jueves, 28 de octubre de 2010

Facebook: por un trozo del pastel

Sólo tiene seis años, pero Facebook, la red social con más éxito de la historia, ha convertido en millonarios a aquellos que de alguna manera participaron en su creación y que ahora se disputan su autoría.

La cabeza visible es Mark Zuckerberg, oficialmente el fundador y legalmente el accionista mayoritario. Obsesivo e introvertido, nadie duda de que sin su determinación y constancia Facebook no sería lo que es. Empezó viviendo en un apartamento tan pequeño y sucio que, según sus amigos, parecía el de un adicto al crack. Hoy, con 26 años, vive en una casa en S. Francisco, demasiado grande según su propia opinión. Nadie diría al verle, vestido siempre con camiseta y vaqueros, que es uno de los hombres más ricos del planeta. Está incluído en la lista Forbes como el multimillonario más joven que existe actualmente.

Las entrevistas que Zuckerberg concede son pactadas y limitadas al negocio actual de su red. Dicen que es un adicto al trabajo y a los ordenadores. Es brillante pero muy reservado y socialmente raro. Es un visionario y tiene la sensación de estar construyendo algo que sólo él puede hacer. Una película que se ha hecho sobre su vida le presenta como un jovenzuelo desagradable, obsesionado con el sexo, y se afirma que el proyecto nació de la sed de venganza del joven universitario tras una fuerte discusión con su novia de entonces. Tras el desengaño, Zuckerberg subió a Internet fotos de ella y unas compañeras de universidad. Casi lo echan, pero se dio cuenta de que había dado con algo que podía ser muy útil.

Pero según la versión de esta película, el empujón definitivo para que dicha red se convirtiera en lo que hoy es lo dio Sean Parker, que hoy tiene 30 años. En 2004, cuando empezó Facebook, era un crápula genial y fue el programador clave en su desarrollo. Descrito por quienes lo conocen como un genio y un visionario, tiene en su currículum personal haber sido detenido por el FBI a los 16 años por haberse introducido en las redes informáticas de diversas corporaciones multinacionales y del Pentágono. Aunque en el film Parker aparece como un individuo egocéntrico y manipulador, obsesionado con hacerse millonario a toda costa, en realidad no se corresponde en absoluto con el arquetipo de programador informático siempre encerrado entre cuatro paredes frente a la pantalla del ordenador. Antes al contrario, es conocido como un vividor con propensiones libertinas, un donjuán irresistible siempre vestido a la última, con el armario lleno de trajes de Tom Ford. En su lujosa residencia neoyorquina hay más de cien tipos de té, infusión a la que es adicto.

Parker es un superdotado sin un ápice de modestia que antes de Facebook ya había fundado Napster, la plataforma para compartir canciones entre los usuarios de Internet que puso patas arriba el negocio de la industria discográfica. Pero también es un hombre que ha tenido y tiene problemas por su tendencia a vivir la noche al límite: tan conocidas son sus detenciones por posesión de cocaína como los episodios en que no se presentó a alguna reunión decisiva o estuvo de juerga salvaje e ilocalizable durante varios días. Esto fue lo que precipitó su salida de Facebook, pero no pareció importarle, siguió inventando y ganando más dinero si cabe, sigue asombrando con sus propuestas. Según sus propias palabras “he contribuido a cambiar el mundo por lo menos tres veces”.

Pero hay un tercer hombre en juego, Dustin Moskovitz, que tiene la misma edad que Zuckerberg, y que fue su compañero de habitación en Harvard. Iba para piloto militar, pero Facebook cambió su vida. Desde el origen fue el vicepresidente, encargado de la gestión y organización de los equipos. Cuando se marchó hace dos años para montar su propia compañía, se llevó consigo el 6% de las acciones y un voto de silencio. En un periódico se le incluyó en la lista de los 50 judíos más influyentes del mundo.

Pero la lista de enemigos de Zuckerberg que quieren también un trozo del pastel no acaba aquí. Eduardo Saverin, un brasileño que por entonces era el mejor amigo de Zuckerberg y un genio para los negocios, fue el primer business manager de la red. Era el presidente de la Asociación de Inversiones de Harvard y se hizo un nombre por ganar una cuantiosa suma de dinero apostando en predicciones sobre el precio del petróleo. Encargado de la gestión financiera de Facebook en su origen, según su versión Zuckerberg le apartó de ella injustamente al llegar Parker, y acabó reduciendo su participación accionarial hasta un 5%, aunque esto le permita ser millonario de todas maneras. Demandó a su ex amigo y consiguió unos cuantos millones más y reconocimiento: que su nombre aparezca entre los fundadores de Facebook. A cambio, no puede volver a hablar del tema jamás, y por supuesto perdió a un amigo. Pero el libro que escribió sobre ello, y en el que está basado la película, le está reportando pingües beneficios y publicidad.
Otros implicados en la polémica son Divya Narendra y los hermanos gemelos Cameron y Tyler Winklevoss. Narendra, especialista en Matemática Aplicada, es un neoyorquino de 28 años de origen hindú, que en la actualidad está al frente de su empresa SumZero, pero reclama a Zuckerberg unos cuantos millones por haber creado el programa a partir del cual se desarrolló Facebook. Los Winklevoss, con 29 años, son gemelos idénticos que a los 13 años fundaron una empresa de diseño de páginas web. Ya en la universidad crean una red social interna, HarvardConnection que, según dicen, les copió Zuckerberg, al que contrataron para que les ayudara con su red y, según ellos, se apropió de su idea y creó unos meses después su propia red, llevándose de paso a su programador, Narendra. Lo han demandado y ya han conseguido unos cuantos millones de dólares con un acuerdo extrajudicial, pero quieren más. Corpulentos, deportistas y muy atractivos, participaron en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, quedando sextos en la categoría de remo. Su costumbre de entrenar sin camiseta fue profusamente recogida por la prensa rosa. Ellos y Narendra basan pues su demanda en que crearon el código fuente, la tecnología necesaria para que Facebook funcione, lo cual en el caso de éste último es parcialmente cierto, porque fue contratado por Zuckerberg para crear ese sistema. Lo que nunca especificó es que por ello tuviese derecho a una parte de la empresa. 

Se ha creado en fin una trama en torno a un negocio tan aparentemente inocente como Facebook digna del culebrón más enrevesado que se haya visto nunca. Un grupo de jóvenes superdotados que lo tienen todo y que, no conformándose con ello, pugnan por seguir medrando hasta alcanzar el éxito absoluto. Todos quieren un trozo del pastel. Viendo la enorme revalorización que esta red social está teniendo, sobre todo en los dos últimos años, no sabemos hasta dónde podrán llegar.

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