Un día su jefe descubre un papel en la fotocopiadora con las normas del club de la lucha, y le pregunta con malos modos qué es eso. Él por 1ª vez se enfrenta a él y le amenaza con que si le habla a alguien de lo que ha leído al que lo ha escrito se le podían cruzar los cables e iría despacho por despacho armado con una potente carabina. Se comporta como sabía que lo haría Tyler. El jefe se queda pasmado y se va sin decir nada.
En la calle se encuentra con Bob, su compañero en el grupo de terapia del cáncer de testículos, que le cuenta que ha dejado eso y ahora tiene algo mucho mejor, aunque no puede hablar de ello. Le empieza a enumerar las reglas del club de la lucha. Le dice que él también pertenece al club.
Tyler, una noche en que está el club reunido, les larga una de sus arengas. Les dice que hay mucho potencial desperdiciado: camareros, empleados de gasolinera, oficinistas... "Odiáis vuestro trabajo pero lo tenéis para poder compraros cosas. Somos los hijos malditos de la Historia. Desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra gran guerra es una pintura, y nuestra vida una depresión. Crecimos con la televisión, que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, estrellas de cine o dioses del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo vamos entendiendo, lo que hace que estemos muy cabreados".
Llega en ese momento el dueño del local, acompañado de un esbirro, y les dice que se marchen de allí. Tyler se niega y se deja dar una paliza, levantándose una y otra vez del suelo. El agresor, asustado por esa reacción tan inusitada, sale corriendo junto con su acompañante. Tyler entonces les insta a que vayan a la calle al día siguiente, provoquen una pelea y se dejen ganar. Pero no es tan fácil, porque la mayoría de la gente normal hace todo lo posible por evitar una pelea. Lo 1º que se le ocurre, siguiendo lo que ha dicho Tyler, es ir directamente a su jefe y decirle que le nombre asesor externo con un sueldazo y sin tener que acudir a trabajar a la oficina a cambio de no revelar todas las trampas que se hacen en la empresa. Cuando el jefe coge el teléfono para llamar a seguridad y que le echen, él empieza a darse una paliza a sí mismo: se da puñetazos en la cara, se tira de espaldas contra las estanterías de cristal, se da tirones de la camisa. Cuando llegan los de seguridad lo encuentran arrodillado ante el jefe y suplicándole que no le pegue más. Así consigue lo que se había propuesto.
Tyler se inventaba nuevas tareas para los luchadores, como si fueran deberes, y las entregaba en sobre sellados después de las luchas: poner placas metálicas con pinchos en las carreteras para provocar accidentes de coche, borrar el contenido de los dvd's de las tiendas con un aparato desmagnetizador, romper a palos las antenas de los tejados o los faros de los automóviles, llenar de alpiste los tejados de los edificios para que se llenaran de palomas y se hicieran sus necesidades a gran escala, etc.
Estando con Tyler, esa noche, ve cómo éste saca a la fuerza al empleado oriental de un supermercado y, haciéndole arrodillarse en la calle, le amenaza con una pistola. Le sonsaca los estudios que tiene y cuando descubre que empezó Veterinaria pero no la acabó le dice que si no lo retoma en las próximas semanas le buscaría para matarle, y deja que se vaya corriendo. Increpa a Tyler por lo que ha hecho. "Descuida", le dice, "mañana le sabrá el desayuno mejor que a cualquiera de nosotros", refiriéndose al hecho de saber que vive una 2ª vez, y encima sintiéndose obligado a superarse retomando la carrera que había dejado tiempo atrás. Luego, mientras Tyler inicia el regreso a casa, comprueba que la pistola estaba descargada. Ha sido desagradable, como siempre, pero no había auténtica maldad en lo que hacía.
Tyler tenía la habilidad de pasar de todo aquello que no tuviera una verdadera importancia. "No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, no sois el contenido de vuestra cartera, no sois vuestros pantalones".
A los aspirantes a nuevos miembros del club de la lucha les hace esperar 3 días en la puerta sin comer ni beber. Si consiguen resistirlo les deja entrar. Mientras esperan en la puerta a ser admitidos él o Tyler salen de vez en cuando para persuadirlos de que se marchen desalentándolos con críticas a su físico, su edad o sus capacidades y resistencia. Incluso les amenazan con llamar a la policía o les pegan con el palo de una escoba. Cuando pasaban los 3 días Tyler les preguntaba si tenían 2 camisas negras, 2 pantalones negros, unas botas negras y 300 dólares para gastos de entierro. Una vez dentro se tenían que rapar la cabeza al uno, se alojaban en el sótano en literas, y se encargaban de increpar a los siguientes aspirantes que aparecieran en la puerta.
De esta manera Tyler formó su propio ejército. Les hablaba a todos por un megáfono, mientras cada uno de ellos se dedicaba en la casa a una tarea distinta: unos cavaban en el huerto, otros limpiaban la cocina, etc. Todos confiaban en Tyler, pero nadie sabía cual era el propósito de todo aquello. En la televisión ven las noticias en las que se hablan de los actos vandálicos que cometen por toda la ciudad.
Durante una conferencia en un hotel, sobre la lucha contra el crimen, se infiltran como camareros y, en un momento dado, siguen al jefe de la policía que investiga los delitos que están cometiendo cuando va al servicio, y una vez encerrados con él dentro, le ponen un esparadrapo en la boca, la maniatan, le bajan los pantalones y Tyler le dice que cese en sus investigaciones o le cortarán los huevos. "Estáis persiguiendo a los que os sirven la mesa, a los que recogen vuestra basura, conducimos vuestras ambulancias y os protegemos mientras dormís. Así que no te metas con nosotros". El hombre, aterrorizado, accede.
Durante una de las peleas del club de la lucha, en la que le está dando una paliza de muerte al nuevo preferido de Tyler, negros pensamientos llenan su mente. "Sentía ganas de meterle una bala entre los ojos a todo el que se negara a follar para mantener a su especie. Quería abrir las válvulas de descarga rápida de todos los petroleros y cubrir de crudo todas aquellas magníficas playas que nunca conocería. Quería respirar humo". Para justificar su saña durante la pelea con el joven rubio le dice a Tyler: "Quería destrozar algo hermoso".
En el coche, de regreso a casa, en medio de una noche lluviosa, le grita a Tyler airado por qué no le había hablado del "Proyecto Mayhem", que era en lo que había derivado el club de la lucha. Tyler, al que no le gusta dar explicaciones, le dice que él debe decidir su grado de implicación, nadie le obligaba a estar en el asunto. "Olvídate de lo que crees saber, de la vida, de la amistad y especialmente de nosotros". Dicho esto se cambia al carril contrario y empieza a circular como un kamikaze. Le pregunta a los dos miembros del club que van en el asiento trasero qué desearían hacer antes de morir. "Pintar un autorretrato", dice uno. "Construir una casa", dice el el otro. Tyler le pregunta luego a él. No sabe qué decir, mientras los coches les esquivan en el último momento. "¡Maldita sea! ¡que te jodan! ¡que se joda el club de la lucha!". Tyler suelta el volante, y él lo coge como puede, increpando a Tyler por sus locuras. "¡Mírate!", le expeta éste. "Eres patético. ¿Por qué crees que hice volar tu apartamento? El tocar fondo no es un maldito retiro de fin de semana, no es un maldito seminario. Déjate de intentar controlarlo todo y suéltate de una vez. ¡Suéltate!". Él deja de coger el volante, dominado y apaciguado de repente por las palabras de Tyler. El coche va sin control, mientras Tyler pisa el acelerador y todos se ponen el cinturón de seguridad. Al final chocan contra un coche parado a un lado de la carretera y caen por un terraplén dando vueltas de campana. Se quedan boca abajo y van saliendo poco a poco. Tyler lo considera una experiencia alucinante. "Nunca había tenido un accidente de coche", piensa él. "Imagino cómo se sentirán todos los que han pasado por eso y se terminan convirtiendo en estadísticas que se archivan".
Después de eso se queda convaleciente en la cama, y cuando se despierta Tyler ya no está en casa. Los miembros del club estaban por todas partes, cada uno con una tarea, como siempre. La actividad era constante y agobiante. Se siente abandonado, como cuando su padre le dejó. De repente llegan algunos de ellos con el cadáver de su amigo Bob, el de las terapias de grupo, que también se había hecho del club. Había ido con otro compañero a volar una obra de arte y, al perseguirles la policía, les dispararon dándole a él en la cabeza. La situación se había desbordado, necesitaba encontrar a Tyler.
Fue visitando todas las ciudades que aparecían en los resguardos de billetes de avión que Tyler tenía en su habitación. En cada una de ellas descubrió que había un club de la lucha. En un bar el de detrás de la barra le llama Tyler y le dice, ante su incredulidad, que la marca que tiene en la mano se la hizo él. Una extraña revelación se abre paso en su mente. Llama a Marla y su conversación no hace sino acrecentar sus sospechas. De repente se le aparece Tyler en la habitación del hotel donde se aloja. "¿Por qué dice la gente dice que yo soy tú?", le pregunta. "Lo sabes", le dice él muy tranquilo. "No, no lo sé", responde. Cientos de imágenes, con los sucesos recientes, pasan a velocidad de vértigo por su cabeza. "¡¡¡Dilo!!!" ordena Tyler imperativo. "Porque somos la misma persona", contesta. "Así es" dice Tyler tajante. "Buscabas el modo de cambiar tu vida, pero no podías hacerlo solo. Todo lo que deseabas soy yo. Tengo el aspecto que deseas tener, follo como desearías follar, soy listo, competente, soy libre y hago todo lo que tú querrías hacer. La gente lo hace cada día. Hablan solos y les gusta verse como les gustaría ser. No tienen tu valor, ni se dejan llevar. Poco a poco vas dejándote convertir en Tyler Durlen".
Se desmaya y cuando se despierta al día siguiente, el hotel le pasa una lista de llamadas que tiene que pagar hechas entre las 2 y la 3 y media de la madrugada. Él no recuerda haber las hecho. Va telefoneando a todos los números que aparecen y comprueba que les ha estado llamando durante semanas. Luego se cita con Marla en una cafetería y le dice que se aleje de cualquier ciudad y se vaya al campo durante una temporada. "Estás metida en un lío por mi culpa, ellos creen que eres una amenaza y tu vida corre peligro".
Después va a una comisaría y se declara líder de una organización terrorista que comete delitos por toda la ciudad, para que le detengan. "Somos 200 miembros repartidos por varias ciudades. Se trata de células fuertemente compartimentadas que pueden actuar de un modo completamente independiente de la jefatura central. Vayan a la casa, es el cuartel general. En el jardín encontrarán enterrado el cadáver de Robert Polson. En el sótano hallarán grandes cantidades de nitroglicerina. Creo que el plan es volar el edificio de unas compañías de tarjetas de crédito". El jefe de policía le pregunta que por qué esas compañias. "Si se eliminan los créditos partiremos de cero. Se creará un caos total".
El jefe de policía se marcha a hacer unas llamadas, y cuando se queda a solas con los otros 3 agentes de policía, resultan ser de la organización. "Es un gesto muy valiente por su parte", le dicen, "pero usted mismo dijo que si intentaba revelar lo que vamos a hacer le debíamos cortar los huevos". Cuando ya le tienen en calzoncillos puesto sobre una mesa y han sacado una navaja, consigue quitarle a uno de ellos la pistola y les obliga a tirarse el suelo, logrando escapar.
Se dirige, en calzoncillos, camiseta y gabardina, y armado con la pistola, al edificio que quieren hacer volar. En el sótano encuentra una furgoneta llena de bidones de nitroglicerina conectados a una bomba que ya ha iniciado la cuenta atrás. Tyler se le aparece y le dice que no va a servir de nada lo que hace, porque hay otras muchas bombas en otros tantos edificios. "¿Desde cuando la organización se dedica al asesinato". "No hay asesinatos, los edificios están vacíos y los de seguridad son amigos nuestros", le dice Tyler. Corta un cable sin estar muy seguro de saber lo que hace, y consigue detener la bomba. Tyler se pone furioso y empieza a pelear con él. En las cámaras de seguridad, que nadie vigila, se ve que está luchando con un enemigo invisible.
Tyler lo lleva a una gran sala vacía de un edificio de enfrente y lo ata a una silla giratoria. Él se mete la pistola en la boca y Tyler se pone nervioso. Cuando dispara aún permanece vivo unos minutos y vé cómo a Tyler le empieza a salir humo por la boca y se pregunta qué es ese olor, para caer desplomado con la nuca abierta y ensangrentada. Pero él sigue vivo después, porque la bala le ha destrozado un lado del maxilar pero no ha dañado nada vital. Llegan algunos hombres de la organización, que quieren ayudarlo, pero él le quita importancia. Traen a Marla, que se resiste como una gata furiosa. Les dice que se vayan y él y Marla se quedan a solas. Empiezan a explosionar y derrumbarse todos los rascacielos de alrededor, por el estallido de las bombas. Él le coge la mano mientras contemplan el espectáculo. Ella, alucinada, escucha cómo él dice: "Me has conocido en un momento extraño de mi vida".
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