Si hay una etapa en la que las personas estamos fuertemente condicionadas por unas pautas de conducta que se repiten invariablemente y sin que podamos remediarlo, con más o menos intensidad según cada cual, esa es la etapa adolescente. Y así, según las últimas investigaciones sobre el comportamiento en la pubertad, hay diez claves que le son propias y con las que, a poco que hagamos memoria, nos sentiremos identificados respecto a como fuimos en nuestra juventud:
1ª) Siempre tienen un apetito voraz. Es una época de rápido y constante crecimiento, necesitan reponer energías.
2ª) Suelen estar muy cansados. La dificultad que tienen muchos adolescentes para dormir a las horas habituales tiene que ver con una modificación en el ritmo circadiano: su reloj biológico se invierte respecto a la infancia y la madurez, a los adolescentes el cuerpo les pide dormirse y despertarse más tarde. Viven en un jet lag permanente. Pero se ha descubierto que uno de los factores involucrados en esta alteración biológica es la falta de luz natural. En un experimento, los científicos pidieron a unos voluntarios que utilizaran durante varios días gafas especiales que evitaban la longitud de onda corta o luz azul. Esa trampa implicó un retraso de 30 minutos de media en el inicio del sueño. Al no recibir luz diurna, se retrasa el inicio de la producción de melatonina, una hormona que indica al cuerpo la necesidad de dormir. La aparición de esta hormona se demoró 6 minutos por cada día que estuvo limitada la exposición a la luz azul. El mayor nivel de melatonina en los adolescentes se da a 1ª hora de la mañana.
3ª) Son impulsivos, no piensan las cosas dos veces. Los jóvenes alcanzan conclusiones del mismo modo que los adultos, pero aún carecen de criterios definitivos, de convicciones profundas, necesarias para mantener sus decisiones, no tienen la suficiente capacidad de coordinación entre lo que piensan y lo que hacen, y muchas veces aunque la tengan desaparece en cuanto intervienen los amigos y compañeros. Por eso parece que viven en la irracionalidad y el caos permanente.
4ª) Dificultad para concentrarse. En la adolescencia se mantiene parte de la estructura cerebral de la niñez, y se le da importancia a muchas cosas a la vez, por nimias que sean. Todo les hace pensar, son muy impresionables. Esto se traduce en que sus esfuerzos suelen dar poco fruto, lo cual es interpretado erróneamente como pereza.
5ª) Les seduce todo lo que sea adictivo. Según los expertos, los grandes cambios bioquímicos que se producen en esta etapa de la vida llevan a la persona a buscar nuevas experiencias sin que estén listos los mecanismos fisiológicos de contención. Hacer uso de tabaco, drogas o alcohol les crea un placer nunca antes conocido ni conseguido con ninguna otra cosa, y la influencia del grupo es determinante.
6ª) Son temerarios. La liberación de dopamina está implicada en el sistema de recompensa cerebral. Cuanto más se activa el sistema dopaminérgico, mayor es la sensación de euforia que se experimenta. La dopamina está más relacionada con la expectativa del refuerzo que con la recompensa misma, es decir, se libera más con el deseo que con la satisfacción que este produce. Las conductas de riesgo son estimuladas por esta sustancia. Los adolescentes liberan en determinados momentos una gran cantidad de dopamina. Esto les hace proclives a ciertas actividades arriesgadas de la que pueden arrepentirse cuando se reducen los niveles del neurotransmisor.
7ª) Sufren cambios de humor repentinos. Las descargas de hormonas pueden producir transiciones rápidas de tristeza a alegría o de amabilidad a furia. Pero otro factor es también el causante: la falta de sueño.
8ª) Les importa mucho lo que opinen los amigos. Los adolescentes dependen más de la opinión de sus amigos que de la de sus padres. La reputación social del joven explica su mayor o menor sentimiento de soledad, autoestima y satisfacción vital.
9ª) Son muy celosos de su privacidad. El crearse un entorno propio nace de la necesidad de tener un mundo personal. Ven con recelo la intervención de los adultos, porque puede hacer peligrar este delicado equilibrio entre ideales y realidades, en el conocimiento incipiente que aún tienen de su entorno. Rechazan influencias externas. Al defender su intimidad tan radicalmente intentan definirse y hacer respetar su identidad.
10ª) Son muy susceptibles. También los expertos le han encontrado una causa hormonal. La descarga de andrógenos produce una reacción más agresiva hacia lo chocante. Los ataques verbales son típicos de la adolescencia. Hay una tendencia bioquímica al rechazo de cualquier acto que el joven considere una excentricidad de adultos. Es como si hubiera una propensión a ofenderse cuando se considera que una persona madura está haciendo el ridículo.
Así tenemos en el adolescente la eterna imagen del rebelde sin causa, aunque como podemos ver, causas hay muchas. Por eso cuando contemplo la foto de mis hijos adolescentes, con la que acompaño este post, no puedo por más que casi compadecerme de ellos, viéndolos víctimas de los muchos condicionantes que la etapa que están viviendo tiene. Es un momento de grandes cambios, de muchas zozobras, de aprendizaje. Una fase vital imprescindible.
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