martes, 20 de febrero de 2007

Génesis


Era el primer concierto al que yo iba y fuimos de los primeros en entrar, cuando casi no había nadie. Luego el estadio se fue llenando poco a poco.

La tarde decaía, y nos sentamos sobre unas lonas que habían puesto para proteger la hierba. Era primavera y corría una ligera brisa que nos acariciaba la cara.

Al caer la noche, ya todo repleto hasta la bandera, se encendieron las luces del escenario: actuaba Paul Young de telonero. Me sorprendió mucho que estuviera en segundo plano, porque ya él en sí mismo merecía un concierto para él solo. Todo un lujo.

Después de un buen rato esperando tras acabar esa primera actuación, repentinamente se vonvieron a encender los focos, esta vez con más intensidad, y una lluvia de sonidos con los decibelios muy altos inundó el recinto: eran GÉNESIS.

Yo los había oído poco, pero quise ir al concierto porque me atraía la figura de Phil Collins, la voz del grupo, siempre tan potente y peculiar. Al principio no me gustó lo que oí, porque tocaron canciones del comienzo de su carrera, todas muy heavies. Pensé que si el resto iba a ser así, menuda castaña me iba a tragar. Pero en un momento dado cambió la cadencia y empezaron a tocar el resto de su repertorio, temas maravillosos como "Land of confusion", que fueron una gozada para los oídos.

Las canciones de Génesis son composiciones de larga duración con tramos extensos sólo instrumentales. Las notas se expandían por el aire, la "voz-túnel" de Phil Collins, como alguna vez la han llamado, llegó hasta el último rincón del estadio, nuestros sentidos fueron recibiendo aquella cascada de sonidos y se quedaron en la memoria para siempre.

Los cañones de luz se paseaban sobre la multitud.

En las canciones melódicas, pocas, los mecheros relucieron en todas las manos: el estadio parecía un firmamento estrellado que hubiese caído a la tierra. Para alguien como yo que nunca antes había ido a un concierto, aquella visión de miles de luces destellando en la noche, me impresionó enormemente.

A mitad del concierto, Phil Collins se sentó a la batería y tocó de forma magistral, con la sabiduría de quien tiene una larga experiencia en el mundo de la música, por largo rato, sin acompañamiento de más instrumentos al principio, luego sumándose el resto de la banda. Fue impresionante la potencia que derrochó, cómo era capaz de dar lo mejor de sí mismo en cualquier momento del espectáculo, sin mostrar el menor signo de cansancio.

No recuerdo cuánto duró el concierto, pero a mí se me hizo corto. Querría que no hubiera acabado nunca.

Y ahora, querido lector, que estoy a solas contigo, dime qué experimentaste tú la primera vez que fuiste a un concierto, sea cual fuere. Y si no has ido nunca todavía a ninguno, no lo dejes pasar, merece la pena, porque ya no se olvida en la vida.

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