martes, 2 de diciembre de 2014

Un poco de todo

 
-         Estaba viendo, una vez más, una película en la que aparecen un grupo de divorciadas reunidas en el típico salón con chimenea, en torno a tazas de café, poniendo a parir no sólo a sus ex maridos sino a todos los hombres en general. Se trataba de Jerry Maguire. No suelen ser la base sobre la que se sustenta la historia, pero este tipo de escenas están siempre presentes como telón de fondo, por lo general jocoso, de alguna comedia.
Y se puede palpar la angustia en esas mujeres, las lágrimas a duras penas contenidas, un dolor y una frustración nunca mitigadas, da igual el tiempo que pase, lo cual parece que hace mucha gracia al espectador, pobres loros chiflados dirá. Todo parece muy divertidos hasta que te pasa a tí. Incluso como nota de humor me parece de mal gusto.
Los hombres no suelen reunirse cuando se divorcian para poner a parir a sus ex esposas junto a la chimenea, en casa de algunos de ellos y en torno a tazas de café, o jarras de cerveza en su caso. La vena sentimental nos la dejan a nosotras, los lamentos, el rencor, la lástima, nos están reservadas. Ellos directamente se apresuran a buscar sustituta, con la que seguramente cometerán los mismos errores que con sus cónyuges, o se buscarán el mismo tipo de mujeres con las que no son compatibles, no habiendo escarmentado de las experiencias anteriores.
Los que estamos divorciados, me da la impresión, nos convertimos en seres solitarios pese a sucesivas parejas, en piezas que no encajan en ningún sitio y que antes formaban parte de un engranaje social, sentimental, económico o como quiera llamarse, en el que nunca volveremos a estar integrados. Da igual que nuestro nº aumente cada día, que los divorciados seamos ya legión, nunca parecerá algo corriente. El fracaso de pareja parece como el ébola, una enfermedad sumamente contagiosa que se extiende como las llamas en un bosque.
La estela que deja a su paso es la destrucción. Millones de hogares deshechos, hijos repartidos como mercancía entre sus padres, disputas en tribunales por posesiones (custodias, bienes), porque es de los errores que peores consecuencias tiene en esta vida. Intentar dar marcha atrás, poner soluciones, iniciar una nueva etapa vital, reinventarse, no es como curar una enfermedad grave para evitar que el organismo muera. La dolencia persiste pero enquistada, sin remedio, sin cura. Hay que tomar decisiones drásticas como el divorcio ante determinadas situaciones, pero es una solución que alivia sólo en parte, pues la ruptura a todos los niveles es total y permanente.
-       Cuánta polémica por lo sucedido el fin de semana pasado en mi barrio, la muerte del aficionado del Depor a manos de un ultra del Frente Atlético. La gente se hace cruces viendo los videos que los vecinos de la zona grabaron desde sus terrazas, y ahora hasta el Consejo Nacional de Deportes se ha reunido para debatir el tema. Qué estupidez. Todos estos altercados hace años que vienen produciéndose, sólo que hasta que no hay muertos nadie presta atención. Con cualquier tema de la vida en este país hasta que no ocurre una desgracia nadie hace nada para solucionar un problema.
 
Y bien lamentable que es lo que ha acontecido. Esa zona, que he transitado montones de veces, porque me encanta el tramo de Madrid Río desde ahí hasta más allá de Príncipe Pío, es normalmente un lugar tranquilo para pasear, con espacios para juegos infantiles. Pero el lugar por donde tiraron al infortunado al río no es precisamente uno de los más limpios, porque está junto a un pequeño puente y una presilla, y siempre hay agua retenida con espuma y mal olor. En ese puente tenemos mi hermana y yo fotos hechas siendo muy pequeñas. Nadie hubiera dicho lo que sobrevendría años después.
 
Mis hijos se preguntaron extrañados por qué nadie se tiró a socorrer a aquel hombre que yacía flotando, durante al menos media hora por lo que he leído. Me imaginé la mañana fría, con niebla, el agua sucia, la violencia embrutecedora desatada en un momento, quién sabe si no irían también bebidos. Nadie hace nada por nadie, y menos en medio de tanta desolación. Las imágenes en televisión ofrecían un paisaje siniestro. Y a quién se le ocurre citarse en las redes sociales para venirse a pegar con gente de esa calaña. Todos los ultras, da igual del equipo que sean, son resentidos sociales, descerebrados y potencialmente asesinos. Todos eran talluditos, es como si no hubiera una edad para sentar la cabeza en esto del fútbol, partirse la cara o morir por un asunto tan trivial, qué sinsentido.
 
Es un mundo este, en fin, cruel, al que le quedan cada vez menos trazos de humanidad. 
  


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