Cuanto más frustración hay en la persona, mayor agresión habrá.
Es normal enfadarse, lo que no es sano es permanecer malhumorado.
Formas de enojarse:
- Estilo pasivo. Se da en aquel que guarda el enojo. La gran mayoría de la gente con depresión padece este síndrome.
- Estilo pasivo-agresivo. La persona reprimirá su ira para luego expresarla afiladamente o con tono sarcástico.
- Estilo explosivo. El más violento. Es propio de una personalidad rígida.
- Estilo ganador. La persona sabe expresar verbalmente el enojo y lo utiliza como una fuerza de superación.
Estrategias para afrontarlo:
- Interrogar el enojo. En ese instante que no te soportas ni a ti mismo pregúntate por qué estás enfadado y si vale la pena que te enfades por ese motivo.
- Dejar salir al enojo. El enojo no es un sentimiento del cual tengas que avergonzarte, si sabes controlarlo. Este sentimiento está íntimamente ligado a lo que piensas que te mereces y no te dieron, o a que no te reconocieron y te ofendieron.
- Expresarlo en palabras. De manera constructiva. “Necesito que hagas menos ruido”, “Necesito que me trates bien”. Nunca empieces una conversación hablando del otro, nunca acuses, pregunta. Hay que saber pedir. Cuando inicias una conversación diciendo “tú hiciste esto o aquello”, estás cerrando el diálogo que se podía haber generado. Expresar el propio enojo produce buenos sentimientos, eleva tu autoestima y la sensación de estar en paz con los demás, pero especialmente contigo mismo.
No adivines lo que le pasa al otro, mejor pregúntale. Evaluamos lo que el otro siente y cargamos con culpas ajenas. El problema siempre es interno, no externo. Necesitamos resolverlo desde dentro, en lugar de esperar que el otro cambie.
- Elegir el momento y el lugar. Si hay alguien enojado, es mejor salir de ese sitio. La ira es contagiosa. El enojo también.
- Buscar más información. Muchas veces nos enfadamos por nuestros prejuicios o porque nos apresuramos a juzgar a alguien. Quienes son sabios tardan en dar rienda suelta al enojo.
- Hacer que nuestro cuerpo también deje de pelear. Si salimos de una situación estresante, es importante desconectar en todo sentido.
Reconoce tu enojo pero no vivas con él. Suéltalo de forma sana.
Seamos selectivos con lo que recibimos a diario y con lo que incorporamos a nuestra vida interior como hábitos y formas de funcionar, ya que eso será lo que les transmitamos a nuestros hijos.
Hay que salir de la ética situacional, que dice que lo bueno depende del contexto. No se puede mentir si el otro te ha mentido; no se puede pegar si el otro te ha gritado. No podemos quedarnos con lo que no es nuestro si a nosotros también nos lo han quitado. Lo malo siempre será malo.
Hay que ser responsables, hacernos cargo de las consecuencias de nuestros propios actos. Durante años se les enseñaba a los hijos a “sentir culpa por todo”, pero la culpa no sirve, lo que sirve es hacerse cargo.
“Si hay rectitud en el corazón, habrá belleza en el carácter. Si hay belleza en el carácter, habrá armonía en el hogar. Si hay armonía en el hogar, habrá orden en la nación. Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo” (Confucio).
El grado de compromiso que nuestros hijos requieren con respecto a sus conductas es sumamente importante en el desarrollo de su inteligencia emocional.
Recursos para resolver problemas y conflictos:
- Remueve ideas viejas.
- No niegues los problemas. Es preciso reconocer que el problema existe, pero que no es nuestro lugar de permanencia.
- Felicita todo lo posible. Es difícil pelearse con alguien que nos ayuda y nos quiere. Sembrar palabras de aliento, de afecto, de consideración, abre caminos en medio de los conflictos.
- Sal del automaltrato. Quizá elegiste tolerar la ira, la angustia, la soledad para no discutir.
- Dependiendo de cómo veas tu futuro será tu presente. Si en un determinado momento de tu vida te rechazan, habrá otros que estarán esperando una palabra tuya.
La gente agrede para que seas como ellos. No permitas que los otros determinen tu forma de actuar.
- Vuelca todos tus enojos en las soluciones, porque estás hecho para cosas grandes. Permítete caminar en libertad, para hablar, para aceptar y para rechazar lo que no quieres en tu vida.
Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo. Pero cuando nos pasa algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
(Del libro de Bernardo Stamateas)
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