sábado, 10 de octubre de 2015

Educador y trabajador social


Lleva mi hijo varios meses con una terapia diseñada por un grupo de especialistas asignados a nuestro distrito, compuesto por una psicóloga, un educador social y dos trabajadores sociales. Es el único tratamiento que tiene asistencia domiciliaria, y viene a sacar de su encierro a todos aquellos pacientes con problemas psiquiátricos que antiguamente, al no existir estas terapias, permanecían confinados en sus casas y veían agravadas sus dolencias con el paso de los años. La estrechez de miras de muchas familias, personas con estrechez de miras y poca sociabilidad, contribuía a que se produjeran estas situaciones.

Yo acudo al centro donde tienen su sede con cierta regularidad, citada por la psicóloga, que es la coordinadora del grupo, y solemos charlar un buen rato acerca de todo lo que atañe a mi hijo y a su entorno. La próxima vez diré que vaya también mi hija, porque es bueno que tenga el punto de vista de otros miembros de la familia. La 1ª vez que fui me quedé sobrecogida por el tipo de pacientes que deambulaban por allí, era como estar en un oligofrénico, me recordó por un momento a la película Alguien voló sobre el nido del cuco. Cuando lo comenté con la psicóloga me dijo que estas personas llevaban mucho tiempo encerradas en sus casas sin recibir tratamiento, porque esta terapia domiciliaria y este tipo de centros son bastante novedosos. El pensar que mi hijo pudiera acabar así por no recibir la debida asistencia me produjo un horror y una angustia infinitos. 

Normalmente los miembros del grupo terapéutico, compuesto por 2 hombres y 2 mujeres jóvenes, vienen a casa por parejas. Se citan días antes por teléfono con Miguel Ángel y van a un bar de nuestro barrio a tomar algo. El diálogo, aunque forzado, siempre saca alguna cosa a relucir sobre las preocupaciones y obsesiones de mi hijo. Es un encuentro breve, media hora, tres cuartos como mucho, una vez por semana, lo suficiente para que Miguel Ángel vaya recuperando poco a poco la soltura que había alcanzado en el Hospital de Día hace 5 años, y que ya nos advirtieron que iría perdiendo en cuanto abandonara los tratamientos que allí recibía. La terapia con él es un constante tira y afloja, un paso adelante y otro de retroceso, en una eterna batalla para que la dolencia psíquica no gane terreno en su mente y la ocupe definitivamente. Lo peor son los días de bajón, que todos tenemos, pero que en caso de los que sufren trastornos psíquicos es más agudo. Puedo ver su sufrimiento, es algo casi tangible, algo que no me deja descansar.

En este centro al que de vez en cuando acudo para charlar se preocupan también por mi estado emocional, por cómo llevo todo esto. La última vez me hicieron un test con preguntas sobre mis necesidades y mis reacciones ante ciertas situaciones típicas de quien tiene en su casa a alguien dependiente. 

Estuve consultando en internet la definición de estos conceptos sobre los que ya había oído hablar hace años, trabajador y educador social, ya que cuando estuve destinada en el Mº de Justicia, en el departamento de cursos, los había precisamente para este tipo de profesiones. Pero en realidad nunca había tenido la necesidad de adentrarme en sus significados, que son muchos. Los que he visto en la Wikipedia me parecen casi poéticos: 

“El educador social es un profesional de la educación que interviene en la realidad sociocultural para mejorarla y ayudar en la emancipación de personas con dificultades sociales o en riesgo de exclusión social. Esta figura surge a finales de los 80, afianzándose en la década de los 90, como respuesta a la necesidad social de una figura diferente al trabajador social y al monitor. Su fin último es el de defender los derechos humanos.

El educador social desarrolla acciones de intervención y mediación socioeducativa en diferentes escenarios, con el fin de mejorar la realidad de las personas con las que interviene. Para ello debe estar, permanecer junto a las personas, acompañarlas en su dolor, prestarles su apoyo y su tiempo. El educador social debe ponerse en la piel de la otra persona, adentrarse en su mundo y saber identificar las necesidades de cada uno, dejando que actúe libremente mientras va formando su propia identidad y toma las riendas de su vida, sin despojarlo nunca de su capacidad de decidir por sí mismo.

El educador social trabaja en los campos de la educación no formal. Los ámbitos en los que desempeña su actuación profesional son:

- Desarrollo comunitario y generación de redes sociales.
- Animación sociocultural y gestión cultural.
- Intervención socioeducativa en el contexto familiar, escolar y laboral.
- Educación para el ocio y el tiempo libre.
- Intervención socioeducativa en educación ciudadana (educación ambiental, salud, género, vial, intercultural, cooperación internacional, etc.)
- Educación de adultos y personas mayores.
- Acción socioeducativa con minorías y grupos sociales desfavorecidos”.


El trabajador social tiene unas funciones parecidas, aunque las principales diferencias con el educador social son que su labor tiene un carácter más práctico y actúa en centros educativos por lo general, y el 1º es más burocrático y actúa en centros sanitarios, penitenciarios, ONG’s, empresas, etc. Esto en teoría, porque para el tipo de tratamientos como los que recibe mi hijo no hay prácticamente distinción.

Mi madre, que nunca había oído hablar de estas profesiones, sólo tiene palabras de elogio para ellos. Esperemos que, aunque los resultados llegan con lentitud, todo será para bien. Nos armaremos de paciencia y tendremos fe, que es lo único que nos queda.


No hay comentarios:

 
MusicaServicios LocalesContadorsAnuncios ClasificadosViajes