lunes, 31 de agosto de 2015

La familia según Laura Rojas-Marcos (I)


Hacía tiempo que no encontraba un libro tan interesante sobre temas psicológicos relacionados con algo tan fundamental como es la familia, de la mano de la psicóloga Laura Rojas-Marcos, hija de Luis Rojas-Marcos, psiquiatra e investigador tan conocido por todos. He extraído algunos pasajes que me han interesado especialmente, y que espero que os sirvan también para vuestra vida cotidiana y para enfocar determinados problemas que a veces pueden surgir.

- Frente a familiares difíciles e incluso tóxicos podemos llevar a acabo estrategias asertivas y saludables y evitar convertirnos en víctimas de manipulaciones emocionales perversas.

Para llevar una vida emocionalmente sana y estable necesitamos relacionarnos con personas, sean familiares o no, que no tengan como objetivo controlarnos y manipularnos, o convertirnos en seres sumisos y esclavos de sus necesidades y caprichos, sino todo lo contrario (...) necesitamos saber identificar a las personas que nos llenan de energía y nos enriquecen, aquellas que nos aportan seguridad y bienestar, ya que ellas jugarán un papel esencial en mantener el equilibrio mental y emocional y poder vivir en armonía con uno mismo y los demás.

- En ocasiones la vida en familia se convierte en un camino sin salida, estresante y doloroso en el que no podemos evitar tener que enfrentarnos a situaciones cargadas de tensiones y conflictos ni tratar con familiares tóxicos.

- Con el tiempo fue comprendiendo muchas cosas sobre sí mismo y el efecto que tuvieron las diferentes situaciones familiares en su comportamiento y estado de ánimo. Lo cierto es que no es de extrañar que los niños que hayan sufrido mensajes tan inhibidores y emocionalmente castrantes tengan, una vez adultos, un concepto de sí mismos negativo cuando sienten tristeza o lloran.

- A veces necesitamos aceptar que podemos tener sentimientos diferentes o contradictorios hacia otra persona. Es posible sentir simpatía con una cierta dosis de rechazo. Puede que nos guste un aspecto de la personalidad de alguien mientras que otro aspecto nos produzca aversión. Y estos sentimientos no tienen por qué ser incompatibles necesariamente. La clave es aceptar que las personas, sean nuestros familiares o no, tienen varias dimensiones.

- Las personas que han aprendido a diferenciarse de los padres y del sistema familiar establecen un equilibrio saludable y emocionalmente estable entre formar parte de un sistema, con el que comparte sentimientos, pensamientos y tiempo y su sentido como un individuo independiente del resto (...) Se adaptan al entorno sin perder su identidad. Saben protegerse de manipulaciones ajenas. No son sumisos ni tienen necesidad de complacer constantemente, ni se anulan a sí mismos cuando están con el grupo; saben mantener el equilibrio entre las fuerzas aplicadas por los demás miembros del grupo y la individual.

A las personas que saben diferenciarse como individuos no les estresa ni les produce inseguridad formar parte de una familia o un grupo, saben mantener su autonomía e independencia como individuo y pueden toleras los posibles sentimientos encontrados o contradictorios producidos por las presiones de otros miembros del sistema grupal. Pueden interactuar, negociar e intercambiar opiniones sin necesidad de desdoblarse a sí mismos y sin sentir miedo a ser rechazado. Son conscientes de que las expectativas de los demás no puede ser siempre cubiertas y no se sienten responsables o culpables por ello. Sin embargo, las personas que tienen dificultad para diferenciarse de su familia se sienten muy incómodas, inseguras y confusas con cualquier sentimiento que les diferencia del resto. A menudo se sienten culpables o incluso desleales cuando surgen sus necesidades personales como individuos y éstas son diferentes a las del resto.

- Unos padres sobreprotectores, inseguros o que castigan al hijo por querer diferenciarse del resto del grupo fomentarán en el niño sentimientos de sumisión, dependencia y un profundo sentimiento de culpa.

Las personas que tienen dificultad para diferenciarse de las demás también la tienen para sentirse cómodos consigo mismos, con su independencia, y tienden a ser reactivos emocionalmente cuando se encuentran en situaciones estresantes asociadas a las relaciones personales. Sus decisiones están excesivamente determinadas por las expectativas de los demás y por sus propios miedos, ansiedades o frustraciones. A menudo se encuentran atrapadas en tormentas y vaivenes emocionales incontrolables (...) En ocasiones, incluso comentan que sienten con demasiada intensidad las emociones de los demás, como si no hubiera una diferencia entre las propias y las de otros. Es frecuente que aquellos que han tenido dificultad para diferenciarse durante su desarrollo sientan que una vez adultos tienen muchos conflictos internos y emocionales cuando les surge el deseo o la necesidad de tener su propio espacio, cuando piensan diferente al resto del grupo o incluso cuando ponen límites razonables a otros. Temen ser rechazados, no queridos o abandonados si no cumplen las expectativas de los demás, experimentan una profunda inseguridad y viven a menudo en un mar de culpa y de miedo a quedarse solos en la vida. (…)

Cuando no hay sitio para la individualidad es difícil ser independiente, ya que prácticamente no existe la percepción de uno mismo como individuo separado de los demás y no puede cubrir sus propias necesidades emocionales por sí mismo, como por ejemplo autocalmarse o controlar los impulsos o pensamientos. Estas personas dependen de otras para poder regular sus propios sentimientos. “No sé tranquilizarme solo”, suelen comentar. De manera que las familias que no fomentan ni favorecen la diferenciación se encuentran en conflictos internos constantes, sus miembros intentan controlar en exceso a los demás y tienen relaciones muy condicionales y tóxicas. Son familias que se caracterizan por ser muy críticas, muy quejicas, dominantes, poco flexibles y generalmente experimentan como grupo y a nivel individual una insatisfacción permanente.
- (…) para poder mantener una relación con su familia o personas desmedidamente demandantes e invasivas se ven obligados a desconectar emocionalmente para no ser absorbidas por las emociones incontrolables de los otros (…) “Desconecto emocionalmente para poder vivir tranquila y en paz.”

- (...) no podemos esperar que nuestros familiares, por muy cercanos que sean, se comporten como deseamos o incluso necesitamos. Cada uno necesitamos valorar qué estamos dispuestos a dar de nosotros y qué estamos dispuestos a aceptar de los demás. Al final, responsabilizar a los demás de nuestras propias frustraciones sólo empeorará las relaciones. Por lo tanto, tomar responsabilidad por uno mismo es quizá la mejor manera de plantearse las expectativas.

- Por consiguiente, el papel que tienen nuestros padres y cuidadores durante el proceso de diferenciación es crucial. La actitud con la que manejen las muestras de búsqueda de autonomía e independencia de los hijos influirá directamente en la capacidad de los mismos para desarrollar una autoestima sana, así como en su desarrollo de habilidades sociales y en su capacidad para tomar decisiones de una forma autónoma, segura y asertiva. Es esencial tener la posibilidad de aprender a conocerse, a comprometerse consigo mismos y con los demás como seres emocionalmente independientes y sanos.

- A menudo me encuentro con personas que viven centradas en las emociones negativas e ignoran las positivas. Es más, muchas personas se sienten culpables o incluso irresponsables cuando se sienten bien. Quizás fueron criticados o atacados en el momento en que estaban contentos o puede que fueran castigados emocionalmente cuando mostraban alegría. Puede haber muchas razones por las que una persona se siente mal por sentirse bien. Esto ocurre si piensa que no merece ser feliz, que lo bueno dura poco, que es un engaño sentir emociones positivas, o incluso que las emociones positivas le hacen vulnerable. Algunos llegan a pensar que para defenderse o protegerse de las posibles agresiones necesitan estar siempre alerta, por lo tanto sentirse bien es una distracción.

- Estas personas necesitan aprender a cuidarse, a permitirse los descansos, a no hacerse responsables de los comportamientos y conflictos de los demás. (…) la capacidad para sentir alegría, serenidad y bienestar depende en gran parte de uno mismo (…)

  Las personas que deciden fomentar sus emociones positivas deciden también acrecentar la salud y el bienestar de los demás. Como resultado fortalecen su autoestima, su confianza en sí mismas, y también mejoran su capacidad para resolver los conflictos y mantener relaciones personales gratificantes. Cuando las personas se centran más en lo positivo que en lo negativo de sus vidas se sienten más libres para decidir, hacer y deshacer, se defienden mejor de los miedos u fobias, son más creativas e imaginativas y afrontan los riesgos con más energía y espíritu aventurero.

- No hay una sola razón por la que una persona se vuelve tóxica. Existen muchas razones, pero generalmente son personas que han vivido experiencias muy nocivas y dañinas. (…) Sin embargo, a pesar de todo cabe señalar que se puede volver a aprender y a reconquistar el bienestar y la serenidad. En ocasiones es cuestión de tiempo y reflexión, darse la oportunidad para hablar, expresar y compartir con amigos y seres queridos el dolor, pero en otras ocasiones, cuando esto no es suficiente, es cuestión de reaprender a crear el bienestar a través del tratamiento psicológico y la ayuda de un profesional. La realidad es que todos tenemos la capacidad para mejorar nuestras circunstancias. Está en nuestra naturaleza buscar, de manera consciente o inconsciente, la forma de sentirnos bien, y luchar por ello.

- Aquellas que han crecido en un entorno excesivamente rígido y donde el castigo (emocional o físico) estaba muy presente desarrollan una forma de ser temerosa y obsesiva ante los retos.

- Para educar en inteligencia emocional es preciso que el educador cuente con un buen nivel de ella y se centre especialmente en enseñar sobre la empatía, el desarrollo de la capacidad para pensar por uno mismo, el autoconocimiento y en instruir en las diferentes habilidades sociales.

- En el caso de los padres es igualmente importante que éstos tengan un buen manejo de sus propias emociones e intenten no hacer sugerencias impulsivamente, pues cuando permitimos que el otro reflexiones posibilitamos que pueda pensar y decidir.

- Así como tener un diálogo interno es importante, no hay que olvidar que también tiene un papel esencial el silencio, saber estar con uno mismo desde la serenidad y aprender a calmarse a sí mismo en situaciones de estrés y conflicto. “¿Qué necesito para relajarme, disminuir el estrés, para desconectar y descansar?” Son algunas de las preguntas que uno puede hacerse para conocerse mejor y poder encontrar soluciones constructivas.

- Al tener la capacidad para saber relacionarse controlan mejor el estrés y la ansiedad, ya que generalmente tienden a compartir sus sentimientos de manera constructiva sin necesariamente envenenar a otros con sus problemas.

- Tipos de habilidades sociales.- Desarrolladas y maduras:

  1. Saber colaborar y participar en un grupo sin intimidad ni imponer.
  2. Saber delegar, dar instrucciones sin ser agresivo, irrespetuosos ni abusivo.
  3. Tener la capacidad de pedir ayuda y ofrecerla.
  4. Tener la capacidad para poner límites y ser asertivo (saber decir “no”)
  5. Saber pedir disculpas, perdón o reconocer un error.
- Tener inteligencia social significa saber influir en los demás sin manipulaciones perversas. Es utilizar el poder de la sensibilidad y la percepción de los demás de una forma constructiva. (…) 

   Pertenecer a un grupo, como una familia, en ocasiones es divertido y estimulante, pero no siempre. Por lo tanto, saber controlar las propias emociones, las palabras y mantener las formas es un ingrediente básico.

- Es recomendable dirigirse a los demás de una forma clara, directa y constructiva, incluso cuando se va a transmitir una mala noticia o hacer una crítica.

- Probablemente nadie es sincero al 100% con todo el mundo, ya que en algunos casos quizás no sea ni útil, ni productivo, ni tenga un fin constructivo decir todo lo que se piensa. (…)

  La buena sinceridad se apoya en los pilares de la nobleza, la sensibilidad y en muchos casos el afecto genuino. (…)

  El “sincericida” dice todo lo que piensa, sin poner ningún tipo de filtro ni sensibilidad (…) Utiliza palabras crudas sin que le importe el daño que puedan producir. (…) es una sinceridad distorsionada. (…) El “sincericida” no pregunta si uno desea escuchar lo que piensa.

                                                                                                                                               (.../..)


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