente quieren. Como es en el dinero en lo que más suele pensar la gente, hubo un incremento anormal del número de aciertos en las apuestas, quinielas y loterías.
Haciéndose pasar por Dios se aprovecha para conseguir destacar en el trabajo o conquistar aún más a su pareja. Pero ni siquiera siendo Dios puede evitar cometer toda clase de torpezas por el uso y el abuso de sus divinos poderes. Y así acumula éxitos profesionales con métodos poco ortodoxos, y termina descuidando a su novia deslumbrado por otros placeres que su nueva condición permite que se pongan a su alcance.
No hay milagros en estos casos, los milagros los hacemos nosotros mismos en nuestra vida cotidiana, solventando situaciones difíciles y superando los obstáculos que puedan ponerse en nuestro camino.
Imagino al verdadero Dios escuchando toda esa marea inmensa de oraciones a Él dirigidas desde todas partes del mundo. Así me dormía yo de niña, rezándole y pidiendo por los propios y extraños. Aburrido le debía tener, siempre con las mismas cosas. Ahora casi no rezo, un Padrenuestro quizá cuando me entero de que algún conocido ha fallecido. Qué horror.
Dios tiene que oir a diario el sonido de millones de risas que son la expresión de la felicidad de la gente, el eco angustioso de millones de lamentos de todos los que sufren, los gritos de ira de los que se dejan llevar por la violencia, los estallidos de placer de todos los que se aman, los estertores de los que agonizan, los aullidos de dolor de las mujeres que están trayendo una nueva vida, los pensamientos creativos de todos los que intentamos hacer alguna clase de arte….
Dios lo escucha todo, el mundo que Él ha creado no es capaz de permanecer silencioso, continuamente se manifiesta. Hasta la propia Naturaleza, con su colección de huracanes, tormentas, oleajes, terremotos y volcanes, expresa su propio y ruidoso mensaje.
Él contempla la obra creada satisfecho unas veces, decepcionado otras. El libre albedrío nos ha conducido hasta donde estamos ahora. Si quisiera intervenir, bien podría ponerle un tapón al agujero de la capa de ozono, o podría taparle la boca a Bush hasta que elijan otro presidente, por ejemplo. Podría tener también unas palabras con Alá para que convenza a sus acólitos de que no mueran matando en su nombre, y unas palabras con Buda para ver si puede tranquilizar a sus lamas del Tíbet que están siempre tan soliviantados.
Cuántas cosas se han dicho y hecho en Su nombre: quién dijo que había que hacer cruzadas para extender el cristianismo por el mundo, la “guerra santa” contra el infiel, qué estupidez. Quién dijo que había que quemar en la hoguera a todas esas personas, pobres infelices, a los que se acusó de herejía y brujería. Eso habría que hacerles a los terroristas, a los pederastas y a los maltratadores, pero lo de pasar por el fuego a los infames ya no está de moda.
Dios escucha todo lo que decimos, tanto si es de palabra como si es con el pensamiento, incluso lo que no le dirigimos a Él. Por ser quien es no tiene urgencias ni necesidades, y la única que tuvo en su momento fue la de crearnos a nosotros. Somos su necesidad, el producto de su obra. Su influjo, aún con el libre albedrío, se trasmite a través de nosotros cuando hacemos el bien. Somos portadores de un trocito de Dios, lo divino y lo humano se confunde en nuestra esencia más íntima. Qué mezcla más maravillosa, un cóctel explosivo si se piensa bien. Con razón a veces superamos sus expectativas, para lo bueno y para lo malo, aunque conoce nuestros límites en ambos sentidos, por lo que nunca cundirá el pánico.
El trabajo de Dios no conoce vacaciones, ni días libres, ni premios, ni jubilación. El beneficio que pueda obtener consiste en ver que su obra es productiva.
Dios tiene bien abiertos los oídos, todos sus sentidos están siempre despiertos. Nada escapa a su atención.
Escúchame Padre, te lo ruego: no dejes de hacerlo nunca, no nos dejes nunca de tu mano.

jueves, 2 de octubre de 2008

El Triángulo de las Bermudas




Cuánto interés despierta desde hace décadas los extraños fenómenos ocurridos en esa franja del océano Atlántico que ha venido en llamarse el Triángulo de las Bermudas, o también denominado Triángulo de la Muerte y el Limbo de los Perdidos.
Área situada entre la costa de Florida, Puerto Rico y el archipiélago de las Bermudas, ya desde 1815 se tienen datos de desapariciones de embarcaciones cuando atravesaban esas aguas en su ruta. Aunque quizá el caso más famoso sea el del Vuelo 19, en 1945, cuando cinco aviones Avenger se adentraron en el mar en un vuelo de entrenamiento que en principio no iba a durar mucho. Nunca regresaron.
Han quedado como testimonio las comunicaciones del jefe del escuadrón, un oficial no muy experimentado, con la torre de control, y las que mantuvieron el resto de los miembros de la misión entre sí. Mandos que no funcionaban, las agujas de todos los indicadores que se movían sin control, y la brújula no apuntaba en una dirección concreta. Aunque llevaban combustible suficiente para mantenerse en vuelo mucho tiempo, una orden del oficial al mando hizo que iniciasen un giro que los adentró aún más en el mar, alejándose de su punto de destino, del que en realidad estaban muy cerca. Mientras volaban uno de ellos comentó: “Parece que estemos sobre aguas blancas”. Poco después se perdió todo contacto. Probablemente se les acabó el combustible y cayeron al mar.
Éste es uno de los pocos casos en el que los tripulantes comunicaron una situación de emergencia. El resto de las embarcaciones y aviones que tuvieron la desgracia de transitar por esa zona y desaparecer, nunca dieron muestras de alarma, antes al contrario, su ruta transcurría sin ninguna novedad, hasta que abruptamente se cortaba toda comunicación.
Las investigaciones que se han llevado a cabo sobre el tema han dado como resultado algunas explicaciones científicas a algunos de los fenómenos que allí tienen lugar. Esas “aguas blancas” de las que hablaban en el Vuelo 19, e incluso el avistamiento mucho más recientemente desde un avión de pasajeros, que sí llegó a su destino, de “una enorme burbuja sobre el mar, de una milla de ancho por media milla de alto”, se deben al parecer a lo que ha dado en llamarse “el efecto gaseosa” por desestabilización de hidratos. Según he podido leer “cualquier movimiento de los fondos marinos, ya sea debida a algún temblor sísmico o a un descenso brusco del nivel del mar como consecuencia de una fuerte tormenta, puede provocar la liberación de grandes cantidades de gases contenidos en el fondo marino. Esta masiva liberalización de gas y la consecuente bajada de densidad del agua del mar y del aire, similar a la apertura de una botella de gaseosa, puede provocar una repentina pérdida en la capacidad de flotabilidad de los buques, así como en el aire, por pérdida de sustentación de los aviones”.
La existencia de un campo electromagnético, cuyo origen aún no está muy claro, explica el no funcionamiento de las brújulas y el instrumental de vuelo. Una brújula allí no indicará nunca el verdadero Norte magnético. Hay quien habla de un contacto entre tierra y espacio, que hace que todo lo que circule por ese lugar sea absorbido por éste. Y aún hay quien se ha aventurado más lejos: se trata de un agujero espacio-temporal, un universo paralelo, una puerta que arrastra a una dimensión desconocida.
El Triángulo de las Bermudas lleva siendo desde hace mucho tiempo una “zona caliente” de la ufología. Entre las hipótesis más descabelladas están la de que fuerzas extraterrestres transportan a las personas a otra dimensión, e incluso que existe una civilización antigüa en las profundidades, la Atlántida, que data de hace 5000 años a.C. y que fue muy avanzada científicamente, cuya extinción sigue siendo un misterio aún hoy en día.
Si bien es cierto que, aunque en la mayoría de las desapariciones no se han encontrado restos humanos ni materiales, sobre todo debido a las fuentes corrientes marinas que hay en la zona y a la gran profundidad de las aguas, en otros en cambio se han hallado embarcaciones a la deriva sin ningún tripulante.
En vuelos de pasajeros ha habido quienes han visto destellos de electricidad estática de color violáceo, fenómeno que en sí mismo llama mucho la atención pero que puede producirse en cualquier tormenta.
Los cambios repentinos en las condiciones meteorológicas, la aparición repentina de bruma y otras peculiaridades que se dan en esa zona, hacen que sea considerada una región “fantasma” marina.
Las Bermudas no es el único punto “negro” que existe en el mundo. Hay otros lugares en los que se producen fenómenos extraños y que, curiosamente, tienen también forma triangular, pero al no ser zonas de mucho tránsito comercial ni turístico son menos conocidas.
Algún día se aclarará definitivamente lo que sucede en el Triángulo de las Bermudas, pero mientras tanto procuren no pasar por allí cuando tengan que hacer algún viaje…. Simple precaución.
 
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