jueves, 11 de diciembre de 2008

En honor a la verdad (IX)


- Hizo mi hija el otro día una parodia del monólogo de una azafata en pleno vuelo, y por lo que se ve, todo su afán era que los pasajeros se sintieran como en su casa. Terminaba diciendo algo así como: “Disponen de caramelos al fondo y luego me pasaré un rato para que puedan acariciarme los mofletes”.
Pocos viajes ha hecho aún y le cuesta situar los lugares del mundo en el mapa. Hace poco, estudiando los climas, leyó que Canarias tiene clima subtropical, y me preguntó si es que estaba en el Caribe. La geografía, ya desde los tiempos en que yo iba al colegio, ha sido siempre una asignatura que se ha impartido un poco como de pasada. Cuando mi hijo recita en voz alta los países y capitales de Europa para aprendérselos, me hago cruces de los nombres tan complicados que se han inventado para los nuevos territorios que han ido surgiendo. Ya no sé si sería capaz de memorizarlos, con mucho esfuerzo supongo.

- Mirando los fotogramas de la película “O brother”, me doy cuenta del atraso tan grande que hay en la América profunda, con esos granjeros analfabetos, sucios y brutos rodeados de una nube de moscas, nada más que dedicados a las labores del campo y al ganado. Lo que sucede en cualquier zona rural que está atrasada, lo que eran Las Hurdes aquí, sólo que allí van con peto vaquero, camisa de cuadros y sombrero de paja.
Los dibujos animados que mejor los parodiaban eran aquellos que ponían hace tiempo en televisión, “Los osos montañeses”, que en el doblaje hasta imitaban el extraño deje cansino al hablar y las palabras mal dichas. Cuando los veía de niña creía que es que los personajes eran así. “¿Cuándo te vas a duchar, apá?”, le decía amá. “Apá, eres mi terronsito de miel”. Yo me moría de risa.
A su manera eran muy básicos, pero muy dulces.

- Me hace gracia mi hijo cuando llega del instituto. Se va directamente a su habitación y se tira bocabajo sobre su cama, con la cazadora puesta y la mochila, y se queda así como si fuera uno de esos dibujos que se vuelven planos porque los han aplastado al abrir una puerta y se van escurriendo por la pared. Es un auténtico ganso, en plena edad del “pavo”, constantemente está haciendo gestos y ruidos que provocan en su hermana y en mí incontenibles carcajadas. Tiene un peculiar sentido del humor y mucha imaginación, algo que ojalá nunca se le termine. De vez en cuando me sorprende hablando sobre cosas que ha visto o leído en alguna parte y que yo desconocía por completo, cosas muy interesantes y poco conocidas. Es como una esponja para lo que quiere. Siempre me está enseñando, a su manera, siempre estoy aprendiendo de él.

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