miércoles, 20 de mayo de 2009

La isla de Nim







A veces hay películas que pasan por las carteleras de cine sin apenas llamar la atención, sin hacer ruido. “La isla de Nim” es una de ellas.
Cualquier producción en la que trabaje Jodie Foster es garantía suficiente de que lo que vamos a ver resultará como mínimo interesante. Con este film no nos decepciona: está absolutamente genial en su papel de escritora hipocondríaca, llena de fobias y manías, con sus imprescindibles frascos de antiséptico y botes de sopa precocinada, hablando sola constantemente con el protagonista de sus novelas, al que imagina siempre a su lado, y que renuncia a la seguridad de su casa para cruzar continentes, atendiendo a la llamada de socorro de una niña que vive en una isla prácticamente desconocida, y que la cree el héroe aventurero protagonista de las novelas que la han hecho famosa.
La niña que interpreta a Nim nos encandiló en su momento con su interpretación en “Pequeña Miss Sunshine”. Aquí, algo más crecidita, nos vuelve a cautivar con su forma de entender el personaje y el mundo que la rodea, en contacto con la Naturaleza. Mis hijos dicen que es un poco rara. Yo diría que no encaja en los cánones estéticos e interpretativos de la mayoría del plantel de actores de Hollywood, lo cual es muy de agradecer en realidad, y digno de admiración teniendo en cuenta su edad.
El actor que hace de científico y padre de Nim nos hizo suspirar al sector femenino con su papel protagonista en “300”, que le encanta a mi hijo, donde aparecía todo músculos en medio de una atmósfera magnética y envolvente de lucha y fuerza, más propia de los videojuegos.
“La isla de Nim” es una pequeña joya de imaginación y talento, donde se combinan escenas de la vida cotidiana en mundos muy diferentes con pequeñas y fantásticas historias contadas con sencillez y un curioso despliegue de efectos especiales y recursos estéticos. Me encanta la referencia que hace Nim de su madre, cómo se explica mediante muñecos que la representan la forma como murió, engullida por una ballena en medio de unas olas muy azules mientras realizaba su trabajo de oceanógrafa. Representar este suceso de esa forma tan irreal y poética es una manera de minimizar el enorme drama que es la desaparición de un ser querido, y evita al espectador la sobrecarga emocional que ello conlleva.
La manera de mostrarnos cómo se imagina Nim lo que lee en los libros de la escritora me parece genial. De repente desaparecen las paredes y el techo de la cabaña donde vive en la isla y la cama en la que está echada leyendo aparece sobre la arena del desierto, mientras el protagonista del relato lucha a brazo partido cerca de ella con unos malhechores, saltando incluso por encima de donde está sin rozarla. Es algo muy parecido a como yo imagino el estado emocional y mental que tiene lugar cuando te sumerges en una lectura apasionante, encontrándote de repente en medio de una acción sin formar parte de ella, abstraída en los pensamientos y las ideas que otra persona ha tenido a bien transmitir por medio de las palabras escritas.
Las imágenes del padre de Nim de noche, en medio del mar, sobre su pequeño barco, poco antes de que se desencadene la tormenta, situado en una zona de fosforescencia azul provocada al parecer por unas algas (mi hija me preguntó si eso existía de verdad, maravillada por lo bonito del fenómeno), son de una luz y una plasticidad increíbles.
Todo en esta película es una mezcla de inventiva, aventura y humor. Ver los apuros de la escritora hasta que llega a su destino, su viaje accidentado y terrorífico para ella en todos los medios de transporte imaginables, precisamente lo último que ella necesitaba, nos mueve a la compasión, la hilaridad y la solidaridad. El despliegue que llevan a cabo en la isla los “piratas”, como los llamó Nim (y en cierta forma no le faltaba razón), una compañía mercante que explora nuevos territorios donde poder realizar sus negocios turísticos, es digno de mención. Cómo invaden la playa con sus sombrillas, sus bailarinas exóticas, sus casetas de plástico para hacer las necesidades…. Y lo que hace Nim para ahuyentarlos, provocando sin querer la erupción del volcán que hay allí, es el colmo de la imaginación.
Las escenas submarinas de Nim cogiendo a la escritora de la mano para tirar de ella hacia la superficie y que no se siga hundiendo, conmueven. Por cuántas calamidades se ve dispuesta a pasar con tal de salvar la vida de una niña que está sola, incluso hasta casi perder la vida en el intento. En realidad no sabemos al final quién ha salvado a quién: con la ayuda que mutuamente se prestan ambas consiguen superar sus propias limitaciones físicas y mentales, y paliar su soledad.
Sin duda, “La isla de Nim” es una pequeña joya que pasó inadvertida, sumergida en el maremagnum de películas comerciales que nos invade habitualmente, un tesoro o una rareza que por su originalidad y sencillez merece la pena ver, y más de una vez, porque en cada ocasión se le saca un significado o un detalle distinto.
“La isla de Nim”, un territorio virgen, aún sin apenas colonizar. La magia, lo especial de lo que todavía no ha sido contaminado, el paraíso perdido. La ingenuidad, la inocencia que rezuma este film por los cuatro costados. Busquemos algo así para nosotros, y una vez conseguido que no se entere nadie de lo que tenemos. Hagamos como Nim, que sea un secreto.

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