viernes, 14 de marzo de 2008

De curas y fútbol


- El otro día vi una curiosa película sobre la vida de un grupo de lamas budistas. Giraba en torno a un niño monje, muy inquieto, fanático del fútbol, que hasta que no se hizo con una antena parabólica gigantesca y un aparato de televisión no paró. Allí es un deporte desconocido, y todos se quedaron maravillados cuando la congregación asistió a la retransmisión del primer partido. Pero antes de verlo, el abad le pregunta a su mano derecha que qué era eso del fútbol: “Dos naciones civilizadas se enfrentan entre sí por una pelota”, le contesta. Qué simples debemos parecerles a los orientales. La película, además de descubrirnos cómo es la vida en un monasterio budista, mucho más natural y menos rígida de lo que imaginaba, nos muestra la mentalidad tan diferente que existe de unas culturas a otras. Viviendo todos en el mismo planeta, cómo nos sorprendemos unos a otros.

- Estoy recordando una anécdota que le sucedió a uno de los sobrinos de mi ex marido. Andaba el chico preocupado porque el equipo de fútbol donde él jugaba se tenía que enfrentar a otro equipo compuesto por presidiarios. Si bien ya estaba acostumbrado a las salvajadas que tenían lugar siempre que jugaba con los equipos de los pueblos vecinos, pensó que al tratarse esta vez de gente convicta podría acabar incluso asesinado. Pero fue justo lo contrario: aquellos hombres daban las gracias por todo y todo lo pedían por favor, haciendo gala de unos modales que para sí querrían muchos jugadores profesionales de los que ahora están en el candelero. Y es que el hábito no hace al monje.

- También recuerdo otra anécdota que me contó una vez un vecino, bastante anticlerical por cierto, que rememoraba casi con lágrimas en los ojos a un sacerdote que en su infancia no se limitaba sólo a dar el sermón dominical desde el púlpito de su iglesia parroquial o a reconvenir a la gente por sus pecados, sino que se remangaba la sotana y jugaba con auténtico entusiasmo al fútbol con él y todos los demás chicos del barrio. Es la divina humanidad.


- He visto en Internet por casualidad un curso básico de budismo. No estaría de más hacerlo, junto con un curso básico de fútbol.

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