martes, 30 de diciembre de 2008

Titanic: navegando a través del tiempo







Cuántas cosas ignoramos aún sobre la trágica historia que envolvió al Titanic, a pesar de lo mucho que se ha escrito y se ha especulado sobre el tema durante décadas. La exposición que hay ahora en Madrid nos descubre detalles de aquel viaje y de aquella época que fascinan y cautivan.
Desde niña me atrajo de manera especial la peripecia de este barco, que se hundió en las heladas aguas del Atlántico Norte un mes antes de que naciera mi abuela Pilar.
Luego, la película de James Cameron recreó de forma increíble y sorprendente la corta vida de un transatlántico que no ha tenido imitación después: la vida dentro del barco, la fastuosidad de su decoración interior, las diferencias que había según en qué clase se viajara, la manera en que se produjo el accidente y cómo de hundió.
A través de los objetos presentados en esta exposición, podemos hacernos una idea real de las modas y costumbres de la 1ª década del siglo XX, ya que el fatal desenlace ha congelado aquel momento en el tiempo: los reposabrazos de hierro con arabescos que formaban parte de los bancos que había en cubierta, tiradores de las puertas, restos de arañas de cristal procedentes de algún dormitorio de 1ª clase, algunas cacerolas que habría en las cocinas, platos hechos con materiales refractarios para servir directamente del fogón o el horno a la mesa y que así los alimentos no perdieran el calor, juegos de café que en 1ª clase eran como algún modelo que he visto en alguna tienda, azul marino con adornos dorados, juegos de tocador de señora primorosos, cajas de porcelana preciosas que proporcionaba la compañía a la que pertenecía el Titanic y que contenía pasta de dientes…. A mi hijo le gustaron mucho todos estos objetos antiguos, y especialmente un jarrón de cristal azul con incrustaciones de filigranas.
El dormitorio de 1ª clase me decepcionó un poco porque creo que no ha logrado reflejar la elegancia y la exquisitez del modelo original. A este nivel se contrataban hasta cuatro salas, que incluía además del dormitorio, cuarto de baño, salón y una pista de unos 15 metros para reuniones o bailes. Había bañera con agua fría y caliente, que era salada porque se recogía del mar a través de un elaborado sistema de cañerías. Luego, un depósito de agua dulce junto a la bañera servía para aclararse. Para desaguar la bañera se accionaba un mando que evitaba tener que meter las manos en el agua sucia. Se creía que la acción combinada del agua de mar y los jabones tenía efectos terapéuticos.
El dormitorio de 3ª clase era bastante diferente, con cuatro camas adosadas a ambos lados mediante literas, y una especie de tablero que se bajaba y subía colgado de la pared central a modo de mesa. Se recreaba el ruido que debían hacer los motores del barco, ya que estos dormitorios estaban en esa zona. Era insoportable.
Los comedores de 1ª clase tenían las paredes cubiertas con maderas exquisitas. En la exposición se podía ver también trozos de suelo de cocina y de baño, muy bonitos.
Los comedores de 2ª clase eran más pequeños y las comidas tenían que servirse en dos turnos. Como también estaban muy elegantemente dispuestos, los primeros comensales a los que se abrieron sus puertas creyeron que había habido algún error y que los habían conducido a 1ª clase.
Se podían ver, expuestos en vitrinas, billetes que se han conservado porque estaban metidos en bolsas que los han aislado del agua. También hay monedas, bolsos de mano para lo imprescindible durante la travesía, ya que el resto del equipaje viajaba en las bodegas; pequeños tickets que las señoras recibían de los sobrecargos cuando les confiaban sus joyas para que las guardaran a buen recaudo, y naipes de cartas que fueron usados por algunos tahúres profesionales hasta que el capitán prohibió el juego para evitar que los pasajeros fueran desplumados por estos personajes.
El Titanic tenía luz eléctrica, algo poco usual en aquel tiempo, y decían que con la corriente que se generaba se podían iluminar cinco ciudades de las de entonces.
Se exponía además unos rodapiés como de medio metro forjados en hierro con arabescos, a través de los cuales se filtraba el aire caliente procedente de un sistema de calefacción que existía bajo el suelo y que conseguía mantener una temperatura cálida y distribuida homogéneamente.
Había dentro del barco un circuito a parte para los miembros de la tripulación, de forma que nunca se mezclaban con el resto del pasaje.
Otros objetos curiosos que se han conseguido rescatar son una chistera, unas botas, una pajarita, una botella que aún contiene licor, unas gafas y frasquitos que todavía están llenos de perfume.
Algunas fotos ampliadas muestran en la exposición los retratos del arquitecto del barco, que tenía otros dos similares en proyecto, y del capitán, oficial que ya se iba a retirar cuando le pidieron que se encargara del Titanic para poner así un broche de oro a su larga y exitosa carrera profesional. Muchas personas que viajaban con la White Star Line, la compañía del Titanic, compraban los pasajes de los barcos en los que sabía que iba a estar él al mando. Era un hombre carismático y algo excéntrico, magnífico relaciones públicas entre el pasaje.
También había fotos del interior de las naves donde se diseñó, del astillero en el que fue construido, y del aspecto que tenía cuando aún estaba atracado en el puerto, imponente. Los comentaristas de la época decían que todo en él era de proporciones gigantescas, desde el timón que era enorme hasta las cacerolas en las que se llegaban a preparar hasta 6.200 comidas diarias.
En las fotos se puede apreciar el tamaño colosal del cuarto de calderas, con cientos de operarios trabajando sin descanso. Cuando se produjo el choque, fue aquí donde se abrió la primera brecha, después de un estruendo terrible que, sin embargo, no se escuchó en otras partes del barco.
En la exposición se veía además el sumergible, hecho de titanio y con brazos mecánicos, que sirvió para recoger todas las muestras y que tuvo que hacer inmersiones a una profundidad de 4 kms. durante dos horas y media el descenso y otras tantas el ascenso. Es imposible intentar izar el barco hasta la superficie porque se desintegraría. Aunque los restos fueron descubiertos hace 23 años, el barco llevaba ya hundido 73 años.
También hay un gran trozo del casco, metido en una urna de cristal con un agujero en la parte superior para que todo el que quiera pueda tocarlo.
La exposición termina con un video en el que se hace una reconstrucción por ordenador del hundimiento, la exhibición de restos del puente de mando, y de un gran trozo de hielo que emula un iceberg.
El Titanic fue sin duda un barco magnífico, lujoso y de gran belleza, que funcionaba perfectamente y que hubiera tenido una larga vida si hubiera viajado por otras rutas menos peligrosas. En aquella época no se disponía de los sofisticados medios de hoy en día para detectar masas de hielo móviles y de muy diverso tamaño.
Según reza en alguna parte de la exposición, el dinero que se recauda con ella sirve para conservar los objetos de las 1.523 personas que perdieron la vida en aquella catástrofe, y así preservar su memoria a través del tiempo.

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