viernes, 6 de mayo de 2011

Justin Bieber


Cuántas vueltas se le está dando al fenómeno Justin Bieber y a su figura. Parece ser que nada en el mundo actual puede dejarse que fluya y se desarrolle con naturalidad. Cuántas especulaciones sobre su persona: que si es gay, que si le está cambiando la voz por fin con 17 años recién cumplidos, que si es un pagado de sí mismo… Todo tonterías.

Sorprende ver a un chico tan joven (empezó con sólo 15 años), desenvolverse con tanta soltura y seguridad en un medio tan trepidante como es el discográfico, donde otros antes que él con muchos más años han sucumbido al vertiginoso ritmo que impone en las vidas de los que lo habitan. Se puede subir a tanta velocidad como se puede caer, y sin embargo Justin parece estar preparado para todo.

La suya parece una naturalidad un poco desconcertante, fruto quizá de una extraordinaria educación o una buena predisposición genética. En él todo es un poco premeditado, como si siguiera una estrategia previamente planificada para dar una determinada imagen. Que es un producto de marketing muy bien estudiado no cabe la menor duda, pero creo que en él hay una zona mental que es inaccesible para el resto del mundo, y que mantiene preservada de la curiosidad ajena sin aparente esfuerzo.

Aunque parece que Justin es transparente y auténtico, que se muestra en todo momento tal como es, sin artificio, hay una fijeza en su mirada y un aplomo en sus evoluciones que indican una frialdad innata o adquirida que le salva del escrutinio ajeno, un muro transparente de seguridad que le protege de las reacciones imprevisibles del público.

Carece de secretos, sin embargo, a juzgar por la película que acaba de estrenar sobre su vida y el libro autobiográfico que ha publicado. Tan corta existencia parece ya dar mucho de sí, y colma la curiosidad de sus fans, siempre ávidos de datos que contribuyan a conocer mejor su persona, su entorno y sus circunstancias.

De momento Justin está desplegando todos sus talentos ante nuestros ojos: además de una voz más que aceptable y unas canciones pegadizas, sabe tocar el piano, la guitarra y la batería. Y es que cuando alguien llega tan de prisa y tan alto no es por casualidad.

Aparenta menos años de los que tiene, no sé si por su gran sencillez, su voz melodiosa o la forma como habla y se comporta. O quizá sólo sea que le falta un hervor. Justin pertenece a la actual generación de jóvenes cuya sexualidad es difusa, no existen marcadas diferencias entre hombres y mujeres. Los géneros se han vuelto light, puede que para igualar diferencias. Los varones son menos viriles y las hembras menos femeninas. Hay una cierta androginia, y Justin Bieber es un claro exponente de esta tendencia creciente.

A mí me da un poco de vértigo verlo expuesto al empuje creciente de la gente y de los medios de comunicación, es como si en algunos momentos quisieran pulverizarlo. El amor de los seguidores puede ser a veces muy destructivo, tanto te quieren que terminan machacándote. Por esa aparente ingenuidad suya, es como si su alma que parece tan blanca pudiera sufrir algún daño, aunque el suyo es un candor blindado, a prueba de bombas.

Su talento tiene aún mucho que darnos, aunque el mercado donde se desarrolla su música es un tanto limitado, pues no va más allá de los teenagers. Puede que tenga seguidores también en otros sectores, en gustos no hay nada escrito.

El futuro es incierto, pero se le augura un brillante porvenir. Le deseamos lo mejor.

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