miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un poco de todo (XXVI)


- El otro día, una de las pocas veces en que he querido ver el telediario, me sobrecogía nada más sintonizar la noticia de una chica de la edad de mi hija, 15 años, que se había suicidado en Canadá después de sufrir el acoso sexual por Internet de un hombre que aún no ha sido identificado y, lo más sorprendente, después de aguantar el maltrato verbal y físico de sus amigos y compañeros del instituto. Unos días antes había colgado un video en Twiter en el que contaba lo que le estaba pasando con unas notas escritas por ella, sin que apenas se le viera la cara, y en las que terminaba pidiendo socorro. Fue algo que me partió el corazón.

Un día después me vuelve a sobrecoger la noticia que leo en el periódico de una chica de 20 años que había sido decapitada en Afganistán por haberse negado a prostituirse. A veces se intenta encontrar una explicación a determinados hechos por el lugar en que tienen lugar, pero ambos casos han sucedido en lugares bien distintos del planeta y el resultado ha sido igualmente misógino y violento.

¿Qué está pasando? ¿Y esta locura? Cuanto más avanzamos en el tiempo a todos los niveles, más exacerbados parecen ciertos instintos atávicos que son por lo que se ve ineludibles para el ser humano. El sexo por ejemplo, tema preferido en todos los medios, siendo que a diario vemos en televisión imágenes de alto contenido sexual en cualquier franja horaria. Se promueve la idea de que hay que hacer uso del sexo como prioridad principal en la vida, hasta las series para adolescentes que se emiten parecen tener éxito de audiencia precisamente por el hincapié que se hace del tema.
Hay un morbo general hacia casi todo, cosas que hasta hace no mucho eran de lo más natural se tratan ahora con suciedad. Ya no tenemos la mente y la mirada limpia de antaño, es como si pensar bien y tener una mente sana fuese sólo cosa de la infancia.

La represión de la mujer en ciertos lugares del mundo es algo de todos conocida y, por desgracia, no nos pilla de sorpresa, pero el acoso cibernético y la pederastia sí son fenómenos recientes y en progresivo aumento. La crudeza de ambas situaciones se pone aún más de manifiesto en los tiempos actuales, en los que pocas cosas escapan a la opinión pública gracias a los avances de los sistemas de información.

Nunca nos hemos rasgado tanto las vestiduras como ahora ante ciertos hechos, nunca nos hemos indignado tanto, pero todo parece caer en saco roto. No sé de qué forma podremos detener esta espiral de violencia, sobre todo contra mujeres y niños, ni sé a dónde iremos a parar como sigamos así.

- El que me ha hecho mucha gracia ha sido el austríaco que se tiró hace poco desde lugares nunca antes tan lejanos para recorrer en caída libre 39.000 km. y marcar, cómo no, algún récord. La experiencia debió ser inolvidable, porque ha comentado después que se retiraba del deporte extremo para dedicarse a pilotar helicópteros. Jajajaja!! No me extraña nada, debió ver pasar su vida en todos los colores mientras llevaba a cabo su hazaña. Además que tiene sólo un par de años menos que yo, vamos, que no es el típico jovencito alardeando de proezas temerarias.

Recientemente también vi a otro cuarentón, norteamericano creo, que era famoso por el tamaño de las olas a las que se subía haciendo surf. Decía que no concebía la vida de otra manera, que no podía estar en su casa mucho tiempo, que tenía que estar siempre haciendo estas cosas. “A mí lo que no me parece normal es tener que estar metido en una oficina”. No puedo por más que darle la razón.

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