miércoles, 12 de marzo de 2008

Maniática de la última palabra (VI)

- Es muy sorprendente ver a dos personas haciendo “rap”. Es una especie de careo en el que improvisan insultándose y soltando toda clase de obscenidades y palabrotas. En una película de Eminen que vi, como eran gente del mismo barrio y se conocían, se dedicaban a sacar a relucir sus trapos sucios y a burlarse unos de otros. Podría ser la discusión de dos verduleras pero al ritmo de una música machacona e hipnotizante. Cuentan, al fin y al cabo, trozos de sus propias vidas de una forma aparentemente anárquica, cosas muy duras a veces. Se trata de un duelo verbal salpicado de exabruptos en el que gana el que improvise la barbaridad más gorda dicha de la forma más alambicada y original posible, de la manera que llegue a lo más hondo de los que escuchan por lo sorprendente e inesperado. Cada moda tiene su propio lenguaje, su propio código de conducta y su estética, y elegimos la que más nos cuadre, hay para todos los gustos.

- Me gustó el monólogo de una mujer que oí hace poco en una curiosa película que contaba muchas historias, y con el que daba su opinión sobre el suicidio reciente de otra mujer: “Estaría harta de callejones sin salida, de hacer llamadas que nunca tenían respuesta, de promesas incumplidas, de tropezar siempre con la misma piedra”. Es una forma muy concisa y significativa de ver el proceso vital y mental que debió seguir esa persona hasta llegar a ese final.

- Los compañeros del trabajo han dicho en alguna ocasión que soy escritora. Éste es para mí un calificativo que me parece gigantesco, es demasiado grande para atribuírmelo a mí. Es un honor inmerecido. Escribir es crear algo vivo, y crear produce a su vez una satisfacción inmensa.

- Viendo actuar a Barbra Streisand me doy cuenta de que, siendo una mujer más bien fea, resulta en su conjunto muy atractiva. Su belleza reside, más que en la perfección del cuerpo o los rasgos de la cara, en la fuerza que transmite. Como actriz no tiene cualidades fuera de lo común, aunque sus interpretaciones están llenas de matices y de sensibilidad. Con los años se ha vuelto más frágil y femenina. Y en sus conciertos es un privilegio escuchar su voz, y ver lo exquisita que es en el escenario. Su garganta sin duda está tocada por la mano de Dios.

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