viernes, 4 de septiembre de 2009

La teoría de la conspiración


Cuando quedan pocos días para que se conmemore un año más el triste aniversario del atentado del 11-S, la llamada “teoría de la conspiración”, que desde hace bastante tiempo se está desarrollando y extendiendo por todo el mundo, cobra cada vez mayor fuerza.
Según los que la apoyan, fue el propio gobierno de EEUU el que preparó y llevó a cabo los ataques de aquel infausto día. Todo se ha puesto en duda, contradiciendo la versión oficial, desde la forma como se derrumbaron las Torres Gemelas, hasta el impacto del avión destinado al Pentágono y las extrañas circunstancias del cuarto avión que se desvió de la ruta que tenía prevista inicialmente.
El colapso del TWC se asemeja mucho a una demolición controlada. En condiciones normales, exige semanas de preparación. Se procede primero a retirar el cableado de cobre. Materiales como el vidrio se eliminan porque pueden llegar a ser proyectiles mortíferos. Algunas columnas previamente seleccionadas son perforadas y en sus agujeros se coloca nitroglicerina y TNT. Las columnas y muros menores se envuelven con una cuerda de detonación. Se pretende usar la mínima cantidad de explosivo posible, sólo en unas cuantas plantas. Las áreas con explosivos se cubren con un ancho plástico y vallado para absorber los escombros que salen despedidos con la onda expansiva.
Es una implosión, por la que el edificio cae dentro de su propio perímetro y el derrumbe se produce muy rápidamente. Es un método muy peligroso que sólo se utiliza cuando se han descartado otras opciones.
Si el derrumbe de las Torres Gemelas fuera producto de una demolición controlada se habría usado “termita”, una mezcla de óxido férrico y aluminio, que corta por fusión las columnas de acero, y también explosivos.
Al producirse el derrumbe de arriba hacia abajo los pisos inferiores deberían haber ido frenando la caída de los superiores. A muchos les cuesta creer que tardara sólo 15 segundos en venirse abajo, cuando lo normal es que hubiera tardado como poco 3 minutos. Pero no sucede lo mismo que en una demolición convencional, en la que la onda expansiva va de abajo hacia arriba y produce el efecto de retroceso, haciendo caer las plantas, con lo que pasa más tiempo.
En los videos se aprecian pequeñas explosiones en plantas que están bastante más abajo mientras se están desplomando las de arriba, por lo que se ha llegado a decir que son explosiones intencionadas preparadas para facilitar el desastre final.
Colapsaron hacia adentro, como en una explosión controlada normal, pero sí se aprecia en los videos que la caída de las torres no es limpia. La fuerza con la que chocaron los aviones las desestabilizó, especialmente la torre sur, que cayó ligeramente desequilibrada.
También los que respaldan la “teoría de la conspiración” afirman que es muy extraño que se fundiera el núcleo de acero del edificio por muchos incendios que se declararan. La temperatura necesaria para que esto suceda sólo se produce en los altos hornos, pero también es cierto que no es el primer edificio que se colapsa por culpa de una estructura hecha con este material, lo que ha llevado a los arquitectos a replantearse construir los núcleos con hormigón, que resisten muy bien el fuego.
Hay un tercer edificio, el nº 7 del WTC, que también se derrumbó sobre sí mismo y casi a la velocidad de caída libre. No hubo impacto de aviones ni fuego alimentado por combustible. Las Torres Gemelas, que estaban junto a él, depositaron varias toneladas de escombros sobre su estructura. En fotografías de los momentos previos a su derrumbe se puede apreciar cómo el edificio se va deformando hasta ceder de golpe.
El Departamento Sismográfico registró actividad sísmica en el momento del desplome de las torres, tal fue el estruendo y conmoción que originó. Los escombros estuvieron consumiéndose durante meses después del derrumbamiento, y la mayor parte del hormigón fue pulverizado. Se cree que el uso de la “termita” en las explosiones controladas hace que precisamente el metal siga incandescente durante mucho tiempo.
En cuanto al avión que impactó en el Pentágono, se dice que el agujero que hizo el aparato es demasiado pequeño, y que parece más bien producto de un misil lanzado poco antes de que éste se estrellara. Dado que la superficie del avión es fundamentalmente de aluminio, que es blando y ligero, no cabe esperar que el diámetro del orificio se correspondiese con exactitud al del fuselaje y las alas. Son las partes más pesadas las que mayor energía cinética desarrollan, como los motores, de 6 toneladas cada uno, y el tren de aterrizaje. El avión llegó a perforar dos muros.
Las cámaras de vigilancia no recogieron con claridad el impacto, quizá por la velocidad que llevaba el avión, unos 850 km/h. Incluso aunque hubiera ido a la mitad de velocidad no se habría podido apreciar bien.
Lo que sí se ve en una de las grabaciones, antes de la 1ª explosión, es la punta de un objeto sin identificar y que parece muy pequeño para ser el morro del avión, algo explicable por la lente de la cámara tipo “ojo de pez” y la poca resolución de las imágenes.
No se observaron en un primer momento restos de equipajes ni cadáveres, y pocos del avión, pero existen fotografías en las que se ven restos humanos carbonizados y del aparato.
En los despachos afectados por el impacto hay material de oficina sin el menor rastro de haber sido quemado. El choque de un misil no produce un gran incendio, sólo una explosión muy fuerte. Pero la fricción del avión en su trayectoria dentro del edificio produjo una gran bola de fuego que pronto fue sofocada por el derrumbe posterior.
El cuarto avión que iba dirigido no se sabe si al Capitolio o a la Casa Blanca se dice que no fue desviado por el intento de los pasajeros de tomar el control de la nave, si no que fue derribado por un caza para evitar males mayores. El radio de amplitud tan grande en el que se hallaron los restos parecen avalar esta afirmación.
Se dice también que las conversaciones telefónicas supuestamente mantenidas por los pasajeros fueron un montaje para reforzar la teoría del secuestro, ya que el contenido de las mismas es extraño y a esa velocidad y altura no son posibles las llamadas con móviles.
Se ha llegado a cuestionar que Bin Laden tenga nada que ver en el asunto, pues él negó en un primer momento la autoría de los hechos. Se cree que los videos en los que aparece están manipulados, que la persona que sale en ellos se parece poco al verdadero Bin Laden, que lleva un anillo de oro (algo prohibido por el islam) y que escribe una nota con la mano derecha cuando en realidad él es zurdo.
Bin Laden tardó tres años en “reivindicar” los atentados, justo antes de las elecciones presidenciales en EEUU.
Además existió un movimiento bursátil previo a los atentados, cuyas raíces conducen a la plana mayor de la CIA.
Nueve servicios de inteligencia extranjeros habían advertido de un atentado inminente en EEUU usando aviones.
Cada vez más gente reclama que se reabra una investigación internacional. Manifestaciones, conferencias y libros cuestionan la versión oficial de los hechos desde hace años. Si resultara cierta esta “teoría de la conspiración”, fomentada por intereses políticos, militares y económicos de todas clases, estaríamos ante un holocausto de proporciones similares al perpetrado por los nazis. Si la impresión causada por los atentados fue terrorífica, con esta nueva visión del tema resulta ya absolutamente demencial, una pesadilla.
Esperemos que los hechos se aclaren alguna vez, a pesar de que muchos harán lo posible para que así no sea. La verdad debería imponerse por encima de todo.

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