martes, 6 de octubre de 2009

Me declaro vivo


Me han mandado un correo electrónico donde se mezclaban pensamientos muy sencillos y profundos con imágenes maravillosas del Amazonas y la cordillera de los Andes. Son de un indio quechua, Chamalú, poeta, hombre-medicina, viajero incansable, escritor prolífico, conferenciante, fundador de un movimiento ecologista. Se dedica a recuperar y difundir la sabiduría ancestral de los pueblos de Sudamérica, y ha convivido en el mundo entero con muchas culturas indígenas, de las que aprendió formas de curar, estilos de vida y una particular visión del cosmos. Reproduzco aquí algunas de sus frases, porque merece la pena leerlas y meditarlas:

Antes me portaba como los demás querían porque tenía miedo de que hablaran mal de mí, y mi conciencia me censuraba. A pesar de mi esforzada buena educación siempre había alguien difamándome. Luego decidí atreverme a ser yo mismo.

Mi espada es el amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la libertad.

Si mi felicidad molesta a alguien, discúlpenme. No hice de la cordura ni de la inocencia mis opciones.

La mejor forma de despertar es hacerlo sin preocuparse porque nuestros actos incomoden a quienes duermen al lado.

La meta no existe, el camino y la meta son lo mismo. No tenemos que correr hacia ninguna parte, sólo saber dar cada paso plenamente.

Somos agua fluyendo. El camino nos lo tenemos que hacer nosotros. Pero el cauce no debe esclavizar al río, no sea que en vez de un camino se convierta en una cárcel.

La gente está tan reprimida que la espontánea ternura le incomoda y el amor le inspira desconfianza.

Es algo así como vivir a nuestro aire, sin depender de los juicios ajenos, porque de todas maneras nunca contentaremos a todo el mundo (ni tampoco hay por qué), y cuando vienen mal dadas nadie va a estar ahí para ayudarnos. Nuestra propia opinión es lo más importante, y la de las personas que queremos.

El amor, en todas sus formas, es desde luego una buena arma para luchar contra las dificultades de la vida, porque nos sumerge en un estado de bienestar. El sentido del humor es también una protección que hace que veamos de forma diferente lo que es triste, y una buena manera de mantener la cordura. La coherencia es el lugar en el que debemos habitar, ser consecuentes con lo que decimos y pensamos. La libertad la base de todo lo demás, el fin de todo.

La felicidad bien puede molestar a los demás, pero la envidia es algo tan corriente que no merece la pena prestarle atención. Es cierto que la cordura y la inocencia son los cimientos sobre los que asentar la dicha, el sentirse bien con uno mismo, el vivir con paz interior, y no son opciones que vengan dadas de antemano, sino que hay que luchar para conseguirlas y mantenerlas, o simplemente conservarlas desde que comenzamos nuestra andadura por el mundo para no perderlas con los avatares de la existencia.

Es bueno cuando se termina el día reflexionar acerca de lo que ha acontecido durante el día, haciéndonos el propósito de cambiar lo que nos parece que no está bien, para que al despertar al día siguiente sintamos que todo lo que conforma nuestro mundo está en orden, que no hay caos. Si es así, poco importa lo que piensen los que tengamos al lado, sólo lamentaremos que no vivan con la misma armonía que nosotros.

Parece que vivimos con un fin, que encaminamos nuestros pasos hacia algún lugar o estado personal que esperamos alcanzar antes de nuestra extinción, y en esa lucha o trabajo que nos hemos impuesto empeñamos nuestras fuerzas y nos olvidamos de disfrutar del día a día.

Si elegimos un camino por el que ir, que no sea una ruta única, el único modo de vivir, el único punto de vista posible. Con la rigidez de pensamiento levantamos muros a nuestro alrededor. Si algo deja de interesarnos, elijamos otras opciones, variemos el rumbo. La mente evoluciona a lo largo del tiempo, no se puede quedar estancada. Si nos hemos equivocado de sabios es rectificar. Modificar nuestros esquemas cuando vemos que es necesario no es faltar a nuestras convicciones personales ni dejar de ser consecuentes con nosotros mismos. La visión de túnel es la prisión del alma, la muerte.

Es cierto que cuando nos mostramos espontáneamente, transparentes, la mayoría desconfía porque no es algo habitual, se suele pensar que hay trampa, que alguna otra intención se esconde detrás. Cuando damos afecto, confianza y generosidad sin esperar nada a cambio la gente nos mira con extrañeza, hay un rechazo inicial, cuesta que caigan las barreras. Vivir de esta manera puede parecer que es como caminar en la cuerda floja, expuestos a las maldades ajenas, pero nada hay que temer porque los demás terminan haciendo lo mismo que nosotros. Y de todas formas hay cosas que no tienen remedio.

Una buena filosofía de vida la de Chamalú. Yo también me declaro viva, como él.

2 comentarios:

Divinerestart dijo...

Muy lindo..coincido en mucho de lo que aquí se expresa..me hace sentido y sigo pensando que yo soy una protagonista de mi vida..y que me fascina vivir y vivir bien, consciente y disfrutando el aquí y ahora. Gracias Pilar por compartirnos algo enriquecedor. Un abrazo. D

pilarrubio dijo...

Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo. Pilar

 
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