jueves, 29 de marzo de 2012

El modelo alemán


Hay ciertos programas, como Sálvame, de los que sólo tengo noticias cuando me mandan un correo electrónico con un video en el que destaca alguna cosa interesante que en él ha aparecido. Ante la oferta que ofrece Digital + hay muchos canales que no suelo ver, la Sexta entre ellos.

Jordi Évole, su presentador, no es alguien que me guste precisamente. Lo recuerdo en el programa de Buenafuente, donde se dio a conocer y en el que hacía de espectador pinchauvas, siempre dispuesto con sus ácidos comentarios a cuestionarlo todo y a reirse de todo. En realidad ha seguido haciendo lo mismo con el resto de sus trabajos para televisión. No dudo de que sea un hombre inteligente, pero lo veo morboso y tendencioso, con el colmillo retorcido, muy poco natural: nunca sabes lo que va a decir o a hacer, y parece que nunca puedes esperar nada bueno de él, porque todas sus temáticas son desasosegantes, y se nota que se regodea con la incertidumbre que genera. Quizá esa aparente lucidez suya debiera encauzarla hacia propósitos más constructivos.

Hace tiempo veía un e-mail en el que en este programa se presentaba la fórmula mágica para hacerse rico sin moverse de casa, nada más que con tu ordenador y unas cuantas nociones a cerca del funcionamiento de los mercados. Yo no me enteré de nada, porque de economía no sé mucho, pero Jordi Évole tiene la particularidad de hacer que las cosas que parecen complicadas o inalcanzables parezcan sencillas.

En el correo que ahora me ocupa, aparecía hablando Antonio Brettschneider, un sociólogo alemán de origen español, que pretendía abrirnos los ojos sobre nuestra situación actual, comparándola con la de su país, modelo que al parecer nuestros gobernantes quieren emular.

Según sus propias palabras, en Alemania se han pasado de 5 millones de parados a 2 en 8 años. El sociólogo está con Jordi Évole en el andén de una estación de tren, y están contemplando un cartel publicitario. “Ahora somos más trabajadores que nunca en Alemania. Gracias Alemania”. Pero el sociólogo se pregunta qué clase de trabajo es, y afirma que esa es la versión oficial del gobierno alemán.

Antonio Brettschneider cree que nuestro gobierno se está acercando al modelo de Alemania cada vez más, y que sólo hay que ver las medidas introducidas en nuestra reforma laboral:

1) Aumento de la edad de jubilación.

2) Modificación de la Constitución para poner unas limitaciones a la deuda. Nuestra Constitución era intocable hasta ahora.

En 2007 empezaron las reformas en Alemania. En 2003 tenían un 11-12% de paro, que era mucho. Como medida se pensó que el trabajo tenía que ser más barato y flexible. El sociólogo cree que es una excusa para ganar más dinero, y que todo esto tiene como consecuencia que haya más empleos mal pagados, menos protegidos y de peor calidad. En algunas empresas del sector industrial se ha subido de las 35 horas de trabajo semanales a las 37-38.

Una empresa como Nokia tenía allí una fábrica grande con 2000 personas, y se terminó trasladando a Rumanía. Otras muchas grandes empresas se marcharon para establecer sus sedes en otros países. Hay que ofrecerles algo a las empresas que vienen del extranjero para que no se vayan: trabajar más y cobrar lo mismo, o trabajar lo mismo y cobrar menos.

En Alemania no se tiene el concepto de huelga general, allí no está permitido. Hay una cierta resignación. Es como si se fuera copiando cada vez más el estilo americano, anglosajón, en el que prima una sociedad más individualista donde cada uno se busca la vida.

El milagro alemán, según Brettschneider, consiste en crear puestos precarios pero en gran cantidad: hay más gente trabajando, pero en peores ocupaciones. Afirma que España seguirá su ejemplo, con más contratos basura, más trabajos remunerados con menos de 1000 €, más desigualdad y menos seguridad.

En Alemania el paro se cobraba antes durante 24-36 meses; ahora sólo durante 12. Pero después hay una serie de subsidios: te pagan el alquiler del piso (tiene que tener no más de 40 metros cuadrados, para una persona) y la calefacción, y te dan 365 € en metálico. Tienes que demostrar para ello que careces de recursos. Si tienes un coche, si quieres cobrar debes venderlo. Si tienes un piso en propiedad lo mismo. Si tu pareja tiene trabajo se supone que paga por ti, por lo que no hay derecho a la prestación.

Brettschneider cuenta un caso que él conoce, en el que un controlador de la oficina de empleo pilló a un hombre que cobraba el subsidio de desempleo mendigando por la calle. Se fijó en lo que le habían dado, calculó lo que ganaría a la hora, y se lo descontó del subsidio. Los alemanes son muy exactos, muy lógicos, muy estrictos.

Alemania ha empezado a exportar coches y máquinas, y España es receptora de muchas de estos productos. El sociólogo reconoce que su país ha sido siempre muy imperialista.

Jordi Évole se sorprende de que aún no haya habido una revolución social, pero Brettschneider afirma que es lo que les ha hecho creer el gobierno, que no había más remedio, y si esa consigna se repite una y otra vez la gente empieza a creerlo. La alternativa que se le planteó a la sociedad es elegir entre tener más paro o más desigualdad, y eligieron lo 2º.

No parece muy contento el sociólogo con la situación de su país, pero Évole podría haber recogido la opinión de otras personas con opiniones diferentes. Se dice todo el tiempo que esta o aquella medida es mala, pero no se aporta ninguna otra solución. A nadie nos gusta apretarnos el cinturón, pero si no hay más remedio habrá que hacerlo, de donde no hay no se puede sacar. En Alemania hay una cierta prosperidad, y eso en tiempos de crisis es muy sorprendente. Aquél ha sido siempre un país rico, porque la gente trabaja mucho y bien, y es muy disciplinada. Yo no hablaría de resignación en su caso, sino de abnegación.

No sé si es cierto que el gobierno español va a seguir el modelo alemán, pero si conseguimos estar a su nivel, muy por delante del resto de Europa, yo sí que lo consideraría un milagro.

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