jueves, 29 de octubre de 2015

Victoria Camps: el buen humor


La felicidad no es lo mismo que el buen humor, pero el buen humor es una de las formas de expresión de la felicidad. Muchos han definido al hombre como "un animal que saber reír", nos recuerda Bergson. Por medio de la risa se manifiestan la sociabilidad humana, la simpatía, la generosidad, la amabilidad, la complicidad con los otros. No perder el humor, a pesar de todo lo malo que nos ocurre, es un signo de inteligencia. El buen humor es, además, un rasgo de buena educación. Las personas malhumoradas son una incomodidad para los demás. Pero, por encima de todo, el buen humor es un recurso para aceptarse a uno mismo, para remontar las adversidades que nunca faltan. (...) El reír o el llorar dependen del temperamento de cada uno: hay personas más lloronas y personas más risueñas. Aún así, se aprende a dosificar la risa y el llanto y a usarlos a su debido tiempo. Se aprende de las costumbres y de lo que vemos que hacen otros. ¿De dónde, si no, les viene a los hombres la costumbre de no llorar -y también de reír menos que las mujeres- sino de la creencia secular de que el llanto es signo de debilidad y empaña la virilidad masculina?

El niño no sabe regular sus emociones. Pasa del llanto a la risa con una facilidad envidiable, sobre todo cuando es pequeño. Depende tanto de los mayores que es fácil distraerle y hacerle olvidar una caída o un mal rato. A medida que aumenta la independencia, aumentan también la inseguridad, los momentos de tristeza, los enfados y el malhumor son más frecuentes. Empieza la etapa -pre y adolescente- en que hay que acostumbrarse a la dura tarea de superar las frustraciones y aceptarse a uno mismo. Aceptarse sin tomarse muy en serio, ya que nadie mínimamente inteligente llega a estar satisfecho consigo mismo. Poner "al mal tiempo buena cara", porque el humor lima las aristas, ayuda a vivir, es liberador. El humor es "liberador y sublime", observó Freud, pues "el humor parece decir: "¡Mira, este mundo que te parece tan peligroso, sólo es un juego de niños! ¡Lo mejor es bromear!".

"Que la vida iba en serio, / uno lo empieza a comprender más tarde", empieza un bello poema de Jaime Gil de Biedma. El privilegio de la infancia es no darse cuenta de la seriedad de la vida. Los niños pasan rápidamente por encima incluso de aquellas cosas que sólo deberían tomarse en serio. Un niño tiene más recursos para "olvidarse" de la muerte de un ser querido, lo cual no significa que no lo sienta. Lo siente a su manera y de acuerdo con su edad. Son los niños los que nos enseñan a reirnos de la vida. Una casa con niños no es una casa triste. Pero la niñez no es más que una etapa que dejamos atrás a costa precisamente de tomarnos en serio a nosotros mismos y a nuestra vida. Las crisis de la adolescencia se hacen eco de esa dificultad tremenda. Llegar a decir con Woody Allen "La única cosa que siento es no ser cualquier otra persona" requiere un cierto aprendizaje y voluntad de reírse de uno mismo.

¿Cómo enseñar a responder con buen humor, con alegría, a los desengaños, a la mala suerte? Por supuesto, ahí el ejemplo, el contacto, el clima alegre son insustituibles. (...) la importancia fundamental del ejemplo para todo lo enseñable. No obstante, además de cuidar el propio comportamiento, hay que proponerse corregir el carácter amargo. Hoy los psicólogos hablan mucho del papel de las emociones en la educación de la infancia y del control de las mismas. Nos dicen, por ejemplo, que no es recomendable la actitud de los padres que tienden a ignorar, rechazar o desaprobar las emociones negativas de sus hijos: la tristeza, el enfado, el mal humor, el odio tienen siempre su razón de ser, aunque esa razón de ser a los mayores nos parezca ridícula. Dicen que hay que aceptar la tristeza del hijo e intentar comprenderla para ayudarle a superarla. La niñez está llena de miedos, de inseguridades, de aprensiones. La adolescencia es un continuo cambio cuyo desarrollo uno no domina. Trivializar la tendencia a la obesidad de una jovencita o el acné que la hace sentirse horrorosa o la falta de destreza para el fútbol de un chico al que, sin embargo, le gusta jugar a fútbol, aduciendo que son tonterías y que hay otras cosas que sí merecen la pena no es la mejor manera de contribuir a superar las dificultades. Empatizar con esas emociones negativas, demostrar comprensión, desvelar sus causas, es un camino que puede dar mejores resultados. Saber compartidas las desgracias es ya un consuelo. La seriedad de la vida es una asignatura de la que inevitablemente habrá que examinarse. Pero el buen maestro no es ni el que frívolamente la minimiza ni el que la enseña en clave de tragedia irremediable.

El buen humor y la alegría son inseparables del amor y sin amor la vida es insoportable. Spinoza, que escribió una ética basada precisamente en la alegría, decía que de la alegría brotan el amor, la concordia y la potencia para actuar, mientras que la tristeza va unida al odio, a la separación y a la impotencia. La respuesta más espontánea y lógica ante el dolor, las desavenencias, los reveses es la tristeza. Esa tristeza producirá pasividad y, por lo tanto, más tristeza. Hoy llamamos depresión a esa especie de maldición que atenaza a las personas y les impide actuar. Es el desánimo, el "déficit del alma", si entendemos por alma el principio y el poder que animan a la persona a actuar. Pues bien, la lección que quiere darnos Spinoza es que hay que luchar contra esa tendencia a la tristeza y al desánimo, y, en su lugar, tratar de producir alegría, pues, en realidad, es la única forma de asegurar la auténtica supervivencia.


(Del libro de Victoria Camps "Qué hay que enseñar a los hijos") 

martes, 27 de octubre de 2015

En la tuya o en la mía


Me resistía yo a ver el programa con el que Bertín Osborne está batiendo récords de audiencia en el poco tiempo que lleva emitiéndose, ya que se trata de una persona por la que no he sentido nunca demasiadas simpatías. Pero debo decir que su forma de llevarlo me ha gustado mucho, independientemente de lo que me parezca como ser humano y como cantante. Se comenta que ha mejorado mucho desde que conoció a su actual mujer, pero siempre que aparece no puedo dejar de seguir viendo al típico señorito andaluz que tiene casi por obligación cepillarse a cuantas mujeres se pongan en su camino, el típico sobradito machista, especimen typical spanish que pertenece a otro tiempo y que, creo, está afortunadamente en vías de extinción.

En En la tuya o en la mía vamos conociendo al auténtico Bertín a través de sus encuentros con personajes de todo tipo, porque, y en ello está la clave de su éxito, pone un poco de sí mismo al mismo tiempo que saca a relucir lo más íntimo y auténtico de aquellos a los que invita a su casa o a los que visita en la suya.

Menos un par de ellos, que los vi en televisión, estoy viendo en internet cada programa y lo disfruto mucho. pues hay que reconocer que la realización es magnífica: esa presentación, cálida, cercana, hogareña, aspersores esparciendo agua sobre el césped, flores cayendo sobre un jarrón de cristal, cojines mullidos cayendo sobre un confortable sillón, primer plano de una vela encendida por una cerilla, botella de vino tinto escanciándose en una copa, los paseos de la cámara desde el suelo, recorriendo majestuosamente las casas donde toque estar, captando todos los ambientes, maravillosos siempre, porque los entrevistados viven en enormes chalés decorados con un gusto moderno y acogedor. O esos planos aéreos, como los de la finca de Bertín, a donde invitó a Jesulín de Ubrique, en los que la cámara desciende sin perder de vista el galope de ambos por los campos, un luminoso día.

Empecé curioseando con el programa dedicado a Carmen Martínez Bordiú. Bertín se muestra tal como es, si la persona le simpatiza se le nota, si no le merece mucho respeto también. Este fue el caso de la nieta de Franco. En todo momento lució esa sonrisa socarrona de medio lado, burlona y autosuficiente, que es uno de sus gestos más característicos, y que a mí me repatea. No sé si se confeccionará él las preguntas o se las harán los guionistas, pero los invitados siempre salen airosos, da igual la intención con que se las hagan, que a veces es para comprometerles. Quizá porque ya tengan confianza con el entrevistador, pues conoce a casi todos los que ha entrevistado hasta ahora, el caso es que a la gente se le suelta la lengua, incluso aunque con respecto a Bertín tengan también sus propios recelos.

No había más que verle la cara a Lolita, que no se cortó un pelo cuando le dijo que nunca le había invitado a su casa porque los que tenían hijas temían su fama de seductor impenitente. Pablo Motos también se mostró desconfiado sobre todo en la 1ª parte del programa, pues los que le vemos habitualmente en El hormiguero le conocemos lo suficiente para saber cuando está cómodo y cuándo no, lo que no le impidió revelar detalles sobre su vida, pasada y presente, que nos eran desconocidos. Al final Bertín lo sometió a una prueba física, como hace él con los invitados a su programa.

Aparecen la mujer y los hijos de Bertín de vez en cuando, para completar el cuadro familiar, como cuando vino el mayor de sus vástagos y se sentó entre él y Mariló Montero, poniéndose a charlar de sus cosas, como si no estuvieran las cámaras delante. Ella se dejó llevar por su vena periodística y parecía que la entrevista se la hacía a su anfitrión. Hasta se tumbó en su cama matrimonial a mirar fotografías que rebuscó en la mesilla de noche de Bertín. Descubrió muchas de su madre, de la que dijo que fue una gran mujer con una vida infeliz. Mariló insinuó si fue por causa del padre. "¿Era como tú?", le soltó casi sin pensar. Él dijo que sí, pero quería cambiar de tema todo el rato. No es la 1ª vez que compruebo que quienes critican a un padre o una madre luego se dedican a repetir luego todos sus errores. Cómo es posible que lo que causa rechazo en un progenitor se tenga a gala cuando es uno mismo quien lo lleva a la práctica. Estoy segura que en el fondo Bertín se siente orgulloso de su reputación conquistadora, de macho alfa, le es indiferente que haya causado el mismo daño que hizo su padre por esa misma razón.

Con Carlos Herrera, el ex de Mariló, tuvo la mujer de Bertín oportunidad de lucimiento. Parece una persona muy agradable. Ver cómo el entrevistado conseguía que su anfitrión se pusiera el delantal y ayudara en la cocina no tiene precio, porque Bertín ya se sentaba cómodamente en un taburete, con una copa de vino blanco en la mano y venga a darle a un plato de jamón serrano, dispuesto a no pegar palo al agua, nada más que de palique. Cuando su mujer se fue a enseñarle la casa a Herrera, él aprovechó para hacer travesuras y, como un niño pequeño, como si nadie le mirara, echó un buen chorro del vino que estaba tomando en la cazuela donde se cocinaba el plato de Herrera, con sonrisa ladina. Carlos estuvo sembrado hablando de sus cuñados, el día que los conoció, hacía tiempo que no me reía tanto. La suya es una vida llena de anécdotas, y es persona de vasta cultura.

Reconozco en Bertín su naturalidad, su espontaneidad, el que no le importe mostrarse tal cual es, aunque el resultado pueda no favorecerle. Quizá sea la desfachatez del caradura. El caso es que su programa gusta, y constituye en sí mismo un cúmulo de aciertos que ha conseguido captar la atención de la audiencia y gustar. Nos quedamos, con cada programa, con ganas de saber qué será lo siguiente. Un tanto para Bertín, no todo va a ser malo en él


lunes, 26 de octubre de 2015

Niki Lauda


A veces una figura pública que conoces desde siempre te das cuenta, cuando ves una película que recrea su vida, que en realidad era un completo desconocido, que no sabías casi nada de esa persona. Este es el caso de Niki Lauda.

Después de ver Rush (Prisa) me he quedado muy sorprendida, no sólo por lo interesante que ha sido su vida, sino porque los creadores del film han tenido el acierto de enfocar el asunto no sólo centrándose en el terrible accidente que sufrió, sino sobre todo en su rivalidad con James Hunt. Un choque de dos personalidades muy fuertes del que saltaron chispas y que resulta muy interesante, de esos duelos que despiertan el entusiasmo de todos los que lo contemplan, un verdadero espectáculo. Yo, que pensaba que era una película más de carreras de coches, tema que me interesaba hace muchos años, precisamente en la época en que estas grandes figuras estaban en la plenitud de sus carreras, pero que ahora me produce cierto hastío, comprobé que me equivocaba: desde el primer fotograma cautiva, impacta, prende la atención del espectador.

Daniel Brühl, actor que nunca me había llamado mucho la atención, a no ser por su peculiar atractivo físico, ha sido sin embargo una elección acertadísima para interpretar a este papel. Aparte de la caracterización, nunca había reparado en lo mucho que se parece a Niki Lauda, del que copia gestos y actitudes con gran maestría. 

Ver al gran piloto salir airado de la suntuosa mansión familiar con una negativa del padre a ayudarle económicamente para comenzar su profesión como piloto, y un enorme desprecio por parte de éste cuando le dice que no vuelva más por allí, ya captó mi interés por completo. La forma como se hizo un experto en bólidos, de los que conocía todos sus engranajes y había estudiado la manera de hacerlos más veloces, y también su habilidad para conseguir la financiación necesaria para comprarse su propio coche de carreras y que una de las grandes carrocerías le contratara, despertó mi admiración, por su tesón, su pasión y su absoluta confianza en sí mismo, que dejaba perplejos a todos. Niki Lauda fue sin duda un luchador, un hombre muy competitivo y  muy ambicioso.

La figura de James Hunt cobra vida a su lado como el eterno rival con el que poco o nada tiene que ver. Hijo de una familia adinerada, estaba contratado en la carrocería de un lord inglés y se hacía acompañar de una comitiva que desplegaba mesas con ostras y champán en los boxes para celebrar los triunfos. Play boy, niño guapo y rico, rubio con melena muy a la moda de los 70, cuando comenzaron su actividad profesional cruzó con Lauda todo tipo de descalificaciones, además de exhibir actitudes chulescas, a las que éste no dejaba nunca sin contestar. Niki, austero, cerebral, poco sociable, muy estricto con las horas de descanso para rendir lo máximo posible, era lo opuesto a Hunt, trasnochador, mujeriego, siempre de fiesta, enemigo de normas y rutinas.

Un día un compañero de su carrocería le llevó a una fiesta para que se relacionara un poco, pero en el camino discutieron y él no llegó a entrar. De pronto vio a una hermosa mujer que iba a coger su coche con una bolsa de equipaje. Le pidió que si podía llevarle. En el trayecto ella ponía música de moda en la radio y canturreaba, pero pese al ruido ambiente Niki fue capaz de detectar en un momento todos los problemas que tenía el vehículo. Ella no le hizo caso y al poco rato estaba a un lado de la carretera con el motor humeante. Se disculpó por no haberle prestado atención diciendo que estaba de mal humor porque acababa de romper con su novio, el anfitrión de la fiesta. Paró un coche que pasaba a gran velocidad por allí y sus dos jóvenes ocupantes le reconocieron enseguida, dejándole que condujera él. Ella, ya en camino de nuevo, puso en duda que fuera quien decían los chicos que era por lo despacio que llevaba el vehículo, y él le dijo que para qué correr, que no había ningún acicate ni motivo para hacerlo. "Porque te lo pido yo", le dijo ella como si tal cosa. "¿Estás acostumbrada a conseguir siempre lo que quieres?" le contesta él. "Sí", le vuelve a decir ella. Aprieta entonces el acelerador y el coche adquiere en cuestión de segundos una velocidad desproporcionada, sorteando otros vehículos que se interponen en su camino con una rapidez de reflejos extraordinaria, para regocijo de los dueños del coche y feliz sorpresa de ella. Ella no tardó en convertirse en su mujer.

Un día en que hacía muy mal tiempo, en la reunión de pilotos previa a la carrera, Niki se negó a correr y Hunt insinuó que era un gallina. Consiguió que la mayor parte de los competidores le diera a él la razón, y la carrera tuvo lugar. Fue el fatídico día en que Lauda tuvo el accidente fatal que casi le costó la vida. Hunt se sintió culpable, lo cual no le impidió seguir compitiendo y ganando, ya sin la molestia de un rival, mientras el accidentado le veía por televisión en el hospital y pedía que continuaran con las dolorosas pruebas que tenían que hacerle para curar sus quemaduras y extraerle las inmundicias que se habían introducido en sus pulmones mientras estuvo aprisionado en el bólido en llamas, todo por recuperarse lo antes posible y quitarle el podio ganador al odiado enemigo.

En la 1ª rueda de prensa que concedió cuando ya estaba recuperado, un periodista tuvo el poco acierto de preguntarle qué le parecía a su mujer el nuevo aspecto que tenía, si eso había influído en su matrimonio. Él se levantó bruscamente airado, dando por terminada la reunión. Hunt, que estaba presente, cogió por banda al periodista cuando ya se marchaba y, metiéndolo en un lugar apartado, le propinó una soberana paliza, mientras le decía que qué le parecería ahora a su mujer la cara que se le había quedado.

En los circuitos se podía ver a Lauda y Hunt departiendo amistosamente, pues en realidad lo que habían sentido siempre era mutua admiración. Niki Lauda lamentó profundamente que Hunt muriera a los 45 años de un ataque al corazón, después de una vida de excesos. Él, retirado hace tiempo, continúa inmerso en el mundo de las carreras como comentarista. Las marcas que tiene en la cara y parte de la cabeza y la gorra de visera que utiliza para taparlas siguen siendo sus señas de identidad. Es una existencia entera dedicada a una pasión: el riesgo, la velocidad, la competición.
  

viernes, 23 de octubre de 2015

Victoria Camps: la felicidad


Cayó en mis manos casi por casualidad uno de los libros que una compañera de trabajo dejó sobre una mesa, junto a la fotocopiadora, cuando hizo limpieza el día que se jubilaba, para que los cogiera cualquiera a quien pudieran interesar. Sé que ella es una madre entregada y que este libro sin duda vendría a aliviar algunas de sus cuitas, pues aún siendo sus vástagos ya mayores seguía sintiendo las mismas preocupaciones y diría yo angustias, que cuando eran pequeños. Es un libro pequeño, subrayado en algunos párrafos por la propia autora, Victoria Camps, catedrática de Filosofía Moral. Qué hay que enseñar a los hijos tiene ya las hojas amarillas del tiempo que hace que fue impreso, pero más que un tratado sobre la educación de los niños y adolescentes me parece que es un tratado sobre la vida. Y como trata sobre cada una de las facetas de la misma con tanta sencillez y verdad, he querido reproducir en varios posts cada una de ellas. La 1ª la felicidad.

¿Qué madre o qué padre no recurre, en trances difíciles, a la socorrida frase "yo sólo quiero que mi hijo sea feliz"? Sólo hace falta pensar un poquito para darse cuenta de que querer la felicidad para sí mismo o para otro es demasiado: es quererlo todo. Pero al decir "sólo quiero su felicidad" estamos haciendo una confesión de modestia: no ambiciono nada, no pido, no exijo ni pretendo nada, sólo quiero que le vaya bien, que sea feliz. Nos hemos dado cuenta de que tratar de hacer un hijo a imagen y semejanza nuestra, o adaptado a nuestros deseos, es iluso y peligroso.

No hay mejor caldo de cultivo para la frustración que el deseo no reprimido de ver en el hijo la reproducción de una imagen que previamente tenemos de él. O esperar que sea la compensación de nuestros defectos y faltas (...) Nada más contrario a la felicidad. El estoico Séneca, que escribió sabiamente sobre la felicidad, dejó dicho que "la vida feliz es la que está conforme con la naturaleza de las cosas". Quería decir que el camino para ser feliz es aceptar la realidad -en este caso, la de los propios hijos- como es: con sus defectos, sus manías y sus debilidades. Es contraproducente para la tranquilidad del alma, que seguramente es lo más similar a la felicidad, querer doblegar la realidad a nuestro capricho.

Pero una cosa es forzar la naturaleza de las cosas, y otra, muy distinta y nada recomendable, dejar hacer. La felicidad no consiste en una especie de estado beatífico y angélico en el que todos los deseos y satisfacciones han quedado cumplidos. Ese estado sería, para empezar, inhumano, impropio de nosotros. Nuestro objetivo en esta vida no es la felicidad, sino buscarla, algo mucho más limitado y que consiste en tratar de obtener el máximo rendimiento y satisfacción con lo que libremente hacemos. En realidad la felicidad no es un objetivo que pueda buscarse por sí mismo. Uno no se propone ser feliz, sino encontrar a la pareja perfecta, tener hijos sanos, ganar dinero, tener un trabajo amable. La felicidad es el producto obtenido al hacer otras cosas: ver un partido de fútbol, leer un libro, planear unas vacaciones, disponerse a ayudar a las víctimas de una guerra.

Lo 1º que hay que aprender para atrapar esas ocasiones de felicidad que puede proporcionar la vida es que el ser humano se distingue del animal en que éste actúa por instinto, mientras que el hombre escoge la vida que quiere. El animal hace lo que le apetece cuando le apetece: un perro ladra, come, duerme o juega cuando su instinto se lo pide. El ser humano, por el contrario, puede tomarse un respiro frente a lo que le pide el cuerpo. El ser humano piensa, calcula, mide, elige, decide con vistas a lo que considera que es su felicidad. Por lo menos, lo intenta. Esa diferencia el niño la desconoce. No sabe que lo que apetece en cada momento puede no ser lo más conveniente. Tiene que aprender a controlarse, a esperar, a establecer una distancia entre el estímulo y la respuesta.

Algunos filósofos han insistido en que hay que aprender a distinguir la felicidad del placer. La idea sólo es aceptable si se interpreta moderadamente, pero deja de serlo si la diferencia entre ambos se quiere llevar demasiado lejos, como han hecho los puritanismos y fundamentalismos religiosos. Mi generación, y varias generaciones anteriores a la mía, crecimos con la idea de que todo lo bueno, apetecible y placentero era pecado. Es una táctica equivocada para acercarse a la felicidad. Los dos grandes maestros del ser humano -dijo el utilitarista Bentham- son el placer y el dolor. Vamos en pos del placer y evitamos el dolor y el sufrimiento. Lo único que le humano puede y debe hacer, y que no hace el animal, es aprender a distinguir y jerarquizar placeres y dolores. A esa capacidad los griegos la llamaron "templanza".

Orientar a un niño respecto a la felicidad es habituarle a la templanza. A templar sus emociones y sus nervios, a reprimirse si hace falta. A ser incrédulo con respecto a los modelos de felicidad que ofrecen la televisión, el mercado, la política. Ya lo dijo Aristóteles: la felicidad no está en lo que la gente suele pensar: el dinero, el éxito, el poder, los honores, la belleza. Todas estas cosas ayudan a ser feliz pero no son la felicidad misma. La felicidad -concluía el filósofo- consiste en ser una buena persona.

¿Y qué es una buena persona? Estamos ante una de las grandes preguntas de la filosofía, esas que no tienen respuestas definitivas, pero nos ayudan a pensar. No hay modelos que retraten a las buenas personas. Es más: lo que los niños de hoy perciben como modelo es lo contrario de lo que dijo el filósofo. La televisión les enseña que el más feliz es el más fuerte, el más rico, el más guapo, el más duro, el que sale triunfante de todas las competiciones. Es bueno el que gana y malo el que pierde. Ahí está la dificultad. En este mundo de competencias, de perdedores y ganadores, ¿cómo hacerle entender a un niño que la felicidad se busca de otra forma, que no siempre es importante ganar y, sobre todo, que ganar no es lo que aparece como tal?

(...) En nuestro mundo hay por menos cuatro riesgos que crean malentendidos sobre la vida feliz. Para combatirlos, habría que tener claro lo siguiente:

1. La felicidad no consiste en tenerlo todo ni en conseguir todo lo que uno se propone. Ser ambicioso no es malo, pero dado que no todo saldrá a nuestro gusto, es preciso aprender a superar y vencer las adversidades. Es la gran lección que nos enseñaron los estoicos, los únicos filósofos que no eludieron los grandes problemas de la existencia: la enfermedad, el dolor, el fracaso, la muerte.

2. La felicidad sólo se consigue en compañía. Necesitamos a los otros para vivir y para ser un poco felices. Y al decir "los otros" no es legítimo pensar sólo en "los nuestros", sino en los que son realmente "otros". La rutina de las malas noticias acostumbra a contemplar con impasibilidad absoluta el sufrimiento y la tortura en que vive mucha gente. A esa satisfacción con lo propio independientemente de lo que ocurra fuera se le llama mezquindad.

3. Hay una búsqueda de felicidad que acaba siendo autodestructiva porque convierte en fin lo que sólo era un medio. La adicción a las drogas, las sectas, la promiscuidad sexual, la anorexia son perversioes de placeres que, a falta de control, acaban volviéndose contra uno mismo.

Lo que los adultos deben preguntarse es hasta qué punto fomentan y no corrigen esas ideas que hoy son moneda corriente, según las cuales la felicidad está en lo efímero y en la complacencia con lo propio. Hasta qué punto las están enseñando con su propia vida y con un dejar hacer que no sirve para formar criterio. La satisfacción de cualquier capricho, el recurso al dinero como solución del aburrimiento, la presión desmedida por las buenas notas, favorecen la confusión de la felicidad como la satisfacción inmediata. No es raro que el niño, más sabio a veces que sus progenitores, rechace las solicitudes del mercado en todas sus formas. Per acabará acostumbrándose a la idea omnipresente de que sólo teniendo y comprando cosas, sólo gastando dinero, se puede ser feliz. Las necesidades y los deseos se crean y se cultivan. Nadie nace queriendo esto o aquello: acaba queriéndolo si le convencen de que si no lo consigue será muy desgraciado.

jueves, 22 de octubre de 2015

La madurez de dos modelos muy especiales


Alicia Borrás
Viendo las fotos de Alicia Borrás en XL Semanal me he quedado maravillada. Esta modelo española afincada en Alemania, que fue Miss España 1965, goza hoy en día a sus 70 años de un físico envidiable. Casi diría yo que está más guapa, elegante y sofisticada ahora que cuando era más joven. Ella dice que la elegancia no es cuestión de dinero sino una forma de ser, que la gente te mire y pueda decir: “¡Qué mujer más interesante!”.

Me fijo en las imágenes y no sólo admiro su esbelta figura sino incluso el brillo plateado de sus canas. El peinado es sumamente favorecedor. Ana mi hija no quiere que me corte el pelo porque dice que me haría parecer mayor, pero todo depende del peinado. Un pelo muy corto con un moldeado o permanente muy marcados, reseco o con un teñido feo, o incluso una melena corta sin gracia, sin algo que le de un aire diferente, es poco llevadero da igual la edad que se tenga.

Alicia Borrás, que dejó su carrera hace muchos años cuando estaba en lo más alto para casarse con un ejecutivo alemán, lleva unos pocos años frecuentando de nuevo las pasarelas, invitada por modistos y organizadores que, atraídos por la singularidad de su belleza a una edad en que las personas, no sólo las mujeres, dejaron atrás hace tiempo la frescura de la juventud, no pierden la oportunidad de incluirla en sus desfiles, en los que se mueve como hacían las modelos de antes. Porque ella piensa que las de ahora son obligadas a desfilar como autómatas, dando grandes zancadas y moviendo las caderas de una manera antinatural, a gran velocidad, como si les hubieran dado cuerda. Alicia cree que la misión de la modelo es dar vida a la prenda que lleva. Por eso desfila dando vueltas, colocando las manos sobre las caderas una y otra vez, dejando volar los brazos a media altura para hacer breves figuras en el aire, dando un toque muy chic al conjunto. 

Me fijo en un video de ella desfilando y, efectivamente, camina con soltura, cadencia y elegancia, dando giros que parecen etéreos, sin brusquedad, mirando al público con gesto entre cálido y distante, con una sonrisa enigmática. Recibe aplausos sin cesar, no creo que sólo como signo de admiración por su trabajo a una edad en que casi todo el mundo está jubilado, sino también por ser portadora de un estilo, de una manera de hacer las cosas, que evoca glamourosos tiempos pasados que no volverán. Habiendo trabajado para Pertegaz, Chanel, Ives Saint Laurent, entre otros, es la prueba viva de que el buen gusto, la feminidad y la delicadeza no tienen por qué ser valores extintos.

Carmen Dell´Orefice
Lo mismo pasa con Carmen Dell´Orefice, de la que ya hablé en otra ocasión. Tienen incluso cierto parecido físico, ojos rasgados de un verde muy claro, cara angulosa, pelo blanco ondulado, piel muy blanca y una complexión muy similar. Lo único que Carmen quizá sea más espectacular en sus apariciones públicas, mucho más desinhibida. Y encima es mayor, pues tiene ¡83 años!. Admirables ambas, en encantan.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Bette Davis en S. Sebastián


Al cumplirse 25 años de la visita de Bette Davis a San Sebastián en 1.989, con motivo del Premio Donosti a toda su carrera que el Festival de Cine le quiso otorgar, se ha rodado un documental que recrea esos días pasados en España. Es su secretaria y asistente personal la que nos cuenta las impresiones de la actriz a su llegada a la ciudad, además de los miembros del jurado y otras personas que tuvieron acceso a ella durante aquellas jornadas.

Se la ve a su llegada en un elegante coche negro, extremadamente pequeña y delgada pero impecablemente vestida, maquillada y peinada. Todos sabían que estaba ya muy enferma debido a un cáncer que padecía desde hacía tiempo, y les sorprendió su gran vitalidad. Su secretaria dice que se le iluminó la cara al salir del vehículo y ver a toda aquella multitud que la aplaudía y vitoreaba.

En la parte exterior del teatro se colocaron pasamanos para que ella pudiera irse agarrando según caminaba, aunque no debían notarse mucho. Dentro del teatro se habían dispuesto sillas y mesas durante el recorrido hasta el escenario para que hiciese los descansos que creyera convenientes.
  
Jaime Azpilicueta, el director de cine, es el más expresivo de todos a la hora de recordar aquellos acontecimientos, lo cuenta con una enorme expresividad corporal y gran emoción. Alza los brazos para representar el momento en que se levantó el telón, al inaugurarse el festival, y apareció ella tranquilamente fumando, apoyada contra el podio, mientras contemplaba al público que la ovacionaba con la misma intensa frialdad y distancia que usaba en las películas que rodó, y que la hicieron famosa. Las volutas de humo que despedía su boca se alzaban sobre el sombrero negro que llevaba puesto, muy elegante, y era como si quisiera decir que la enfermedad y la vejez no eran obstáculos para ella, que seguía siendo la misma, orgullosa, tesonera, inasequible al desaliento. Después una sonrisa complacida.

Durante la rueda de prensa declaró haber tenido una larga y buena vida como intérprete, que actuar era lo único que sabía hacer y que era algo que le había reportado mucha felicidad. Sorprendentemente dijo que rezaba todos los días para que algún director le ofreciera un papel adecuado a su edad, como si no quisiera reconocer que su salud y su edad se lo impedían. Era como ver a una mujer marchita físicamente pero que en su interior conserva aún el vigor y la ilusión de la juventud.

Esa noche, durante la cena, estuvieron departiendo todos animadamente, pero uno de los organizadores, que se sentó a su lado, cometió la imprudencia de decirle que sólo quedaban dos grandes divas del cine, ella y Marlene Dietrich. Ella le dedicó una mirada gélida y no respondió. En realidad compararla con aquella otra actriz, tan distintas las dos, y de menor categoría, era casi un insulto. Se sorprendieron de su resistencia, pues había aguantado con estoicismo todo lo que duró el festival más la rueda de prensa, y parecía querer seguir disfrutando de su momento durante la cena en su honor. Cuando declaró estar cansada y que se iba a retirar a su habitación, apareció de repente y con mucha discreción una silla de ruedas, en la que se sentó para desaparecer con su secretaria.

El festival había concluído y todos se habían marchado ya, pero a ella nadie le decía cuándo debía irse, y decidió continuar en la ciudad unos días más. Por desgracia el tiempo refrescó en el 4º o 5º día de su estancia allí, y cogió un resfriado. Su cuerpo, que ya estaba muy debilitado, no lo pudo resistir, y aunque su intención fue viajar inmediatamente a los EE.UU., donde se encontraban los médicos que la trataban, tuvieron que ir en avión privado a Nanterre, en Francia, a un hospital en el que ya había estado alguna vez y que merecía su confianza. Falleció poco después. Su secretaria habla de estos momentos con gran entereza, tiene una forma de expresarse y una personalidad que recuerdan mucho a la propia Bette Davis. Es fácil pensar que eligió a alguien con quien tuviera mucho en común como persona de confianza. Al final bajó la cabeza para intentar rehacerse y no llorar, recordando las últimas horas de la actriz, y luego volvió a mirar al entrevistador con firmeza, como si no hubiera pasado nada. 

Uno de los organizadores dijo sentir tristeza al saber que la actriz estuvo muy distanciada de sus hijos en los últimos años de su vida. Su hija Bárbara había escrito un libro 4 años atrás en el que la acusaba de haber sido una madre dominante, abusadora y propensa a la ira. Bette Davis, que se casó 4 veces, tenía otros dos hijos adoptados, Margot, que con 3 años fue diagnosticada con retraso mental y ha estado en varias instituciones desde entonces, y Michael, al que legó buena parte de su fortuna. Puede que la actriz no se llevara bien con su familia, pero desde luego no estaba sola. Y en S. Sebastián lo pudo comprobar. 


martes, 20 de octubre de 2015

Curiosidades de rodaje: De aquí a la eternidad


Cuando pensamos en una película que nos ha gustado no la podemos imaginar con otros actores que los que fueron elegidos para realizarla. Y sin embargo son muchas las vueltas que se les da los posibles intérpretes antes de la decisión final. De aquí a la eternidad, un clásico del cine donde los haya, no es una excepción. Para el papel que encarnó Deborah Kerr se escogió inicialmente a Joan Crawford, pero en el último momento lo rechazó porque no le gustaban ni el maquillaje ni el vestuario que debía llevar, o al menos eso dijo ella. Deborah Kerr, la otra candidata, quería dar un cambio a su carrera, pues hasta entonces había interpretado a la típica chica buena. Producía mucho morbo ver a la virginal Kerr en un personaje lleno de promiscuidad, algo que también le pasaría en La noche de la iguana, donde interpretaba a una mujer recatada que se veía rodeada de sensualidad.

La escena archiconocida en la que la Kerr y Burt Lancaster se abrazaban y besaban apasionadamente en la orilla del mar, envueltos por la espuma de las olas, fue un escándalo para la época. Requirió 3 días de rodaje y la participación de más de 100 personas, pues había que sincronizar la escena para que las olas rompieran sobre la pareja en el momento adecuado. Aunque viendo el éxito que luego tuvo el esfuerzo mereció la pena.

Monty Clift y Frank Sinatra se hicieron muy amigos durante el rodaje, y se reunían en la habitación de éste para ver quién era capaz de beber más alcohol. En sus salidas por la localidad donde rodaron armaron más de una trifulca. Sinatra se recuperaba con mayor rapidez de las borracheras, no así Clift, por lo que muchas de las escenas en las que debe aparecer embriagado podría pensarse que no le costó mucho realizarlas. La amistad de ambos acabó abruptamente cuando el cantante supo que Monty Clift era homosexual, comentario que alguien deslizó en su mansión durante una de sus fiestas. A partir de entonces le negó la entrada a la casa y todo contacto con él.

La película ganó 8 Oscars y fue nominada para otros 5. Fue la más taquillera del año en el que fue estrenada, 1.953. La novela original tuvo que ser alterada para eludir la censura: el prostíbulo se convirtió en club social, las prostitutas en señoritas de compañía, se eliminan las blasfemias y se minimiza la crítica al estamento militar, que aún así recibió lo suyo. 

La prueba de casting de Sinatra fue tan perfecta que el director, el gran Fred Zinnemann, decidió incluirla en la escena final de la película. La carrera del actor andaba por entonces de capa caída y aceptó trabajar en la película por un sueldo inferior al que solía percibir.

El film fue rodado en un tiempo récord de 41 días con sólo un millón de dólares de presupuesto, y consiguió condensar en 2 horas un libro de mil páginas. Cabe decir que el cartel publicitario llevaba a engaño, pues aparecían imágenes de la película en color, cuando ésta se rodó en blanco y negro.

Monty Clift, que aún no había tenido el accidente de tráfico que desfiguraría su rostro, que tuvo lugar 3 años después, lucía su talento y su apostura en todo su esplendor. Actor atormentado, sensible, inteligente, ya no volvió a ser el mismo desde que estrelló su coche contra un poste una noche de niebla, tras una fiesta en casa de su gran amiga Liz Taylor, de la que salió bebido. Le faltó tiempo a ella para acudir al lugar del siniestro, meterse dentro del coche por el maletero y colocar a Monty Clift sobre su regazo para extraerle los dientes que se le habían incrustado en la garganta y que le impedían respirar, hasta que llegara la ambulancia.

Pero en 1.953 todavía el actor lucía su encanto y buen hacer, metido en su personaje de marine que se niega a boxear, pese a ser el mejor haciéndolo, en “De aquí a la eternidad”. Su perfeccionismo a la hora de preparar sus interpretaciones era tal que llegó a aprender, a disgusto, a tocar la trompeta para poder realizar el toque de silencio que aparece en la película, un lamento por el compañero y amigo muerto, y que llevó a cabo con tal perfección que pone el vello de punta al escucharlo.

Para mí de todos los actores que aparecen en esta película es Montgomery Clift mi favorito. Hijo de un acaudalado broker venido a menos tras el crack del 29, tuvo una educación al modo aristocrático de la época: viajes a Europa con tutores privados que les instruían a él, su hermana gemela y su hermano mayor, en todo lo necesario para tener una buena educación. Dejo aquí una foto suya en su niñez. Ya se aprecia en ella su delicada y melancólica belleza, y su sensibilidad.





miércoles, 14 de octubre de 2015

Dior y yo


Nada sabía de Raf Simons hasta que hace unos días tuve el placer de ver en televisión un documental, Dior y yo, en el que se mostraban los primeros pasos de este diseñador de ropa masculina en la Casa Dior como director creativo, hace 3 años, sustituyendo a John Galliano que, como es bien sabido cometió la imprudencia de hacer unos comentarios racistas a unas personas que estaban sentadas cerca de él en una terraza, mientras se tomaba algo, y como trascendieron fue despedido de inmediato. Se supone que en tus ratos de ocio eres libre de hacer o decir lo que te venga en gana, pero si trabajas para un emporio de la moda como Dior puedes dañar la imagen de la Casa si cometes un error. Lo mismo pasaría con cualquier otra firma, ser diseñador es como un sacerdocio, es algo que llevas puesto encima en todo momento.

Algo que a Raf Simons le ha venido de perilla. Con amplia experiencia en el mundo del pret-a-porter para hombre, había estado anteriormente entre otros con Jean Paul Gaultier. Simons trabaja y vive en Bélgica, de donde es oriundo, y viaja a París 2 veces al año para sus colecciones. La alta costura es nueva para él, con ella que dispone de menos tiempo para realizar sus colecciones; el pret-a-porter se puede realizar con mucha más antelación y tranquilidad.

El reportaje empieza con el presidente de la Casa Dior presentándole al resto del personal, y especialmente a las encargadas del taller de vestidos y del taller de trajes. Empieza hablando en francés, pero se disculpa porque dice que aún no lo maneja lo suficiente, y termina hablando en inglés. Allí parece que todo el mundo le entiende. Él a su vez presenta a su mano derecha, Pieter Mulier, su mano derecha desde hace una década, belga como él, con el que se siente respaldado y dispuesto a empezar una nueva etapa de su carrera.

Se intercala una voz que representa a Dior, a modo de narrador, que reproduce lo escrito en sus Memorias. Así sabemos que era un hombre al que no gustaban el ruido ni la vida de ajetreo social, que quiso vestir a las mujeres que habían salido de la 2ª Guerra Mundial, acostumbradas a uniformes y trajes rectilíneos, con vestidos que realzaran la feminidad: hombros redondeados, cinturas finas, faldas largas y amplias como corolas. Y resultó que su gusto personal coincidió con el de la mayoría de la gente. Él empezó con 41 años en 3 talleres de una conocida calle parisina.

Las primeras colecciones de Raf Simons como diseñador datan de hace 20 años. En Dior sólo conocían su trabajo los encargados de ropa masculina, que son pocos, porque la Casa se ha especializado siempre en ropa de mujer. Raf es un hombre poco dado a la exposición pública, que desempeña su labor con pasión pero queriendo verse libre de las servidumbres de la fama.

Raf va a los ateliers y conoce a cada uno de los que los componen. Está preocupado porque sólo tiene 8 semanas para presentar la nueva colección de Dior. El ayudante de Raf, Pieter, se asombra de que Christian Dior trabajara sólo 10 años en una Casa que lleva 60 años funcionando. Eso demuestra que aunque estuvo poco tiempo lo que hizo fue revolucionario. De Raf dice que él no dibuja, pero que elabora conceptos visuales muy concretos. Hace dossieres con ellos a base de fotos, grabados y bocetos de los diseñadores de la Casa. De 250 puede elegir 3 ó 4. Le gusta hablar con todo el mundo y da mucha libertad a sus equipos, por lo que todos tienen la oportunidad de incluir sus ideas, y la colección resulta mucho más rica. Raf tiene palabras de elogio para las encargadas de los talleres, no las considera simples empleadas sino figuras importantes dentro de la firma que están a cargo de equipos muy grandes y colecciones muy grandes.

Florence, la encargada del taller de vestidos, explica cómo trabajan. Deja los bocetos sobre una de las mesas para que todo el mundo se acerque, los mire y elija lo que quieren hacer. Hay un diseñador oriental que se suele encargar de los grandes volúmenes. Los bocetos están clarísimos, precisados al milímetro. Pieter tiene una excelente relación con las encargadas de los talleres. Florence y él congeniaron desde el primer momento. Con Monique, la del taller de trajes, un poco menos porque se angustia enseguida con el tiempo y con las dificultades que van surgiendo.

Raf Simons no puede pasar un día sin ver alguna exposición. Necesita contemplar Arte, le da ideas y le ayuda a relajarse. Sterling Ruby le inspira para hacer varios modelos. Es un pintor que no toca el lienzo directamente sino que utiliza sprays. Raf quiere se se use una técnica parecida para sus vestidos. Para ello se necesitan grabadores y no hay ninguno disponible en Francia hasta varios meses después. Además los ateliers tienen que atender los pedidos de las clientas particulares. Por fin consiguen proveedores que se encargarán de ello y lo harán a destajo, con días y noches y fines de semana trabajando si parar.

Raf reflexiona sobre el concepto que tiene la gente de su estilo. Todos creen que es minimalista, porque anteriormente estuvo trabajando para una marca que lo era, pero él dice que además de eso también le gustan otras cosas, y piensa que el público lo comprobará en el desfile. 

El diseñador va a visitar en una soleada mañana, junto a Olivier,el jefe de comunicaciones, la casa en la que vivió Dior en su infancia, un edificio de 2 plantas con fachada rosa y situada junto al mar. Está rodeada de jardines, pues heredó de su madre la afición por las flores. Hay un pequeño busto de Dior en medio de ellas.

Los diseñadores-as del atelier hacen sus propios bocetos, pero Raf siempre retoca. Este va con algunos miembros de la Casa a inspeccionar una mansión particular de varias plantas, sin amueblar, que les van a ceder para hacer el desfile. Es muy señorial, pero le hace falta una limpieza y pintura en las paredes. Raf tiene una propuesta que hacerles, aunque cree que a lo mejor es muy arriesgada: quiere llenar todos los espacios de flores, cada estancia de un color diferente, y que todos puedan aspirar su fragancia. Dice que la idea está inspirada en una escultura de Jeff Koons, Puppy.

A Raf le traen las primeras telas con las impresiones inspiradas en los cuadros de Sterling Ruby. Los coloca sobre algunas de las modelos, prendidos con alfileres, para que se muevan y ver el efecto. Está encantado, le parece sublime.

Van también a la mansión donde tendrá lugar el desfile. Han hecho estructuras que llegan hasta el techo, altísimo, donde se engarzan las flores. Aún sólo hay algunas, de diferentes colores, para ver el efecto. El presidente de la Casa Dior va a verlo porque es el que tiene que dar su conformidad, sobre todo por el elevado presupuesto que lleva consigo.

Olivier, el jefe de comunicaciones le dice a Raf que la Casa Dior espera mucha prensa, pero que hay que hacer una selección de quiénes y dónde van a entrevistarle. Raf manifiesta su horror a que le filmen o fotografíen, sobre todo si es gente que no conoce. Pregunta qué es lo mínimo que tiene que hacer para saludar al público y contentar al señor Arnault, el presidente ejecutivo de Dior, porque no está dispuesto a pasearse por todas las salas como un payaso, ni tampoco recorrer la pasarela al término del desfile, se siente incapaz de hacerlo. Olivier le dice que es importante para ellos que permita hacerse una foto con 10 modelos delante de una de las paredes de flores. Es la condición imprescindible para tener 10 páginas en París Match. Raf se frota lentamente la cara, angustiado. Hacen una broma para quitarle hierro al momento, y después Raf afirma no tener mucha elección y accede.

Raf está haciendo retoques a las prendas y tomando decisiones hasta el último momento. Le gusta contemplar a las modelos caminando mientras él está sentado a lo lejos pensativo, con la mano apoyada en la frente o en la cara. De vez en cuando se levanta, hace superposiciones con telas de las más variadas texturas y colores, camina unos pasos hacia atrás para tomar distancia y ladea la cabeza, como sopesando el efecto.

Llega Esther, una modelo que va a hacer su primer desfile de su vida, una nueva adquisición de la Casa Dior. Raf piensa que es muy guapa pero que no puede caminar así, y que debería relajarse porque parece asustada. Mientras, en los ateliers las costureras trabajan incansablemente. Llega una gasa transparente en negro con bordado de flores de un azul intenso que es una maravilla. Creo que a eso se le llama encaje. Por más que busco en internet no soy capaz de distinguir entre gasa, tul, muselina, chiffon, satén y organza, es algo que hay que tocar y ver, no te puedes hacer una idea real en un ordenador.

Una de las diseñadoras del atelier dice que hay alegría y tristeza cuando llega el final, porque las prendas les han pertenecido durante mes y medio y luego ya no les pertenecen, las dejan ir. Raf les ha hecho llegar a todos y cada uno de ellos una tarjeta en la que ha escrito de su puño y letra palabras de agradecimiento por la labor realizada y afirma que "mañana será un día fantástico", refiriéndose al día del desfile.

Un grupo continúa trabajando por la noche, cosiendo unos abalorios malvas y naranjas sobre una gasa de un anaranjado muy pálido. Es una gran tela de un vestido que ha habido que rehacer, y la combinación de colores y texturas es fantástica. De repente les llaman por teléfono: es la hora del champán. Raf, Pieter y el resto les están esperando para brindar, momento que aprovecha Raf para agradecerles la forma como les han acogido a él y Pieter, y espera permanecer mucho más tiempo allí en mutua colaboración.

El día del desfile los que componen el atelier llegan cuando aún no hay gente en las salas para contemplar la maravilla de las flores colocadas por las paredes hasta el techo. Están asombrados y encantados. Raf recibe a la legendaria y terrible Anna Wintour, directora del Vogue norteamericano, que fue retratada en la película El diablo viste de Prada. Está unos momentos con él recorriendo las salas pero no tarda en despedirle con un vaivén de la mano. Raf aprovecha para escabullirse rápidamente, algo que parecía querer hacer porque en su presencia pocos son los que estarán cómodos.

Llegan otras celebridades, Donatella Versace, y la esposa del príncipe Alberto de Mónaco, entre otras. Se hacen las fotos de rigor al pie de la escalinata, en el hall principal. Raf las contempla desde arriba y parece ponerse nervioso por momentos. Va a la terraza y se toma un refresco con Olivier, sentados al sol, que le dice que hay muchos más fotógrafos de lo habitual. Raf parece meditarlo y exclama "Olala" varias veces, intentando dominar sus nervios. Olivier le indica que cuando termine el desfile irá al baño, se hará unas fotos y concederá algunas entrevistas. Raf parece dejarse invadir de repente por todo el cansancio y la angustia acumulados durante meses y dice: "No me lo puedo creer", y afloran algunas lágrimas a sus ojos. Olivier le da unas palmadas en la espalda para infundirle ánimo. Luego salen, les ofrecen unas botellas de agua mineral, y Raf aprovecha para mirarse en uno de los grandes espejos recomponiendo su aspecto y ver si se nota que ha llorado. Luego desaparecen en un ascensor.

Raf camina entre las modelos, a las que les están dando los últimos retoques de maquillaje y ropa en uno de los pasillos, junto a unos grandes ventanales. Allí están todos los miembros de los ateliers. Pieter pasa unos guantes de goma que lleva puestos por la ropa de cada modelo antes de que salga, para quitarle cualquier adherencia que haya quedado prendida en las telas. Las modelos deben subir muchas escaleras y atravesar muchos pasillos hasta que llegan a la zona del desfile. Caminan hieráticas y acompasadas, como si ya estuvieran desfilando delante de la gente. Los miembros de los ateliers ven el desfile en una sala a través de una gran pantalla.

Esther durante el desfile
A medida que avanza el desfile Raf se va emocionando cada vez más. Pugna porque las lágrimas no afloren a sus ojos, inútilmente. Está mascando chicle desde antes de que empezara, para calmar los nervios. Se abraza a Pieter, que también llora emocionado. Cuando termina, Raf se pasea por el recorrido entre los aplausos del público y choca los cinco con el presidente de Dior ya casi al final del trayecto. Luego se hace fotos con las famosas, las antes mencionadas, y con las actrices Marion Cotillard y Sharon Stone. Jennifer Lawerence también estaba entre los asistentes. También con gente del mundo de la moda, y con sus padres, a los que presenta, rodeándolos con cada brazo con afecto. Ha sido su gran día.

Raf Simons es una curiosa mezcla de timidez y carácter. Parece como si un volcán rugiera en su interior a pesar de querer aparentar calma y cierta despreocupación. Hipersensible a todo lo que le rodea, se le critica que soporte mal la presión, aunque sus lágrimas en los momentos cumbres se deban más bien, creo yo, a la emoción y el sentimentalismo. Contrasta la escasa expresividad que demuestra habitualmente con esos torrentes de turbación. Su despedida de su anterior trabajo también le supuso un llanto incontrolado, entristecido al tener que abandonar la firma después de los años que llevaba con ella. Sólo parece olvidarse de su pudor cuando está con las personas que él considera de confianza, que no son muchas.

Y lo más curioso es que nunca soñó con ser diseñador de moda. Hijo de una mujer de la limpieza y un militar que entró en el Ejército con tal sólo 16 años, nació y creció en un pequeño pueblo de Bélgica donde la única distracción era la tienda de discos. Estudió diseño industrial, pero con 19 años empezó a interesarse por el mundo de la moda. Le sorprendía la influencia que tenía en la gente. Actualmente está considerado un diseñador con métodos muy particulares, que es mundialmente reconocido por sus creaciones y su talento para fomentar tendencias.  


martes, 13 de octubre de 2015

IQ Elite


Cuando dejé de estar en e-Darling creía que ya no volvería nunca más a meterme en sitios de contacto en internet para conocer hombres, pero al cabo de ¿2, 3 años? (pierdo la noción del tiempo), me picó la curiosidad después de leer un reportaje en la revista Muy interesante sobre este tema, en el que ví por vez 1ª IQ Élite. Pero lo que más me llamó la atención, pues si se hubiera tratado de otro sitio de contactos más no habría hecho caso, es que decían hacerte un test de inteligencia para poder entrar, pues en su mayoría estaba compuesto por gente con titulación universitaria. Pensé que pon fin había encontrado un lugar donde conocer gente interesante.

La 1ª vez que me metí me hicieron un test de personalidad muy breve, en comparación con el de e-Darling, que es tan exhaustivo. Si quería seguir adelante tenía que pagar 5 € semanales, lo cual no es mucho si lo comparamos con los ¿120 €?, ya no lo recuerdo bien, de e-Darling. Yo, a estas alturas, no quiero pagar ni un céntimo en cosas que creo que no valen la pena, porque el sitio no me pareció ni interesante, ni sofisticado, ni mucho mejor que cualquier otro. Pero pasaban los días y me fueron mandando sugerencias, 4 al día, hasta que al final les seguí el rollo y a día de hoy sigo en ello sin tener que pagar nada, aunque si quiero más servicios Premium, como los llaman ellos, sí tendría que aflojar el bolsillo.

A modo de bienvenida el creador de IQ Élite, Greg, me manda un mensaje automático saludándome y haciéndome algunas sugerencias para que me sea todo más fácil y agradable. Me meto en su perfil, porque él también se aprovecha de su propio invento para conseguir pareja, y veo que es ingeniero informático, de Cracovia, que tiene 29 años y dice medir 1,93. Esto último, a juzgar por las fotos, lo pongo más que en duda. En fin, lo encuentro muy original.

Me dedico a mirar fotos de montones de hombres que hago pasar ante mis ojos a gran velocidad, algo que ya me harté de hacer en el año que estuve en e-Darling. Es como un tren que se moviera rápido por delante de mí y desde él hubiera muchos tíos mirándome a través de los cristales de los vagones. ¿Soy yo el elegido? ¿te intereso? Siempre tengo la desagradable sensación de que esto es como ir a comprar algo, se ofrece el producto, con más o menos acierto según de quien se trate, y tú tienes que mostrar algún interés y, en algún momento dado, quedarte con la mercancía. Porque en esto parece consistir los sitios de contactos, en un toma y daca de intereses que, básicamente, se reducen al sexo en la mayor parte de los casos.

Lo que sí debo decir es que en IQ Élite los hombres no aparecen besando delfines o casi todos en bañador junto a yates o descapotables despampanantes como pasaba en e-Darling. Quizá los que tienen titulación superior son, en general, menos horteras, más elegantes como personas, más sencillos y realistas. Tan sólo un par de ellos dan la nota, como uno que aparece mordisqueando un fresón en actitud insinuante, muy ridículo, y otro que para resultar gracioso se ha puesto unas orejas enormes de pega que le quedan como el culo. Los hay espantosos, como un pobre hombre que tiene un angioma que le cubre casi toda la cara hasta el cuello cabelludo, pero los que son horrendos es porque son feos, tienen un gesto asesino, de funeral o se creen muy atractivos y hacen gestos que creen provocadores. Muchos aparecen con gafas de sol, lo cual no contribuye precisamente a que se les pueda conocer. Me imagino que lo harán por pudor, o sólo porque son personas que están dañadas, que han sufrido y han estado expuestas a los envites de las relaciones amorosas, que nosotros mismos nos encargamos de complicar. Lo que sí me parece feo es que algunos aparezcan con una mujer, porque siempre se piensa que es la anterior pareja, aunque a lo mejor sólo se trate de su hermana, su prima o una amiga.

El test de inteligencia me fue sugerido a los pocos días de estar yo trasteando con todas estas cosas, pero no era lo que yo pensaba. Te ponían series geométricas de diferentes tipos y tú tenías que adivinar cuál sería por deducción la que faltaba. Resultó que yo tengo un coeficiente intelectual de 113, cuando la media, según ellos, es de 100, y lo que sí me produjo hilaridad es que decían que había acertado en todas las preguntas sobre matemáticas, cuando en realidad han sido siempre mi bestia negra. Me decepcionó un poco el test, que era por lo que yo me había fijado en IQ Élite, porque esperaba algo mucho más elaborado.

Puedes recibir las innumerables sugerencias que te presentan, o puedes perfilar tu propia búsqueda introduciendo datos que coincidan con tus preferencias: edad, cercanía-lejanía de lugar de residencia, sexo, raza, religión, nivel de estudios, estatura, estado civil, si te importa o no que tenga hijos, tipo de cuerpo y de personalidad, si fuma o no, situación laboral, si quieres tener hijos o no... Después de poner las mías sólo me sugirieron a una persona, que físicamente no me atrae demasiado, no porque su aspecto físico sea desagradable sino porque no es el tipo de hombre que me gusta. Luego he cambiado la edad y me han sugerido otro, que tiene un poco pinta chuleta pero que nunca se sabe, igual es un tipo interesante. Con tus búsquedas perfiladas te mandan 4 sugerencias al día.

Tienes la posibilidad de mandar guiños, decir que estás intesada, enviar 5 preguntas, algo que también hacían en e-Darling y que me parece una chorrada, o directamente chatear. Puedes ver quién está interesado en tí, quién quiere conocerte, quién ha visitado tu perfil, quién te ha mandado un guiño, mandar mensajes o añadir perfiles que te hayan gustado a tus Favoritos. Casi el mismo día en que empecé a usar IQ Élite me mandó un guiño y dijo que estaba interesado en conocerme un hombre, Luis, que por su profesión debe ser como un ratón de laboratorio. Si le pongo alguna pega es que no es muy alto y que cuando sonríe tiene un colmillo un poco saliente. Su cara es muy afable, seguramente será un buen hombre, pero aún no me he decidido a contestarle. Después de él otro me mandó un guiño, Fernando, más joven y guapo que él, pero tampoco he contestado. 

Hoy, de las 4 sugerencias perfiladas que me han mandado, me metí en el perfil de una de ellas, Javi, que conocía de vista pero del que había pasado porque en la foto tiene cara de pícaro. Por curiosidad leí lo que había respondido en las preguntas de IQ Elite y lo que había puesto me hizo tanta gracia que me decidí a mandarle un mensaje. No sé si me contestará, pero es mi primer órdago en este sitio.

En realidad me da la impresión de que estuviéramos en un jardín de infancia jugando al ratón y al gato, ahora te toca a tí, ahora me escondo, ahora no me apetece... Muchos escatiman información, y cuántos no dirán mentiras. Mi hija me ha aconsejado que no ponga mi edad real sino 4 ó 5 años menos, pero si a la pregunta que me hicieron en el test de personalidad acerca de lo que más me gusta de mí respondí que mi sinceridad, si ahora me dedico a engañar no estaría jugando limpio, además que es algo que no va conmigo. Puede que Anita tenga razón, porque la mayoría no las quieren de más de 44 años, pero a mí me da igual, es lo que hay. La foto que puse en mi perfil es una que me hizo ella en julio pasado, estando en la playa de vacaciones, el día del cumpleaños de mi madre. Mi hija tiene habilidad para arreglarse y para dejarnos guapas a las demás, y me había peinado y maquillado para la ocasión. Nunca pensé que la utilizaría para algo como esto.

Lo que sí me hace daño es cuando miro las sugerencias no perfiladas y me mandan hombres casados. La mayoría sólo quieren amistad, pero muchos lo quieren todo, como si estuvieran solteros. Los que quieren amistad me río yo de los peces de colores: no creo que a ningún hombre casado se le ocurra meterse en estos sitios sólo para conocer gente sin más. Van buscando emociones que en su vida corriente no tienen. Otra cosa que no me gusta es cuando en su estado civil en lugar de poner el que tienen eligen "es complicado", lo cual te hace pensar que está casado aún y no lo quiere decir. En general todos ponen cosas amables en las respuestas de los tests, pero hay uno que puso algo más grosero y no sé cómo ha sorteado la censura de IQ Élite, que no las publica hasta que no las ha revisado, por si contienen algún comentario obsceno. 

Me llama la atención que para describir la propia complexión se pueda poner, además de lo habitual (delgado, atlético y promedio, que me imagino que es normal), voluptuoso, en lugar de gordo. Yo misma me lo he asignado, aunque cuando no estaba gorda también era voluptuosa. La verdad que es un término poco apropiado que no tiene nada que ver con estar metido en carnes, sino a algo más carnal.

Me hizo gracia lo que puso el Fernando al que antes aludí en sus comentarios "sí, ya sé que esto es un engaña muchachos". Y es que los hay que tienen poca fe en los resultados que podemos esperar de estos sitios. Creo que no se puede dar por perdida una batalla antes de que ésta haya empezado. Todos buscamos lo mismo, amor, sexo, compartir la vida. Lo demás, la magia, la complicidad, el entendimiento mutuo, es un increíble juego de azar, una rocambolesca coincidencia.



sábado, 10 de octubre de 2015

Educador y trabajador social


Lleva mi hijo varios meses con una terapia diseñada por un grupo de especialistas asignados a nuestro distrito, compuesto por una psicóloga, un educador social y dos trabajadores sociales. Es el único tratamiento que tiene asistencia domiciliaria, y viene a sacar de su encierro a todos aquellos pacientes con problemas psiquiátricos que antiguamente, al no existir estas terapias, permanecían confinados en sus casas y veían agravadas sus dolencias con el paso de los años. La estrechez de miras de muchas familias, personas con estrechez de miras y poca sociabilidad, contribuía a que se produjeran estas situaciones.

Yo acudo al centro donde tienen su sede con cierta regularidad, citada por la psicóloga, que es la coordinadora del grupo, y solemos charlar un buen rato acerca de todo lo que atañe a mi hijo y a su entorno. La próxima vez diré que vaya también mi hija, porque es bueno que tenga el punto de vista de otros miembros de la familia. La 1ª vez que fui me quedé sobrecogida por el tipo de pacientes que deambulaban por allí, era como estar en un oligofrénico, me recordó por un momento a la película Alguien voló sobre el nido del cuco. Cuando lo comenté con la psicóloga me dijo que estas personas llevaban mucho tiempo encerradas en sus casas sin recibir tratamiento, porque esta terapia domiciliaria y este tipo de centros son bastante novedosos. El pensar que mi hijo pudiera acabar así por no recibir la debida asistencia me produjo un horror y una angustia infinitos. 

Normalmente los miembros del grupo terapéutico, compuesto por 2 hombres y 2 mujeres jóvenes, vienen a casa por parejas. Se citan días antes por teléfono con Miguel Ángel y van a un bar de nuestro barrio a tomar algo. El diálogo, aunque forzado, siempre saca alguna cosa a relucir sobre las preocupaciones y obsesiones de mi hijo. Es un encuentro breve, media hora, tres cuartos como mucho, una vez por semana, lo suficiente para que Miguel Ángel vaya recuperando poco a poco la soltura que había alcanzado en el Hospital de Día hace 5 años, y que ya nos advirtieron que iría perdiendo en cuanto abandonara los tratamientos que allí recibía. La terapia con él es un constante tira y afloja, un paso adelante y otro de retroceso, en una eterna batalla para que la dolencia psíquica no gane terreno en su mente y la ocupe definitivamente. Lo peor son los días de bajón, que todos tenemos, pero que en caso de los que sufren trastornos psíquicos es más agudo. Puedo ver su sufrimiento, es algo casi tangible, algo que no me deja descansar.

En este centro al que de vez en cuando acudo para charlar se preocupan también por mi estado emocional, por cómo llevo todo esto. La última vez me hicieron un test con preguntas sobre mis necesidades y mis reacciones ante ciertas situaciones típicas de quien tiene en su casa a alguien dependiente. 

Estuve consultando en internet la definición de estos conceptos sobre los que ya había oído hablar hace años, trabajador y educador social, ya que cuando estuve destinada en el Mº de Justicia, en el departamento de cursos, los había precisamente para este tipo de profesiones. Pero en realidad nunca había tenido la necesidad de adentrarme en sus significados, que son muchos. Los que he visto en la Wikipedia me parecen casi poéticos: 

“El educador social es un profesional de la educación que interviene en la realidad sociocultural para mejorarla y ayudar en la emancipación de personas con dificultades sociales o en riesgo de exclusión social. Esta figura surge a finales de los 80, afianzándose en la década de los 90, como respuesta a la necesidad social de una figura diferente al trabajador social y al monitor. Su fin último es el de defender los derechos humanos.

El educador social desarrolla acciones de intervención y mediación socioeducativa en diferentes escenarios, con el fin de mejorar la realidad de las personas con las que interviene. Para ello debe estar, permanecer junto a las personas, acompañarlas en su dolor, prestarles su apoyo y su tiempo. El educador social debe ponerse en la piel de la otra persona, adentrarse en su mundo y saber identificar las necesidades de cada uno, dejando que actúe libremente mientras va formando su propia identidad y toma las riendas de su vida, sin despojarlo nunca de su capacidad de decidir por sí mismo.

El educador social trabaja en los campos de la educación no formal. Los ámbitos en los que desempeña su actuación profesional son:

- Desarrollo comunitario y generación de redes sociales.
- Animación sociocultural y gestión cultural.
- Intervención socioeducativa en el contexto familiar, escolar y laboral.
- Educación para el ocio y el tiempo libre.
- Intervención socioeducativa en educación ciudadana (educación ambiental, salud, género, vial, intercultural, cooperación internacional, etc.)
- Educación de adultos y personas mayores.
- Acción socioeducativa con minorías y grupos sociales desfavorecidos”.


El trabajador social tiene unas funciones parecidas, aunque las principales diferencias con el educador social son que su labor tiene un carácter más práctico y actúa en centros educativos por lo general, y el 1º es más burocrático y actúa en centros sanitarios, penitenciarios, ONG’s, empresas, etc. Esto en teoría, porque para el tipo de tratamientos como los que recibe mi hijo no hay prácticamente distinción.

Mi madre, que nunca había oído hablar de estas profesiones, sólo tiene palabras de elogio para ellos. Esperemos que, aunque los resultados llegan con lentitud, todo será para bien. Nos armaremos de paciencia y tendremos fe, que es lo único que nos queda.


 
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