martes, 9 de octubre de 2012

Profesores que están revolucionando la enseñanza


"La escuela es aburrida". "El mundo entero se está transformando, pero el sistema educativo no ha cambiado desde el siglo XIX". "El modelo del profesor que suelta la lección a sus alumnos y luego los examina bajo un patrón estándar ha caducado". Bajo estas premisas, expertos de medio mundo llevan años pensando en cómo adaptar las aulas al siglo XXI. 

Salman Khan

Un debate que, hasta hoy, no parecía estar aportando grandes cambios al modo en que aprenden nuestros hijos. El éxito de la Academia Khan, un proyecto que ofrece clases gratis en Internet y que acumula casi 140 millones de visitas, parece sin embargo haber agitado la discusión en el seno de la comunidad educativa.

Como profesor, Salman Khan es un espécimen único. Más de cuatro millones de alumnos asisten con regularidad a sus clases gratuitas por Internet. Pese a ser matemático, sus lecciones abarcan más de 40 áreas del conocimiento; lo mismo ilustra sobre el nacimiento de EE.UU., la cadena evolutiva o la tabla del 6. Con su voz de tenor y sus amenas explicaciones, a sus 35 años, Khan, que dejó hace tres un puesto de analista de riesgos para entregarse a la Academia Khan, ha colgado más de 3000 vídeos en la red. El primero en YouTube, hace seis años, para ayudar a una prima suya peleada con las matemáticas.  Desde su modesto cuartel en Silicon Valley ha seducido con sus vídeos educativos a alumnos de medio mundo. Los hijos de Bill Gates, incluidos.

El fundador de Microsoft vio un día a sus hijos repasando matemáticas con los vídeos de Khan y se quedó entusiasmado. Fue hacer público este entusiasmo, en 2010, y las visitas se dispararon. La Fundación Gates tradujo su apoyo en 1,5 millones de dólares, con los cuales, sumados a otras aportaciones de Google o Netflix, Khan se ha lanzado a traducir sus vídeos a diez idiomas, incluido el español (con acento latino). "Sueño alto. Quiero hacer de la escuela un lugar divertido y eficaz", asegura. Su último paso: trasladar su tarea al aula. Un total de 15 escuelas de California llevan meses usando a Khan como parte del programa de estudios: los alumnos ven los vídeos en casa y aprovechan el horario escolar para resolver dudas, ampliar el tema o desarrollar proyectos que estimulen su capacidad creativa.

Ni Khan ni el valenciano Juan Medina, cuyos videos cuentan ya con más de 20 millones de visitas, cuyas iniciativas arrancaron en 2006, son pioneros en este campo. Tres años antes, el astrofísico Walter Lewin convulsionó la enseñanza de la física con demostraciones prácticas que colgaba en la web. En sus clases, Lewin dejaba que una bola de acero colgada de un péndulo se acercara a su mentón o que la corriente eléctrica fluyera por su cuerpo. Hoy, sus más de cien vídeos acumulan dos millones de descargas cada año.

La idea detrás de esta enseñanza abierta y compartida es sencilla: se graban las lecciones y se cuelgan al alcance de cualquiera en cualquier momento y en cualquier lugar. Según Khan "los alumnos ven los vídeos en sus casas, pueden rebobinar, detenerse, ir hacia adelante, verlo las veces que deseen; la lección está así siempre a su disposición". Al día siguiente, en clase, comparten lo aprendido, resuelven dudas y se desarrolla la interacción entre el profesor y sus alumnos. "Todos aprovechan mejor el tiempo que pasan juntos con ejercicios prácticos y actividades en grupo".

Este nuevo concepto se ha dado en llamar flip teaching (`darle la vuelta a la enseñanza´) y lo que propone en última instancia es invertir el método donde el profesor habla y los alumnos escuchan. Los mayores críticos de este sistema, curiosamente, acusan a gente como Khan o Medina de ser demasiado tradicionales en su forma de enseñar. Los constructivistas, defensores del aprendizaje por descubrimiento, donde el alumno aprende las cosas por sí mismo para que así desarrolle su destreza para resolver problemas, no ven nada significativo en esta tendencia. Para este grupo, que promueve una revolución para que en las aulas domine la experimentación, lo que hacen Khan o Medina sigue siendo transmisión de conocimiento, no construcción del mismo.

Discrepancias aparte, la idea de que el modelo tradicional ha perdido validez despierta amplio consenso. Así lo cree Juan Freire, experto en cultura digital: "La educación se ha basado siempre en la transferencia de conocimientos del profesor al alumno. Ahora, esta transferencia puede producirse de otras maneras".

Richard Baraniuk, fundador de Connexions, una pionera web de código abierto donde compartir, reutilizar, recombinar, interconectar y enriquecer libros de texto, asegura que en un aula, a partir de la tercera fila, el grado de atención decrece exponencialmente. "Si lo que quieres es contarle algo a alguien  una clase-conferencia puede ser útil, pero si quieres que aprenda de verdad, su eficacia es relativa".

"Los niños de hoy", según el británico Ken Robinson, autor del Informe Robinson, texto clave sobre los retos de la educación en el siglo XXI, "se están criando en el periodo de estímulos más intenso de la historia: Internet, móviles, publicidad, televisión… y son penalizados en la escuela cuando se distraen. Pero ¿de qué se distraen? Pues de cosas aburridas, casi todo lo que se les enseña en el colegio". Por eso, para Robinson, una de las premisas básicas que debe plantearse cualquier reforma educativa es no aburrir.

Khan es de los que han tomado nota de este principio. Así lo entienden, al menos, los millones de personas que han dejado sus comentarios de agradecimiento en su web. "Recuerdo", cuenta Khan, "uno de los primeros que recibí: `Por primera vez en mi vida me he reído haciendo derivadas´. Poco después recibí otro: 'Mi hijo de 12 años es autista y las matemáticas eran para él una pesadilla. Nos tropezamos con sus vídeos sobre decimales y lo entendió enseguida. No nos lo podíamos creer. Imagínese, yo era analista de riesgos; no estaba acostumbrado a esto. Me hizo sentirme muy bien y decidí seguir". Ahora, seis años después, arropado por los grandes popes del negocio tecnológico, Khan piensa a lo grande: "Me gustaría hacer de la escuela un lugar divertido y eficaz, características que hoy no reúne".

Los vídeos que Khan realiza no son visualmente arrebatadores: su voz suena sobre un fondo negro a modo de pizarra en el cual sus explicaciones van traduciéndose en imágenes. Su estilo entusiasta y ameno, así como la entrega que pone en cada lección, es el factor que ha seducido a sus millones de seguidores. Es decir, la tecnología, para Khan, no es más que un vehículo bien aprovechado; sin talento comunicador, nadie le habría prestado tanta atención.

Internet aporta, en este sentido, un elemento de juicio inapelable. De entre toda la maraña de profesores y divulgadores que pueblan la red, solo triunfan aquellos que enganchan con el alumno. Khan lo tiene muy claro. "Hay mucha gente que, más que contenidos, ofrece un show. Otros saben mucho, pero aburren a las piedras. Supongo que conseguí aunar contenido y ritmo adecuados".

Esta criba, digamos, natural que se produce en la red refuerza una de esas premisas educativas sobre las que cabe poca discusión: la clave de la buena enseñanza pasa por contar con buenos profesores. Este es, precisamente, uno de los puntos que a Ken Robinson le gusta subrayar. "Ya sea por Internet, a distancia o en persona, cualquier estudiante puede seguir un programa de estudios inadecuado. Lo importante es que tus esfuerzos se enfoquen en la dirección correcta para sacar lo mejor de ti mismo, lo cual se consigue con una buena orientación. La tecnología es muy útil, pero sin buenos profesores que animen e impliquen a los alumnos seguimos igual".

Implicar a los alumnos es, para Robinson, otro de los conceptos que debe regir toda reforma educativa que se precie. Según él, nuestro sistema anula la individualidad al definir la inteligencia en función de las aptitudes académicas.
Son ideas que enlazan con la teoría de las inteligencias múltiples elaborada por Howard Gardner. Este psicólogo, investigador y profesor estadounidense entiende que cada persona posee talentos específicos y que estos determinan nuestro aprendizaje. "Puedes ser sobresaliente en matemáticas, de la media en idiomas y mediocre en dibujo. Todos poseemos fuerzas relativas en potencia, pero para desarrollarlas se necesita motivación, modelos, apoyos…". En opinión de Gardner, Robinson y un gran número de expertos, el sistema que trata a todos los alumnos igual no facilita el desarrollo de ese potencial. "Debemos despertar en los niños todo eso que está dentro de ellos", concluye Gardner. 


(Basado en un reportaje aparecido en XL Semanal en abril 2012)

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