martes, 10 de marzo de 2009

En honor a la verdad (XVII)




- Tiene gracia el caso que contó no hace mucho Pérez Reverte a propósito de la memoria histórica. Unos “expertos” llegaron a un pueblo para desenterrar unos restos que se suponía pertenecían a víctimas de la guerra civil del bando republicano, y querían darles un entierro digno y con honores. Pero tras analizarlos descubrieron que allí había huesos mezclados de gente de ambos bandos, como suele ocurrir en cualquier guerra donde lo que hay son prisas, miedo y violencia, un completo caos. La muerte no entiende de ideologías. Pero el colmo de la desfachatez fue que los supuestos “expertos”, en lugar de dejar los difuntos donde los habían encontrado, si es que se trataba realmente de que descansaran en paz de una vez, los llevaron a las escuelas del pueblo y pusieron pies en polvorosa, desentendiéndose de ellos.
Memoria no nos va a faltar, por desgracia, porque lo malo rara vez conoce el olvido, por eso que no anden escarbando tanto, que la mierda es mejor no menealla. Todo lo que tiene que ver con la guerra civil es eso al final, una mierda, una vergüenza que no distingue bandos. Y si quieren escarbar, que se dediquen a la paleontología, que seguro que hay muchos tesoros de la Antigüedad y huesos de dinosaurios por descubrir.

- Qué fuerte lo de AC/DC, ahora que vienen a España a traernos su música. He visto un video en el que al empezar un concierto han sacado una bola de demolición gigantesca y han destruido parte del fondo del escenario, que simulaba unos edificios. La gente ya no sabe qué inventar para llamar la atención y parecer más espectaculares y originales.
El mundo del rock es muy dado al histrionismo. Lo más corriente suele ser que el cantante del grupo se tire en plancha sobre el público con los brazos abiertos y que la gente se lo vaya pasando por encima de sus cabezas como si fuera un muñeco de trapo, costumbre que también tiene sus riesgos si nos ponemos a pensar, sobre todo con unos fans enfervorecidos que no se sabe muy bien qué es lo que son capaces de hacer. Seguro que algunos no vuelven al escenario, y si vuelven no sé en qué condiciones será, es como el que se lanzara a los leones en el circo romano.

- He leído en un artículo de Carmen Posadas una curiosidad que se ha inventado recientemente, el teléfono FuChat, que es algo así como un teléfono emocional. Según cuenta “el artilugio está dotado de unos sensores que captan el estado de ánimo del usuario, así como su temperatura corporal. Con estos datos, y midiendo el tono y el más mínimo tremolar de la voz, el “teléfono psicológico” saca sus conclusiones. Luego, mediante emoticones como los que se usan para los SMS, da su veredicto alertándonos de la clase de predisposición que tenemos a la hora de hablar.” Si estás de capa caída las llamadas se desvían automáticamente a un contestador. Si se pudiera hacer lo mismo con el resto de las cosas que no nos apetecen, pues mira qué bien.

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