Es una gran verdad que el ser humano no puede vivir sin amor, hasta el más independiente y desapegado necesita en algún momento sentir que ama y es amado. Mi hijo sigue esa estela romántica que tantos otros han seguido antes, siempre tentando a la suerte, a ver qué pasará esta vez. Tras sus dos relaciones anteriores, de las que sobre todo la 1ª fue lo que suele ser el primer amor, tempestuoso y apasionado, ahora ha empezado una nueva relación con una chica, Fiona (no puedo evitar acordarme de la novia de Shrek cada vez que lo oigo), que ya ha estado en casa varias veces, y con la que parece sentirse a gusto.
La conoció en un parque cercano a donde va la juventud del barrio en sus ratos de ocio. Casualmente estudia en el mismo instituto que él, aunque por la mañana. Ana y sus amigas, que han hablado alguna vez con ella anteriormente, dicen que es peculiar, más que nada por su forma de pensar, distinta al resto. Yo no sé si eso es bueno o malo en realidad. También puede ser afán de llamar la atención, de distinguirse.
Cuando viene a casa se acomodan en el sillón del salón, con las cabezas juntas y el brazo de Miguel Ángel por encima de ella, para ver en televisión series de humor como La que se avecina, o se hacen un pase de Pixar con películas como Up, de nuestra filmoteca particular, que a mí, a pesar de mis años, me siguen gustando.
Otras veces van a la habitación de Miguel Ángel, y ven películas en el portátil, o videos musicales en YouTube. Sus gustos son muy diferentes.
Para mi hijo, que no ha tenido experiencias amorosas positivas, pues no supo escoger parejas que de verdad le quisieran y respetaran, el amor sigue siendo un sueño que se encuentra en un lugar ignoto, como si fuera un barco que navega a la deriva en medio de la niebla. Miguel Ángel, que como yo es profundamente sentimental y se reserva para sí muchos de sus pensamientos y emociones, se deja llevar por el momento, como queriendo dejar atrás tormentas pasadas.
Fiona ha cumplido en estos días 16 años, un año menos que Miguel Ángel. Es una chiquita muy joven, menuda, de rostro muy dulce, ingenua y cándida, inteligente y sensible. Tenemos muchos puntos de vista comunes sobre la vida y el mundo. Tiene opinión formada para todo, parece poseer firmes convicciones pese a su juventud. Compartimos una común pasión por Kurt Cobain y Nirvana, lo que no le impide disfrutar de videos musicales de Walt Disney, lo que hace que Miguel Ángel diga que va "a potar".
Mi hermana le preguntó hace poco si la quería mucho, y él, tras pensarlo un momento, dijo: “Cada día un poco más”. No hay flechazos, como la vez 1ª, este amor, o afecto, crece paulatinamente, sustentando los cimientos de su edificio con materiales que no están puestos de prisa y corriendo, con la premura de las pasiones irrefrenables. Es así como surgen los amores más consistentes, o quizá Miguel Ángel llegue pronto a un tope en el que ya no consiga extraer más sentido ni sentimientos a una relación un poco forzada, buscada por la necesidad. Sería una lástima que se conformara con algo que no terminara de llenarle sólo por no quedarse solo, desechando otras posibilidades más apetecibles que pudieran ir surgiendo.
De momento me encanta escucharlos hablar y reir, cuando están en casa, es algo que me produce tranquilidad. Una de mis preocupaciones era que Miguel Ángel no fuera capaz de encontrar a alguien con quien compartir la vida, alguien hecho a su medida.
Fiona parece una buena chica, y me imagino que es precisamente su forma de ser peculiar, como dice Ana, su nexo de unión con Miguel Ángel, algo que él mismo corroboró sin que le preguntaran al respecto. Ignoro lo que ella espera y el alcance de sus sentimientos, son aún muy jóvenes, pero independientemente del curso que sigan los acontecimientos, esto servirá, cómo no, de experiencia y rodaje en esas cosas de la vida que nadie puede experimentar por nosotros, ascensos y caídas incluídos.
Parecen sentirse bien juntos, amor, amistad y compañía. Miguel Ángel y el amor, una vez más.
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