- En “Más extraño que la ficción” una persona descubre que en realidad es el personaje de la última novela que está escribiendo una famosa y lunática novelista. En sus relatos sus protagonistas terminan muriendo, pero él consigue hablar con ella para que cambie el final. La escritora hace entonces que tenga “sólo” un aparatoso accidente del que saldrá muy maltrecho pero vivo.
Recuerdo que Unamuno decía eso de la vida humana, que en realidad no existimos más que en los sueños de Dios.
Lo que sería tremendo es que fuera verdad lo que se contaba en “El show de Truman”, que nuestra vida desde el mismo momento del nacimiento fuera un enorme montaje orquestado por unos señores que sólo quieren hacer un experimento, con la complicidad de todos los que nos rodean, familia, amigos y vecinos, todos actores contratados para la ocasión. Una pura apariencia, una monumental mentira en la que todo parece producto del azar o la casualidad. Menuda estafa.
Podría parecer el papel que juega Dios con nosotros desde que venimos al mundo, a pesar de que Él siempre dijo que tenemos libre albedrío.
Los que crean que nuestro destino está ya escrito participan en cierta manera de esa pesadilla existencial: da igual lo que hagamos porque está previsto de antemano, es como seguir nuestras propias huellas sin haber pisado antes ese camino. Yo prefiero creer que no es así, aunque nunca se sabe.
- Cuando pienso en el futuro de mis hijos, sólo deseo que su relación de pareja no fracase ni se deteriore hasta los extremos que están tan acostumbrados a ver a su alrededor. No quiero que su trabajo sea distinto de aquel para el que se hubieran preparado y que realmente les gustase. Que nunca pasen necesidad, física o emocional. Que sus penas seas menores que sus alegrías, que sus dolores sean escasos y sus gozos incontables. Que en su vida se combinen por igual la suerte y la estrategia personal para saberse desenvolver. No hay que ser sólo inteligentes, hay que ser también listos.
Mientras yo viva nada les ha de faltar, pero cuando yo no esté que nada perturbe su paz, porque si no vendré desde el sitio a donde van a parar los muertos y aquellos que les quieran hacer mal se las tendrán que ver conmigo. Si en algo siento dejar este mundo algún día es únicamente por no poder volver a verlos nunca más. Perdona Señor si dudo de la vida en el más Allá. Le puede pasar a cualquiera. La posibilidad de que ésto pueda ser así es de las pocas cosas que me entristecen de vez en cuando.
- Parece que la camaradería es un término que se refiere sólo a la amistad entre hombres, no se concibe también para las mujeres. Es un error: nosotras podemos crear lazos de amistad tan profundos y sinceros como ellos.
Hay quien además no concibe la amistad entre hombres y mujeres. Fernando Fernán Gómez decía que un hombre nunca podría ser amigo de una mujer porque siempre hay una atracción sexual de fondo. Puede que fuera su caso, pero afortunadamente no el del resto de los hombres. La verdad es que él siempre tuvo mucho éxito con el sexo opuesto, con lo feo que era el pobre. Algo tendría.
Recuerdo que Unamuno decía eso de la vida humana, que en realidad no existimos más que en los sueños de Dios.
Lo que sería tremendo es que fuera verdad lo que se contaba en “El show de Truman”, que nuestra vida desde el mismo momento del nacimiento fuera un enorme montaje orquestado por unos señores que sólo quieren hacer un experimento, con la complicidad de todos los que nos rodean, familia, amigos y vecinos, todos actores contratados para la ocasión. Una pura apariencia, una monumental mentira en la que todo parece producto del azar o la casualidad. Menuda estafa.
Podría parecer el papel que juega Dios con nosotros desde que venimos al mundo, a pesar de que Él siempre dijo que tenemos libre albedrío.
Los que crean que nuestro destino está ya escrito participan en cierta manera de esa pesadilla existencial: da igual lo que hagamos porque está previsto de antemano, es como seguir nuestras propias huellas sin haber pisado antes ese camino. Yo prefiero creer que no es así, aunque nunca se sabe.
- Cuando pienso en el futuro de mis hijos, sólo deseo que su relación de pareja no fracase ni se deteriore hasta los extremos que están tan acostumbrados a ver a su alrededor. No quiero que su trabajo sea distinto de aquel para el que se hubieran preparado y que realmente les gustase. Que nunca pasen necesidad, física o emocional. Que sus penas seas menores que sus alegrías, que sus dolores sean escasos y sus gozos incontables. Que en su vida se combinen por igual la suerte y la estrategia personal para saberse desenvolver. No hay que ser sólo inteligentes, hay que ser también listos.
Mientras yo viva nada les ha de faltar, pero cuando yo no esté que nada perturbe su paz, porque si no vendré desde el sitio a donde van a parar los muertos y aquellos que les quieran hacer mal se las tendrán que ver conmigo. Si en algo siento dejar este mundo algún día es únicamente por no poder volver a verlos nunca más. Perdona Señor si dudo de la vida en el más Allá. Le puede pasar a cualquiera. La posibilidad de que ésto pueda ser así es de las pocas cosas que me entristecen de vez en cuando.
- Parece que la camaradería es un término que se refiere sólo a la amistad entre hombres, no se concibe también para las mujeres. Es un error: nosotras podemos crear lazos de amistad tan profundos y sinceros como ellos.
Hay quien además no concibe la amistad entre hombres y mujeres. Fernando Fernán Gómez decía que un hombre nunca podría ser amigo de una mujer porque siempre hay una atracción sexual de fondo. Puede que fuera su caso, pero afortunadamente no el del resto de los hombres. La verdad es que él siempre tuvo mucho éxito con el sexo opuesto, con lo feo que era el pobre. Algo tendría.
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