miércoles, 4 de abril de 2007

El año de la mujer

Este año celebramos
el año de la mujer,
como yo soy una de ellas
lo celebro con placer.
Primero porque yo cumplo
con los deberes de esposa,
por el amor al hogar,
al marido y a todas las cosas....
que me dan el bienestar.
La mujer del siglo XX
creo yo que debe ser
Agustina de Aragón
a la par que Doña Inés,
nunca mujer ñoña y simple
que por este y otro mes....
se complazca en no hacer nada
con excusas por doquier.
La defensa del salario
es normal y justo es,
que en igualdad con el hombre
ya que su costilla es
quien defienda lo suyo
sin diferencias de sex.
Pues currela todo el día,
es justo y es menester
que acabando la jornada
quiera lo mismo tener.
Pero la mujer casada
con el marido y los hijos
yo creo que tiene bastante
para que se meta en líos,
pues las hay erre que erre
persiguiendo la oficina
son esclavas en la casa
pues trabajan tan aprisa
que este trabajo tan dulce
que puede ser un placer
haciéndolo sosegadas
lo convierten en cruel.
En la oficina hay que ser puntuales
ya que del jefe dependen
para ganar un dinero
descuidando otros deberes ....
que de haber estado al tanto
y cuidando de sus nenes
ni se toman la lejía
ni se descalzan los pieses.
Defendiendo este hogar
que ella misma ha creado
ya que el hombre contribuye
pero a nosotras nos ha tocado
la china de hacernos madres
y saber así cuidarlos.
Pero hay algunas que ésto
les importa un pimiento
y en cuanto sueltan al hijo
va y les dice ¡ahí queda eso!.
Animal racional ¡cómo!
racional si se razona,
no han visto nunca a una perra
defenderlos como una loba.
Pena me das mujer
por tu avaricia
ya que en la casa
no puedes realizarte
fracasarás en todo
hasta en tu amor
¡lo siento por el hogar que formaste!.
Pero a tí eso
qué te importa,
es que conciencia no tienes
que dejas a ese pequeño
mojadito, con ..... escozores,
y luego vienes cansada
con ganas de descansar
y ese niño y tu marido
te pueden necesitar.
Este poema lo escribió mi madre al principio de casada, siendo mi hermana y yo pequeñas. Ella sintió mucho dejar su trabajo para cuidarnos, algo que en aquellos tiempos se hacía con frecuencia. Trabajo en el que tenía como compañero además a mi padre, con lo que hubiera podido pasar más tiempo con él. Su sacrificio no tiene precio, su valor y su entereza ante la renuncia nunca se lo agradeceremos bastante.

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