miércoles, 31 de octubre de 2012

Entrevista a Rosa


Veía el otro día la mitad de una entrevista que Anne Igatirburu le hacía a Rosa, con motivo del lanzamiento de su último disco. Siempre es un placer verla en televisión, porque es encantadora. La cantante fue la misma de siempre, noble, muy natural, pero la presentadora me sorprendió con su actitud, y no precisamente para bien. Sacó a relucir en cuanto tuvo ocasión el tema de por qué no tiene novio y, aunque supongo que ella sólo pregunta conforme a un guión que previamente le han confeccionado, la forma como lo hizo, con cara maliciosa, me desagradó profundamente.

Hace poco la propia Igatirburu era objeto de una situación parecida, cuando una conocida periodista le hizo una encerrona ante las cámaras para ponerla en evidencia. Ella fue la 1ª sorprendida, pero consiguió salir airosa. La falta de profesionalidad y saber estar de la otra informadora, de la que sí que nunca me hubiera esperado algo semejante, me sorprendió a mí también.

Quién no ha sido víctima alguna vez de momentos inenarrables como éstos. La envidia, desgraciadamente, será siempre el pecado nacional.

Y qué tipo de personas hacen estas cosas, pues seres grises, aburridos o amargados por sus frustraciones personales, incapaces de hallar la felicidad ni de vivir en paz consigo mismos, que vuelcan sus miserias en los demás.

No sería de extrañar que Anne Igatirburu esté descontenta en lo profesional, pues ese programa en particular es de los que encuentras por casualidad después de un rato haciendo zapping, perdido en su mediocridad entre la mediocridad del resto. Y en lo personal tampoco creo que le haga mucha gracia que le hagan el tipo de preguntas como la que le hizo a Rosa, y con esa intención. Por qué se divorció, por qué no puede tener hijos. Asuntos privados que a nadie más que a uno mismo importan.

A estos mal llamados periodistas que no han hecho la carrera de Periodismo y que acaparan con su intrusismo los medios de comunicación, les suele molestar mucho que les paguen con la misma moneda con que ellos pagan a los demás. Algo incongruente y absurdo por otra parte.

Es más que probable que la presentadora sienta envidia de la paz espiritual en la que vive la cantante, a la que hace mucho tiempo conoce. Rosa supo salir de este mal trago al que la sometió la presentadora hablando de la manera tan especial como suele hacerlo ella, con mucha llaneza y sinceridad, con sensibilidad e inteligencia. Dijo que lo más importante para ella era su familia y que estaba muy centrada en su carrera. El novio es algo accesorio, si llega y está en la misma onda que ella, bien venido sea. ¿Cuál es el misterio?.

La presentadora quiso ridiculizarla, puso cara de suficiencia y desdén, cara de "ésta no tiene remedio", como si estuviera ella en un plano superior, y al final desistió, sin conseguir su oscuro propósito. Rosa no se dio por aludida y siguió hablando de otras cosas, como si nada hubiera pasado, tratando a la Igatirburu con el mismo afecto de siempre, con lo que le dio una lección de clase y humanidad.

Me pregunto por qué les gusta tanto a los necios y mezquinos inquietar a las personas buenas que aún conservan su inocencia intacta y que no saben o no quieren responder, rebajándose a ese nivel para defenderse, a quién puede gustar eso. Ese morbo ponzoñoso es la seña de identidad de este tipo de individuos. Qué lástima. Parece que el que es bueno es que es tonto, en lugar de decir que es honesto y sabio en su actitud. Así deberíamos ser todos.

Han pasado ya once años desde que Rosa ganó aquel primer programa de Operación triunfo. Me quedé sorprendida cuando lo oí, no creía que hubiera pasado tanto tiempo. Aún recuerdo lo distinta que parecía, gruesa, sin apenas arreglar, con una dicción penosa, los dientes un poco descolocados.

En el video clip que pasaron con una de las canciones de su último disco sorprendía lo bien que se movía, lo sensual que estaba. Ha cambiado su imagen radicalmente a lo largo de todos estos años, pero sigue siendo la misma de siempre, fiel a sí misma, auténtica, ingenua, confiada. Ella tiene muy claras las cosas que son importantes en su vida y las sabe cuidar. Es un placer verla entrevistada o actuando, con esa voz tan bonita y poderosa que tiene. Su modestia y su bondad son una inspiración.

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