lunes, 8 de octubre de 2007

Brokeback Mountain


Nunca antes había visto reflejado con tanta delicadeza y sensiblidad en una película el tan controvertido tema de la homosexualidad masculina como en "Brokeback Mountain".

Cuánto se ha hablado de ello y con cuán poco acierto. Siendo la homosexualidad una condición más del ser vivo que se conoce y acepta sin problemas en el mundo animal y vegetal, parece sin embargo un pecado abominable tratándose de las personas.

Aún ignoro el motivo de todo ésto. ¿Por qué los seres humanos sólo pueden amarse de una determinada manera?. ¿Quién ha impuesto esa regla que va contra natura?. Debido a este prejuicio absurdo, muchas personas han tenido que vivir su amor en secreto, como si fuera algo vergonzoso, e incluso renunciar a él y llevar otra vida que en nada se corresponde con su verdadera identidad.

¿Qué hay de malo en la homosexualidad?. ¿A quién perjudica?.

Jamás había contemplado de forma tan explícita el intercambio sexual entre dos hombres, y al verlo comprendí muchas cosas y me sentí profundamente conmovida: es lo mismo que en las relaciones heterosexuales, el mismo amor y el mismo deseo, la misma ternura e idéntica pasión.

Lo que contrasta en la película de Ang Lee, director que no deja de sorprenderme, es que la pareja homosexual esté formada por dos rudos vaqueros, porque aunque es sabido que esta condición puede darse en hombres de todas clases, siempre te imaginas al típico afeminado que exagera la postura y hasta la forma de hablar, porque en ésto hay también personas de todo tipo.

Los protagonistas viven su amor clandestinamente, en medio de las montañas que dan nombre a la película, y son felices durante un tiempo. El temor de uno de ellos a ser descubiertos impide que la relación no pase más que de unos contados encuentros fugaces que, sin embargo, darán sentido a sus vidas y les marcará para siempre. Mientras, procuran llevar una existencia convencional contrayendo matrimonio con mujeres y teniendo hijos. Me puedo imaginar que las convenciones sociales obligan a estas personas a una suerte de bisexualidad que, de otra manera, no tendría lugar.

El amor que se profesan sólo terminará con el fallecimiento de uno de ellos en un accidente fortuito y absurdo. El "hasta que la muerte os separe" tiene aquí también cabida.

La frustración, la necesidad, la soledad, el desamor, cosas que se dan en la relación de cualquier pareja heterosexual, son aquí en el terreno de la homosexualidad aún más sangrantes.

Hay muchos tópicos sobre el homosexual que suelen aflorar con frecuencia: que si son más extremos a la hora de expresar sus emociones y sentimientos, tanto cuando se encolerizan como cuando se enamoran, que si su sensibilidad y su fidelidad son aún mayores.... Sí que conocí a una pareja homosexual, vecinos del barrio, en la que uno de ellos cuidó hasta la extenuación del otro cuando se estaba muriendo de SIDA en el hospital, soportando la amargura del enfermo y sus miserias físicas hasta el final. Quizá la misma condición de homosexual, que sigue estando perseguida aunque parezca lo contrario, une aún más a estas personas, pues se tienen que enfrentar durante toda su vida a toda suerte de adversidades.

Los que defenestran al homosexual esgrimen como argumento la aparición de una enfermedad como el SIDA, que les hace ser prácticamente un "grupo de riesgo", algo así como el merecido castigo divino a tanta monstruosidad. Una barbaridad como otra cualquiera, porque las enfermedades incurables y las epidemias han existido desde el principio de la Humanidad.

Y ahora, querido lector, que estoy a solas contigo, quiero expresar mi alegría al ver que cada vez más en nuestra sociedad se va dando al homosexual , tanto si es hombre como mujer, un lugar en el que se le respete, donde se regularice su situación en términos legales (matrimonio civil, adopción...), porque es otra opción de vida, diferente a la de la mayoría, pero igualmente válida.

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