martes, 25 de mayo de 2010

Mis actores favoritos (III): Jack Nicholson


Jack Nicholson es uno de los pocos actores que quedan de la época dorada de Hollywood que siguen en activo. Hace años no supe valorarlo en todas sus dimensiones interpretativas, pues su particular estilo y el tipo de papeles que interpretaba, tan controvertidos, me producían más desagrado que otra cosa. Fue con el paso del tiempo cuando fui capaz de apreciar su enorme potencial y su versatilidad.
Y es que es un hombre perturbador. En otra persona se podría decir que sobreactúa, pero en él todos sus gestos son creíbles, por malignos y grandilocuentes que puedan parecer. Echando un vistazo a su filmografía se ve que en ella abundan los seres demenciales, inmorales. Él aporta su peculiar físico, con esa sonrisa demoniaca, feroz, y esos ojos diabólicos. Sabía mostrar la maldad, la mayor de las crueldades, el instinto destructor. Es como si supiera de primera mano cuál es el verdadero infierno. Y cuando pretendía parecer conciliador, encantador, una amplia sonrisa y unos ojos entre melosos y burlones conseguían hacerse perdonar cualquier ignonimia pasada, o producirnos inquietud al saber que sólo era una máscara que ocultaba su verdadera personalidad.
Jack Nicholson, sobre todo al principio de su carrera, interpretó a seres en los límites de la moral y de la cordura que disfrutaban con el mal que hacían, siempre al margen de los convencionalismos. Su final solía ser trágico pero digno, porque se puede ser un malhechor y un perturbado pero serlo con estilo, convencido de tus propias razones. Era como si no le quedara otro remedio que seguir ese camino, incapaz de eludir sus propias pulsiones, y además no quisiera tampoco. Es un provocador nato, y en este sentido parece que se interpreta a sí mismo, saca a relucir con verdadero placer su lado oscuro siempre que haga falta. Jack Nicholson ha sido y es una persona muy libre, y le ha importado muy poco la opinión ajena.
Su estremecedora actuación en “Alguien voló sobre el nido del cuco”, durante cuyo rodaje prácticamente el director y él, enfrentados, no se dirigieron la palabra, lo mismo que en “El resplandor”, en la que confesó haberse sentido torturado por Stanley Kubrick, dan una visión de lo que es el miedo y la maldad nunca antes vista en el cine.
En “El cartero siempre llama dos veces” era un hombre atormentado y sin moral que perdía la cabeza por una mujer. Contiene escenas de alto voltaje como pocas se han rodado, de un erotismo y una sensualidad increíbles.
En “Las brujas de Eastwick” encarna a un pérfido e hilarante ser demoníaco, poderoso, sumo controlador de todo lo que le rodea, incluídas tres bellas mujeres. Estuvo magnífico, en su salsa, su personaje, como todos los demás que ha interpretado, produce atracción y repulsión a partes iguales.
En “Mejor imposible”, que le valió uno de los oscars que tiene en su haber, saca a relucir toda la amplia gama de registros que ha conseguido atesorar a lo largo de muchos años dedicado a esta profesión. Es una delicia contemplarlo. Su personaje, un ser egoísta y detestable, nos cautiva sin embargo con detalles de generosidad y bondad de los que es capaz pese a su defectuosa humanidad.
Y más recientemente “Ahora o nunca”, en la que da vida a un rico hombre de negocios enfermo de cáncer que se ve solo al final de su vida y que trabará amistad en el hospital con una persona con la que aparentemente no tiene nada en común salvo el mal que padecen. Aunque el paso del tiempo ha hecho estragos en su persona, aún se vislumbra algo de esa chispa que siempre le ha caracterizado.
Mucho se ha dicho sobre Jack Nicholson también fuera de la gran pantalla. Mujeriego, cínico, crápula, calculador, hábil manipulador... Atrás quedaron sus fiestas, auténticas bacanales en las que corrían las drogas y el alcohol.
Se ha casado en varias ocasiones y tiene unos cuantos hijos, algunos ilegítimos. Él aduce que vivir en un matriarcado durante su infancia y juventud le predispuso a su eterna adoración por el sexo femenino.
Coleccionista de arte, exitoso hombre de negocios, director, productor y guionista, aficionado al baloncesto.
Liberal a ultranza, se opuso en su momento a la guerra del Vietnam y más recientemente a la de Irak.
Jack Nicholson es esa clase de sinvergüenza que se hace perdonar sus pecados siendo adorable y encantador cuando parece que lo ha echado todo a perder. Inteligente, intuitivo, conoce a la perfección las debilidades humanas y saca partido de ellas, incluídas las suyas propias.
Él ama intensamente la vida, y así será hasta el final.
 
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