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-- Hay veces en que uno se pone a hacer limpieza en
casa y se tiran cosas que, por razones sentimentales, se han ido librando de
tantos otros intentos anteriores por conseguir un poco más de espacio y
deshacerse de lo que ya nos parece inútil. Y así hace unos días tiré mi traje
de novia, algo que tenía que haber hecho hace mucho, después de haber intentado
venderlo infructuosamente en internet, y no sin antes hacerle una escabechina,
pues recorté algunas partes del vestido que quería conservar como recuerdo por
lo mucho que me gustaban.
Y junto con el traje de novia tiré el árbol de Navidad, que también tenía valor sentimental porque lo compré recién casada, tiempo aquel en el que se hacía todo con tanta ilusión. Pero la verdad es que era muy grande y daba mucho trabajo montarlo. Mi hermana, que es muy guasona, dijo que podía haber puesto por encima del árbol el vestido de novia, a modo de espantapájaros. Más de uno se habría asustado viendo semejante cosa en los cubos de basura. Lo que sí he hecho es comprar en Leroy Merlin por internet uno pequeño y resultón, a muy buen precio, que queda igual de bien.
Lo otro que tiré también son todos los diarios que escribí en mi infancia y juventud y que
guardaba más por pena que por otra cosa, porque en realidad en mi vida por
aquel entonces no había muchos horizontes y poco interesante podía contar, una niña como fui que se pasaba el tiempo
estudiando y cuyos únicos alicientes eran ver películas en televisión, sobre
las que hacía todo tipo de comentarios, o hacer observaciones sobre cosas que
pasaban en el colegio o algo de la vida familiar.
Empecé a
escribirlos porque una amiga me regaló uno, creo que el último año de EGB, por mi cumpleaños. Era el típico diario pequeño con llave y páginas de filo dorado, que a mí me hizo mucha ilusión. Como a mí siempre me había gustado
escribir me lancé con entusiasmo a la narración de mis peripecias cotidianas,
un auténtico pestiño visto con la distancia, aunque para mí fue siempre un
desahogo. El 1º empecé a escribirlo en 1980 y el último en 1986, Fueron 7
diarios de todos los tamaños y colores, 4 de ellos como el 1º, que
acaban de pasar sin dilación al contenedor de basura. Ahora pienso que se ha
perdido en aras de la trituradora del camión de la basura una parte de mi
memoria, de mi historia aburrida pasada, y a pesar de lo poco emocionante que fue me parece haber destruido una parte de mí. Tonterías mías en
realidad, como tantas otras.
- - Recomiendo encarecidamente el último libro de
Isabel Allende, El amante japonés, que me está cautivando como hacía tiempo
no lo hacía un relato de esta escritora. No es el realismo mágico que la hizo
famosa al principio de su carrera, y del que creo que ella misma acabó cansada,
ni tampoco los argumentos tediosos con los que nos castigaba en sus últimas
publicaciones, en un intento supongo por darle un giro distinto a su narrativa.
El estilo del libro que nos ocupa es ágil, sin perder su maestría de siempre y
sus toques de humor, y en todo momento interesante. Su forma de escribir
prende la atención desde el primer momento, y es como si se reinventara a sí misma, pues no se parece a nada de lo que
haya publicado anteriormente. Un libro hermoso, apasionante, con el que se
aprenden cosas y con el que se experimentan emociones como hacía tiempo no
tenía ocasión de sentir. Aún no lo he terminado, y ya estoy intrigada por saber
cómo acabará.
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