miércoles, 14 de noviembre de 2012

Lo imposible


Ha sido sorprendente la enorme repercusión que ha tenido Lo imposible en el panorama cinematográfico, cultural y social de nuestro país. Se dice que el taquillazo que ha supuesto no ha conocido precedentes en la historia de nuestro cine, y tras ver la película se puede entender por qué.

Cierto que el film no es del todo español, que los productores son norteamericanos y el reparto de actores también (a excepción de uno de los protagonistas, que es inglés). El trabajo que en él se realiza sería inimaginable con cualquier otro intérprete nacional. No veo a ninguno de los actores o actrices que existen actualmente en nuestro mundillo cinematográfico encarnando alguno de los papeles del reparto.

En un reportaje que vi sólo a medias sobre cómo fue el rodaje, explicaba el director, Juan Antonio Bayona, la forma como habían conseguido el realismo de las escenas del momento en que sobreviene el tsunami. Aplicaciones informáticas avanzadas superponían capas de agua hasta conseguir el caudal que aparece en la película.

Es increíble el efecto visual y emocional que produce la llegada de la 1ª ola. Es como si estuvieras de verdad allí. Con movimientos de cámara magistrales recibimos el primer impacto de la avalancha de agua, nos debatimos por debajo de su nivel, y somos arrastrados por la corriente a una velocidad tremenda. El seguimiento de los infortunados en su trágico recorrido flotando en medio de aquel caos casi produce mareo, porque es como ir montados en un vehículo que se mueve vertiginosamente. La fuerza que puede llegar a tener el agua es incalculable.

Me sorprendió el hecho de que después de esa 1ª ola, la madre y su hijo mayor tuvieran que afrontar la llegada de otra ola que les vino de frente. Y es que no dejaban la playa atrás, sino que el agua llegaba desde varios puntos de la costa, que no es una línea recta. Nunca lo hubiera pensado. Lo que sí leí en su momento es que a la sucesión de olas de entrada, hubo otras tantas de retroceso, como sucede a pequeña escala en la orilla del mar, lo que supuso una doble acción destructora.

Juan Antonio Bayona no carga las tintas mostrando escenas demasiado truculentas, que sería lo normal en sucesos de estas características. Lo que sí me llama la atención es que cuando todo el mundo va más o menos vestido, calzado y limpio, los protagonistas van en todo momento con las ropas rotas, descalzos y sucios. Es como si quisiera concentrar el drama nada más que en ellos.

El talento del director se puso más que de manifiesto cuando volvió, ya muy avanzada la película, a los momentos del tsunami a través de los recuerdos recién grabados en la memoria de la protagonista, mientras está en el hospital y teme por su vida. Cuando ya creíamos que no volveríamos a sentirnos sobrecogidos por esas imágenes el resto del film, surgen de nuevo con toda su fuerza, recreando unos momentos vividos por ella que aún no habían sido mostrados. Es muy impactante.

Me quedé muy alucinada con la escena en que una mujer que yace cerca de la protagonista en el hospital empieza a toser y de su boca salen restos de cosas, telas y otros pequeños objetos, y acto seguido comienza ella a hacer lo mismo. Aquella especie de trapo alargado lleno de sangre que se va sacando entre estertores me impresionó muchísimo. Nunca hubiera pensado que las personas podíamos expulsar todo lo que nos tragamos accidentalmente tiempo después de haberlo ingerido, y semejante tipo de cosas. Era como si el shock hubiera paralizado sus sentidos, sus instintos. Tenía que haber sentido un malestar enorme albergando semejantes objetos en su estómago.

Naomí Watts ha sido un descubrimiento para mí. Había oído hablar mucho de ella, pues se cotiza mucho en EE.UU., y ahora que la he visto actuar comprendo la razón. Su forma de interpretar es tan natural, hay una delicadeza y al mismo tiempo una fuerza tan grande en su manera de moverse y hablar que cautiva enseguida. Me ha recordado mucho a Nicole Kidman. En una entrevista dijo que el guión le había impresionado muchísimo desde la 1ª vez que lo leyó, y que le llamó poderosamente la atención el estado de ánimo que provocaba en el director y otra persona que no recuerdo quién era, pues todas las veces que se reunieron, tanto para ofrecerle el papel como para preparar el rodaje, acababan con los ojos llenos de lágrimas. Me imagino que Naomí Watts está acostumbrada en Hollywood a otra forma de hacer las cosas, pues el cine allí es sobre todo un gran negocio.

No sé cómo superaría la actriz su pánico al agua, debido a una experiencia de su juventud, según declaró. Supongo que afrontar esta cruzada sería un reto para ella, una oportunidad de superar ese miedo. Las escenas subacuáticas, que fueron rodadas por una extra, son impresionantes.

Pero es Tom Holland, el joven actor que interpreta al hijo mayor del matrimonio protagonista, la auténtica y gratísima sorpresa para el espectador. Famoso en Inglaterra, su país natal, por su papel protagonista en el conocido musical Billy Elliot, donde además bailaba, se revela como una incipiente promesa del panorama artístico con un potencial enorme. Su naturalidad, como en el caso de Naomí Watts, y ese algo especial que no se puede explicar y que tienen todas las estrellas del firmamento interpretativo que arrebatan al espectador, le auguran un porvenir brillante. Su trabajo en la película es maravilloso, absolutamente conmovedor.

El resto de niños del plantel de actores son también increíbles. El protagonista masculino, Ewan McGregor, no ha sido nunca santo de mi devoción. Pienso en unos cuantos actores que podrían haber hecho mucho mejor que él ese papel. Su interpretación no me llega al corazón, no me dice nada.

Esta es, ante todo, no sólo una historia de supervivencia sino sobre todo de amor. Ese lazo indestructible que unía a todos los miembros de esa familia, esa fe inquebrantable en que la desgracia no podía ser absoluta, son experiencias emotivas que inundan al espectador con la misma fuerza que el tsunami que se nos representa en pantalla. Saber que la trama está basada en hechos reales contribuye a aumentar aún más si cabe el calado anímico del público. 

Hacía falta que se contara este suceso en el cine, me extrañaba que en tantos años nadie lo hubiera hecho antes. No era empresa fácil, pero el resultado, en el caso de Lo imposible, ha sido magistral.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno tu comentario sobre la pelicula.

pilarrubio dijo...

Muchas gracias, me alegro que te haya gustado. Un saludo.

 
MusicaServicios LocalesContadorsAnuncios ClasificadosViajes