viernes, 21 de noviembre de 2008

En honor a la verdad (VII)


- Me ha gustado y no me ha gustado la nueva versión de “Dulce noviembre” que protagonizaron Charlize Terón y Keanu Reeves. Recuerdo la que se hizo a finales de los 60, con una Sandy Dennis siempre frágil e intensa. La forma de hacer cine de entonces no se recreaba como ahora en las truculencias de la vida, si no que dejaba entrever, más que descubría, las penas y miserias humanas, pues se dejaba al entendimiento del espectador y a su sensibilidad el conocimiento de lo que todos sabemos y de lo que no solemos hablar abiertamente. Es por eso que la primera versión me gusta más que esta última.
La protagonista es una chica que está enferma y “adopta” cada mes a un hombre que tiene problemas en su vida, pues ayudándolo a él encuentra una motivación que fundamente su existencia, el tiempo que esa persona le da es tiempo de más para ella en su lucha contra un destino inexorable. A ninguno de ellos desvela que padece una enfermedad que la aproxima cada vez más a la muerte, a ninguno menos al que escogió en noviembre.
En esta segunda versión ella le enseña a él a darse un respiro, a valorar la vida desde otro punto de vista: le esconde el móvil, le tira el reloj al agua de fregar los platos, le venda los ojos para que aprenda a desenvolverse con cautela, sin prisas, y para que aprenda a confiar. Él, estresado hasta el límite, creativo publicitario de éxito, agresivo y con un futuro profesional más que brillante, le dice que no a todo ésto cuando empieza a darse cuenta de la clase de gente que le rodeaba hasta entonces y la forma de vivir que llevaba.
Pero no se puede quedar más allá de un mes, como le pasó al resto. Noviembre resulta, más que dulce, agridulce, porque supone un amor roto y una muerte que nunca se llega a ver pero se imagina.
Siempre me gustó esta película, por lo original de la historia que cuenta, y por su final inacabado, como suspendido en el tiempo.

- Ahora que hay una exposición sobre el Titanic en Madrid, diría que no sé qué despierta más curiosidad en lo que a este tema se refiere, si la exhibición de objetos de la época que hace que parezca que el tiempo se hubiera detenido, o la tragedia que envolvió el fatal destino de este transatlántico. Quién le iba a decir a los que perecieron allí que algún día iban a recrear aquellos acontecimientos tan dramáticos para entretenimiento del gran público. De todo se hace negocio.
Sin embargo, es un tema que sigue fascinando.

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