- Halloween, otra costumbre importada de yanquilandia que cada vez está más implantada en nuestros hábitos. Qué fiesta más macabra y de más mal gusto: brujas, muertos, calabazas con sonrisa terrorífica, velas…. Con qué facilidad hoy en día se impone y tiene acogida lo tétrico. Cada vez más aflora el lado oscuro que todos llevamos dentro. Halloween es una horterada más que ha tenido eco sobre todo entre los jóvenes y los niños. Cuando mi generación haya desaparecido, quedarán cosas como ésta, las costumbres que nada tienen que ver con nosotros, y las nuestras posiblemente habrán caido en el olvido.
- Me parece genial lo que hacen en la ETB con ese programa de humor sobre los vascos. Cualquier otra comunidad autónoma podría hacer lo mismo, en todas las regiones tenemos peculiaridades a las que se podría sacar partido para reírnos un poco.
Sin embargo han sido los vascos los que han decidido explotar su propio filón, contándonos cosas de allí que muchos desconocíamos, formas de hablar y de entender la vida, pero caricaturizándolas. Como por ejemplo cuando dicen que es la única región donde las sedes de los partidos políticos están en bares.
Que si son machistas, que si son brutos, cabezotas… En el fondo tienen su puntito tierno, todo eso que les caracteriza en realidad lo hace la tierra donde han nacido, forma parte de su idiosincrasia.
La aproximación más cercana que hacen al problema del terrorismo es a través de unas marionetas, “los batasunis”, mal encaradas, cejijuntas, con pendientes y con palestinos al cuello. Ridiculizan las costumbres vandálicas callejeras de estos pro-etarras. No son tan distintas de las que tienen los ultras que vienen a mi barrio al estadio cuando hay partido, aunque la causa que los mueve es bien distinta.
Tienen valor los actores que hacen este programa, se ve que son gente noble y muy sana. El por qué los vascos hacen una parodia de sí mismos en televisión y no los de otras regiones, puede ser porque pareciera que quisieran hacerse perdonar toda esa catástrofe que les afecta a ellos y al resto de España, un problema que nos trae de cabeza a todos. Es una forma de hacer ver que la inmensa mayoría de los vascos no secunda a semejante grupo, que no se les puede identificar con algo así, quieren limpiar un poco su imagen de cara al resto del mundo. A mí me da lástima lo que les sucede, llevan demasiados años en esta situación. A nadie le gusta que le digan que la suya es tierra donde nacen asesinos.
- Lo que más me impresiona cuando veo “El sexto sentido” es la posibilidad de hablar con nuestros seres queridos que han muerto. Cierto es que resulta terrible que un niño pueda ver y comunicarse con espíritus que le piden que les ayude a conseguir justicia cuando han sido víctimas de una muerte violenta, pues el niño vive sobresaltado, en permanente estado de alarma. Todos desearíamos poder comunicarnos con los que ya no están, romper esa barrera invisible que separa inexorablemente a los vivos de los difuntos. Aunque me temo que lo que no hayamos disfrutado aquí con los que no están, va a ser difícil que lo podamos disfrutar ya, o quizá de otra manera.
Debe ser tremendo tener que decir, con un vaho gélido saliendo de nuestra boca, aquello de “yo, en ocasiones, veo muertos”. Y lo peor es, según se cuenta en la película, que muchos ni siquiera saben que lo están.
- Me parece genial lo que hacen en la ETB con ese programa de humor sobre los vascos. Cualquier otra comunidad autónoma podría hacer lo mismo, en todas las regiones tenemos peculiaridades a las que se podría sacar partido para reírnos un poco.
Sin embargo han sido los vascos los que han decidido explotar su propio filón, contándonos cosas de allí que muchos desconocíamos, formas de hablar y de entender la vida, pero caricaturizándolas. Como por ejemplo cuando dicen que es la única región donde las sedes de los partidos políticos están en bares.
Que si son machistas, que si son brutos, cabezotas… En el fondo tienen su puntito tierno, todo eso que les caracteriza en realidad lo hace la tierra donde han nacido, forma parte de su idiosincrasia.
La aproximación más cercana que hacen al problema del terrorismo es a través de unas marionetas, “los batasunis”, mal encaradas, cejijuntas, con pendientes y con palestinos al cuello. Ridiculizan las costumbres vandálicas callejeras de estos pro-etarras. No son tan distintas de las que tienen los ultras que vienen a mi barrio al estadio cuando hay partido, aunque la causa que los mueve es bien distinta.
Tienen valor los actores que hacen este programa, se ve que son gente noble y muy sana. El por qué los vascos hacen una parodia de sí mismos en televisión y no los de otras regiones, puede ser porque pareciera que quisieran hacerse perdonar toda esa catástrofe que les afecta a ellos y al resto de España, un problema que nos trae de cabeza a todos. Es una forma de hacer ver que la inmensa mayoría de los vascos no secunda a semejante grupo, que no se les puede identificar con algo así, quieren limpiar un poco su imagen de cara al resto del mundo. A mí me da lástima lo que les sucede, llevan demasiados años en esta situación. A nadie le gusta que le digan que la suya es tierra donde nacen asesinos.
- Lo que más me impresiona cuando veo “El sexto sentido” es la posibilidad de hablar con nuestros seres queridos que han muerto. Cierto es que resulta terrible que un niño pueda ver y comunicarse con espíritus que le piden que les ayude a conseguir justicia cuando han sido víctimas de una muerte violenta, pues el niño vive sobresaltado, en permanente estado de alarma. Todos desearíamos poder comunicarnos con los que ya no están, romper esa barrera invisible que separa inexorablemente a los vivos de los difuntos. Aunque me temo que lo que no hayamos disfrutado aquí con los que no están, va a ser difícil que lo podamos disfrutar ya, o quizá de otra manera.
Debe ser tremendo tener que decir, con un vaho gélido saliendo de nuestra boca, aquello de “yo, en ocasiones, veo muertos”. Y lo peor es, según se cuenta en la película, que muchos ni siquiera saben que lo están.
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