miércoles, 16 de enero de 2008

Aborto


Tema escabroso y controvertido donde los haya, y más últimamente con la polémica que ha levantado el cierre de varias clínicas. Es sin duda un asunto sobre el que casi nadie se pone de acuerdo. Decisión personal, problema de conciencia, no sabemos muy bien cómo calificarlo.
Pero se trata, al fin y al cabo, de la esencia de la vida: traer o no traer un nuevo ser a este mundo. Independientemente de las circunstancias de cada cual, parece que nos hemos erigido en administradores de almas, como si fuéramos Dios y decidiéramos con poder absoluto sobre la vida y la muerte de los demás.
Aún recuerdo con horror una clase que nos dio uno de los profesores de religión que tuve en el instituto: nos llevó a la sala de audiovisuales y nos enseñó un montón de diapositivas en las que se veían restos de abortos. Uno de los compañeros empezó a vomitar y todo el mundo protestó por la crudeza de las imágenes, alegando que aquello parecía más una clase para estudiantes de Medicina que una clase de religión. Quizá es cierto que el profesor, que además era sacerdote, quiso aleccionarnos sobre este tema de la única manera posible: mostrándonos la cruda realidad.
El caso de motivo de aborto más sangrante, el de una mujer que ha sido violada y queda embarazada ¿es víctima y a su vez verdugo?, ¿víctima de un hecho violento y verdugo de sus consecuencias?, entonces hay dos víctimas aquí, inocentes ambas, y más violencia.
Hoy en día, en un mundo en el que se ha llegado a tantos avances científicos para facilitar la fecundación de los que no pueden tener hijos, hay también sitios donde a diario se acaba con la incipiente existencia de cientos de pequeños seres que han tenido la desgracia de aparecer en un lugar y un momento inadecuados. Esas clínica son como campos de concentración a pequeña escala, con máquinas trituradoras que deshacen cualquier resto de la masacre. He leído hace poco que se han encontrado incluso fetos de siete meses. ¿A dónde vamos a llegar?. ¿De qué clase de aberraciones va a ser capaz el ser humano?. ¿Es que el mundo se va a convertir en una película de terror?.
Lo que yo no entiendo ahora mismo es el creciente índice de abortos entre las adolescentes, con la cantidad de información que hay actualmente sobre sexualidad y la enorme gama de métodos anticonceptivos que existen. Quizá sea el aumento de la permisividad sexual, pero mal entendida, y en esto me parece que estamos al nivel del Tercer Mundo: ningún país verdaderamente desarrollado tiene en sus estadísticas esa cantidad de embarazos a edad temprana. El grado de civilización se mide, entre otras cosas, por el autocontrol de las propias necesidades, y entre ellas el apetito sexual. A este paso vamos a acabar como los monos en la selva, todo el santo día con lo mismo y sin discriminar, todo vale.
Tan sólo en algunos de los casos tipificados por ley, como la malformación del feto que haga imposible una mínima calidad de vida, o cuando corren peligro madre e hijo si se sigue adelante con el embarazo, puedo entender que se practique un aborto.
Mi abuela materna se vio en uno de esos casos: después de tener a mi madre se volvió a quedar embarazada al poco tiempo, y como su salud se había resentido terriblemente del primer embarazo, el médico le dijo que si no lo interrumpía no sobrevivirían ninguno de los dos. En aquella época, años 40 en España, en que el aborto no estaba permitido en ningún caso, suponía un riesgo en cuanto se consideraba un delito. Ella nunca nos habló de eso, lo supimos por mi madre cuando ya había muerto. No sé cómo se sintió, me imagino que muy mal, pero luego tuvo más hijos, y sin problema para su vida ni la de ellos.
Yo personalmente, aunque supiera que un hijo mío no nato tuviera un retraso mental, no abortaría jamás. De hecho no me quise hacer la amniocentesis en ninguno de mis dos embarazos, a pesar de que me dijeron que era práctica habitual en los hospitales. Simplemente no me interesaba saber si mi futuro hijo tenía el coeficiente intelectual adecuado, y de paso no me tuve que someter a una de las muchas y desagradables pruebas por las que nos vemos obligadas a pasar las mujeres en estas circunstancias.
Creo que todos tenemos derecho a la vida, y nadie puede anticipar a un ser vivo que aún no ha nacido cuál va a ser su futuro, si va a ser feliz y capaz de desenvolverse por sí mismo, o si va a ser desgraciado, el hecho de nacer en perfectas condiciones no garantiza nada de eso. Dicen que las personas que tienen deficiencia mental viven felices porque no se dan cuenta de nada. Pero hoy en día, en que el culto al cuerpo y la mente exige una perfección casi absoluta, no está permitido nacer con defectos, y entonces hacemos una nueva selección de la raza, como en su momento quisieron llevar a cabo los nazis, vamos a crear un prototipo de persona que se ajuste al estándar aceptado por todos.
Por desgracia, el motivo más usual para abortar es simplemente el embarazo indeseado: los hijos son una responsabilidad y si encima no se tenía intención de traerlos al mundo, está claro que estorban. Como se supone que con unas pocas semanas de vida aún no se es persona, en realidad nos deshacemos de un pequeño trozo de carne.
Pero ¿quién puede asegurar cuándo se es sólo una cosa y a partir de cuándo se empieza a ser persona?. ¿De qué se trata entonces, de un animal, de un vegetal?. Porque algo tiene que ser. ¿Cuál es el problema?, ¿qué aún no tiene forma humana?. Pero ahí está, un conjunto de células que contienen ya todas las características del nuevo ser.Nunca podría vivir con una cosa así en mi conciencia, sabiendo que he provocado el fin de un ser que es mi carne y mi sangre, incluso en los casos tipificados por la ley en que parece que no queda más remedio. Quién soy yo para hacer eso, quién es nadie.

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