jueves, 13 de diciembre de 2012

Carta de Lincoln


Escribió Abraham Lincoln en cierta ocasión una carta a un profesor de su hijo, en la que le exhortaba a que enseñara a su vástago materias que no fueran estrictamente académicas, sino que apuntara más allá, al mundo y a la vida en general. Vale igualmente para los docentes de hoy en día, es un texto que no ha perdido vigencia y que merece la pena leer.

Querido profesor:

Mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces. Enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada egoísta hay una persona generosa.

Enséñele también que por cada enemigo hay un amigo, y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.

Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento.

Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Que crea en sí mismo y en sus capacidades aunque se quede solo, y tenga que lidiar contra todos.

Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otras las hacen, que sea amante de los valores.

Que aprenda a oir a todos pero que, a la hora de la verdad, decida por sí mismo. Enséñele a sonreir y a mantener el humor cuando esté triste, y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que sólo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solo. Incúlquele valor y coraje, pero también paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho, pero haga todo aquello que pueda.

Abraham Lincoln. 1830

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